La historia me absolverá

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La historia me absolverá.

La historia me absolverá es un libro que constituye el alegato de autodefensa de Fidel Castro ante el juicio en su contra comenzado el 16 de octubre de 1953 por los asaltos a los cuarteles de Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente, sucedidos el 26 de julio anterior. Ante este juicio, Castro, entonces licenciado en Derecho Civil, decide asumir su propia defensa.

En el documento, Castro señala lo que considera los males de la Cuba de entonces, resumidos en seis problemas fundamentales: El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud.

Sin embargo, los historiadores revisionistas Antonio de la Cova y Carmelo Mesa-Lago, que han dedicado muchos años al estudio del libro y a reunir los testimonios de los que estuvieron con Castro en aquellos días, han puesto al descubierto un sin número de mentiras y falsificación de la historia en el alegato del dictador cubano.

Criticas

Tal vez una de las primeras paradojas que plantea la sublevación violenta contra el régimen de Fulgencio Batista es que éste último había sido acusado por Fidel Castro y sus compañeros de usurpar el poder en 1952 y no respetar la Constitución democrática de 1940[1][2].

Las líneas del documento mencionado ya dejan de ser coincidentes: "...deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar de su Patria en busca de sustento", porque una gran parte de los cubanos desean abandonar el país. Ha sido todo un proceso de desaliento el que los ha llevado a pensar de esta forma, y sobre todo la búsqueda de un futuro, que ven completamente perdido dentro de la isla.

Este escrito, que es considerado histórico por la alta jerarquía del país, debería ser objeto de estudio por los jóvenes de hoy, porque es la real expresión del engaño, la mentira oficiosa y la burla a la que ha sido sometido el pueblo cubano por todos estos años. Pero a la vez ha sido la guía para la acción de los que dirigen el país; todo el tiempo han tenido esta misma línea[3].

"Castro ha destruido a Cuba y la historia no lo va a absolver"

Carmelo Mesa-Lago, exiliado cubano en Estados Unidos, economista y catedrático emérito de la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania; expresó lo siguiente en respuesta al famoso alegato del líder cubano en una entrevista de agosto de 2009[4].

–Fidel Castro acaba de cumplir 83 años, pero hace tres que ya no está en el poder. ¿Cree que se recordará su legado?

–Su legado político en cuanto a la reafirmación de la soberanía de Cuba y su papel internacional de esa pequeña nación será difícil de olvidar, pero la historia no lo absolverá, por la destrucción de la economía del país y la violación de los derechos políticos, civiles y humanos de su pueblo.

–¿Cuál es su percepción del momento actual de la isla?

–Considero que 2009 será el peor año en Cuba desde la crisis que siguió al colapso de la URSS. El gobierno ha estimado un crecimiento para este año del 1,7%. En mi opinión, habrá un crecimiento menor al uno por ciento. La crisis no ha llegado al extremo de 1993-94 por tres razones: Chávez suministra el 65% del petróleo necesario a un precio subsidiado equivalente a US$ 2500 millones, paga US$ 5000 millones por 40.000 profesionales cubanos que trabajan en Venezuela, y el 65% de los cubanos reciben remesas externas. Ninguno de esos factores existía a comienzos de los 90.

–El denominado "socialismo real" sólo cuenta ya con algunos vestigios, como Cuba. ¿Por qué cree que fracasó como alternativa al capitalismo?

–El llamado "socialismo real" es un eufemismo. El sistema fracasó porque ahogó la iniciativa individual, impidió la descentralización de las decisiones económicas, fomentó la ineficiencia y el desperdicio y violó las libertades civiles y políticas, así como los derechos humanos.

Falsificación de la historia

El historiador Antonio de la Cova, ha investigado la revolución cubana durante mas de 30 años.

Para el historiador Antonio de la Cova, doctor en Historia y autor del libro "El Asalto al Cuartel Moncada", el alegato de Castro incluye una serie de mentiras tendenciosas que el pudo demostrar aportando fuentes y testimonios[5].

En 1974, cuando comenzaba mis estudios de historiador en Florida Atlantic University, un profesor marxista me asignó hacer una reseña sobre "La Historia Me Absolverá," la obra basada en la autodefensa de Fidel Castro al ser juzgado después del asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953. En dicho relato, Castro acusa al sargento Eulalio "El Tigre" González, de haber asesinado a Abel Santamaría, un héroe revolucionario. Curiosidad histórica me motivó buscar a González en la guía telefónica de Miami. González me dijo, entre otras cosas, que su apodo era "El Mulo" porque había trabajado con la compañía de transporte de mulos en La Cabaña durante veinte años y que Fidel Castro inventó el apodo de "El Tigre" para presentarlo como feroz. Posteriormente confirmé a través de otros militares que conocieron a González, que su apodo siempre fue "El Mulo," y que Castro estaba mintiendo. Mi entrenamiento como historiador me decía que donde hay una mentira, siempre hay otras. Posteriormente encontré en la revista oposicionista "Bohemia", de diciembre 27, 1953, página 70, en un breve recuento sobre el juicio de Fidel Castro, que había terminado su alegato de defensa diciendo: "La historia, definitivamente, lo dirá todo." Esto indica que Castro falsificó el lema "La historia me absolverá." Estos descubrimientos fueron los que me motivaron a rescatar la verdad histórica, para que esta y futuras generaciones comprendan cuales fueron los verdaderos sucesos del 26 de julio. La mayoría de los 115 protagonistas que entrevisté ya fallecieron. Si yo no hubiera tomado sus testimonios, se hubieran perdido para la historia, ya que ningún otro historiador los había entrevistado. Entre estos testimonios rescatados está el del magistrado Aldolfo Nieto, que presidió el juicio de la Causa 37, donde fueron juzgados Fidel Castro y los implicados en los sucesos del 26 de julio.
En el prefacio de mi libro hago un análisis de todas las obras que han tratado el tema del asalto a los cuarteles de Bayamo y del Moncada el 26 de julio de 1953. Señalo como los errores históricos se han perpetuado como mitos revolucionarios, sin que ningún historiador haya realizado un estudio académico o crítica de la "versión oficial" del gobierno cubano. Por ejemplo, en 1961 el periodista Robert Taber publicó "M-26: The Biography of a Revolution," donde dice que Castro era "presidente de la FEU" y que "apareció brevemente dentro del cuartel" Moncada durante el ataque. Ni el propio Fidel Castro jamás ha dicho que entró en el cuartel en aquel momento. Taber se acoge a la "Leyenda Negra" creada por Castro en "La Historia Me Absolverá," diciendo que los prisioneros rebeldes fueron torturados, les extirparon los ojos, los castraron, los mutilaron, y que a Haydée Santamaría le quemaron los brazos con hierros calientes, una mentira tan absurda que ni ella la repitió en sus memorias sobre el Moncada. Ningún historiador jamás ha cuestionado la veracidad de esos alegatos. En 1965, el novelista francés Robert Merle fue contratado por el gobierno cubano para escribir "Moncada: Premier Combat de Fidel Castro". Merle entrevistó a sesenta rebeldes participantes, a seis civiles, y a un solo militar, el teniente que arrestó a Castro. Dicho libro carece de un relato balanceado, ya que solo presenta la "versión oficial" de los sucesos. Igual ocurre con las numerosas obras publicadas en Cuba por Marta Rojas, Mario Mencia, y otros autores, que se acogen a la advertencia que Fidel Castro dio en una reunión de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos en agosto de 1961: "Con la revolución, todo; contra la revolución, nada." Hasta el momento, no se había publicado una obra sobre los sucesos del 26 de julio por un académico con un doctorado en historia. Mucho de lo que se ha escrito es por escritores comprometidos con el régimen castrista o por neófitos que no tienen el entrenamiento universitario adecuado necesario para ser historiador.

Con respecto a que los revolucionarios cubanos fueron víctimas de crueles torturas, de la Cova explica:

No hubo tal tortura organizada ni necesidad para eso. La tortura generalmente se aplica cuando algún reo no quiere revelar algo. Allí todos los capturados rápidamente admitieron quienes eran, que Fidel Castro era el líder, y que estaban motivados por patriotismo para redimir la patria. Según el teniente Jesús Yanez Pelletier, el prisionero Osvaldo Socarrás Martínez, lo condujo hasta la granja Siboney, donde se habían acuartelado los rebeldes antes del ataque. Unos treinta rebeldes capturados fueron inmediatamente ejecutados en el campo de tiro de armas cortas dentro del Moncada, bajo la autorización del coronel Alberto del Río Chaviano, quien ordenó que regaran los cadáveres por el cuartel para hacer lucir que murieron en combate. El Servicio de Inteligencia Militar (SIM) le tomó una foto a cada muerto, a quien le pusieron un papel con un número de identificación en el pecho. El régimen castrista ha publicado algunas de esas fotos, pero jamás han demostrado la foto del cadáver de Abel Santamaría. Yo reto al gobierno cubano que publique dicha foto y que reproduzca todos los certificados de defunción que redactaron los médicos forenses. Marta Rojas publicó algunos, pero no todos, y demuestran que los rebeldes fueron ejecutados, pero no mencionan señales de tortura o desmembramiento. Yo entrevisté para mi libro a Manuel Bartolomé, director de la funeraria Bartolomé en Santiago de Cuba, quien recogió todos los cadáveres de los rebeldes muertos. Él dijo que no vio señales de tortura y que los médicos forenses de Santiago de Cuba que reconocieron los cadáveres hubieran levantado la alarma si hubieran visto tal cosa. Uno de los médicos forenses, el doctor Manuel Prieto Aragón, fue entrevistado en la revista "Bohemia" en 1968, pero no confirmó el alegato de tortura de los presos, cuando lo pudo haber dicho a la prensa castrista sin problemas. Haydée Santamaría, quien más propagó la versión de la tortura de los presos y que su novio fue emasculado, sin embargo, cuando testificó en el juicio, sin ser coaccionada, no hizo dicha denuncia. El testimonio de ella en corte aparece en la prensa de aquella época.

Consultado acerca de sus credenciales como historiador en este tema tan polémico, Antonio de la Cova expresó lo siguiente en una entrevista realizada en junio de 2007.

Yo recibí el doctorado en Historia de la Universidad de West Virginia en 1994, y este es el segundo libro que publico con una prensa universitaria, que es el más alto reconocimiento intelectual que se le puede dar a una obra.

Mi libro está basado principalmente en entrevistas grabadas y transcritas que realicé durante treinta y un años con 115 personas que participaron directamente en los hechos, además de publicaciones contemporáneas de aquella época, y cientos de artículos y obras que se han publicado en Cuba desde 1959. Todo está citado en la bibliografía del libro. Además, puse mis entrevistas en la red.

Para el historiador, más allá de la propaganda la triste realidad es que Castro "no disparó un sólo tiro"...

Fidel Castro, notorio por su memoria y su verborrea, jamás ha descrito en detalle su participación en el combate del Moncada. Nunca ha revelado si disparó un arma, cuantas veces, cuando, o contra quien, como han dicho otros rebeldes. Su actuación la he podido descifrar por rebeldes que estuvieron a su lado, como Gustavo Arcos, que lo acompañó al Moncada, y Héctor de Armas, Carlos Bustillo, y Gerardo Granados, que estuvieron con Castro en la balacera frente a la posta tres, pero no lo vieron disparar su pistola Luger. Castro se pasó los veinte minutos que duró el combate tratando de reagrupar a los rebeldes que se habían dispersado en los patios de las casas del reparto militar y erróneamente penetraron en el hospital militar fuera del cuartel. Un dato interesante es que después que Castro es detenido y llevado a la prisión de Boniato, el médico forense José Ramón Cabrales va a hacerle la prueba de la parafina, para ver si había disparado un arma, y Castro se niega que lo haga. Según el libro de Georgina Cuervo y Ofelia Llenín, "Moncada: Epopéya Heróica," publicado en La Habana en 1973, página 116, Castro dice: "¿A mí? A mi no me la hacen; ponga que da positivo porque yo sí tiré. A mí no hay que hacerme la parafina. Búsquenme un arma y verán como sigo tirando. – Y fue al único combatiente que no se le hizo la prueba de la parafina." Parece que Castro sabía que su prueba de la parafina iba a dar negativa, y no quiso desprestigiarse de esa manera, que siendo el líder, no disparó ni un solo tiro.

Lo que el oficialismo cubano presenta como una valiente gesta de la Revolución cubana sería en realidad una falsificación histórica que describe a cobardes como héroes nacionales y enmascara la ambición de Castro, que costó la vida a muchos de sus seguidores.

Lo más llamativo de esta obra es la manipulación maquiavélica de Fidel Castro sobre sus seguidores para lograr su ambición personal. En la granja Siboney, cuando Castro reveló su plan de ataque, una docena de rebeldes se negaron a participar en lo que denunciaron como un plan suicida. En Bayamo, Hugo Camejo, jefe de la célula de Marianao, desertó a último momento, al igual que Ernesto Tizol, que había rentado la granja Siboney. Tizol, mientras manejaba su auto rumbo al Moncada, se acobardó y desvió una parte de la caravana motorizada de los asaltantes, muchos de los cuales no participaron en el ataque, que solo duró veinte minutos. El "Manifiesto a la Nación" que redactó Raúl Gómez García, que postulaba las metas democráticas de los rebeldes, y por lo cual sesenta y uno de ellos dieron sus vidas, nunca se llevó a cabo por Fidel Castro.

Referencias

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