Fuerza Nacional-Identitaria

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Logo de la Fuerza Nacional-Identitaria

Fuerza Nacional-Identitaria (FNI) es un movimiento socio-cultural sin aspiraciones político-partidistas, cuyas ideas y objetivos son una respuesta ideológica y doctrinaria al avanzado proceso de desintegración que experimenta la Identidad criolla en Chile, a la acción nociva que históricamente ha ejercido la Modernidad, y el inminente colapso global a que ella conducirá.

FNI es un movimiento pancriollista que aspira a la unificación de todos los criollos de Chile, para defender una Identidad que desde hace siglos se encuentra amenazada por las negativas condiciones de vida que atentan contra su continuidad biológica, psíquica y cultural.

Del mismo modo, FNI busca ofrecer una real oposición al Liberalismo y sus implicancias político-económicas, al Marxismo cultural y sus consecuencias sociales, al Universalismo globalizante en sus diferentes expresiones, así como a la alta finanza, grupos económicos transnacionales, y organizaciones internacionales que les son funcionales.

Misión

La misión de Fuerza Nacional-Identitaria es servir a la resistencia y supervivencia criollas en Chile, lo cual pretende ser cumplido mediante la consecución de dos objetivos específicos:

  • La creación de una nueva Nación a partir de la Identidad criolla.
  • La abolición de la cosmovisión moderna que impera en la actual sociedad chilena y el resto de Occidente.

Actividades

Fuerza Nacional Identitaria propone la Lucha Cultural como estrategia para cumplir su misión y objetivos. Esta estrategia se materializa en la realización de actividades de propaganda, adoctrinamiento, participación en manifestaciones públicas, y en general mediante toda acción de producción y difusión cultural coherente con el pensamiento de FNI.

Artículo de opinión

Origen de nuestra cosmovisión y movimiento

La Modernidad – hoy en su fase final: la Posmodernidad – amenaza de diversas maneras la continuidad de la especie humana. Mediante sus derivados filosóficos, políticos y económicos, la Modernidad ha contribuido por siglos a la generación de un escenario crítico, y que más temprano que tarde desembocará en un colapso que afectará a todos los pueblos sobre los que ella alguna vez se intentó extender y dominar.

El daño infligido por sus agentes es de tal gravedad, que hoy resulta ilusorio esperar una toma de conciencia global que frene el inminente colapso planetario. Ya no hay vuelta atrás ni es posible evitar la gran crisis que se avecina, solamente queda prepararse para resistir sus efectos y sobrevivir a la tormenta.

Procurando facilitar su proyecto hegemónico y universalista, la Modernidad y sus agentes han debilitado los vínculos de las comunidades humanas separando a semejantes e igualando a diferentes. El resultado de esto ha sido la creación de sociedades atomizadas, basadas en la competencia económica, y obsesionadas con el éxito individual. Junto a esto, han creado vínculos artificiales para dominar a una masa heterogénea y desarraigada.

Frente al colapso de la Modernidad se habrá de tomar medidas idóneas para la supervivencia, siendo la primera de ellas la corrección del proceso de atomización. Y es que ante la inminente adversidad, una vez más la unión hará la Fuerza.

A fin de crear una unión sólida y garantizada por una ética altruista, se vuelve necesario recurrir a vínculos diferentes a los creados por la Modernidad, que junto con ser artificiales, resultan vulnerables a los efectos de la crisis que se avecina.

De una nacionalidad jurídica es posible desprenderse cambiándola por otra; de una ideología es posible decepcionarse y mudar; de un partido político o sindicato es posible desafiliarse; de una clase social es posible desvincularse por incremento o pérdida de poder económico; de una religión es posible abjurar. Todos estos vínculos se encuentran sujetos al capricho humano; todos serán rotos en el momento en que la Modernidad colapse; todos se convertirán en estorbos cuando los hombres intenten aferrarse a la vida.

Tanto por servir de natural medio de supervivencia como por hallarse libre del influjo de la Modernidad, es que se presenta como idónea la afirmación del vínculo de la Identidad.

En la fortaleza de este vínculo reconocemos la clave para la futura supervivencia humana. Por eso consideramos que la población de Chile debe organizarse y dirigirse afirmando su respectiva Identidad común.

Sin embargo, en Chile no existe una única Identidad. De esto se sigue que en nuestro país debiesen existir tantas iniciativas de supervivencia identitaria como Identidades sea posible reconocer, siendo una de ellas, la criolla.

Enfrentados al desafío en un contexto chileno, posmoderno, y del Siglo XXI, una minoría criolla ha decidido reaccionar afirmando su propia Identidad. De este modo, y en respuesta al complejo desafío de asegurar la supervivencia criolla, surgen el movimiento Fuerza Nacional-Identitaria (FNI), y su cosmovisión, el Nacional-Identitarismo (NI).

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