Pornografía

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El judío Hugh Hefner, creador de Playboy en compañía de su esposa Crystal.

El término pornografía procede del griego porne que significa "prostituta" y grafía: "descripción"; es decir, "descripción de una prostituta". Por tanto, en sentido estricto designa la descripción (exposición de las actividades) de las prostitutas y, por extensión, de las actividades propias de su trabajo. En sentido amplio se refiere al material sexualmente explícito.

La Real Academia Española define a la pornografía como "el carácter obsceno de las obras literarias o artísticas"[1]. Es decir, todo lo que ofenda al pudor y que se represente artísticamente.

Papel de los judíos

En el negocio de la pornografía en Internet, el operador más grande, el llamado Bill Gates de la pornografía digital, es un judío llamado Seth Warshavsky, que posee clublove y otros de los más grandes sitios web de pornografía. También es conocido como el Hugh Hefner Virtual o el rey del ciberporno. Tiene 24 años y ha sido portada del Wall Street Journal. Dirige y es propietario de Internet Entertainment Group, firma que ha creado algunos de las páginas web X más populares, gestiona Penthouse, proporciona sexo en vídeo y en directo a más de 400 sitios repartidos por todo el planeta y factura 3.000 millones de pesetas al año. Pero Warshavsky no es un caso aislado. Los judíos dominan la producción y distribución de pornografía. Entre los principales pornógrafos con nombres judíos se encuentran Hugh Hefner, Wesley Emerson, Paul Fishbein, Herbert Feinberg (también conocido como Mickey Fine), Lenny Friedlander, Bobby Hollander, Rubin Gottesman, Fred Hirsch y sus hijos Steve y Marjorie, Paul "Norman" Apstein, Steve Orenstein, Theodore Rothstein, Reuben y David Sturman, Ron Sullivan, Sam y Mitch Weston (Spinelli).

Los judíos también acapararon la mayoría de los principales papeles masculinos en películas porno de los 70's y 80's. Los "sementales" hebreos incluyen a Buck Adams, Bobby Astyr, R. Bolla (Richard Parnes), Jerry Butler (Paul Siderman), Seymour Butts (Adam Glaser), David Christopher (Bernie Cohen), Steve Drake, Jesse Eastern, Jamie Gillis, Ron Jeremy (Hyatt), Michael Knight, Ashley Moore, David Morris, George Payne, Ed Powers (Mark Arnold), Harry Reems (Herbert Streicher), Dave Ruby, Herschel Savage, Carter Stevens (Mal Whorb), Marc Stevens, Paul Thomas (Phil Tobias), Marc Wallice, Randy West and Jack Wrangler.

Entre las actrices judías están: Avalon, Jenny Baxter (Jenny Wexler), Busty Belle (Tracy Praeger), Chelsea Blake, Tiffany Blake, Bunny Bleu, Lee Carroll (Leslie Barns), Blair Castle/Brooke Fields (Allison Shandibal), Courtney/Natasha/Eden (Natasha Zimmerman), Daphne (Daphne Franks), Barbara Dare (Stacy Mitnick), April Diamond, Jeanna Fine, Alexis Gold, Tern Hall, Heather Hart, Nina Hartley, C. J. Laing (Wendy Miller), Frankie Leigh (Cynthia Hope Geller), Gloria Leonard, Traci Lords (Nora Louise Kuzman), Amber Lynn, Tonisha Mills, Melissa Monet, Susan Nero, Scarlett 0. (Catherine Goldberg), Tawny Pearl (Susan Pearlman), Nina Preta, Tracey Prince, Janey Robbins (Robin Lieberman), Alexandra Silk, Susan Sloan, Annie Sprinkle (Ellen Steinberg), Karen Summer (Dana Alper), Zara Whites y Ona Zee (Ona Simms).

El pornógrafo Seymour Butts atribuye el gran número de judíos involucrados en la pornografía a su deseo de obtener ganancias.

"Los judíos se ven atraídos por el dinero. Nosotros somos personas inteligentes que hemos sido perseguidas a través del tiempo. Los débiles de nuestro pueblo fueron eliminados. Los judíos constantes sobrevivieron... desde Egipto hasta Alemania."

Robert J. Stoller, M.D. en su libro Porn: Myths for the Twentieth Century (Pornografía: Mitos durante el Siglo XX), escrito en 1991, buscó entender la mentalidad de las personas involucradas en el negocio de la pornografía dura, que se centra en el valle de San Fernando de California. Mientras entrevistaba a algunos de los actores y actrices, le dijeron, "Si usted ingresa en el mundo de la pornografía, es increíble. Es una familia extendida... De hecho, casi se siente como ir a un country club condicionado. Hay tantas personas judías involucradas en esto...".

Efectos físicos y psicológicos

En los últimos años han habido estudios que muestran un importante aumento de problemas sexuales entre los varones jóvenes, principalmente disfunción eréctil (impotencia sexual) y disminución del deseo sexual. Si bien las cifras varían, el estudio de 2007 de la American Journal of Medicine mostró que esto afecta a más de 18 millones de hombres en los Estados Unidos mayores de 20 años. Uno de los factores que se ha atribuido es la exposición extensa a la pornografía en Internet. Las investigaciones no pudieron encontrar entre los afectados a ningún varón en edad universitaria que no viera pornografía en Internet. Los números pueden ser incluso mucho mayores, ya que no a muchas personas les gusta compartir esta información, sin embargo, se ha encontrado una fuerte correlación entre ver porno y el trastorno de disfunción eréctil.[2]

Una variedad de síntomas se manifiestan entre los hombres expuestos regularmente a material pornográfico.[3]:

  • Disfunción eréctil, es decir, problemas para conseguir o mantener una erección. (Las drogas como el Viagra no representan una solución a esto porque el problema no está en el pene sino en el cerebro.)
  • Disminución del deseo sexual
  • Dificultad para excitarse sin pornografía. Las mujeres reales no despiertan tanto interés como las que se ven en Internet. El porno resulta más excitante que tener relaciones sexuales con otro ser humano.
  • Depresión, disminución de autoestima, fatiga, bajos niveles de energía y productividad y dificultad para experimentar satisfacción en la vida real.
  • Eyaculación retardada.
  • Anorgasmia.
  • Pérdida de masa muscular.
  • Desarrollo de parafilias, fetiches y pensamientos sexuales respecto a cosas que no se hubiera encontrado de no ser por la pornografía en Internet.
  • Aislamiento social o fobia social.
  • Ansiedades irracionales cuando se piensa en el sexo.
  • Alopecia. La eyaculación excesiva puede tener un papel en la alopecia androgénica, es decir, la pérdida de cabello. Durante la eyaculación se liberan altas cantidades de testosterona la cual, mediante la enzima 5-alfa reductasa, es reducida al andrógeno dihidrotestosterona (DHT) que es el principal factor de la alopecia androgénica. Como el cuero cabelludo de un ser humano es sensible a la DHT, la masturbación excesiva puede conducir a la pérdida de cabello. Por lo tanto, si una persona es adicta a la masturbación, existe una buena probabilidad de que la persona pueda experimentar pérdida de cabello. Además, el fluido seminal que se expulsa durante la eyaculación está compuesto por 90% agua y 10% proteína, por lo que la eyaculación excesiva conlleva a una deficiencia de proteína responsable de la reparación de los tejidos así como del crecimiento del cabello.[4]

Además, la pornografía también cambia negativamente la forma en que un varón percibe y trata a las mujeres. Cambia lo que quiere de la mujer, cambia sus ideas o da ideas irreales de lo que es el sexo, y también cambia negativamente la forma en que las mujeres se perciben a sí mismas.

Efecto Coolidge

Artículo principal: Efecto Coolidge


En un adulto joven sano, el deseo sexual debería ser alto, con un nivel hormonal óptimo y trabajando eficientemente. Sin embargo, la exposición continua a la pornografía afecta el deseo sexual y la capacidad de erección del varón porque con el tiempo sus expectativas van cambiando, lo que se explica por medio del efecto Coolidge.[5]

Debido a su alto deseo sexual normal, los jóvenes recurren a la pornografía a falta de una pareja con quien poder practicar sexo real y de este modo obtienen una gratificación inmediata. Las experiencias iniciales con la pornografía resultan novedosas y altamente placenteras ya que con la estimulación sexual el cuerpo libera maravillosos neurotransmisores como las endorfinas pero principalmente la dopamina. Cuanto mayor sea la liberación de dopamina, mejor nos sentimos y hace que queramos repetir el mismo comportamiento una y otra vez, lo cual hace desarrollar una dependencia a esas sustancias. Además obtener esta sensación es increíblemente fácil y accesible por lo que repetirlo no supondrá ningún esfuerzo, a diferencia de tener que buscarla con una persona real. Sin embargo, aquello que resultaba altamente estimulante al principio, con el tiempo ya no causará el mismo efecto porque la dopamina se alimenta de la novedad, por lo que se tendrá la necesidad de explorar experiencias novedosas para hacer que nuestro cerebro libere más dopamina, hasta el punto en que alcanzamos el efecto Coolidge.[6]

El efecto Coolidge es simple, cuando se administran los mismos estimulantes repetidamente, los individuos tienden a cansarse o aburrirse de ellos. Cuando se cambia la estimulación visual, el individuo se siente estimulado nuevamente como en un principio. Así, la pornografía entrena a nuestro cerebro para obtener una recompensa instantánea y esperar estímulos novedosos constantemente. Por lo tanto, para seguir siendo estimulados por la pornografía, tenemos que cambiar continuamente y "actualizar" el tipo de pornografía que vemos y ésta tiende a ser más sucia, desagradable y grotesca. Inicialmente puedes estar viendo vídeos relativamente moderados de sexo entre un hombre y una bella mujer, y las cosas no parecen tan graves, todo parece continuar normal. Pero al cabo de cierto tiempo te encontrarás con que ya necesitas ver tetas enormes y toda clase de actos pervertidos para estimularte, y la escalada en los gustos nunca será saciada, siempre se tendrá que cambiar y "evolucionar" en ellos. Incluso en casos más avanzados puede llevar a adquirir gustos por parafilias tales como el sadomasoquismo, el homosexualismo, la pedofilia o la zoofilia. Esto también cambia nuestros gustos por el sexo en el mundo real al cambiar drásticamente lo que queremos de nuestra pareja. Lo que vemos en el porno se convierte en lo que queremos en el sexo de la vida real. La pornografía en Internet es especialmente atractiva para nuestro circuito de recompensa, porque la novedad está siempre disponible a un clic de distancia.

A medida que se continúa viendo porno, los gustos en el tipo de sexo que se desea tener cambian, pero el apetito por sexo real disminuye también, ya que mediante procesos repetitivos (condicionamiento operante) nuestra mente es programada para ser estimulada por lo visual en lugar de serlo por lo contextual y también para buscar sólo el efecto de la dopamina en lugar de que la excitación natural nos lleve gradualmente al orgasmo. Cuando el cerebro es así "re-cableado", el umbral de excitación se vuelve tan alto hasta el punto en que la excitación y la erección resultan imposibles. Si posteriormente se tiene la oportunidad de tener sexo real, es casi seguro que se perderá la erección al intentar la penetración, y como efecto colateral, nuestra autoestima se verá disminuida, y vendrán los sentimientos de depresión e inferioridad. Mientras más se mire pornografía uno se vuelve menos capaz de tener sexo real o de ser estimulado por una mujer de verdad.

Adicción

Puesto que esta práctica genera una verdadera adicción psicológica, también debe tratarse como tal. La atrofia de los receptores dopaminérgicos es lo que genera resistencia o tolerancia en cualquier adicción, pues reciben tanta dopamina en tan poco tiempo que empiezan a degenerarse. Cuando dejan de recibir ese sobreestímulo, descansan y se regeneran y una vez rehabilitadas requerirán menos cantidad de dopamina, por lo que se hace más simple la búsqueda de recompensa. Para restablecer los receptores dopaminérgicos se necesita un período mínimo de 90 días de abstinencia.

Todas las adicciones comparten los mismos procesos de cambio en el cerebro, algunos de ellos son:

  1. Desensibilización: Entre más porno se mira, más se necesita para alcanzar la misma cantidad de liberación de dopamina.
  2. Asociación de estímulos inconexos: Entre más porno se ve, más asociaciones con la pornografía se hacen cuando se expone a estímulos que pueden inducir estos pensamientos. Por ejemplo, la función de navegación de incógnito en el navegador de Google Chrome se inventó para navegar por la web de forma anónima y sin dejar rastro visible en su ordenador. Si estás acostumbrado a ver pornografía en una computadora y tienes miedo de dejar rastro, esta es una solución perfecta para eso. Si bien la idea inicial es navegar de forma anónima, al hacerlo comenzarás a hacer asociaciones con ver porno. Debido a la modificación de conexiones nerviosas en el cerebro, el circuito de recompensa se estimula con las señales relacionadas con la adicción.
  3. Hipofrontalidad: Reducción del control de los impulsos y la capacidad debilitada para prever consecuencias. Mientras más porno veas, más difícil será que te abstengas de ver y menos te preocuparás por las consecuencias.
  4. Circuitos disfuncionales de estrés: Las posibilidades de una recaída aumentan. La dopamina actúa a través de la principal zona de estrés del cerebro de una manera que aumenta la actividad del cerebro implicada. Es por eso que a menudo los adictos recaen durante períodos de estrés.

Una investigación reciente sugiere que las adicciones, inclusive a las drogas, son en realidad causadas por una carencia en nuestro entorno social en lugar de la sustancia en sí. Esto podría explicar por qué algunas personas se vuelven adictos, mientras que otros no.[7]

Efectos en la testosterona

Existe un par de estudios que muestran que aunque la eyaculación no disminuye radicalmente los niveles de testosterona, sí detiene su aumento, atrofiando la capacidad para producir niveles óptimos de esta hormona.

De acuerdo con un estudio publicado en el "Diario de la Universidad de Zhejiang" la eyaculación puede desencadenar un ciclo hormonal sutil. Una eyaculación seguida por seis días de abstinencia puede contribuir a elevar al máximo los niveles de testosterona en el séptimo día después de la eyaculación. Los investigadores de la Universidad de Zhejiang descubrieron que la abstención de la eyaculación durante seis días después del orgasmo tiene poco efecto sobre los niveles de testosterona, pero los niveles de testosterona alcanzaron aproximadamente 146% en el séptimo día.

Esto tiene sentido, pues en un "ciclo de sexo" normal, por decir, de una semana a 10 días el varón tiene un día sexo con su pareja, y a los 7 días experimenta una gran elevación en la testosterona, lo que hace que desee nuevamente estar con ella. Pero cuando alguien ve porno diariamente también está eyaculando diariamente, incluso un par de veces al día, y no deja que este ciclo hormonal se desenvuelva con naturalidad. Esto además puede llevar a deficiencias de zinc que pueden aumentar el estrógeno en los hombres. El cuerpo no reconoce la diferencia entre la masturbación y el sexo real, por lo tanto cuando eyaculas tu cuerpo ya no siente la necesidad de buscar a alguna mujer durante un tiempo, sino que "cree" que ha hecho su trabajo y que ha plantado su semilla. La clave es abstenerse de la eyaculación. Es necesario mantenerse alejado de la computadora para poder experimentar este aumento en la testosterona que ayudará provechosamente en numerosas situaciones. Así que incluso masturbarse sin pornografía también tiene un efecto negativo en los niveles de testosterona.

El otro estudio examinó el efecto de un período de 3 semanas de abstinencia sexual en la respuesta neuroendocrina al orgasmo inducido por masturbación. Los parámetros hormonales y cardiovasculares fueron examinados en diez hombres adultos sanos durante la excitación sexual y el orgasmo inducido por masturbación. La sangre fue extraída de forma continua y los parámetros cardiovasculares fueron monitoreados constantemente. Este procedimiento se llevó a cabo dos veces en cada participante, antes y después de un período de 3 semanas de abstinencia sexual. El plasma se analizó posteriormente para evaluar concentraciones de adrenalina, noradrenalina, cortisol, prolactina, hormona luteinizante y concentraciones de testosterona. El orgasmo aumenta la presión arterial, la frecuencia cardíaca, las catecolaminas plasmáticas y la prolactina. Estos efectos se observaron tanto antes como después de la abstinencia sexual. En cambio, aunque la testosterona plasmática no fue modificada por el orgasmo, se observaron mayores concentraciones de testosterona después del período de abstinencia. Estos datos muestran que la abstinencia aguda no cambia la respuesta neuroendocrina al orgasmo pero sí produce niveles elevados de testosterona en los varones. Por lo tanto, la abstinencia nos ayuda a producir más testosterona.

La eyaculación en exceso eleva la testosterona a niveles temporales demasiado altos para el cuerpo, y para tratar de regular la homeostasis, el cuerpo, por medio de la enzima aromatasa, convierte parte de ese exceso de testosterona en altos niveles de estradiol, un estrógeno.[8]

Durante la abstinencia los niveles de testosterona aumentan gradual y naturalmente en un periodo de tiempo más largo y la aromatasa convierte testosterona en estradiol sólo dentro de los niveles apropiados.

Por ello, la masturbación crónica puede producir pérdida de masa muscular, fatiga, pero también existe un proceso feminizante. Esto quizás no al nivel agudo de un tumor de testículo en donde la feminización puede ser extrema, pero si de una manera crónica. Es como si el cuerpo dijera: "¿Para qué me esfuerzo en ser un macho, si todo lo que necesito está en el porno?". Aunado al Efecto Coolidge, este desequilibrio hormonal podría ser un factor más en la homosexualización del varón.

¿Afecta a las mujeres?

La razón por la que la mayor parte de estos problemas no se aplican a las mujeres de la misma forma que a los hombres se debe a la diferencia en la percepción femenina y masculina de la sexualidad. Los hombres y las mujeres tienen diferentes señales sexuales. En pocas palabras, los hombres son principalmente visuales y enfocados a lo externo, mientras que las mujeres son principalmente psicológicas y enfocadas en lo interno. Entre los hombres la excitación psicológica y física se entrelaza y la pornografía es vista como una cosa individual. Los hombres observan un vídeo porno, se masturban, consiguen un orgasmo y listo. Entre las mujeres la excitación psicológica y física no está necesariamente ligada. Para las mujeres la pornografía es más vista como una cosa social. Ellas prefieren leer novelas eróticas o discutir el tema en los foros, y el significado del sexo a menudo trasciende a tener relaciones sexuales y conseguir un orgasmo. Por lo tanto, las mujeres son menos propensas a volverse adictas a la pornografía.

Conclusión

Como se puede observar, los verdaderos peligros de la pornografía y la masturbación no tienen nada que ver con la moralidad, ni tabúes religiosos, ni posturas conservadoras, sino con la forma en que afectan tu mente y tu propia vida a largo plazo. Un hombre sano generalmente desea conseguir una compañera a quien amar, tener hijos con ella y poder experimentar esa increíble sensación de jugar con ellos y verlos crecer. Pero la pornografía lentamente va atrofiando ese deseo natural del hombre de crear una familia y perpetuar su linaje. Está convirtiendo a toda una generación en impotentes, cobardes y sádicos que tratan a las mujeres como objetos y cuyas relaciones sociales se reducen a un mero intercambio de bienes y favores. La industria de la pornografía no sólo está generando millones de dólares a los judíos, sino que también la aprovechan como una herramienta para pacificar y amansar a los varones de otros pueblos, especialmente al hombre blanco, y afectar negativamente en su productividad, pero sobre todo en su natalidad.

Tener sexo con alguien que realmente amas es indescriptible e incomparablemente mejor que el disparate que se muestra en la pornografía. Ni siquiera se acerca. Pero esa increíble forma de sexo es algo por lo que tienes que trabajar, hay que esforzarse para tener relaciones sexuales en el mundo real. Tienes que salir de tu zona de confort, empezar a conocer mujeres, arriesgarte y exponerte a numerosas situaciones incómodas que te harán sentirte como un idiota, pero sólo luchando, fracasando, aprendiendo y creciendo podrás conocer a la mujer indicada. La pornografía no cuesta nada y no te da nada, en realidad, te quita toda tu voluntad.

Consejos para dejar de ver pornografía

Dejar de ver pornografía no es simple para alguien que se ha vuelto dependiente de ella. Aquí es donde tienes la oportunidad de convertirte en una persona más fuerte, más valiente, y más resistente.

  • Retira todo el material pornográfico de tu casa incluyendo pósters de mujeres en traje de baño. Si tienes material sexualmente explícito guardado en tu computadora, elimina todo.
  • Instala una extensión anti-pornografía. Estos bloqueadores funcionan más como una protección de primera línea ya que se pueden burlar con facilidad, es decir, si estás empeñado en consumir porno nada lo podrá impedir, pero estas aplicaciones te dan la opción de no entrar al primer intento lo que sirve como recordatorio de que estás haciendo un trabajo para dejar el porno. Si decides usar programas bloqueadores de porno los más recomendables son los programas pagados, puesto que el simple hecho de que estás invirtiendo tu dinero, romper tu disciplina te dolerá, no solo en lo personal, sino también en el bolsillo. Algunos programas recomendados son: Norton Family, Qustodio, Net Nanny o Surfie. Varios tienen versión para la computadora, el teléfono y las tabletas. Ten en cuenta que Google y otras plataformas sirvientes del sistema han incluido a Metapedia en la lista negra de "material prohibido", por lo que algunos bloqueadores pueden impedir el acceso a esta enciclopedia.
  • Identifica los desencadenantes. Averigua lo que normalmente te lleva a ver porno. ¿Alguna bella mujer en la televisión? ¿Estás solo en tu habitación con el ordenador? Identifica cuáles son los desencadenantes e impulsos y lucha contra ellos. Si es necesario, prohíbe estrictamente la entrada de tu computadora a tu habitación.
  • Cada vez que sientas la necesidad de ver pornografía, busca algo qué hacer. Reemplaza el porno con algo beneficioso. Puedes ponerte a leer, correr, hacer tantas flexiones como puedas o tomar una ducha de agua fría. Observa que este impulso es más probable que suceda en momentos de ansiedad.
  • Evita navegar por sitios de Internet que te puedan inducir a pensar sobre sexo.
  • Establece una meta de una semana de abstinencia, luego de dos semanas, luego de un mes. Los primeros 7 a 10 días de abstinencia son los más difíciles, pero los días restantes serán mucho más fáciles. Se dice que se necesitan 60 días para romper un hábito y formar otro.
  • Desarrolla amor propio y pregúntate si ver porno forma una relación sana con uno mismo.
  • Ten siempre en cuenta que la pornografía es nociva para tu vida sexual.

Referencias

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