Movimiento activista pedófilo

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El movimiento activista pedófilo, también referido de manera propagandística con el eufemismo movimiento del amor hacia los niños, es un grupo de presión que busca la aceptación social, desclasificación como enfermedad y legalización de la pedofilia, incluyendo la derogación de las leyes de edad de consentimiento como meta final.

El moderno activismo pedófilo fue fundado en los Países Bajos por el psicólogo y activista homosexual Frits Bernard a finales de la década de 50s. En 2006, las autoridades holandesas permitieron la inscripción de un partido pedófilo. El autodenominado "Partido del Amor Fraternal, la Libertad y la Diversidad (PNVD)" pretende rebajar la edad de consentimiento sexual de los 16 a los 12 años, legalizar la posesión de pornografía infantil y la zoofilia[1]. Pero aunque se aprobase la nueva ley, los pedófilos aún necesitarían autorización de los padres para abusar sexualmente a menores de 12 años[2].

Metodología

Los pedófilos buscan moldear a la sociedad para que se adapte a sus inclinaciones sexuales, siguiendo el ejemplo del movimiento homosexual. Pero en este caso el derecho a abusar de niños supondría una privación de derechos para el niño. Por ello recurren a la estrategia de cuestionar el daño causado en el abusado y promueven la idea de que los niños pueden consentir el sexo con adultos. Esto va acompañado de la aplicación de técnicas retóricas del marxismo cultural como la promoción de una terminología sesgada, evitando el empleo de palabras como "niño", "abuso sexual infantil" o pedófilo; promoviendo eufemismos como "sexo infante-adulto", "pedosexual", "boylover", "girllover" y "childlover", a fin de "suavizar" el término "pedófilo".

Así los pedófilos promueven abiertamente la idea de que su activismo es similar o idéntico al feminismo, al movimiento por los derechos gay, o al antirracismo, con frecuencia adoptando teorías antropológicas de autores como por ejemplo Marija Gimbutas, Mircea Eliade, Michel Foucault y otros.

El Movimiento se revela como otra faceta del marxismo cultural cuando algunos activistas, incluyendo mujeres como Pat Califia, Camille Paglia, Katharina Rutschky, y Gisela Bleibtreu-Ehrenberg, sostienen que el activismo pedófilo, el feminismo, el activismo gay y el antirracismo, todos se oponen a un modelo masculino casto y racista basado en el papel de guerrero presente en todas las culturas indoeuropeas. La explicación es que la tolerancia social concedida cada vez más sobre mujeres y homosexuales de hecho tiene un carácter solamente represivo, una vez que apenas serían tolerados los individuos de estos grupos que demuestran las cualidades diferenciadoras aceptables en la cultura dominante.

Referencias

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