Los 14 principios de la Revolución alemana

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Los 14 principios de la Revolución alemana fueron publicados en julio de 1929 por Otto Strasser en la edición de NS-Briefe, un año antes que Strasser decidiese romper cualquier tipo de relación con Hitler y formase el Frente Negro.

Catorce principios

  1. La Revolución alemana niega ante Dios y el Mundo la atadura que ha provocado la mentira de la culpabilidad de Alemania, que mediante la brutal tiranía de los "tratados de paz" de Versalles y St. Germain, e infatigable y fanáticamente lucha por todos los medios para la destrucción total de esta dictadura y todas las consecuencias que tienen su origen en aquellos.
  2. La Revolución alemana proclama la libertad de la nación alemana en un Estado alemán fuerte, unificador de todos los pueblos de tronco alemán asentados en el territorio centroeuropeo. Estado que acogerá, de Memel a Estrasburgo, de Eupen a Viena, a todos los alemanes de la Madre Patria y de los territorios irredentos de alrededor, y que constituyen con su fuerza y capacidad la espina dorsal y el corazón de la Europa blanca.
  3. La Revolución alemana renuncia desde este momento, a gobernar y expoliar pueblos y naciones extranjeras; sólo quiere, nada más y nada menos, su propio espacio vital para la joven nación de los alemanes, con el mismo derecho otros pueblos y naciones que reconocen la decisión de la guerra como una voluntad del destino.
  4. La Revolución alemana proclama que el único propósito del Estado es la unión de todas las fuerzas de la nación, una concentración de fuerzas para asegurar la vida y el futuro de esta nación, afirmando cada medio que para dicho objetivo precise, y destruyendo todo aquello que lo impida.
  5. La Revolución alemana exige desde aquí, que se vertebre el más radical poder estatal central contra aquellas fuerzas que, de manera individual o simplemente por su propio empeño, obstaculicen dicha construcción, ya sean aquellas destructivos entes estatales, de índole partidista o confesionales. La unidad del Estado de la nación alemana une a las crecientes fuerzas de la tierra y el pueblo, dirigiéndolas hacia una poderosa unidad.
  6. La Revolución alemana da campo libre a la libertad individual de las fuerzas que el denostado sistema liberal oprime, para que aquella pueda desarrollarse armoniosamente en el sentido adecuado para los objetivos estatales. Se procederá a crear un sistema vivo de representación sindical y corporativa, con responsabilidad personal de los dirigentes en vez del antinatural parlamentarismo en el que nadie tiene responsabilidades y se cede a una masa anónima.
  7. La Revolución alemana proclama la unidad de destino de la nación alemana. Está convencida de la obligación de convertirse en una comunidad de destino, no de necesidades, que precisa construir una comunidad del pan, y para ello dirigirá todas sus fuerzas en pos de dicho objetivo convencida de este principio fundamental: "Interés general antes que el interés particular".
  8. La Revolución alemana rechaza, por tanto, el sistema económico individualista del capitalismo, y su derrocamiento es el primer objetivo que se impone la revolución alemana para su triunfo. Su identidad se reconoce por completo en el sistema corporativo del socialismo, en la que la medida exacta o la finalidad de toda la economía es, no ansiar la riqueza o las ganancias, sino la satisfacción de las necesidades de la nación.
  9. La Revolución alemana proclama, de esta forma, que la propiedad última de la tierra, el subsuelo y los recursos naturales, recae únicamente en la nación, y que los "titulares" no pueden ser sino considerados como mandatarios de la nación, con obligación de rendir cuentas, mientras que toda la nación tiene la obligación de defenderla.
  10. La Revolución alemana proclama, bajo las mismas coordenadas, la participación colectiva de todos los productores en el beneficio y a la gestión de la economía nacional, sin que ninguna discriminación se pueda ejercer en razón de la función o de la responsabilidad desarrollada por cada uno. Reconoce el interés personal en la medida en que es motor de actividad humana, y lo incorpora para que coadyuve a la creación de bienestar general.
  11. La Revolución alemana no cree que el bienestar general se encuentre en la persecución de valores materiales ni en una elevación ilimitada del estándar de vida, sino en el retorno y el mantenimiento de un orden sano, el orden nacional, conforme a la voluntad divina y en la que la nación alemana pueda cumplir con el deber asignado por su destino.
  12. La Revolución alemana encuentra este deber en el pleno desarrollo del espíritu tradicional de su pueblo. En consecuencia, combate por todos los medios, contra los degeneradores de la raza, contra toda influencia cultural foránea, en pos de una renovación racial popular y por la cultura alemana. Lucha, en particular, contra el Judaísmo que, unido a las fuerzas supranacionales de la francmasonería y el ultramontanismo, dificultan premeditadamente la vida del espíritu alemán.
  13. La Revolución alemana combate, igualmente contra el absolutismo del Derecho judeo-romano, por un Derecho alemán, cuyos ejes residen en el Ser y el Honor alemanes, afirmando y valorando las desigualdades de los hombres. El Derecho alemán reconoce como ciudadano únicamente al compatriota y como medida el bienestar general.
  14. La Revolución alemana derribará la visión del mundo de la Gran Revolución francesa, y será el modelo del siglo XX. Es nacionalista –contra la esclavitud del pueblo alemán- ; es socialista –contra la tiranía del dinero- ; es popular –contra la destrucción de la alma alemana-, y únicamente tiene en su meta en el bienestar de la nación. Y en pos de esta voluntad colectiva de la nación, la Revolución alemana no se retirará de combate alguno, y ningún sacrificio por muy grande que sea le parecerá excesivo, ante ninguna guerra por sangrienta que sea, pues... ¡Esta Alemania debe vivir!

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