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Jiddu Krishnamurti
Jiddu Krishnamurti (Telugú: జిడ్డు కృష్ణమూర్తి) nació el 12 de mayo de 1896 en Madanapalle, Andhra Pradesh, en la India y falleció en Ojai, California, Estados Unidos, el 17 de febrero de 1986.
Jiddu Krishnamurti o J. Krishnamurti fue un reconocido filosofo y orador. Dejó una gran cantidad de literatura en forma de charlas públicas, escritos y transcripciones, diálogos con profesores y estudiantes, científicos y renombrados religiosos, entrevistas en radio y televisión, así como cartas y diarios personales. Mucho de este material ha sido publicado en libros y en formatos audiovisual. Entre los temas que trató se encuentran principalmente, la transformación psicológica en el individuo, la cotidianidad del ser humano, la meditación, las relaciones humanas y la naturaleza de la mente.
Sumario
Primeros años y descubrimiento
La Dra. Annie Besant, entonces presidenta de la Sociedad Teosófica, adoptó a Krishnamurti y a su hermano cuando eran jóvenes.
Teosofía y "La Orden de la Estrella"
La Dra. Annie Besant, entonces presidenta de la Sociedad Teosófica, junto con otros miembros esta sociedad, proclamó a Krishnamurti como el próximo "Instructor del mundo", venida que ya habían pronosticado los mismos teósofos. Para preparar el mundo para esa venida, se creó una organización mundial llamada “La Orden de la Estrella” que fue fundada en 1911 y el joven Krishnamurti fue designado como su máximo dirigente. Sin embargo, en 1929 Krishnamurti renunció a ese papel, disolvió la Orden que ya tenía un inmenso número de seguidores.
Discurso de disolución
El 3 de agosto de 1929, día de la apertura del Campamento Anual en Ommen, Holanda, Krishnamurti disolvió la Orden de la Estrella, ante tres mil miembros. Este es el texto completo del discurso que pronunció en aquella ocasión:
"Esta mañana vamos a hablar de la disolución de la Orden de la Estrella. Muchos se alegrarán y otros se sentirán más bien tristes. Esta no es una cuestión de regocijo ni de tristeza, sino que es algo inevitable, como voy a explicarlo. Seguramente recordarán la historia, cuando el diablo y un amigo caminaban por una calle y vieron frente a ellos cómo un hombre se detenía y recogía algo del suelo, lo miró y lo guardó en su bolsillo. El amigo le preguntó al diablo: «¿Qué recogió ese hombre?». «Recogió un trozo de la Verdad», le contestó el diablo. «Eso es entonces mal negocio para ti», dijo su amigo. «Oh, no, en absoluto», replicó el diablo, «voy a dejar que la organice».
Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede organizarse; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a seguir un sendero particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuna imposible es organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se convertirá en algo muerto, cristalizado, en un credo, en una secta, en una religión que debe imponerse a los demás. Esto es lo que todo el mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella. No pueden traer la cumbre de la montaña al valle; si quieren alcanzar la cumbre de la montaña, deben cruzar el valle, subir la cuesta, sin temor a los peligrosos precipicios.
De modo que esta es la primera razón, desde mi punto de vista, por la que debe disolverse la Orden de la Estrella. A pesar de esto, probablemente crearán otras Órdenes, seguirán perteneciendo a otras organizaciones que buscan la Verdad. Yo no quiero pertenecer a ninguna organización de tipo espiritual; por favor, comprendan esto. Puedo utilizar una organización que me lleve a Londres, por ejemplo, esa es un tipo de organización diferente, es simplemente mecánica, como el correo o el telégrafo. Puedo utilizar un automóvil o un buque para viajar, tan sólo son mecanismos físicos que nada tienen que ver con lo espiritual. De nuevo sostengo que ninguna organización puede conducir al hombre a la espiritualidad.
Si para este propósito se crea una organización, se convertirá en una muleta, en una debilidad, en una servidumbre que por fuerza mutila al individuo y le impide crecer, establecer su unicidad, que consiste en descubrir por sí mismo esa Verdad absoluta e incondicionada. Por tanto, esa es otra razón por la cual he decidido, como máximo responsable de la Orden de la Estrella, disolverla; nadie me ha persuadido para que tome esta decisión. Esta no es ninguna gran proeza, porque no quiero seguidores, y lo digo en serio. En el momento en que siguen a alguien, dejan de seguir a la Verdad. No me preocupa si prestan o no prestan atención a lo que digo; quiero hacer cierta cosa en el mundo y voy a hacerlo con resuelta determinación. Mí único interés es una cosa esencial: Hacer que el hombre sea libre. Deseo liberarlo de todas sus jaulas, de todos sus temores, y no crear religiones, nuevas sectas, ni establecer nuevas teorías o filosofías. Como es natural, me preguntarán por qué recorro el mundo hablando constantemente. Les diré por qué razón lo hago. No por qué desee seguidores, no por qué desee un grupo especial de discípulos selectos. [¡Cómo les gusta a los hombres ser diferentes de sus semejantes, por ridículas, absurdas o triviales que puedan ser sus distinciones!] No quiero alentar ese absurdo. No tengo discípulos ni apóstoles, ya sea en la Tierra o en el reino espiritual. Tampoco es la tentación de dinero, ni tampoco me atrae el deseo de vivir una vida cómoda. ¡Si quisiera llevar una vida cómoda no vendría a este Campamento ni viviría en un país húmedo! Estoy hablando con toda sinceridad porque quiero que esto quede claro de una vez por todas; no deseo que estas discusiones infantiles se repitan año tras año.
Un periodista que me entrevistó, consideraba un acto grandioso disolver una organización en la cual militan miles y miles de miembros. Para él, era una gran acción, porque me dijo: «¿Qué hará usted después, de qué vivirá? No tendrá seguidores, la gente dejará de escucharle». Con que sólo haya cinco personas que escuchen, que vivan con sus rostros mirando hacia la eternidad, será suficiente. ¿De qué sirve tener miles que no comprenden, que están por completo embalsamados en prejuicios, que no quieren lo nuevo, sino que prefieren traducir lo nuevo para que se ajuste a sus propias personalidades estériles y estancadas? Si hablo enérgicamente, por favor, no me malinterpreten, no es por falta de compasión. Si acuden a un cirujano para operarse, ¿es una falta de amabilidad si al operarle le causa daño? De la misma manera, si hablo con claridad no es por falta de verdadero afecto, sino todo lo contrario.
Como he dicho, sólo tengo un propósito: Hacer que el hombre sea libre, impulsarlo hacia la libertad, ayudarle a romper todas sus limitaciones, porque sólo eso le dará la felicidad eterna, le dará la realización de sí mismo libre de condicionamiento.
Porque soy libre y no tengo condicionamiento, todo, no una parte, no lo relativo, sino toda la Verdad que es eterna, deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres; no para que me sigan, no que hagan de mí una jaula para convertirla en una religión, en una secta. Más bien deben liberarse de todos sus miedos: del miedo de la religión, del miedo de la salvación, del miedo de la espiritualidad, del miedo del amor, del miedo de la muerte, del miedo de la vida en sí misma. Así como un artista pinta un cuadro porque se deleita al pintarlo, porque es su propia expresión, su gloria, su satisfacción, de la misma forma yo hago esto, y no porque quiera nada de nadie. Están acostumbrados a la autoridad o a la atmósfera de autoridad, y creen que les conducirá a la espiritualidad. Creen y esperan que otro, por sus extraordinarios poderes, por un milagro, podrá trasportarles al reino de la eterna libertad que es la Felicidad. Toda su perspectiva de la vida se basa en esa autoridad.
Me han escuchado durante tres años sin que haya surgido ningún cambio, salvo en unos pocos. Ahora, consideren lo que estoy diciendo, sean críticos para que puedan comprenderlo completa y fundamentalmente. Si buscan una autoridad para que les conduzca a la espiritualidad, automáticamente se obligan a construir una organización alrededor de esa autoridad. Pero por la creación misma de esa organización, la cual creen que ayudará a esa autoridad para que les guíe a la espiritualidad, quedarán atrapados en una jaula.
Estoy hablando con toda franqueza, por favor, recuerden que es así, y no desde la dureza, la crueldad o el entusiasmo de mi propósito, sino porque quiero que comprendan lo que estoy diciendo. Esa es la razón por la que están aquí, y sería una pérdida de tiempo si no explicara claramente, con decisión, mi punto de vista. Durante 18 años se han preparado para este acontecimiento, para la venida del Instructor del Mundo. Durante 18 años se han organizado, han esperado a alguien que viniera a darles una nueva dicha a sus corazones y mentes, que transformara toda su vida, que les diera una nueva comprensión; a alguien que les elevara a un nuevo nivel de la vida, que les diera un nuevo estímulo, que les hiciera libres, ¡y miren lo que está sucediendo ahora! Consideren, razonen por sí mismos y descubran de qué forma esa creencia les ha hecho diferentes, no hablamos de diferencias superficiales como llevar una insignia, lo cual es trivial y absurdo. ¿De qué forma una creencia como esa ha eliminado todas las cosas no esenciales de la vida? Esa es la única manera de valorarlo: ¿En qué forma son más libres, mejores, más peligrosos para cualquier sociedad basada en lo falso y lo no esencial? ¿De qué forma los miembros de la Organización de la Estrella son diferentes? Como decía, durante 18 años se han preparado para mi venida. No me preocupa si creen o no que soy el Instructor del Mundo, eso tiene muy poca importancia. Desde el momento en que pertenecen a la Organización de la Orden de la Estrella, han dado su apoyo, su energía, aceptando que Krishnamurti es el Instructor del Mundo, parcial o totalmente; totalmente para aquellos que realmente están buscando, y sólo parcialmente para aquellos que están satisfechos con sus propias medias verdades.
Durante 18 años se han preparado, y miren cuántas dificultades tienen para comprender, cuántas complicaciones, cuántas cosas triviales. Sus prejuicios, sus miedos, sus autoridades, sus nuevas o viejas iglesias, todas estas cosas, sostengo, son una barrera que impide la comprensión. No puedo decirlo de forma más clara. No quiero que estén de acuerdo conmigo ni que me sigan, sino que comprendan lo que digo. Esa comprensión es necesaria, porque sus creencias no les transformarán, sólo les complicarán porque no están dispuestos a afrontar las cosas como son. Lo que desean es tener sus propios dioses, nuevos dioses en lugar de los viejos, nuevas religiones en vez de las viejas, muevas formas en vez de las viejas; todas cosas inútiles, barreras, imitaciones, muletas. En lugar de las viejas distinciones espirituales tienen nuevas distinciones espirituales, en lugar de los viejos cultos tienen nuevos cultos. Todos dependen de algún otro para su espiritualidad, para su felicidad, para su iluminación; y aunque durante 18 años se han estado preparando para mi venida, cuando digo que todas estas cosas no son necesarias, cuando digo que deben descartarlas y deben mirar dentro de sí mismo para la iluminación, para la gloria, para la purificación y la incorruptibilidad del ser, ninguno de ustedes está dispuesto a hacerlo. Puede que haya unos pocos, pero muy, muy pocos. ¿Para qué, entonces, tener una organización?
¿Por qué personas falsas, hipócritas me han seguido, siguen la encarnación de la Verdad? Recuerden, por favor, que no estoy diciendo las cosas con dureza o crueldad, sino que hemos llegado a una situación en la que deben afrontar las cosas tal como son. El año pasado dije que no transigiría; en aquel momento muy pocos me escucharon. Este año lo expongo con toda claridad. No se cuántos miles en el mundo, miembros de la Orden, han estado preparándose para mi venida durante 18 años, sin embargo, ahora no están dispuestos a escuchar incondicional y totalmente lo que digo.
Como decía antes, mi propósito es hacer que los hombres sean incondicionalmente libres, porque sostengo que la única espiritualidad es la incorruptibilidad del propio ser, que es eterno, que es la armonía entre la razón y el amor. Esa es la absoluta e incondicionada Verdad que es la Vida misma. Deseo, por tanto, que el hombre sea libre, que se regocije como el pájaro en el cielo claro; libre de toda carga, independiente, inamovible en esa libertad. Y yo, para aquellos que se han estado preparando durante 18 años, ahora les digo que deben liberarse de todas las cosas, liberarse de sus complicaciones, de sus enredos; y para esto, no necesitan ninguna organización basada en una creencia espiritual. ¿Por qué tener una organización para cinco o diez personas en el mundo que comprendan, que trabajan, que han desechado todo lo trivial? Y para los débiles, no puede haber ninguna organización que les ayude a encontrar la Verdad, porque la Verdad está en cada uno de nosotros; no está lejos ni cerca, está eternamente ahí.
Las organizaciones no pueden hacernos libres. Ningún hombre desde fuera puede hacernos libres; ningún culto organizado ni el propio sacrificio para una causa puede hacernos libres; ni formar parte de una organización o dedicarse a un trabajo puede hacerles libres. Utilizan una máquina para escribir su correspondencia, pero no la ponen en un altar para adorarla; sin embargo, esto es lo que hacen cuando las organizaciones se convierten en su principal interés.
«¿Cuántos miembros tiene?» Esta es la primera pregunta que me hacen todos los periodistas. «¿Cuántos seguidores tiene? Dependiendo del número decidiremos si lo que dice es verdadero o falso». No sé cuántos miembros hay, no estoy interesado en esto. Como dije, con que un sólo hombre se liberara, sería suficiente.
Además, tienen ustedes la idea de que tan sólo ciertas personas posee la llave del Reino de la Felicidad. Nadie la tiene; ninguna autoridad tiene esa llave. Esa llave es el propio ser de cada uno, y únicamente en el desarrollo, en la purificación y la incorruptibilidad de ese ser, está el Reino de la Eternidad.
Así pues, se darán cuenta de lo absurda que es toda la estructura que han construido buscando ayuda externa, dependiendo de otros para su propio bienestar, para su propia felicidad, para su propia fortaleza. Estas cosas sólo pueden encontrarlas dentro de sí mismos.
¿Para qué pues tener una organización?
Se han acostumbrado a que les digan cuánto han avanzado, cuál es el grado de espiritualidad que tienen; ¡qué bobada! ¿Quién, sino ustedes mismos, puede decirles si son hermosos o feos internamente? ¿Quién sino ustedes mismos puede decir si son incorruptibles? No son serios en estas cosas.
¿Para qué pues tener una organización?
Pero aquellos que realmente deseen comprender, que traten de descubrir lo que es eterno, caminarán juntos con mayor intensidad, y serán un peligro para todo lo que no sea esencial, para las irrealidades, para las sombras. Se unirán y serán como una llama porque habrán comprendido. Debemos crear un grupo así, y ese es mi propósito. Debido a esa verdadera comprensión habrá verdadera amistad. Debido a esa verdadera amistad, que al parecer no conocen, habrá verdadera cooperación de parte de cada uno. El motivo no será ninguna autoridad, ninguna salvación, ningún sacrificio por una causa, sino porque realmente han comprendido y, en consecuencia, son capaces de vivir en lo eterno. Esto es más grande que todo placer y todo sacrificio.
De modo que estas son algunas de las razones, después de haberlo considerado cuidadosamente durante dos años, que me han llevado a tomar esta decisión. No se trata de un impulso momentáneo; nadie me ha persuadido, no me dejo persuadir en cosas como estas. Durante dos años lo he pensado con calma, cuidadosamente, pacientemente, y he decidido disolver la Orden, puesto que soy el máximo responsable. Pueden formar otras organizaciones y esperar a algún otro. Esto no me concierne, como tampoco me concierne crear nuevas jaulas y nuevas decoraciones para esas jaulas. Mi único interés es hacer que los hombres sean absolutamente, incondicionalmente libres".
Obras
- La llama de la atención. Madrid: Edaf, 2006.
- Usted es el mundo. Madrid : Edaf, 2006.
- Amor, sexo y castidad: una selección de pasajes para el estudio de las enseñanzas de J. Krishnamurti.
- Conversaciones con estudiantes: pláticas sobre el verdadero significado de la libertad y de la rebelión. Editorial Sirio, S.A., 2001.
- El despertar de la inteligencia. Editorial Sirio, S.A., 2000.
- Esa luz en uno mismo: la verdadera meditación. Edaf, 2000.
- Diario. Kairós, 1999.
- El conocimiento de uno mismo: 14 charlas en Ojai, California, EE.UU. 1949. Kairós, 1999.
- Diálogos con Krishnamurti: encuentros con grandes pensadores del siglo XX. Edaf, 1998.
- Sobre la mente y el pensamiento. Kairós, 1995.
- Últimas pláticas en Washington. Edhasa, 1993.
- La libertad interior. Kairós, 1993.
- El futuro es hoy: últimas charlas en India. Edhasa, 1992.
- La totalidad de la vida. Edhasa, 1991.
- Últimas pláticas en Saanen. Edhasa, 1988.
- Principios del aprender. Edhasa, 1988.
- El futuro de la humanidad: diálogos entre Krishnamurti y David Bohm. J. Krishnamurti, David Bohm. Edhasa, 1987.
- Más allá del tiempo. J. Krishnamurti, David Bohm. Edhasa, 1986.
- La mente que no mide. Edhasa, 1985.
- Cartas a las escuelas. Edhasa, 1984.
- La totalidad de la vida. J. Krishnamurti, Armando Clavier. Edhasa, 1980.
- La libertad primera y última. J. Krishnamurti, Arturo Orzábal Quintana. Edhasa, 1979.
- La verdad y la realidad. J. Krishnamurti, Armando Clavier. Edhasa, 1979.
- Tradición y revolución. J. Krishnamurti, Armando Clavier. Edhasa, 1978.
- Más allá de la violencia. Edhasa, 1977.
- La libertad primera y última. RBA, 2007.
- La atención y la libertad interior. Librería Argentina, 2006.