Apellidos tradicionales en Santiago del Estero

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Núñez del Prado y Aguirre

Cuatro oleadas determinaron los apellidos que hoy constituyen la identidad social de Santiago del Estero: la conquista española, la revolución independentista, el federalismo y el unitarismo liberal.

Comenzar de nuevo

En agosto de 1552 se dio la batalla decisiva, que aniquilaría la resistencia indígena sobre toda la región central de Santiago del Estero. En la localidad aborigen de Meaja, el capitán Juan Vázquez Pacheco derrota definitivamente a lules, vilelas y tonocotés, provocando con su ejército miles de bajas en esas comunidades. Esto eliminaría para siempre el orden tradicional indígena, sustituyéndolo por el nuevo gobierno español.

Como se sabe, los méritos y jerarquías son establecidas en una sociedad por el poder dominante, que cambia los parámetros de acuerdo con los vientos de la historia.

En Santiago del Estero -a diferencia de Salta o Jujuy- no quedarían rastros de los nombres o apellidos indígenas tradicionales. Los españoles, en cambio, se constituirían, a partir del año mencionado, en los fundadores de nuestra identidad genealógica legal.

Familias patricias

Forzosamente los hombres españoles debían relacionarse con mujeres aborígenes. Las audaces españolas que se habían atrevido a la aventura de internarse en estas selvas eran demasiado pocas.

De esa manera se da el fenómeno de que va surgiendo una sub-raza nueva, mestiza, que constituiría nuestra identidad santiagueña. Esta hereda los apellidos -por obra y gracia de los curas, que debían anotar en sus registros eclesiásticos los nacimientos.

En Santiago del Estero las primeras familias surgen de los aproximadamente mil quinientos españoles que fueron llegando con Núñez del Prado y Aguirre. De entre ellos se destacan pronto las familias de los jefes, que fundarían entonces nuestro primer patriciado.

Los apellidos de este patriciado están compuestos por los nombres de Miguel Ardiles, Alonso Díaz Caballero, Hernán Mejía Miraval, Alonso Abad, Juan Vázquez Pacheco, Francisco de Aguirre, Juan Gregorio Bazán, Juan Rodríguez Juárez, Bartolomé de Sandobal Ocampo, Andrés de Herrera, Francisco Carvajal, Blas Ponce, Gonzalo Sánchez Garzón, Santos Blásquez, Juan García, Pedro Jiménez, Antonio Álvarez, Juan Pérez de Zurita, Federico García Sánchez, Martín de Ledesma Valderrama y Juan Cano. Estos eran los hombres considerados principales durante el periodo fundacional, entre 1550 y 1580.

A ellos deben agregárseles los apellidos de quienes constituyeron el primer gobierno santiagueño, inmediatamente después de la fundación de Aguirre en 1553.

Ellos son los españoles Francisco de Valdenebros, Diego de Torres, Alonso de Villavicencio, Pedro Palos, Blas Rosales, Julián Sedeño, Lope Maldonado y Pedro Díaz de Figueroa (además del ya nombrado capitán Miguel Ardiles).

Un período de transición

Durante algo más de tres siglos gobierna nuestra provincia la corona española a través de sus representantes. En este lapso se agregan a los apellidos tradicionales ya mencionados otros cuya precedencia de méritos se basaba principalmente, pues, en su relación con el poder dominante.

También, como sucede en todas las sociedades, otros nombres se van incorporando a la franja considerada "principal". Estos son miembros principalmente de las áreas administrativas, comerciales, el ámbito de la cultura o la religión.

Un personaje fundador que concita ambas cualidades -sacerdote y escritor-, es Bernardo de la Vega, a quien encontramos como "canónigo del Tucumán" y afincado en Santiago del Estero en el año 1595.

De la Vega, había publicado algunos libros en España, uno de los cuales, El Pastor de Iberia, había sido duramente criticado por Miguel de Cervantes.

Al parecer De la Vega era un hombre díscolo y conflictivo, ya que recaló en nuestra provincia huyendo de la Justicia real.

El Dr. Vicente Oddo indica que "...un incidente gravemente delictuoso llevó a Bernardo de la Vega desde Andalucía, evadido y temeroso de la Justicia, a las Islas Canarias", y al parecer se valió luego de las influencias de "sus amigos el licenciado Cepeda y el licenciado Mejía de Cerda, ambos influyentes en Sevilla" (1) para conseguir el nombramiento de cura en nuestra provincia.

No sólo esto, sino también continuó escribiendo y, a través de sus contactos, publicando importantes libros, como su Relación de las Grandezas del Perú, México y los Ángeles, impreso y distribuido desde México en 1601.

Otros apellidos europeos que fueron agregándose a la prosapia mencionada fueron los de Ulloa, Paz, Andino, Gutiérrez, Ledesma, Medina, Suárez, Baviano, Garro, Aguilar, Carrizo, Gómez, Ibarra, Ibáñez, Bustamante, Borges, Corbalán, Rivadeneira, Cabrera, Mercado, Villacorta, Villavicencio, Zuasnábar, Sotelo, Alonso, Cordero, algunos ya desaparecidos y otros con perfecta continuidad hasta el día de hoy.

La Revolución de Mayo

Los procesos revolucionarios suelen derribar prestigios y enaltecer otros hasta entonces menospreciados. Tal cosa sucedió en Salta, donde los Saravia, de ser una simple familia de arrieros de caballos y cabras, pasaron a constituir el olimpo de los apellidos tradicionales hasta el día de hoy.

En Santiago no hubo transiciones tan bruscas. Pues la mayor parte de los apellidos tradicionales, continuaron en algunas familias que habían compartido el poder durante el período español, dado que sus miembros adhirieron pronto a la causa revolucionaria cuando se manifestó, hacia 1810.

Claro ejemplo fueron las familias Borges e Ibarra, de cuyos respectivos senos surgieron los héroes independentistas Juan Francisco Borges y Juan Felipe Ibarra.

En el periodo independentista se posicionan, entonces, los apellidos de algunos protagonistas. Como Domingo Palacio, Antonio Ortiz de Ocampo, Joseph de Olaechea, Melchor Miguel Costas, Juan Antonio de Herrera, Gregorio Antonio Díaz, José Manuel de Achával, Manuel del Castaño, Germán Lugones y Vicente Salvatierra.

En 1810 y comienzos de 1811, nuestra provincia no tuvo Teniente Gobernador, en cambio rigió sus destinos una Junta integrada por Don Blas Achával, Don Melchor Miguel Costas y Don Manuel Gregorio Jiménez, hasta que fue reemplazada en 1811 por por el Teniente Gobernador Don Alonso de Araujo

Al anotarse entre los primeros en adherir a revolución nacional, estos vecinos inscribieron también sus nombres en los registros de la naciente aristocracia independentista local.

A ellos deben agregarse otros apellidos patrios, como los de Albariño, Herrera, Jiménez de Paz, Santillán, Lobo, Taboada, Frías, Iramaín, Medina, Gorostiaga, Caballero, Silveti, Cainzo, Araujo, Díaz Gallo, Vargas, Vieyra, Sarassa, Escalada, Arias, Perdriel.

Entre los próceres argentinos cuyas raíces familiares se hunden en apellidos santiagueños ocupa un lugar muy destacado, sin duda, el general Manuel Belgrano, a través de su madre Doña Josefa González Islas.

Familias federales

Sin lugar a duda las familias más destacadas que surgieron de nuestro periodo federal fueron las de los Taboada y Carranza. Ambas estaban emparentadas directamente con la de Dn. Juan Felipe Ibarra, quien rigió los destinos de nuestra provincia durante algo más de treinta años.

A ellas deben agregarse las de sus también parientes Paz y Figueroa, así como otras que se destacaron en tal periodo: Mena, Carol, Olaechea, Romero, Lami, Álvarez, Alcorta, Somellera, Ferrando, Salvatierra.

Napoleón Carrera fue un soldado que emigró a Santiago del Estero en 1820, uniéndose pronto a las huestes de Juan Felipe Ibarra.

Entrerriano, primo del general chileno José Miguel Carrera, no quiso seguir a su pariente cuando este decidió aliarse a los indios para seguir combatiendo al gobierno central de Buenos Aires.

Como la revolución federal que planeaba el general Carrera había perdido el apoyo vital de los gobernadores de Entre Ríos y Santa Fe, Francisco Ramírez y Estanislao López, Napoleón se refugió en Santiago, llegando a ser un destacado combatiente y Sargento Mayor del ejército ibarrista.

El coronel Manuel Dorrego estaba ligado, también, por lazos de sangre y amistad a Santiago del Estero. Y en tal carácter fue diputado por Santiago del Estero, desde 1826, ante el Congreso Nacional.

Otras familias que deben agregarse a las que se destacaron en este período son las de los de Cáceres, García, Iramaín, Abregú, Rosales, Palacio, Iriondo, Aguilar.

Familias unitarias

La defección de los Taboada, ante la derrota de Rosas por Urquiza, primero, y luego ante la concentración del poder nacional en manos de Bartolomé Mitre y Sarmiento, arrastra consigo a varias familias santiagueñas.

Se apresuran pues a declararse unitarias algunas que soportaban de mal grado la dictadura ibarrista. Estas son las de Zavalía, Gorostiaga, Hernández, Villar, Sousa Lima, Rueda, Lavaysse,Costas, de Herrera, Fragueiro, Alcorta, Borges.

Algunos miembros de la aristocracia local, sin embargo, ya habían venido luchando contra Ibarra desde antes. Ellos son los comandantes militares Pedro Ignacio Luna, José Neirot, Gregorio Santillán y Francisco Gauna con sus familias.

Los Revainera son una familia cuyo apellido surge de una evolución de Rivadeneira, originada en las misiones jesuíticas del siglo XVII. Desde el interior, adhieren con entusiasmo a la política liberal impulsada desde el poder por los hermanos Taboada, a partir de la segunda mitad del siglo.

Posteriormente, en continuidad con estas políticas liberales que se perpetuarían bien hasta entrado el siglo XX, se posicionarían en Santiago del Estero los siguientes apellidos:

Rojas, Lascano, Montenegro, Montes, Corvalán, Sosa, Garrigós, Maidana, Ferreyra, De la Plaza, Iturbe, Ovejero, Gallo, Pinto, Únzaga, De la Silva, Ruiz, Lagar.

Son numerosos los apellidos que se destacaron en Santiago del Estero a lo largo de más de 400 años de historia. Los mencionados constituyen sólo un ejemplo, de aquellos que jugaron un papel protagónico en diversos campos de la actividad humana, desde nuestro origen fundacional hasta fines del siglo XIX.

Fuentes

(1) Vicente Oddo. Los otros adelantados. Editorial Herca. Santiago del Estero, 1992. Págs. 93, 112 y 113.

(2) José Néstor Achával. Historia de Santiago del Estero. Ediciones Universidad Católica de Santiago del Estero, 1993.

(3) Orestes Di Lullo. Viejos Pueblos. Gobierno de Santiago del Estero, 1946.

(4) Orestes Di Lullo. La agonía de los pueblos. Gobierno de Santiago del Estero, 1946.

(5) Diego Barros Arana. Historia de América (3 tomos). Ediciones Ánfora. Buenos Aires, 1973.

(6) Documentos del Archivo General de la Provincia.

(7) Andrés Figueroa. Los papeles de Ibarra (2 tomos). Edición del Archivo General de la Provincia, 1942.

(8) Carlos Martínez Sarasola. Nuestros paisanos los indios. Editorial Emecé, Buenos Aires, 1992.

(9) Isidoro Ruiz Moreno. Campañas militares argentinas. Editorial Emecé, 2005.

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