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El campo argentino frente a la política confiscatoria de los Kirchner
Conferencia del dirigente rural Mario Alberto Puértolas en el Centro de Difusión Casa Patria el viernes 9 de mayo del 2008.
Presentación
Compatriotas, buenas noches. Disculpen que no soy un orador profesional, incluso me pongo un poco nervioso ante la concurrencia de mis camaradas, pero bueno, voy a tratar de salir del paso.
Yo quiero en esta oportunidad, compartir y comentarles cosas que no las aprendí leyendo el Martín Fierro o el Don Segundo Sombra, sino por haberme desempeñado 26 años como bancario en la selva de cemento, y 18 años como mediano productor rural. Les contaré las experiencias de vida con el corazón, y espero salir airoso de la charla.
La señora presidente, la que nos toca sufrir, con una penosa soberbia, entre otras grandes equivocaciones encaró la protesta del campo aduciendo que los precios actuales de los campos o parcelas aprovechables para la producción ganadera y/o siembra de granos, habían duplicado o triplicado su valor en moneda "yanki", convirtiendo a sus propietarios en gente muy adinerada. Con su grosera opinión, demuestra que su fuerte son las carteras de dama de alto precio, y no el tema del campo, pues según su apreciación, la única manera de que los campesinos fuesen millonarios sería vendiéndoles las tierras a los que pudieran pagar en dólares o euros. Generalmente, estos compradores vienen de la mano de inversores extranjeros -o sus testaferros-, a quienes lamentablemente no se le imponen límites en la cantidad de hectáreas vendidas, como debería hacer un gobierno que se dice "nacional y popular", práctica que sí llevan a cabo la mayoría de los países soberanos del mundo.
Pues bien, lo que se insinúa entonces, produciría el cambio de mano en la propiedad de las tierras. Éstas, seguirían produciendo las mismas toneladas de alimento que antes, con la diferencia de que los dueños que tenían la "cultura del trabajo", en la mayoría de los casos desde varias generaciones, serían desplazados y obligados a ejercer una actividad seguramente parasitaria, como es la especulación bursátil o el vivir de los intereses bancarios. Todo esto, hasta que un día sus valores sean confiscados o devaluados, como la experiencia nos demuestra.
Es como si se quisiera empujar ese "cambio de manos" en la propiedad de las tierras, hecho que lamentablemente ya está ocurriendo, para que queden en manos de grandes inversores extranjeros, que vayan unificando y adosando hectáreas de territorio patrio, permitiendo volver a los casi extintos latifundios del siglo pasado.
Sumándose a este problema, existe el real peligro de una explotación exhaustiva del monocultivo recientemente llamado "yuyo", o más propiamente soja, por parte de estos sectores ajenos a la identidad nacional. Drenándose la fertilidad de nuestras tierras, deforestando los bosques, contaminando hasta que queden yermas e improductivas, sin realizar las necesarias rotaciones, práctica que sí hace el pequeño y mediano productor, porque sabe que tiene que ser sustentable el recurso del suelo.
Tierra arrasada
Todo lo contrario llevan a cabo los grandes pooles de siembra ya descriptos, sabiendo que cuando las tierras dejen de ser lo suficientemente productivas, las podrán abandonar después de haberlas amortizado largamente. ¡Tierra arrasada! Como históricamente pasó con los montes de quebracho chaqueños y santiagueños, allá por los años 1900-1920. En esos tiempos, los gringos mataban indiscriminadamente árboles de 100 o más años de vida, y ante una protesta de nuestros hermanos tobas, adujeron que cuando se terminaran "ellos ya no estarían en el negocio". Lo mismo está pasando con nuestros peces en el mar argentino. Todo esto, sumado a su tremenda soberbia, evidencia que poco saben del campo, de objetivos nacionales, de cortos, medianos y largos plazos, de un trabajo responsable, de un ministerio de planeamiento estratégico que ponga en claro el camino futuro. Qué poco saben de tener metas, qué poco de cuántos compatriotas habrá que alimentar, y no se podrá, en los años venideros, de qué prioridad tendrán las nuevas generaciones, de planes alternativos, y una larga lista de etcéteras, sin mencionar la falta de consulta, y/o ausencia de convocatoria de aquellos que sepan y puedan colaborar en los distintos problemas a resolver.
Es histórico que el productor rural haya quedado desprotegido frente a los manejos usurarios de los grupos económicos, que ayudados por la falta de planeamiento productivo, se aprovechan cíclicamente del esfuerzo de los productores. Un ejemplo: cuando el mercado "libre" indica que el negocio son los pollos y/o las gallinas ponedoras, llamados y engañados por los "cantos de sirena", miles de compatriotas se vuelcan a la actividad, sin advertir que quedan cautivos de las pocas empresas que producen alimentos balanceados llamados "CARGILL" "VITOSÁN", "Monsanto", etc. Esto es así puesto que la actividad de criar un pollo o producir huevos tiene una ínfima ganancia, dado que al gasto en alimentos se debe agregar la gran cantidad producida que abastecerá el producto; y los otros gastos, como son la luz, las instalaciones, la mano de obra; y como si fuera poco hay que considerar el control de precios que hace el estado.
Todo lleva a que, al cabo de un par de años, se vayan fundiendo primero los productores más chicos, y luego los medianos. Aparecen entonces "como caranchos", los mismos proveedores de alimentos -"Cargill", "Monsanto", "Vitosan"-, interesados en comprar y/o asociarse al productor, pasando a ser este último un simple empleado de estas grandes empresas, que seguramente no reinvierten en el país lo que han logrado con el esfuerzo y sobre las espaldas de los fundidos.
Y lo mismo que con el pollo y los huevos, sucede con un sinnúmero de actividades en manos de usureros. Casi todos pertenecientes a una determinada comunidad, cuyo negocio es iniciar a los productores en las siguientes actividades: cría de conejos, de nutrias, de visones, de chinchillas, de huevos de codorniz y de su carne, etc., etc. Vendiéndoles implementos, planteles, jaulas, etc., comprometiéndose además a comprar la producción, y esgrimiendo un "precio insuperable" y "contrato en dólares", cosa que es una impune estafa, pues las autoridades de control miran para otro lado, permitiendo la "rapiña".
La explotación porcina como el resto, tampoco está monitoreada, controlada, y menos organizada por un ministerio de producción. Un ministerio donde se evalúen todas las producciones del campo; que conozca cuántos de estos productos se consumen internamente; cuántas cabezas de ganado conviene tener; cuántos millones de toneladas de granos podemos vender; y que en base a esos conocimientos diagrame con el conjunto de los involucrados una producción armónica. Por ejemplo: tenemos que considerar que hay productores más capacitados y con una infraestructura acorde para determinado rubro. Se debe entonces, respetando siempre la libre empresa, planificar la cantidad de hectáreas volcadas a determinado cereal, al ganado, a pasturas, a la rotación necesaria para mantener el capital, el suelo, etc.
Estas opiniones no me caen de un repollo, sino observando países con muchísimo menos tierras productivas que las nuestras. En Alemania, por ejemplo, un chacarero que posea 10 hectáreas, o sea 10 manzanas, es un "terrateniente". Dichos países subvencionan, miman y protegen al productor rural. En muchos casos llegan, por lo menos a autoabastecerse de muchos productos alimenticios. Recordemos, que tener una vaca lechera en esas latitudes significa tenerla "estabulada", es decir "bajo techo", la mayor parte del año. Pero además afrontan el problema de tierras empobrecidas, aguas contaminadas, etc. Por eso, que algún prejuicio no nos impida mirar a los que hacen bien las cosas, y adoptar aquellas que nos convengan para nuestro amado país.
Por eso, apelando a la humildad que les pudiera quedar a los responsables de este gobierno, les digo: ¡No pueden tener la mezquina y miserable idea del día a día! ¡No pueden tergiversar los datos del INDEC para engañar al pueblo con la inflación como a criaturas!
Pero la evidencia se marca en los actos diarios del gobierno. ¿Qué humildad pueden tener y qué planes pueden programar, si sus febriles mentes están abocadas en ocultar el tema de las valijas llenas de dólares, campañas y fraude electoral? Recuérdese, de diez o más viajes, sólo se detectó el último... ¡y por una mejicaneada entre ellos! Recordemos también los casos de corrupción en el tema Skanska, los fondos de las regalías petroleras de la provincia de Santa Cruz, originalmente 500 millones de dólares, cuyo capital se duplica por la compra de acciones de YPF, al que se le agrega los intereses de aproximadamente once años, que pasan holgadamente los 1500 millones de dólares. De estos estimados 1500 millones de dólares, aducen haber repatriado "todo", o sea... 400 millones, porque anteriormente y en sigilo habrían traído 100 millones. ¡Esto resulta un calco de cuando secuestran 1000 kilos de cocaína y se terminan incinerando 20 o 30 kilos de bicarbonato!
Como sostiene de los políticos corruptos de turno, un honorable héroe de Malvinas, el Coronel Mohamed Alí Seineldín, para el que pido un aplauso: "mientras estén ocupados rapiñando el país, poco les puede importar el destino de nuestros hijos, nietos y bisnietos".
Pues bien, volviendo de lleno al tema del campo, los problemas que estallaron en lo inmediato se deben, en mi humilde opinión y consciente de no ser dueño de la verdad absoluta, a un tema recaudatorio que aplicó el gobierno a todos los productores agropecuarios sin previo aviso y a mansalva, porque cuando se sembró la última campaña, el porcentaje de retenciones era del 35% de la producción, lo cual según la Constitución Nacional ya era confiscatorio, dado que pasa a ser confiscatorio a partir del 33%., y entonces lo llevan sin previo aviso y sin ninguna negociación previa al 44%, metiéndoles la mano en el bolsillo, a los chicos, medianos y grandes productores.
Costos
Se mete así en una misma bolsa a todos, sin medir la proporcionalidad de los costos de implantación, es decir los implementos que son necesarios para la siembra de los cereales a cargo del productor. Tampoco se tiene en cuenta que el campo tributa: ingresos brutos, rentas, tasa vial, municipal, campaña contra plagas, adicional de seguridad, adicionales educativos, etc., etc. Tampoco se cuentan los insumos: semillas, fertilizantes, gasoil, insecticidas, la contratación en muchos casos de contratistas que posean maquinarias acordes, como cosechadoras, cinceles, rastras de diente y de disco, sembradoras de grano grueso y fino, desterronadores, tractores, camiones, acoplados, silos, etc., etc., los cuales no posee el chacarero chico y mediano por sus altos costos.
A todo esto hay que agregar los aumentos que se incorporan por la inflación real, la intermediación parásita social en la ganancia, pero no en la pérdida: las sequías, la caída de granizo, las inundaciones, y las plagas a la que está expuesto el productor. Intermediación parásita que sigue chupándole la sangre al trabajador patrio, y a la que hacía referencia hace ya más de cincuenta años, el estadista más extraordinario que supimos tener los argentinos, el Teniente General Juan Domingo Perón.
Y siguiendo con el tema campo, no es lo mismo comprar dichos insumos al menudeo, es decir para sembrar 10; 50; o 200 hectáreas, que comprar para superficies mayores, digamos 2000; 50.000; 100.000; o 500.000 hectáreas. Existe un 20% de privilegiados propietarios, que representan el 60% aproximado de las tierras cultivables. Estos terratenientes y posiblemente oligarcas, en general son capitales foráneos, como antes comentaba, quedando el 40% de las tierras cultivables en manos del otro 80% de los propietarios, considerándose a éstos últimos, los chicos y medianos productores, con hasta 500 hectáreas según suelo y latitud.
Siguiendo el desarrollo de lo dicho, poner en la misma bolsa a todos es de una gran ignorancia, el campo y su gente a diario hace Patria produciendo alimento no sólo para los 40 millones de compatriotas, sino hasta 350 millones de habitantes del hambriento mundo. Luchando como ya dije, con plagas, inundaciones, heladas, falta de caminos, luchando para llevar a sus hijos a las escuelas rurales, llueva o truene. Porque la actividad del campo no se puede dejar de hacer ningún día del año, principalmente la actividad lechera o avícola. Puesto que suspender dicha actividad diaria, infestaría las ubres de las vacas, la falta de agua produciría mortandad de aves, la enfermedad de uno o más animales no respeta ni fines de semanas largos, tardes, noches, ni lluvias. Ni que decir de algún problema con los pibes, algún accidente que requiera concurrir con urgencia al hospital, con largos caminos de tierra mal mantenidos por los políticos del lugar; y ni qué decir de una inoportuna lluvia que obligue a transitarlos a caballo o en carro, y a veces… los pocos afortunados que posean una 4 X 4, herramienta de trabajo al fin, pero que tampoco aseguran llegar al necesario auxilio.
Estos necios alegan que los pequeños y medianos productores están llenos de plata. Y si así fuera…¡sería gloriosamente justo, porque lo lograron realmente con el sudor de sus frentes, como lo mandan las Sagradas Escrituras!
Otros en cambio, con el producto de la rapiña mantienen sus fuerzas de choque, mercenarios pagos y cautivos, a los que amenazan con sacarles el "Plan Trabajar", guiándolos y ordenándoles pegar y maltratar a ciudadanos que espontáneamente salen a demostrar su adhesión para con las mujeres y hombres del campo. Yo te digo: ¡Gordito D'Elía, te desafío a un mano a mano, espero no te garqués!
Estos sujetos se llenan la boca y se auto-convencen de que son un gobierno "nacional y popular"; que quieren una mayor distribución de la riqueza; erradicar la pobreza y la desnutrición infantil; las villas miserias, etc. etc. Pues bien, el campo tiene la solución para este flagelo histórico, y es de una aplicación políticamente sencilla. El país, nuestro bendito país, con un clima y una fertilidad asombrosa, con una reserva de agua potable inmensa, envidiado y codiciado por muchos, con minerales, distintos microclimas, es decir, una enorme posibilidad de desarrollo, en la actualidad cuenta con una importante cantidad de tierras fiscales. Bien podrían dar solución al tema antes dicho, y en caso necesario producir una reforma agraria, que permita el viejo apotegma del General Perón: "la tierra será del que la trabaje".
Parcelando unidades económicas posibles, asesorados por las universidades, por ingenieros agrónomos, veterinarios… en fin, por los que saben. Invitando, ayudando, asesorando y laborando con las máquinas que en muchos casos poseen los municipios. Movilizando vehículos de nuestras Fuerzas Armadas. Recibiendo la ayuda solidaria de los productores vecinos, integrando voluntades para el bien común de la Patria.
Ofreciendo pagar con producción los títulos de propiedad de dichas parcelas, generosamente espaciosas, para permitir la radicación futura de los hijos de los nuevos productores que deseen seguir el camino de sus padres. A plazos largos. Dotando a las zonas de los nuevos chacareros, de escuelas, salas de primeros auxilios, infraestructura necesaria, caminos, enseñar en cuanto a los cultivos, la compra de la producción para las escuelas y hospitales, etc. Y con un porcentaje de dicha producción, ir amortizando el valor de las parcelas. Premiando nuevamente la cultura del trabajo y dignificando a nuestros compatriotas pobres, dándoles por fin la libertad de desarrollarse con el orgullo del trabajo fecundo.
Por supuesto que dichas parcelas no podrán ser de ninguna manera minifundios improductivos, por el contrario, como dije anteriormente, con posibilidades futuras en cuanto a echar raíces a los hijos que quisieran seguir en la producción agropecuaria. Si alguna familia, por distintos motivos no pudiera desempeñarse y/o adecuarse a este nuevo estilo de vida, tendrá que dar lugar a otro grupo familiar. No pudiendo enajenar a los que se arroguen el título de propiedad a por lo menos 30 años, para evitar errores del pasado en cuanto al tema propiedad. No sería necesario expropiar tierras que siendo productivas no se las trabaje, sino simplemente se les subirían los impuestos para volcarlos a los objetivos de radicación comentado.
También, para no engendrar posibles rencores y resentimientos, con las enormes reservas que nos dicen tener en el Tesoro Nacional, unos 50 mil millones yanquis, me animo a calcular que con sólo una tercera parte de dicho dinero alcanzaría para que ningún argentino quede afuera de las posibilidades de desarrollarse con armonía ante el futuro venidero.
Sería impensado pagar una deuda externa, llamada ilegítima por las autoridades políticas actuales hace unos 35 años atrás, es decir cuando fueron considerados "imberbes", y en estos tiempos no volcar este dinero para el desarrollo de nuestros hasta ahora excluídos hermanos pobres.
Compatriotas, camaradas, les agradezco la atención, y quiero decir finalmente: ¡Viva la Patria, carajo!
Fuente
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