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Poesía contra estructuralismo marxista
2.- Como Vico enfrentado al racionalismo geométrico de Descartes y su escuela, es oportuno señalar la falencia de este estructuralismo ante la plenitud del logos en la semántica, y más particularmente, la quiebra del estructuralismo marxista o marxistoide ante la semántica poética, o en forma más específica, ante la semántica lírica. De este enfrentamiento creo se deducen algunas consecuencias teóricas (respecto de la concepción del lenguaje, que el marxismo somete a categorías, en última instancia de raigambre kantianas); y otras consecuencias, más bien prácticas (respecto del renovado prestigio de la creación poética, como un acto de plenificación del mundo, que derrota aquel estructuralismo).
3.- La semántica lírica puede ser objeto de una indagación estructuralista, por supuesto; pero no puede ser integrada en la "serie" de las funciones ascendentes o descendentes, en la misma medida que esa semántica implica una suerte de partenogénesis del lenguaje. El poeta funda un lenguaje, crea un espacio de inteligibilidad, establece coordenadas absolutamente inconfundibles y propias, en una cierta diástole del logos, en tanto que expresión lingüística; en una cierta sístole del logos, en tanto el sistema semántico de un poeta, de un poema, e incluso de un verso responde a un fundamento no genérico, no específico, sino puntiforme, único, absoluto. Por eso el poeta no sólo dice, expresa, explora o glorifica, sino que también funda. Y lo que funda permanece, según Hólderlin: Was bleibet aber, stiften die Dichter.
4.- De aquí se puede suponer que la poesía al superar los controles funcionalistas del marxismo, recobrará los trasfondos humanísticos del lenguaje y abrirá con su "semántica" una ruta de recuperación, instauración y creación como soñaron muchos líricos (en siglos de edificación de esa semántica de las realidades objetivas y del logos fundante). Creo que se impone contraponer precisamente el signo fundante (de una res indivisa, diríamos en latín) de la semántica poética en general, y el signo funcionalista de las supuestas estructuras (analíticas o sintéticas del estructuralismo marxista, sus aledaños, compañeros de ruta, etc.).
5.- Esa instauración lírica implicará contra los controles funcionalistas del materialismo dialéctico reabrir las sagradas fuentes (sanctos recludere fontes) de la semántica griega y latina, de la semántica romance o germánica, para recuperar así las raíces dormidas de las estirpes, que de algún modo inhabitan esas rotundas e inderogables totalidades significantes. Se producirá una relectura de los textos antiguos o del Renacimiento -para dar un ejemplo-, y se reiniciará el asombro ante Homero o ante Petrarca. Esto se ve incluso en la venerable ciencia de la filología clásica, fatigada de ser recurso industrial que tritura a los viejos dioses, a los númenes potentes.
6.- Esas perspectivas parecen desbordar en forma absoluta la antropología marxista fundada en la noción del hombre como Gattungswesen (la de ser genérico), y que impregna, como sabemos, todos los niveles del marxismo y todas sus traducciones e implementaciones históricas: socio-políticas, socioeconómicas, socio-lingüísticas, etc. Pues la poesía, o más exactamente el despliegue de la semántica lírica propondría en cambio en la realidad o en la historia del lenguaje poético, una suerte de capacidad vicarial del poeta: el mundo se insume en su semántica, o tal vez su semántica sostiene el mundo.
7.- Finalmente convendría dedicar un párrafo a las consecuencias pedagógicas de este enfrentamiento entre semántica y estructuralismo. Distinguiríamos en el futuro inmediato dos consecuencias fundamentales: 1) la relectura semántica hará redescubrir el mundo y aventará muchas nubes, mucho polvo, mucha ceniza, mucho papel inútil; 2) ese redescubrimiento obligará a reordenar, corregir y renovar muchos contenidos de la enseñanza en todos sus niveles. Quizá podríamos sintetizar esta comunicación diciendo que el reino inviolable de la Musa (como inhabitación del Logos en el mundo) vence una vez más los detritus de una razón tecnificada, que a nivel de las ciencias lingüísticas ha dado el estructuralismo marxista. Preveríamos un cierto neo-romanticismo en que de nuevo natura y hombre se elevan al campo de la inspiración, y por ende una cierta recuperación de las tradiciones vigentes en el recatado reino de las totalidades semánticas.
por el Prof. Dr. Carlos Alberto Disandro
(Síntesis de la ponencia presentada ante el Congreso Internacional de A.I.C.O., Roma, 1975)