Decreto de Unificación
Carlistas
El decreto fue contestado severamente por el carlismo. Esta protesta le valió a su jefe, Manuel Fal Conde, una condena a muerte que le obligó a exiliarse en Portugal. La familia real carlista también tuvo que salir de España tras denunciar el aspirante carlista al trono los rumbos totalitarios que estaba adquiriendo el nuevo estado.
Falangistas
Igualmente, el líder falangista Manuel Hedilla recibió mal la unificación y rechazó la jefatura de la Junta Política de FET y de las JONS que por decreto del 22 de abril le otorgó Franco. Esta actitud le valió también su condena a muerte, bajo la acusación de conspiración, aunque, finalmente, con la intercesión del embajador alemán y de Ramón Serrano Súñer, se le fue conmutó por la del destierro a Canarias.
Neutralizados de esta forma los principales disidentes, el decreto llevó la tranquilidad política a la zona nacional, eliminó las luchas intestinas entre las diversas facciones políticas, prácticamente inexistentes en comparación con la zona republicana, y permitió concentrar el esfuerzo en las operaciones militares.