Doctrina del destino manifiesto

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Esta pintura (alrededor de 1872) pintada por John Gast, llamada El Progreso Estadounidense, es una representación alegórica del Destino Manifiesto. En la escena, una mujer angelical (a veces identificada como Columbia, una personificación del siglo XIX de Los Estados Unidos de América) lleva la luz de la civilización hacia el oeste junto a los colonizadores, tendiendo líneas telegráficas y líneas de ferrocarril mientras viaja. Los amerindios y animales salvajes huyen en la oscuridad del incivilizado Oeste.

La doctrina del Destino manifiesto (en inglés, Manifest Destiny) es una frase e idea que expresa la creencia que los Estados Unidos está destinado a expandirse desde las costas del Atlántico al Pacífico, también usado por los partidarios, o para justificar, otras adquisiciones territoriales. Los partidarios del Destino manifiesto creen que la expansión no sólo es buena sino también obvia (manifiesta) y certera (destino). Se ha comparado frecuentemente con la expansión marxista, impuesta por Stalin en la Unión Soviética, con la que guardaría cierto paralelismo.

Origen de la expresión

El origen del concepto del destino manifiesto se podría remontar por ejemplo hasta los primeros colonos y granjeros llegados desde Inglaterra y Escocia al territorio de lo que más tarde serían los Estados Unidos. En su mayoría eran de origen puritano y protestantes.

Para remitirse a orígenes de debates de apropiación territorial, como las que postula el Planisferio de Cantino, es posible extenderse a los orígenes del término Destino manifiesto. Aparece por primera vez en el artículo Anexión del periodista John L. O'Sullivan, publicado en la revista Democratic Review de Nueva York, en el número de julio-agosto de 1845. En él se decía:
"El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino."
La segunda interpretación de O'Sullivan de la frase, se dio en una columna aparecida en el New York Morning News, el 27 de diciembre de 1845, donde O'Sullivan refiriéndose a la disputa con Gran Bretaña por Oregón, sostuvo que:
"Y esta demanda esta basada en el derecho de nuestro destino manifiesto a poseer todo el continente que nos ha dado la providencia para desarrollar nuestro gran cometido de libertad, y autogobierno."

Utilizaciones posteriores

El término se reavivó en la década de 1890, principalmente usada por los Republicanos, como una justificación teórica para la expansión estadounidense fuera de América del Norte. También fue utilizado por los encargados de la política exterior de EE.UU. en los inicios del siglo XX, algunos comentaristas consideran que determinados aspectos de la Doctrina del Destino manifiesto, particularmente la creencia en una misión estadounidense para promover y defender la democracia a lo largo del mundo, continúa teniendo una influencia en la ideología política estadounidense.

El historiador William E. Weeks ha puesto de manifiesto la existencia de tres temas utilizados por los defensores del Destino Manifiesto:

  1. La virtud de las instituciones y los ciudadanos de EE.UU.
  2. La misión para extender estas instituciones, rehaciendo el mundo a imagen de los EE.UU.
  3. La decisión de Dios de encomendar a los EE.UU. la consecución de esa misión.

La descripción del presidente Abraham Lincoln de los Estados Unidos como la última y mejor esperanza sobre la faz de la Tierra es una expresión muy conocida de esta idea. Lincoln era un puritano, y gran conocedor de los preceptos bíblicos, sus discursos eran casi salmos de un carácter muy convincente para los congresistas de la naciente república unificada.

En 1848 Estados Unidos se apropió de 2 millones 500 mil kilómetros cuadrados de territorio mexicano, a cambio de los cuales se comprometió a pagar 15 millones de dólares.

A partir de este supuesto los Estados Unidos, anexan el territorio de Texas (1840), California (1845) e invaden México (1848) incorporando Colorado, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma. Después, en muchas otras ocasiones, se ha citado este Destino manifiesto tanto a favor como en contra de otras intervenciones militares.

Uno de los ejemplos más claros de la influencia del concepto de Destino Manifiesto se puede apreciar en la declaración del presidente Theodore Roosevelt en su mensaje anual de 1904.

"Si una nación demuestra que sabe actuar con una eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el orden y respeta sus obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de los Estados Unidos. La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir que, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la Doctrina Monroe (basada en la frase América para los americanos) puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional."

El Presidente Woodrow Wilson continuó la política de intervencionismo de EE.UU. en el Americas, e intentó redefinir el Destino Manifiesto con una perspectiva mundial. Wilson llevó los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial con el argumento de que El mundo debe hacerse seguro para la democracia. En 1920 en su mensaje al Congreso, después de la guerra, Wilson declaró:

"... Yo pienso que todos nosotros comprendemos que ha llegado el día en que la Democracia está sufriendo su última prueba. El Viejo Mundo simplemente está sufriendo ahora un rechazo obsceno del principio de democracia (...) Éste es un tiempo en el que la Democracia debe demostrar su pureza y su poder espiritual para prevalecer. Es ciertamente el destino manifiesto de los Estados Unidos, realizar el esfuerzo por hacer que este espíritu prevalezca."

La versión de Wilson del Destino Manifiesto daba énfasis a que Estados Unidos tenían como misión ser un líder mundial para la causa de la democracia. Esta visión estadounidense de sí mismo como el líder del mundo libre crecería más fuerte en el siglo XX después de la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, en la guerra de Vietnam, esta idea de ser los estadounidenses un pueblo diferente a los demás y perseguir unos ideales más elevados que la mera codicia o expansión demográfica, se vio seriamente dañada por el hecho de apoyar a gobiernos dictatoriales,[1] realizar bombardeos masivos o cometer actos de barbarie como la Matanza de My Lai contra la población civil indefensa. Otra publicaciones como Nam, Crónica de la guerra de Vietnam van aún más lejos afirmando que la guerra del sureste asiático fue el fin de esta idea.

Aceptación y rechazo de la tesis del Destino Manifiesto

El Destino Manifiesto no fue una tesis abrazada por toda la sociedad estadounidense. Las diferencias dentro del propio país acerca del objetivo y consecuencias de la política de expansión determinaron su aceptación o resistencia.

Los estados del noreste creían mayoritariamente que Estados Unidos debía llevar su concepto de "civilización" por todo el continente mediante expansión territorial. Además, para los intereses comerciales estadounidenses, la expansión ofrecía grandes y lucrativos accesos a los mercados extranjeros y permitía así competir en mejores condiciones con los británicos. El poseer puertos en el Pacífico facilitaría el comercio con Asia.

Los estados del sur pretendían extender la esclavitud. Nuevos estados esclavistas reforzarían el poder del sur en Washington y serviría también para colocar a la creciente población de esclavos. Este conflicto norte-sur, se puso de manifiesto con la cuestión de la entrada de Texas en la Unión y fue una de las principales causas de la futura Guerra de Secesión.

También había grupos políticos que veían peligrosa la extensión territorial desmesurada; creían que su sistema político y la formación de una nación serían difícilmente aplicables en un territorio tan extenso. Esta posición era defendida tanto por algunos líderes de los Whigs como por algunos Demócratas-republicanos expansionistas, que discutían sobre cuanto territorio debía ir adquiriéndose.

Otro punto de discusión fue el empleo de la fuerza. Algunos líderes políticos (cuyo máximo exponente fue Polk) no dudaban en intentar anexionarse el mayor territorio posible aún a riesgo de desencadenar guerras (como de hecho pasó) con otras naciones. Otros se opusieron (aunque tímidamente) al uso de la fuerza, basándose en que los beneficios de su sistema bastarían por si solos para que los territorios se les unieran voluntariamente.

Se puede decir que los propios partidarios del Destino Manifiesto formaban un grupo heterogéneo y con diferentes intereses.

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Referencias

  1. Varios, Nam, Crónica de la guerra de Vietnam, 1988, Editorial Planeta-De Agostini, Barcelona.

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