Imperio acadio

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El Imperio acadio (en acadio: 𒆳𒌵𒆠 «māt Akkadi»; en sumerio: 𒀀𒂵𒉈𒆠 «a-ga-de») fue un gran reino de Mesopotamia entre los años c. 2334 a. C. y c. 2154 a. C. formado a partir de las conquistas de Sargón de Acad en el siglo XXIV a. C., considerado por varios historiadores como el primer imperio en la historia de la humanidad. Sus dominios se extendieron a toda la cuenca del Tigris y Éufrates, Elam, Siria y ―según las inscripciones― aún más allá, hasta el Líbano y la costa mediterránea. Según dichas inscripciones, incluso llegarían a realizar incursiones en Anatolia y el golfo Pérsico hacia Dilmún y Magan (los modernos Baréin y Omán, en Arabia).

Las ciudades de Mesopotamia se llenaron de monumentos y estelas conmemorativas que hablaban de la grandeza del nuevo imperio y en la escritura se produjo un importante avance del idioma acadio, que se convirtió en la lengua administrativa del Estado.

Historia

Desde el 3000 a. C. los semitas se habían ido extendiendo desde sus orígenes en Arabia hacia el norte, con otros grupos diferentes, como los amorreos. No hay muestras de que estas migraciones masivas se produjesen de manera violenta, sino que parece tratarse más bien de un proceso gradual. ​En Mesopotamia los más importantes fueron los acadios, presentes en el área del norte de la región, en la que se incluía la ciudad de Kish. En esta ciudad se sabe que Sargón desempeñó algún puesto de responsabilidad.

Hacia el 2340 a. C. Sargón fundó la ciudad de Acad (o Agadé) en las proximidades de Kish, posiblemente al norte. Su localización todavía no ha sido determinada por los arqueólogos, aunque se especula que podría haber estado hacia la confluencia de los ríos Diyala y Tigris, en las afueras del actual Bagdad. Los motivos de la fundación de Agadé no están claros. Es probable que Sargón se rebelase contra su señor en Kish y decidiese establecer un nuevo centro de operaciones. Tampoco se conoce con seguridad que ocurrió en Kish. Tal vez Sargón la tomó antes de lanzarse hacia a la conquista las tierras del sur o tal vez fue Lugalzagesi de Umma, que había formado un imperio local en el área del sur.

Las conquistas de Sargón

En algún momento a mediados del siglo XXIV a. C. (2340 a. C.) Sargón se lanzó a la conquista de las ciudades sumerias del sur. Las conquistas anteriores de Lugalzagesi de Umma pudieron facilitar el camino del conquistador acadio, al encontrarse ya vencida la independencia de las distintas ciudades sumerias. El primero de los objetivos de Sargón fue Uruk, ciudad célebre por sus grandes murallas y donde en el momento del ataque se encontraba Lugalzagesi. Sargón no solo conquistó la ciudad, sino que hizo prisionero al rey, obligándole a caminar hasta el templo de Enlil en Nippur con una argolla al cuello.

Tras esto se lanzó a la conquista del resto de ciudades sumerias. Tomó Ur, Lagash y Umma, con lo que ya controlaba tantas tierras como había hecho Lugalzagesi. Con el dominio de toda la Baja Mesopotamia asegurado, continuó sus campañas atacando a los elamitas de los montes Zagros, en el actual Irán, y realizó incursiones en la ciudad de Mari (en la actual Siria) y Ebla, ya a pocos kilómetros del Mediterráneo, llegando, según las inscripciones, a las montañas de los cedros: esto es, al actual Líbano, y tal vez hasta Anatolia.

Sargón se convirtió así en el primer monarca histórico que consiguió unificar toda la cuenca de la Mesopotamia bajo un mismo mandato. Pese a que es probable que esta unidad fuese más teórica que real, la figura de Sargón fue un referente constante para los monarcas que, posteriormente, tratarían de repetir su hazaña. De hecho, en épocas posteriores se le conoció como Sargón el Grande. Pero su reinado y el de sus sucesores no estuvieron exentos de problemas ya que poco antes de su muerte sufriría una revuelta general en las ciudades conquistadas.​

Pese a estas dificultades, durante el reinado de su nieto y sucesor, Naram-Sin (2260-2223 a. C.), el imperio alcanzó su máxima extensión territorial: en los límites occidentales incorporó las regiones de Alepo (en la actual Siria), y el entorno de Trípoli (en la costa mediterránea cananea del actual Líbano); en los orientales conquistó Susa y en el norte se expandió por Anatolia. Sin embargo hubo un pueblo al que Naram-Sin no consiguió conquistar pese a que guerreó contra ellos y les infligió algunas derrotas. Eran los guti, que habitaban los montes Zagros y que atacaban y saqueaban continuamente las tierras del valle. El nuevo rey tuvo que enfrentarse además a numerosas rebeliones.

En algún momento de su reinado parece que Naram-Sin fue deificado. El motivo, según una inscripción en una estatua, fue por petición de su pueblo a los dioses, después de que el rey ganase nueve batallas contra las que se le rebelaron «desde los cuatro confines del mundo». Los dioses concedieron y se le construyó un templo en Agadé, que hasta entonces no estaba dedicado a ningún dios.

Tras la muerte de Naram-Sin, su sucesor e hijo, Šarkališarri (2223-2198) vio incrementada la presión sobre el imperio: Elam se rebeló, conquistando varias ciudades del sur de Mesopotamia. Posteriormente sufriría invasiones por parte de los amorreos, a quienes lograría vencer, y de los guti a los que inicialmente también reduciría. Sin embargo el imperio estaba muy desgastado y tras su muerte las ciudades del sur de Mesopotamia se independizaron. Tras esto, los dominios del antiguo imperio quedaron reducidos al área circundante de la antigua capital, Agadé.

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