La hegemonía en el Plata

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Por Leonardo Castagnino

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De Mayo a Caseros

Desde 1811 el Imperio de Brasil fomentó la balcanización de las provincias del Río de la Plata, en su sueño expansionista y hegemónico. Pretendía dominar ambas márgenes del Plata anexando la provincia Cisplatina, que lo llevó a la derrota de Ituzaingo. Fomentaba las contradicciones Argentinas entre unitarios y federales para debilitar la Confederación. Le molestaba la abolición de la esclavitud en la Argentina como un mal ejemplo, y la restricción a la libre navegación de los ríos interiores le impedía el acceso al Paraguay y al Mato Groso, arrebatado al Paragay en 1801.

En 1830, Pedro I envía a su Canciller marqués de Santo Amaro a Francia y España, a gestionar la formación de una monarquía en las provincias argentinas. Daba por hecho que las potencias de Europa apoyarían a los “civilizados” unitarios contra los revoltosos caudillos federales; el imperio cumpliría el sueño de reincorporar la Cisplatina. La misión fracasó.

En 1844 el Imperio envía una nueva misión a Europa; insiste ante Aberdeen y Guizot, para sumarse a la agresión anglofrancesa en el Plata. La ambición de una aventura imperialista brasilera fracasa nuevamente, porque Inglaterra no usaría sus buques y sus cañones para incentivar la grandeza de Brasil para que luego le disputara la hegemonía que ostentaban los ingleses.

Mientras tanto Rosas ordenaba la Confederación: venció a los unitarios que en el interior, reunió a las provincias en el Pacto Federal de 1831 y dictó la Ley de aduanas de 1835 para beneficio de las provincias que le agradecieron. No reconoció la independencia del Paraguay a la que consideraba parte integrante de la Confederación, pero tampoco la anexó por la fuerza, y por el contrario trató de acercarla diplomáticamente. Los productos del Paraguay en el puerto de Buenos Aires recibían el mismo tratamiento que los productos de las demás provincias.

Ejerciendo la representación de las catorce provincias, El Restaurador resistió con éxito la agresión anglofrancesa llevándolas a la derrota diplomática después de Vuelta de Obligado y Angostura del Quebracho. Mantuvo un estricto y meticuloso control del gasto público pese a las necesidades de la guerra interior y exterior, negándose durante el bloqueo a pagar la deuda que mantenía la Confederación con Inglaterra desde los tiempos de Rivadavia por el empréstito Baring.

A la política agresiva y disgregadora ejercida por el Imperio en el Río de la Plata, respondió Rosas fomentando las contradicciones del imperio, apoyando a los republicanos, separatistas y abolicionistas. Una revolución en Brasil declara la “República independiente de Río Grande” que pretende unirse á la Confederación Argentina.

"El sabido correspondente" confundia a la diplomacia de Río de Janeiro. Hacia 1850 el imperio estaba vencido aún sin entrar en la guerra declarada. O el Imperio terminaba con Rosas, o Rosas terminaba con el Imperio. (mucho no le faltaba).

Los patacones del Imperio, facilitados por el barón de Mauá, provocarían la traición de Urquiza y lograrían “El milagro de la casa de Braganza”. Urquiza se pasa al enemigo con todo el ejército de vanguardia de la Confederación, y los brasileros, resucitados, se tomarían en Caseros la revancha de Ituzaingo, acompañados por los franceses y los unitarios exiliados, incluido Mitre y Sarmiento bajo bandera extranjera. Después de Caseros, y patacones de por medio, Urquiza reconoce la independencia de Paraguay, la libre navegación de los ríos interiores, renuncia a las misiones orientales y cede la Banda Oriental al protectorado brasileño. La hegemonía Brasilera en el Plata es un hecho.

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De Caseros a Cerro Corá.

Francisco Solano López Pero el Imperio no se conforma con la hegemonía lograda en el Plata después de Caseros, y vá por más: pretende también el Paraguay.

Los sagaces diplomáticos imperiales embalan al irresponsable Mitre, que en aras de sus sueños de grandeza, se embarca en una guerra genocida, pese a la oposición casi unánime del interior, que se sentía más cerca de sus “hermanos paraguayos”, que de los “macacos brasileños”.

Como paso previo al Paraguay, en forma solapada y fingiendo “neutralidad”, Mitre incentiva y apoya la invasión del Uruguay por parte Flores, “el degollador de Cañada de Gómez”, para sustituir al presidente Berro, del partido blanco. Uruguay caería finalmente tras el bombardeo a Paysandú, (1° de enero de 1865) bajo los cañones imperiales abastecidos a pleno día en el puerto de Buenos Aires, y bajo la mirada impotente de los federales entrerrianos que no cruzaban el río sujetados por Urquiza, que ya había vendido a buen precio su caballada a los brasileros. Se rinde la plaza y su Jefe general Leandro Gómez, ya rendido y prisionero, es fusilado sin más trámite. Como toda la prensa (hasta la unitaria) repudia el hecho, el diario La Nación Argentina (de Mitre), dice cínicamente: “La gran cuestión no es saber si Leandro Gómez le tiene miedo a las balas;(la gran cuestión) es saber qué conviene a la libertad y la civilización”. Como tantas veces se cometían crímenes en nombre de “la libertad y la civilización”.

Fogoneada la opinión pública de Buenos Aires por la prensa mitrista y la pluma hiriente de Sarmiento, embarcan a la Confederación en una guerra fratricida y genocida contra el pueblo Paraguayo, su aliado natural. La oposición interior provoca levantamiento de batallones enteros que se negaban a ir a la guerra. Los grillos serían el medio más eficiente de reclutamiento para los “voluntarios” de la guerra del Paraguay.

Mitre, el acaparador de derrotas, comanda los ejércitos aliados hasta su reemplazo compulsivo. La guerra dura cinco largos y crueles años. Y todo en nombre de la Libertad y la Civilización. Para librar a los Paraguayos de la tiranía, termina con todo el pueblo paraguayo.

“Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial... Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrescencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”. (Sarmiento en carta a Mitre. 1872. Artículo de "El Nacional", 12.12.1877)

En mensaje al Congreso del 1° de mayo de 1865, Mitre dice: “ Esta fecha quedará consignada a la altura de mayo: 1865; iniciación de la política expansionista del pensamiento argentino.(...) la Republica entra en la labor de establecer las afinidades de la civilización en las regiones bárbaras de Sud América”

El final

El heroico pueblo Paraguayo se hunde en los esteros, junto a los recursos humanos y materiales de los aliados. La crisis económica provocada como consecuencia de la guerra, terminaría con los sueños hegemónicos de Brasil, y los sueños románticos de Mitre; el dueño absoluto sería ahora, el Imperio Británico, que sin perder un hombre, convertiría a la Argentina, en “su mejor colonia”.


Fuentes:

- Castagnino Leonardo Guerra del Paraguay. La Triple Alianza contra los paises del Plata

- Rosa, José Maria. Historia Argentina.

- Idem: Rosas. La Caida.

- Idem: La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas.

- Saldías, Adolfo. Historia de la Confederación Argentina.

- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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