Poligenismo

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El poligenismo (o hipótesis poligénica) es una hipótesis antropológica según la cual las razas humanas proceden de diferentes tipos primitivos, postulando la existencia de diferentes linajes en contraposición al monogenismo.

Recientemente los investigadores han logrado completar un más exhaustivo y comprensivo análisis genético de los humanos modernos, el cual ha demostrado que existen complejas contribuciones al acervo genético humano de homínidos primitivos como Homo erectus, el Hombre de Neanderthal, el Hombre de Denisova, y otros, los cuales indudablemente participaron en la creación de las modernas razas humanas de una forma totalmente acorde a los designios de la Naturaleza. Tales pruebas muestran que los humanos son más diversos genéticamente existiendo una mayor diferencia genética entre africanos y euroasíaticos de lo que anteriormente se pensaba. Las pruebas del ADN muestran no sólo que el genoma de las poblaciones euroasiáticas (caucasoides y mongoloides) posee ADN neanderthal y cromagnon, mismo que no se encuentra en poblaciones africanas (congoides y capoides)[1], sino también que las poblaciones africanas poseen ADN de alguna especie arcaica extinta, probablemente Homo erectus o bien Homo ergaster, no encontrado en el genoma de las poblaciones euroasiáticas.[2][3][4] Esto ha cuestionado severamente la popular y políticamente correcta hipótesis monogénica del origen humano "desde África" (Out of Africa) que poseía mayor respaldo sobre el poligenismo, inclinándose la investigación actual hacia un origen mixto (hipótesis mixta) como la Teoría racial de linajes.

Historia

Antecedentes

Algunos mitos de creación de diversas culturas muestran narraciones interpretables como una explicación poligenista del origen del hombre.

La interpretación poligenista de la Biblia es una exégesis poco común, que hasta mediados del siglo XIX se consideraba herética. Isaac La Peyrère pretendía con ella reconciliar el limitado número de generaciones entre Adán y Eva y el presente, postulando la existencia de humanos pre-adanitas.

Parecía difícil de asumir que las razas humanas se hubieran desarrollado dentro del marco temporal comúnmente aceptado para los tiempos bíblicos. Voltaire desarrolló esa duda en su Estudio sobre los hábitos y el espíritu de las naciones de 1756 (un precedente de la historia comparativa), donde rechazó el monogenismo bíblico, aunque no propuso ninguna solución del problema.

Samuel George Morton y Louis Agassiz

El poligenismo entró en la corriente principal del pensamiento científico y religioso de los Estados Unidos con la obra de Samuel George Morton y sobre todo con la de Louis Agassiz. La perspectiva de Morton situaba a cada raza como una diferente especie, siendo los negros africanos inferiores mentalmente a los blancos europeos, lo que, en parte, justificaba el esclavismo. Sin embargo, el propio Morton se había mostrado reacio a propugnar explícitamente el poligenismo porque suponía un importante desafío a la versión bíblica de la creación. En cambio, Agassiz creía que cada raza era única, pero que podían ser clasificadas como pertenecientes a la misma especie. Los descubrimientos geológicos de la época establecían que la Tierra poseía en realidad una edad muy superior a la que establecía una interpretación literal del Génesis, lo que ayudó a desacreditar tal interpretación.

Ernst Haeckel

En los debates raciales de las décadas de 1860 y 1870, Charles Darwin y sus seguidores fueron partidarios de la tesis monogenista para la especie humana, considerando el origen común para todos los humanos como un punto esencial de la teoría de la evolución, que se conoce con el nombre de hipótesis del origen único. Ernst Haeckel, uno de los principales divulgadores de las ideas de Darwin (a través de su propia interpretación) en el mundo de habla alemana, atacaba ese punto de vista, argumentando que los seres humanos no formaban una sola especie, sino un género, dividido en nueve especies separadas que habrían evolucionado separadamente desde la aparición del habla.[5] Las tesis de Haeckel mantuvieron influencia hasta el siglo XX.

Franz Weidenreich

El trabajo de Franz Weidenreich en los años 1930 después del estudio de los restos del hombre de Pekín, concluía que los dientes prehistóricos en forma de pala eran similares a los de algunos pobladores asiáticos actuales y por lo tanto estaban relacionados. Defensores de este escenario (Frayer, 1993), citan como evidencia la continuidad anatómica en los registros fósiles en Europa Central Sur (Smith, 1982), el Extremo Oriente y Australia (Wolpoff, 1993) (la afinidad anatómica se toma para sugerir la afinidad genética). Argumentan que las grandes similitudes genéticas entre todos los humanos no prueban la ascendencia reciente común, sino que más bien reflejan la interconexión de las poblaciones humanas alrededor del mundo, resultando en un flujo genético relativamente constante (Thorne y Wolpoff, 1992). También sostienen que este modelo es consistente con los patrones clinales (Wolpoff, 1993).

El elemento más importante de este modelo es que permite un millón de años para la evolución del Homo sapiens alrededor del mundo y en consecuencia este tiempo es más que suficiente para la evolución de razas diferentes.

Rechazo de la Iglesia al poligenismo

El poligenismo fue duramente criticado y rechazado por la Iglesia católica especialmente a partir de la encíclica Humani generis (Pío XII, 1950) que, al tiempo que daba el beneficio de la duda al evolucionismo, ponía serios reparos a la compatibilidad del poligenismo con el dogma del pecado original.

Mas, cuando ya se trata de la otra hipótesis, es a saber, la del poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad, porque los fieles cristianos no pueden abrazar la teoría de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado en verdad cometido por un solo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio.[6]

Carleton S. Coon

A finales del siglo XX, la obra del paleoantropólogo Carleton Coon postulaba que la evolución hacia el actual Homo sapiens moderno se realizó separadamente en cada raza humana. Esta hipótesis, denominada la hipótesis multirregional, fue presentada a mediados de la década de 1960 y aunque no fue ampliamente aceptada por la comunidad científica, sigue teniendo partidarios y aún tiene mucho qué decir en base a los nuevos descubrimientos.

Referencias

Fuentes

  • George W. Stocking, Jr., Victorian Anthropology (New York: Free Press, 1987).

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