Ayn Rand

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Ayn Rand
Ayn Rand -seudónimo de Alisa Zinovievna Rosenbaum Kaplan- (2 de febrero de 1905, San Petersburgo, Imperio Ruso - 6 de marzo de 1982, Nueva York, EEUU) fue un escritora judía cuya obra tuvo un fuerte impacto en los EEUU. Autora de los bestsellers El manantial y La rebelión de Atlas, organizó sus ideas en torno a una doctrina a la que llamó "objetivismo".

Biografía

Vida en Rusia

El padre de Rosenbaum era un farmacéutico que hizo fortuna vendiendo cocaína, en la época en que esa sustancia era considerada un medicamento.

La niña judía asistió al prestigioso Stoiunina Gymnasium, pues los padres pretendían que se mimetizase con la burguesía y la nobleza rusa.

Dado que toda su familia tenía ideas antimonárquicas, Rosenbaum celebró la caída del Zar Nicolás II en febrero de 1917. La Revolución Bolchevique, en cambio, afectó a la economía hogareña, pues las nuevas autoridades le confiscaron la empresa al padre. A raíz de ello los Rosenbaum emigraron hacia Crimea, donde fueron acogidos por la comunidad local de judíos. En ese periodo de incertidumbre el padre habría comenzado a estudiar el Talmud. Especulando con la posibilidad de hacer negocios, la familia dejó la península (que, en esos momentos, todavía estaba bajo el control del Ejército Blanco) y retornó a Petrogrado, dispuestos a adaptarse a la vida bajo el régimen comunista.

En 1921 la joven Rosenbaum ingresó a la Universidad Estatal de Petrogrado, en donde se formó como historiadora. En su tiempo libre comenzó a leer la obra de Aristóteles y Nietzsche. Diplomada en 1924, al año siguiente se incorporó al Tecnicum Teatral de Leningrado, con el anhelo de desarrollar una carrera en el mundo del espectáculo.

Por esa época comenzó a utilizar el seudónimo de "Ayn Rand" para ocultar su origen hebreo. Se desconoce por qué motivo Rosenbaum escogió ese nombre, pero es muy posible que tenga algún tipo de relación con términos asociados a la Cábala.

Hacia fines de 1925 abandonó la URSS con rumbo a EEUU, dejando atrás a su familia. Hay historiadores que interpretan al sospechoso viaje de Rosenbaum a Norteamérica como enmarcado en la estrategia del Komintern para desarrollar lo que luego sería conocido como el modelo soviético de subversión, aunque otros investigadores señalan que el arribo de Rosenbaum a tierras estadounidenses fue como parte de una misión que le habría sido ordenada por el Gran Kahal de Oriente. Lo más probable es que ambas hipótesis sean ciertas, pues para mediados de la década de 1920 la influencia de los judíos era mayúscula en el Kremlin de Moscú.

Vida en EEUU

Rosenbaum fue acogida por la oligarquía judía de Hollywood, la cual le dio empleo y la alentó a trabajar como guionista de cine (varios de sus trabajos fueron adquiridos por grandes productoras pero de hecho jamás llegaron a filmarse). Contrajo matrimonio con el actor Frank O'Connor, lo que le permitió obtener la ciudadanía estadounidense.

Mostrándose como una ferviente anticomunista, se alejó por un tiempo del mundo del cine. Por esos años publicó varios libros de ficción hasta que en 1943 su novela El manantial se convirtió en un éxito de ventas. Gracias a ello retornó a Hollywood, en donde se convirtió en delatora de comunistas (aunque Rosenbaum se centraba más en criticar a cineastas que tuvieran una mirada socialista antes que en señalar quienes eran los agentes soviéticos). Fue en ese periodo en que terminó de articular la doctrina objetivista, a la que le dio un aire de solidez intelectual asociándola a los nombres de varios filósofos importantes de Occidente.

En 1951 dejó Los Ángeles para instalarse en Nueva York, lo que le permitía tener un mejor acceso a los jóvenes wasps de la Costa Este, quienes eran los futuros miembros de las élites políticas y económicas del país. Allí formó una secta con sus seguidores y comenzó a mostrar sus rasgos abusivos -los biógrafos le atribuyen el mal carácter y el comportamiento perverso a su adicción a las anfetaminas, ignorando interpretar el hecho como algo relacionado a la personalidad psicopática típica de quienes lideran un culto. Fue por esa época en que Rosenbaum ganó fama por los romances con sus seguidores y seguidoras como Nathan Blumenthal, Barbara Weidman y otros jóvenes que concurrían a su hogar a estudiar filosofía.

La novela La rebelión de Atlas de 1957 marcó el punto más alto en la carrea de la escritora judía: más allá de la enorme cantidad de ventas que logró en poco tiempo, el libro fue ridiculizado por la mayoría de los críticos literarios, que consideraban a la historia de un grupo de empresarios creando una sociedad hípercapitalista como insulsa y hasta infantil. Después de eso Rosenbaum dejó de escribir ficciones, aceptando que difícilmente llegaría a ver en vida a su doctrina logrando alcanzar una posición cultural hegemónica.

Pese a todo, Rosenbaum continuó con el proselitismo objetivista en las últimas dos décadas y media de su vida. Se concentró fundamentalmente en escribir artículos de opinión para las revistas que editaba y en visitar universidades de élite norteamericanas, brindándole charlas y conferencias a los estudiantes (los miembros de grupos como Skull and Bones y logias similares fueron los principales destinatarios). Muchas de sus apariciones públicas fueron polémicas por lo controversial y lo contradictorio de su prédica: por ejemplo promovía el antinacionalismo pero, al mismo tiempo, alentaba a Occidente a apoyar a la entidad sionista de Medio Oriente creada por judíos que pensaban que tenían el derecho a ser una nación y poseer un territorio; otro caso de inconsistencia intelectual surgía cuando correctamente condenaba a la aberrosexualidad, pero luego rechazaba todas las leyes tendientes a criminalizar a los desviados por considerarlas intrínsecamente liberticidas; también opinaba que la conscripción militar era un abuso por parte del Estado, pero cuestionaba e insultaba a los soldados que desertaban para no pelear en la Guerra de Vietnam.

Su comportamiento cada vez más tiránico y errático produjo que, hacia 1968, sus seguidores más cercanos la abandonaran, despojándola de la estructura financiera que la mantenía. A raíz de ello intentó proseguir con su empresa, pero, debilitada por la vejez, en 1976 aceptó ser inscrita en un programa estatal para recibir ayuda para subsistir, contrariando con ello lo que promocionaba desde que había llegado a los EEUU.

Rosenabaum murió en su hogar de Nueva York a los 77 años de edad. La enterraron en un ataúd decorado con una extraña simbología.

Pensamiento

El objetivismo de Rosenbaum se basa en la idea de que todo individuo está invitado a vivir su vida de modo heroico, lo cual se logra buscando su propia felicidad a través de la realización racional de actividades productivas.

Su metafísica es netamente materialista, ya que rechaza todo lo espiritual como mera superstición (por ello se manifestará en contra de la religión, llegando -a pesar de sus obvias conexiones con el cabalismo y el talmudismo- a declararse atea). Su epistemología, a su vez, se inscribe en la tradición empirista más radical, ya que rechaza que sea posible el conocimiento previo a la experiencia sensible y descarta toda idea de intuición o revelación, afirmando que aquello tiene siempre un origen concreto aunque no lo sepamos detectar. En este contexto la razón es una facultad psicológica más, aunque su papel es fundamental para la vida humana debido a su capacidad para integrar y organizar la información que captan los sentidos y debido a su empleo decisivo en la toma de decisiones.

En cuanto a la ética, Rosenbaum fue una defensora a ultranzas del egoísmo racional, lo que la puso en las antípodas del altruismo. Para ella cualquier tipo de sacrificio de uno mismo por los demás es una acción intrínsecamente mala. Según su concepción moral, cada individuo debe existir para si mismo, procurando buscar su felicidad. Y como la razón está por encima de todo, entonces, para que la acción sea verdaderamente ética, debe ser racional (de esta manera rechaza el uso de la fuerza como instrumento válido para hallar la felicidad).

La judía fue una entusiasta promotora del capitalismo debido a su creencia de que ese sistema económico es el único que realmente respeta las libertades individuales. Apoyaba la existencia de un gobierno que protegiera al individuo, pero exigiéndole que no le impusiera nada que lo limitase en su acción racional o que lo obligase a intervenir socialmente.

Gravitó dentro de la derecha política entre el conservadurismo -con el cual no congeniaba debido a su odio a la religión- y el libertarismo -al cual no pudo ajustarse a causa de su defensa del Estado como un factor fundamental de la vida social.

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