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Calin Georgescu
Biografía
Durante su juventud se destacó en el judo, siendo subcampeón nacional y llegando a representar a su país a nivel regional.
Se formó como agrónomo en el Instituto de Agronomía de Bucarest, obteniendo su título en 1986. Se especializó en el campo de la pedología.
Durante la década de 1990 fue funcionario en el Ministerio de Medio Ambiente, sobreviviendo a los cambios de gobierno gracias a su experticia en su área.
Entre 2000 y 2013 fue director del Centro Nacional para el Desarrollo Sustentable, una agencia estatal encargada de aplicar las directivas de la Unión Europea en Rumania. Al dejar su cargo, pasó a desempeñarse como asesor del Club de Roma, hasta que en 2015 fue designado como director ejecutivo del Instituto del Índice de Sustentabilidad Global de la ONU. Estuvo un año allí, y luego pasó a trabajar al sector privado como director de una consultora.
En 2021 fue designado profesor en la Universidad Politécnica de Bucarest.
Participación en política
Aunque Georgescu es políticamente un independiente, entre 2009 y 2016 fue visto como un potencial Primer Ministro de Rumania tanto por la centroizquierda como por la centroderecha, motivo por el cual su nombre fue propuesto varias veces en la Asamblea Nacional para que se incorporase al gobierno, algo que finalmente no sucedió.
En 2020 y 2021 fueron los nacionalistas de Alianza para la Unión de los Rumanos quienes volvieron a invocarlo para el cargo de Primer Ministro, lo que resultó incómodo para los políticos rumanos ya que Georgescu se había convertido en una figura controversial por su rechazo a las medidas adoptadas para combatir a la pandemia de COVID-19.
En octubre de 2021 fundó el movimiento Pământul Strămoșesc [Tierra Ancestral], el cual anunció que su propósito era coordinar a productores rurales con otros miembros de la sociedad civil para garantizar la soberanía alimentaria, hídrica y energética en Rumania. El nombre de la organización fue repudiado por muchos miembros de la casta partidocrática ya que era idéntico al título de una famosa revista que publicase la Legión de San Miguel Arcángel en el siglo XX.
A principios de 2024 anunció su intención de participar de la carrera presidencial de ese año. Juzgado inicialmente como un candidato marginal, su fuerte presencia en las redes sociales -especialmente en TikTok- hizo que pasara al frente durante el periodo de campaña. Su mensaje era de cariz nacionalista, enfatizando el antiglobalismo, el patriotismo, la autarquía y el respeto por las tradiciones nacionales. También generó interés en su persona por sus críticas a las tecnologías de la dominación y sus posturas escépticas frente a la historia oficial. De todos modos lo que mayor popularidad le dio fue su repudio a la OTAN, asegurando que, de convertirse en presidente, se desentendería del apoyo de Rumania a Ucrania y arreglaría directamente con Vladimir Putin la garantización de la neutralidad de su país en el conflicto ruso-ucraniano.
En noviembre de ese año ganó las elecciones presidenciales con el 22,95% de los votos, lo que le permitió acceder al balotaje de diciembre contra la liberal Elena Lasconi. Sin embargo, dos días antes de que la gente concurriese a las urnas, la Corte Constitucional de Rumania suspendió todo sin dar explicaciones de por qué lo hacía.
Pensamiento
Georgescu ha elogiado públicamente a las figuras de Ion Antonescu y Corneliu Zelea Codreanu, asegurando que fueron encarnaciones de los valores nacionales que los globalistas quieren destruir. También vindicó a la figura de Petre Ţuţea, especialmente en su crítica a los partidos políticos, algo que generó mucho nerviosismo entre la casta partidrocrática y disparó la acusación en su contra de ser antidemocrático.
Pese a haber trabajado para el Club de Roma y la ONU, tiene una pésima opinión de ambas organizaciones, señalando que, en la actualidad, las dos son vehículos para que los oligarcas como Klaus Schwab puedan dominar a los pueblos a través de la implementación de un Nuevo Orden Mundial.
Es notorio también su interés por lo espiritual y lo sagrado, mostrando una suerte de misticismo político según el cual la salvación de Rumania depende de un renacer moral que preserve y reconstruya las tradiciones nacionales.