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Bomba de racimo
Una bomba de racimo o bomba "clúster" es una bomba de caída libre, o dirigida, lanzada desde el aire o desde la superficie, que al alcanzar una altura concreta, medida por un altímetro, se abre dejando caer cientos de sub-municiones o bombetas de diversos tipos, de alto poder explosivo, antipista, antipersona, perforantes, incendiarias, etc.
Sumario
Desarrollo
Este tipo de municiones se encuentran en los arsenales de la mayoría de los ejércitos. Algunos gobiernos y organizaciones civiles, como Greenpeace, concertaron en mayo de 2008 un acuerdo donde se prohíbe el uso de bombas de racimo, realizado en Dublín por más de cien países, esperando lograr deponer la tendencia de países no firmantes, como Estados Unidos.
La Convención sobre las bombas con submuniciones, dispone que cada Estado firmante se comprometa a nunca emplear estas armas, bajo ninguna circunstancia.
Debido a su amplitud y al gran número de sub-municiones, hasta 300, esta arma es usada para atacar a objetivos militares dispersos, como concentraciones de tropas, columnas de blindados, o para negar el uso de una zona o instalaciones como el caso de aeródromos. Pero también debido a estas características, a menudo hiere y mata a civiles, especialmente cuando es usada en zonas urbanas.
Los efectos de las bombas de racimo en la población civil
Las submuniciones esparcidas tienen un rango de fallo de entre el 5% y 30%, por lo que pueden quedar bombas enterradas sin explotar siendo peligrosas tiempo después de terminada la guerra, especialmente a los niños por sus formas llamativas, como pelotitas de tenis o latas de refrescos.
Varios países han usado este tipo de arma en conflictos diferentes a pesar de causar problemas muy serios bajo el derecho humanitario internacional.
El Reino Unido las usó en Kosovo y en Irak.
Israel las usó en el Líbano en el año 2006 y recientemente en Gaza en 2009, en lo que se conoció mundialmente como la Masacre de Gaza.
Estados Unidos utilizó estas bombas en Afganistán, Kosovo, Laos e Irak, entre otros. En Iraq se estima que entre los Estados Unidos y el Reino Unido ya se han lanzado cerca de un millón de estas terribles bombas.
Una campaña internacional, la Coalición de las Bombas de Racimo fue establecida en el 2003 para parar el uso, la producción, la transferencia y el almacenamiento de estas armas. Hoy en día, más de 160 ONG de todo el mundo se están dedicando a la educación, la investigación, y la presión a diferentes gobiernos para cambiar sus políticas acerca de estas armas.
En el Líbano
Amnistía Internacional (AI) ha pedido al genocida gobierno israelí que entregue los mapas detallados con las coordenadas precisas de las zonas del sur de Líbano en que sus fuerzas arrojaron las bombas de racimo[1][2] en los meses de julio y agosto de 2006, provocando graves estragos en la población civil de ese país.
Tratados internacionales
Otras armas, como las minas terrestres, han sido prohibidos en muchos países por instrumentos legales, como el Tratado de Ottawa. Las bombas de racimo, sin embargo no están prohibidas por ningún tratado internacional, y son consideradas legítimas por algunos gobiernos como el de Israel y Estados Unidos.
Deliberaciones gubernamentales internacionales en la Convención en ciertas armas convencionales han vuelto a poner en el tapete de la discusión el tema de los explosivos remanentes post bélicos, un problema en el que las bombas de racimo tienen un importante contribución. Sin embargo, a pesar de los llamados de las Organizaciones humanitarias y de al menos 30 gobiernos, negociaciones internacionales no han sido viables por la cantidad de intereses económicos en juego.
En mayo de 2008, más de 109 países firman un acuerdo en la Conferencia Diplomática para la Adopción de una Convención sobre Bombas de Racimo para prohibir el uso y la fabricación de este armamento. Entre los ausentes estaban los grandes fabricantes y comerciantes que son Chile, Estados Unidos, China, Rusia, Israel, India y Pakistán.[3]