Feminismo

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Artículo destacado
Enviaremos a sus mujeres en contra de sus hombres y así destruiremos la fuerza de sus familias.

—Helen Cohen, feminista judía[1]

Símbolo del feminismo. Consiste en el símbolo tradicional de Venus y la feminidad, alterado con el puño cerrado del marxismo.

El feminismo (del latín femĭna, mujer, hembra, e -ismo) es un movimiento de subversión marxista cultural, que tiene el propósito de desestabilizar, fracturar y fragmentar a una sociedad y despojarla de su funcionamiento natural por medio de la fabricación de conflictos artificiales entre los hombres y mujeres a partir de las incitaciones de que la mujer es objeto de opresión por el hombre y que la mujer no es diferente al hombre sino exactamente igual y es capaz de desempeñar todas las funciones de éste, por lo que este movimiento se disfraza hábilmente de una "reivindicación de derechos para la mujer" razón por la que parte de la sociedad no percibe su verdadera naturaleza.

El principal método del feminismo es la victimización de la mujer como colectivo, el desprecio de la auténtica feminidad en las mujeres, así como la criminalización y demonización de los hombres y sus conductas masculinas, distorsionándolas, promoviendo el odio hacia la naturaleza del varón (misandria) por ejemplo, repitiendo memes negativos como "todos los hombres son violadores potenciales". De esta manera crea una polaridad equivocada "víctima-victimario" basada en el sexo de las personas.

En consecuencia, las mujeres que siguen las pautas feministas comienzan a ser percibidas negativamente por los hombres, lo que en última instancia genera posturas que alcanzan diversos grados de misoginia, lo que cierra el círculo ideológico feminista y se fabrica un conflicto absurdo entre hombres y mujeres, ideado para impedir las relaciones heterosexuales y el fin biológico del ser humano que es la reproducción.

A diferencia de lo que sus proponentes argumentan, el feminismo no es un movimiento de equidad. El feminismo es ginocéntrico y supremacista. La perspectiva feminista, desde su definición, su teoría y su práctica, toma a la mujer como centro y eje de su pensamiento y actividad, lo que, sumado a la caracterización negativa del varón y la masculinidad, le aleja del concepto de "igualdad".[2]

Promueve también la ideología de género, en la cual el ideal es que los varones tengan comportamientos "femeninos" y las mujeres tengan comportamientos "masculinos".

Historia

Propaganda feminista.

La historia del feminismo se ha interpretado en forma de "olas". Se suele convenir que hay al menos tres olas del feminismo, cuyo hilo conductor estaría dado por la "defensa de los derechos de la mujer", y sus diferencias estarían dadas por el tipo de derechos que se reivindican.

En la primera ola (finales del siglo XIX y principios del XX) surgen los movimientos de mujeres y sus ideólogas que, con especial fuerza después de las revoluciones burguesas, peticionaron por derechos civiles y políticos, con John Stuart Mill a la cabeza. Se enfocaba principalmente en la igualdad legal (sufragio femenino, derechos de propiedad, etc.). Autoras y activistas importantes de la primera ola del feminismo son: Lucretia Mott, Lucy Stone, Elizabeth Cady Stanton, y Susan B. Anthony, muchas de ellas vinculadas al abolicionismo e influenciadas por el pensamiento cuáquero.

La segunda ola (1960-1990) estuvo ligada estrechamente al pensamiento marxista, especialmente a los estudios de Friedrich Engels y quienes, como Kollontai, buscaron desarrollar esta mirada, en la cual los mal llamados derechos económicos estructuraban el plexo de demandas feministas. Estos planteamientos fueron decisivos para percibir las relaciones hombre-mujer como una "lucha de clases", procurar una revolución por parte de los oprimidos (las mujeres) para que se alcen con el poder, y la visión de la familia como institución patriarcal opresiva.

Así, en el libro de Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado, escribe:

En un viejo manuscrito inédito, redactado en 1846 por Marx y por mi, encuentro esta frase: "La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos". Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino.[3]

No obstante, las feministas de género afirmarán que los marxistas fracasaron en la revolución para liberar a la mujer por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de la opresión de la mujer.

Simone de Beauvoir, con su libro El segundo sexo, Betty Friedan con La mística de la feminidad, Kate Millett con Sexual Politics o Shulamith Firestone con La dialéctica del sexo son algunas de las autoras más representativas de esta etapa. Termina en los años noventa con la llegada de la tercera ola, con caracteres posmodernos, que diversifica de forma radical el feminismo, tanto en sus visiones como en sus propuestas.

La tercera ola (1990 al presente) surgió como una respuesta a los fallos percibidos en el llamado feminismo de la segunda ola. Se asumió la idea de que no existe un único modelo de mujer, por el contrario, existen múltiples modelos de mujer, determinados por cuestiones sociales, étnicas, de nacionalidad, clase social, orientación sexual o religión.

Las interpretaciones dadas al género y al sexo son esenciales dentro de la tercera ola, caracterizándose por su post-estructuralismo. La variedad de enfoques, propuestas, visiones de los problemas de esta corriente y la carencia de un objetivo común claro refleja el carácter post-modernista de la tercera ola del feminismo que incorpora múltiples corrientes del feminismo teniendo componentes de la teoría queer, el antirracismo, teoría post colonial, entre otras corrientes neomarxistas.

El nacimiento de la tercera ola se encuentra ligado a los sucesos del Mayo francés (1968) y cuya propuesta ideológica está basada en la "deconstrucción" de la cultura. En efecto, con ella surge la ideología de género, especialmente de la mano de Simone de Beauvoir y su "no se nace mujer: llega una a serlo". El género y el sexo quedan separados y pasan a moverse en esferas distintas: el primero en la cultural, el segundo en la biológica. Pero no se necesitará mucho tiempo para que el sexo sea también arrastrado a la esfera cultural, y que Judith Butler declare, bajo aplausos de la progresía academicista, que el sexo en verdad siempre fue género.

Feminismo softcore y hardcore

Feministas lesbianas glorificando el aborto
Feministas manifestando su desprecio a los hombres.

Popularmente se ha intentado distinguir la existencia un "verdadero feminismo" en oposición a un "falso feminismo"[4][5]. El primero estaría identificado con los movimientos de la "primera ola" (finales del siglo XIX y principios del XX) y "segunda ola" (1960-1990), asociados al igualitarismo y presuntas legítimas reivindicaciones de los derechos de la mujer; el voto femenino, etc. (feminismo softcore), mientras que el segundo (llamado con los disfemismos de "hembrismo" —derivado del uso de "machismo"—, o más incorrectamente, "feminazismo"), se identificaría con la "tercera ola" (de 1990 al presente), es decir, las formas más fanáticas e intolerantes (feminismo hardcore). Sin embargo, esta distinción es sólo aparente: uno puede ser más sutil o moderado en las formas pero el fondo y sus objetivos son los mismos, y el llamado "falso feminismo" es sólo la consecuencia lógica de los postulados del "verdadero feminismo", cimentados por los teóricos marxistas.

Rasgos generales

El feminismo fue creado como resultado de la aplicación práctica del área de "estudios de género" de la "Teoría Crítica", que atacaba la cultura occidental europea bajo el argumento marxista de que la mujer estaba siendo oprimida por el hombre, y que esa opresión provenía única y exclusivamente de la cultura occidental. De esta manera, la "Teoría Crítica" no hacía mención alguna de "opresiones" (mucho más graves y evidentes en diversos sentidos) hacia las mujeres de otros pueblos como los asiáticos, africanos, amerindios o musulmanes[6]; sólo se hablaba de la "opresión" en Occidente; de la mujer blanca siendo oprimida por el hombre blanco.

Simultáneamente con el advenimiento del igualitarismo racial, apareció la promoción de la igualmente ficticia idea de la "igualdad" sexual. A las mujeres se les dijo que eran psicológicamente iguales que los hombres pero que eran socialmente condicionadas por su entorno para ser esposas y madres en vez de investigadoras científicas y capitanas de industria.

No solamente las así autoproclamadas, "liberadoras de las mujeres" trataron de convencerlas de que criar y cuidar a la siguiente generación era menos importante que sudar en una cadena de montaje o trabajar en el último rango de una serie de ejecutivos, sino que aún fueron más lejos al menospreciar el papel de esposa y madre.

Consecuencias

Destrucción de la masculinidad y la feminidad

El feminismo en lugar de reivindicar a la mujer como ser humano con una naturaleza e identidad propias, intenta despojarla de su esencia, de su feminidad pura y natural: la niega y procura su destrucción (tal como se hace expreso en Monique Wittig), por ello no es sólo un movimiento contra el hombre sino contra todo ser humano. En ese sentido, el feminismo puede percibirse como una forma extrema de machismo, ya que le dice a la mujer que no debe ser como mujer sino como un hombre.

La pérdida de identidad femenina provoca que las mujeres se equiparen a los hombres y asuman los roles que desde los orígenes de la humanidad ha correspondido a los hombres. De ese modo, las mujeres comienzan a pensar y a actuar como hombres, lo que está relacionado también a fenómenos como el lesbianismo y la misandria (aversión u odio a los hombres).

En Occidente, la feminidad natural en las mujeres se ha empezado a percibir como algo completamente negativo debido al feminismo. En las películas de Hollywood se ha deseado imponer en el inconsciente colectivo el falso arquetipo de la "chica ruda": la mujer que usa armas y que participa en batallas, que nada tiene que ver con la realidad.

La feminidad es percibida en realidad por los feministas y marxistas culturales, como "debilidad", "incompetencia", "sometimiento", e "inutilidad". Consecuentemente, para el feminismo, ser una mujer en todo el sentido de la palabra, equivale estar a la completa merced de los hombres, quienes su principal objetivo sería "subyugar" a las mujeres, mientras "se les hace creer a éstas que ellos las aman". Pero ¿por qué los hombres harían eso? el feminismo responde: "porque los hombres pueden hacerlo y ellos no tienen moral cuando se trata de sus relaciones con las mujeres. El natural cuerpo grande y musculoso de un hombre de alguna manera lo convierte en un violador monstruoso, sádico y cruel. "Todos los hombres son violadores potenciales".

Por ello, según el feminismo, una mujer nunca debe confiar en un hombre puesto que no hay modo de que él pueda ser realmente sincero con ella y todas las actitudes masculinas son arteramente distorsionadas y reinterpretadas acorde con la agenda feminista: "Si un hombre te encuentra atractiva, entonces significa que te quiere violar". "Si él quiere protegerte, entonces significa que se siente con derechos sobre tu cuerpo". "Si él dice que te ama, entonces significa que quiere poseerte y esclavizarte como su ramera sin sueldo hasta que encuentre a una ramera más joven para esclavizarla con más palabras de amor".

De este modo, si la feminidad en la mujer puede llevar a ésta a su propia desgracia, entonces la feminidad es un rasgo negativo que también debe ser combatido. Entonces la mujer debe adoptar conductas masculinas distorsionadas: ser más ruda, usar malas palabras, humillar y vejar a los hombres, especialmente a los que las cortejen, y decirles que no los necesitan para nada.

Esto provoca la emasculación psicológica de los varones. Comienza a generarse un miedo en los hombres de comportarse acorde a su naturaleza, porque la ideología de género dice que eso es inmoral y afecta negativamente a las mujeres. Entonces, el hombre debe ser "deconstruido": ser más manso, más sumiso, debe controlar sus impulsos sexuales, y si se vuelve afeminado u homosexual, mucho mejor para el feminismo.

El feminismo promueve y glorifica la promiscuidad y el sexo irresponsable, bajo la consigna de la "liberación sexual", acogida también por los movimientos homosexuales. La promiscuidad daña profundamente la psique de las mujeres y no obstante el feminismo es consciente de ello, pues para éste es necesaria la existencia de un grupo psicológicamente dañado, para enarbolar su discurso victimista y poder justificar sus acciones.

"Nuevas masculinidades"

"Si nos organizamos, los matamos a todos"

El feminismo distorsiona gravemente la imagen del hombre en nombre de las "leyes de igualdad de género", se dan los mensajes implícitos de que "el hombre es una forma de vida inferior a la mujer" y que "las mujeres no necesitan de los hombres".

El feminismo considera a la masculinidad, a la que llama "masculinidad tradicional", como algo perjudicial y negativo. La caracteriza como violenta, dominante, autoritaria, cruel y de esencia machista. Por este motivo plantea la necesidad de generar un cambio en la concepción de ésta. El feminismo promueve lo que denomina "nuevas masculinidades". Estas serían diferentes a la "masculinidad tradicional" y volverían al varón "sensible", "humano" y "empático". En cierta forma se puede decir que quieren "feminizar" lo que ellas creen que es la masculinidad, pero esencialmente resulta en el debilitamiento sistemático del varón, porque creen que sólo así las mujeres pueden competir y destacar. El feminismo repudia a la masculinidad asignándole valores negativos arbitrariamente y olvidándose sistemáticamente de valores como la valentía, la protección de la familia, la capacidad de sacrificio, la iniciativa, etc.

Antinatalismo y anti-maternidad

La mujer posee una función biológica que el varón por naturaleza no tiene: gestar vida. Su papel en la crianza de las futuras generaciones ha sido de gran valor e imprescindible desde tiempos remotos. Pero el feminismo le dice a la mujer que ese poder suyo que es la maternidad, no tiene valor, que representa una "opresión" que les "reduce a meros objetos".

El feminismo relega a un segundo plano, o incluso desprecia directamente, la maternidad, misma que es la base de la propia existencia humana. Por lo tanto, la más grave consecuencia del feminismo es que la mujer no tome conciencia de que tiene una gran e importante misión que cumplir mediante la crianza y la educación de las futuras generaciones. Sin la función natural de la mujer, la sociedad está condenada a fracasar.

Hablando en términos estrictamente reproductivos y cuantitativos, la mujer es más valiosa que el hombre porque para mantener estable la tasa de natalidad de una población se puede llegar a prescindir, incluso, de un gran número de varones pero no así de mujeres, quienes además poseen un período de vida fértil más limitado. En otras palabras, tomando en cuenta el largo período de gestación del ser humano y su poca probabilidad de tener un embarazo múltiple, para tener al menos 10 hijos en el lapso de un año se necesitan 10 mujeres fértiles, pero prácticamente se puede requerir de un solo varón para tal efecto. Por esa razón los esfuerzos genocidas en Europa y los países blancos, tal como la promoción de la miscegenación se enfocan con mayor énfasis en las mujeres que en los hombres.

Dinámicas sexuales

Las dinámicas sexuales propias de nuestra especie se han visto vulneradas al generarse un desequilibrio de poder en el que la mujer es percibida como sobrehumana y el hombre el que tiene que demostrar que es apto para merecer a la mujer y no al revés. Esto implica que si las mujeres colocan como condición excluyente que solamente aceptarán a hombres con ideas feministas, los hombres tendrían pocas posibilidades. Esto ya esta sucediendo actualmente. La paradoja de todo esto es que las mujeres heterosexuales desprecian naturalmente las características del hombre feminista, pero debido al lavado de cerebro que hace el feminismo no se dan cuenta hasta después de haber fracasado estrepitosamente en varias relaciones. A la mujer, naturalmente le gusta el hombre masculino, precisamente el tipo de hombre que el feminismo desprecia y etiqueta como "machista".

Destrucción de la familia en beneficio del capitalismo

El feminismo es una fabricación ideológica que sólo tiene sentido dentro del paradigma económico neoliberal. El feminismo dicta que las mujeres vayan en contra de sus impulsos más naturales como lo es tener hijos y formar una familia, objetivos que, de acuerdo con la psicología evolutiva, son la fuente natural de su felicidad. Los oligarcas, en cambio, determinaron que la fuente de la felicidad de las mujeres consiste en el desarrollo profesional. De este modo, ha saboteado completamente a la familia porque la mayoría de las esposas y madres han sido forzadas a entrar en el mercado laboral, favoreciendo paradójicamente los intereses económicos capitalistas a los que supuestamente el feminismo se opone, y limitando así las opciones de las que hubieran preferido ocuparse de su hogar. Además, el hecho de que las mujeres dejen en segundo plano el desarrollo de los niños y el hogar, permite que los niños sean enviados a las escuelas a edades más tempranas, ocupándose el sistema enteramente de la crianza e indoctrinación de la juventud a través de los programas escolares del marxismo cultural y de los medios masivos de comunicación y creciendo sin los valores familiares.

La autodenominada "liberación femenina" y la entrada de la mujer en el mercado laboral, también ha beneficiado a los intereses capitalistas duplicando la mano de obra y el pago de impuestos; el consumo ha crecido exponencialmente, los costes de labor y producción (por ende los precios) se han abaratado y los sueldos se han reducido a la mitad de su poder adquisitivo o más. A su vez, el sufragio femenino fue impulsado con el fin de obtener una mayor masa votante que asegure el poder político por la vía democrática.

Muchos investigadores afirman que la creación de millones de madres "trabajadoras" ha tenido un efecto desastroso en la estabilidad familiar y en el desarrollo de los niños. El resultado ha sido que muchas mujeres están ahora luchando como único sustento para ellas y sus hijos, y las que forman una familia biparental, a menudo se encuentran estresadas y debilitadas por tener que realizar el tradicional y natural trabajo de las mujeres en el hogar y trabajar ocho horas diarias fuera de él, consumiendo y dividiendo así sus esfuerzos.

Tesis ideológicas

Teoría del "patriarcado"

Véanse también: Patriarcado y Matriarcado


La tesis ideológica fundamental del feminismo es la "teoría del patriarcado" sobre la cual se apoya toda la ideología y el accionar feminista. Para ello, a la palabra "patriarcado" le asigna sus propias definiciones sesgadas en las que principalmente caracteriza a los varones como "opresores".[7][8] De esta forma el feminismo ha distorsionado el término "patriarcado" para utilizarlo como un comodín para proyectar todos los males de la humanidad:

"Sistema ... instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia".[9]
"Se trata de una estructura de opresión sobre las mujeres que pasa por su somentimiento, desvalorizándolas y relegándolas a un segundo plano. El patriarcado surge de una toma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y reproducción de las mujeres."[10]

En 1970, la judía Kate Millet, en Política sexual, teorizó sobre el patriarcado definiéndolo como "el sistema de dominación fundamental que incluye a todos los demás sistemas de opresión". Tanto Millet como Gerda Lerner (The Creation of Patriarchy. 1986), en consonancia con la teoría marxista cultural que rechaza la disciplina sociobiológica (que establece que gran parte del comportamiento social responde a necesidades de la especie), afirmaron que el patriarcado no es producto de la esencia humana o de la biología humana, sino que el origen del patriarcado es meramente histórico y cultural y, por lo tanto, puede finalizar por un proceso histórico y cultural.

Privilegio masculino

Al igual que los antiblancos hablan de la existencia de un "privilegio blanco", el movimiento anti-masculino, que es el feminismo, habla de la existencia de un "privilegio masculino" para denominar a supuestas "ventajas sociales, económicas y políticas que están disponibles para los hombres únicamente en función de su sexo". Este concepto, fabricado durante la década de 1970 y que desde entonces se ha intentado presentar como un concepto "académico" tal como el resto de conceptos de la Teoría Crítica marxista, es usado en conjunto con el concepto distorsionado de patriarcado al que definen como un "sistema de privilegios masculinos". El acceso a este privilegio dependería, según los delirios feministas, de cuán cerca coincidan con la norma "hetero-patriarcal" ideal de su sociedad. El uso de pronombres masculinos para significar un género gramatical neutro o para referirse a ambos sexos en algunos idiomas se cita a menudo como un ejemplo de la posición privilegiada dada a los hombres, lo cual resulta ridículo.

En contraposición a este absurdo concepto, se ha señalado la existencia de desventajas y discriminaciones injustas en contra del varón en asuntos tales como el servicio militar obligatorio solamente para varones, las mayores tasas de homicidio, discriminación en asuntos reproductivos, el fraude de paternidad, la custodia de los hijos, la pensión alimenticia y otras cuestiones que claramente favorecen a las mujeres sólo por ser mujeres.

Pacto patriarcal

El femininsmo ha fabricado el concepto de "pacto patriarcal" y lo define como "uno de muchísimos mecanismos que el patriarcado tiene para mantenerse y no perder su status quo", y que consiste básicamente en una burda teoría de conspiración: en "un acuerdo no hablado que se tiene entre hombres para protegerse entre ellos"; "una alianza basada en la complicidad y el silencio, donde los hombres se protegen, legitiman y excusan sus actitudes y acciones misóginas, machistas, sexistas y homofóbicas".

Por ejemplo, una falacia usada para argumentar la existencia de este supuesto pacto, consiste en decir que todas o muchas mujeres conocen a una mujer que ha sido violada, pero que pocos o ningún hombre conoce a un violador, y se concluye absurdamente que ello es porque los hombres protegen naturalmente a los violadores sólo por ser hombres, cuando una mejor explicación podría ser simplemente porque los violadores no suelen confesar su delito a otras personas. Este razonamiento falaz equivale a decir que porque muchos hombres conocen a un hombre que ha sido víctima de infidelidad y ninguna o pocas mujeres conocen a una mujer que ha sido infiel, entonces las mujeres tienen un pacto secreto implícito para proteger a las mujeres infieles por ser mujeres.

La cultura de la violación

Según la delirante tesis feminista, los hombres han creado un sistema (el patriarcado) que facilita el abuso sexual hacia la mujer y culpa a la víctima, lo que dominan "cultura de la violación". Un claro ejemplo de lo que implica la teoría conspirativa de la cultura de la violación puede observarse en las típicas frases feministas "todos los hombres son violadores potenciales" o "hay que enseñar a los hombres a no violar", como si los hombres fuesen naturalmente violadores y fuera necesario apagar esa compulsión abusadora mediante la educación.

Violencia de género


El feminismo ha fabricado el concepto de "violencia de género". Este término genera confusión debido a la incogruencia entre su etiqueta y la definición que se le da a ésta.

Muchas personas equivocadamente creen que el término "violencia de género" tiene la intención de referirse a la violencia "sexista" de una persona hacia otra indistintamente de su sexo. Esta creencia es errónea. El feminismo ha diseñado el término "violencia de género" y lo ha definido como: "la violencia ejercida por el varón hacia la mujer por el hecho de ser mujer".

El feminismo no denuncia la violencia sexista en general, sino únicamente la violencia ejercida contra una mujer por un hombre. De este modo, la violencia documentada de mujeres contra hombres es negada por el feminismo o bien es interpretada como "respuesta a la violencia del hombre".

Por otro lado, ni siquiera es necesario que la violencia sea motivada "por causas de género", todos los casos de violencia de un varón contra una mujer son etiquetados como "violencia de género".

Feminicidio

Artículo principal: Feminicidio


Grafiti feminista en el que se lee: "Mata a tu papá y a tu novio y a tu hermano". No se han documentado expresiones de este tipo contra las mujeres, sin embargo las expresiones de odio contra varones son comunes entre las feministas.

El feminismo ha fabricado el concepto ideológico de "feminicidio" definiéndolo como "el asesinato de mujeres a manos de hombres sólo por el hecho de ser mujeres", y por lo tanto, se ha enmarcado como un crimen de odio. De ese modo, el término fue acuñado deliberadamente para implicar un componente esencial de "odio de los hombres contra las mujeres" y que, según argumenta la ideología, tal actitud proviene de presuntos "patrones culturales de subordinación, inferioridad y opresión de las mujeres" o bien de una presunta "estructura sistemática de violencia de género".

En este sentido, el uso del término y su tipificación presupone la existencia de dichos "patrones y estructuras" por los que los varones son culpabilizados.

Bajo un análisis jurídico, el concepto del feminicidio resulta erróneo pues no existen casos concretos, fuera del marco de ciertos asesinos seriales psicópatas, en los que los asesinatos de mujeres tengan tal motivación. La tipificación real del delito al que comúnmente se refiere el término es la de homicidio agravado.

No existen pruebas psicológicas que sustenten científicamente que un hombre mate a una mujer por ser mujer. La realidad es que no se están matando a las mujeres por ser mujeres, no existen grupos de odio contra las mujeres, contrariamente, es el feminismo el que representa a una serie de grupos de odio contra los hombres y el que ha utilizado el discurso de odio en el que se han manifestado incitaciones explícitas al asesinato de varones, el ejemplo más famoso de ello es el Manifiesto SCUM (1967) de la feminista Valerie Solanas donde propone exterminar a los hombres.

El concepto de feminicidio, que carece de bases jurídicas y científicas, es nocivo tanto para hombres como para mujeres, pues al presuponer jurídicamente una motivación concreta para el asesinato de una mujer, se termina obstaculizando las investigaciones que puedan determinar los verdaderos motivos psicológicos o sociológicos que hay detrás del asesinato de mujeres y así tener la posibilidad de luchar contra las verdaderas raíces del problema. De forma que si bien hay feministas que pueden incluso tener la buena intención de buscar generar políticas públicas efectivas que detengan los asesinatos de mujeres, su sesgo ideológico parte de premisas totalmente falsas y genera más injusticias y desigualdad de hombres y mujeres ante la ley.

El concepto está, además, intencionalmente dirigido para generar la ilusión de que existe una guerra o enemistad entre hombres y mujeres ("lucha de clases sexuales"), obedeciendo al viejo principio de la política que dice "divide y vencerás", en el que el que fragmenta a la sociedad posee el control de las partes fragmentadas.

Feminismo y pederastia

Feministas simulando a la Virgen María abortando.

Tomado de El feminismo y su vínculo con la pedofilia, por Agustín Laje.

En el marco deconstructivo de la tercera ola feminista, las demandas feministas ya no responden estrictamente a la mujer, pues la categoría de "mujer" se deconstruye. ¿A quién responde entonces el feminismo? Pues a todas aquellas demandas que desde el terreno de la sexualidad vayan a contrapelo de la institución familiar que, presuntamente, sería un pilar fundamental del "orden capitalista". De nuevo, el marxismo, como en la teorización de Friedrich Engels, pero esta vez cultural, como en el "feminismo socialista" del judío Herbert Marcuse.

La teoría para las feministas es imprescindible para la praxis. Son las teóricas, después de todo, las que han ido orientando el devenir del feminismo, y son sus obras precisamente las que permiten distinguir los puntos de inflexión de las olas feministas. De tal suerte que recurrir a las más importantes ideólogas feministas es la tarea central que ha de llevarse a cabo para desentrañar la ideología en cuestión.

La célebre feminista judía Shulamith Firestone explica que el proceso de destrucción de la familia no se puede dar de un momento a otro, sino que conlleva cambios paulatinos (Ventana Overton), y que involucran la pedofilia. Firestone los describe de esta forma:

Después de muchas generaciones de vida no-familiar, nuestras estructuras psicosexuales podrán alterarse tan radicalmente que la pareja monógama se volvería obsoleta. Sólo podemos adivinar lo que podría reemplazarla: ¿quizás matrimonios por grupos, grupos maritales transexuales los cuales también involucran niños mayores? No lo sabemos.[11]

El proyecto de Firestone es lograr una sociedad marxista donde la familia sea reemplazada por household, una especie de hogar formado por personas que no guardan vínculo sanguíneo. Aquí, después de "unas pocas generaciones", se logrará que "las relaciones entre personas de edades muy dispares se conviertan en algo común".[12]

si el niño puede elegir relacionarse sexualmente con los adultos, incluso si él debe escoger su propia madre genética, no habría razones a priori para que ella rechace los avances sexuales, debido a que el tabú del incesto habría perdido su función. (…) Las relaciones con niños incluirían tanto sexo genital como el niño sea capaz de recibir -probablemente considerablemente más de lo que ahora creemos-, porque el sexo genital ya no sería el foco central de la relación, pues la falta de orgasmo no presentaría un problema grave. El tabú de las relaciones adulto/niño y homosexuales desaparecerían.[13]

Sin embargo, y pretendiendo moderarse, Firestone dice que las relaciones pedófilas tendrían dos límites: por un lado, el límite del consentimiento del niño, y el límite corporal por el otro. De modo que si un hombre adulto desea tener relaciones sexuales con una niña o niño de cuatro años por ejemplo, sólo debe lograr su consentimiento y comprobar que las dimensiones de su vagina o ano sean penetrables. La falacia que usa Firestone para legitimar la pedofilia es muy evidente: pone par a par la capacidad de elección de un niño respecto de la de un adulto, como si ambos dispusieran de mismas cuotas de poder.

Como queda claro, Firestone otorga gran significancia a la legitimación de la pedofilia como parte de la revolución marxista a la que ella busca servir. Pero no es la suya una opinión aislada dentro del feminismo de los 70: también la reconocida teórica Kate Millet ha escrito que los niños deberían:

expresarse a sí mismos sexualmente, probablemente entre ellos en un principio, pero también con adultos.[14]

Y a la cuestión de la pedofilia, las teóricas feministas suman también la reivindicación del incesto. Firestone, por ejemplo, recomienda que, a fin de que los niños no crezcan "reprimidos sexualmente", sean los padres quienes los inicien en su vida sexual. De hecho, recomienda que la primera felación del niño sea practicada por su propia madre. Aquí queda patente el determinante objetivo de destruir todo vínculo familiar promoviendo relaciones sexuales entre adultos y niños, y entre padres e hijos. Firestone sabe, a partir del judío Sigmund Freud, la importancia que tiene para la cultura la represión del erotismo que presuntamente sentiría el niño respecto de su madre; y probablemente sepa también, a partir del judío Claude Lévi-Strauss, el papel que en la cultura de toda sociedad humana juega la prohibición del incesto. En efecto, no hay forma más efectiva de destruir la cultura y la familia que haciendo de la pedofilia y el incesto conductas aprobables; de los 70 a esta parte, el feminismo radical traerá, a veces más explícitamente, otras más implícitamente, estas reivindicaciones sexuales dentro de su agenda.

La deconstrucción del sexo que trajo el feminismo con su tercera ola es compatible con una deconstrucción de la categoría "edad". ¿Si el sexo es un dato cultural y no natural, por qué habríamos de suponer que la edad es un dato natural y no cultural? Estas suposiciones no son exclusivas de la década del 70, sino que nos acompañan hasta hoy, de la mano de muchas ideólogas del feminismo queer, como el caso de la judía Judith Butler, quien promueve una "multiplicidad de deseos" que incluyen la pedofilia y el incesto,[15] y como el caso de Diana Torres, quien en su libro Pornoterrorismo anota: "Nunca me he acostado con un menor (salvo cuando yo también lo era) y no sé desde mi experiencia cómo se debe sentir, quizás no suceda nada malo si la mente del adulto está lo suficientemente sana o si la del menor es lo suficientemente despierta como para canalizar las sensaciones”. [16]

Las autoras y los textos mencionados no son marginales sino, más bien, todo lo contrario: se trata de nombres de la mayor relevancia para el pensamiento feminista contemporáneo. A su vez, estas mismas autoras suelen ubicarse mucho más allá de las reivindicaciones que alguna vez tuvo el feminismo, cuando en lugar de reclamar derechos a la pedofilia, peticionaba derechos civiles y políticos.

Es interesante constatar, además, que existen reconocidos militantes y teóricos del feminismo que han sido involucrados e incluso condenados por relacionarse sexualmente con menores, como es el caso de Jorge Corsi.

El correlato en la práctica está a la vista: relevantes organizaciones feministas apoyan políticamente la legalización de la pedofilia, como es el caso de la Asociación Feminista Holandesa, la cual ha firmado peticiones públicas en este sentido. Gran cantidad de organizaciones feministas tienen estrechos vínculos con la NAMBLA (North American Man/Boy Love Association) y con el IPCE (International Pedophile and Child Emancipation). A nivel de referentes en el activismo feminista, sobresalen los casos de Pat Califia, Camille Paglia, Katharina Rutschky, Luisa Velázquez Herrera y Gisela Bleibtreu-Ehrenberg, todas ellas importantes cuadros feministas que articulan sus demandas con la pedofilia.

Agentes

Lista de feministas judíos

El feminismo como un shit test colectivo para Occidente

En la teoría del juego de relaciones personales, se conoce vulgarmente como shit tests (en inglés "prueba de mierda") a una serie de pruebas psicológicas de congruencia que las mujeres, de forma inconsciente, realizan a los hombres que las pretenden con el fin de probar su valía y estatus social al juzgar su reacción o respuesta y de este modo aprobarlo como hombre alfa si pasa la prueba, o rechazarlo como beta si no pasa.[17]

Algunos han comparado al feminismo como un gigantesco shit test colectivo para los hombres en Occidente.

Las feministas hablan sobre el "malvado patriarcado", sobre la "opresión masculina", sobre cómo los hombres son estas criaturas malvadas que les están haciendo todo tipo de cosas, pero cuando se trata de musulmanes, ellas aceptan sus costumbres machistas: usan el hijab, se vuelven dóciles y sumisas, y cuando alguien critica al islam, las feministas son las primeras en llamarle "islamofóbico", "racista", "intolerante".

Mientras Occidente ha aceptado el discurso feminista cayendo en la trampa de forma que los hombres occidentales terminan por complacerlas y les permiten hacer lo que quieran, los musulmanes no se tragan este discurso. De este modo, se concluye que Occidente se ha convertido en sí mismo en un "hombre beta colectivo" que el feminismo implacablemente pone a prueba, mientras que el islam se encarna como el "macho alfa" con el que las feministas desean acostarse, por lo que ellas hacen lo que sea necesario para complacer a ese macho alfa. El feminismo se sale de su camino para disculpar todas las cosas que hace el islam, como por ejemplo la violación de mujeres y niños en Colonia a finales del año 2015,[18] En cambio, si el hombre blanco occidental hace la más mínima cosa que a las feministas no les guste (como sentarse con las piernas abiertas o tocarse la barba), entonces hablan de "racismo", "machismo", "intolerancia", "patriarcado".

Referencias

  1. Feminismi on ihmeellistä
  2. Crítica al feminismo
  3. Friedrich Engels, The Origin of the Family, Property and the State, International Publishers, New York, 1972, pp. 65-66
  4. El falso feminismo perjudica a la familia.
  5. El falso feminismo ha llegado para quedarse.
  6. Ver por ejemplo lo que dice el Corán 4:34: "Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres porque Alá ha hecho que uno sea superior a la otra, y porque gastan su riqueza para mantenerlas. Las buenas mujeres son obedientes. Cubren sus partes invisibles porque Alá las ha protegido. En cuanto a aquellas de quienes temes desobediencia, amonéstalas y envíalas a camas separadas y golpéalas".
  7. Kate Millet, Sexual Politics. 1970.
  8. Gerda Lerner, The Creation of Patriarchy. 1986.
  9. "Diccionario de estudios de Género y Feminismos". Editorial Biblos 2008.
  10. Asamblea Transfeminista Unizar (Universidad de Zaragoza, España)
  11. Firestone, Shulamith. The dialectic of sex. The case feminist revolution. New York, Bantam Book, 1971, p. 229.
  12. Firestone, Shulamith. Ob. Cit., p. 233
  13. Firestone, Shulamith. Ob. Cit., p. 240
  14. Citado en Serrano, Francisco. La dictadura de género. Una amenaza contra la Justicia y la Igualdad. España, Almuzara, 2012, p. 55.
  15. Butler, Judith. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona, Paidós, 2007, p. 265.
  16. Torres, Diana. Pornoterrorismo. Tafalla, Editorial Txalaparta, 2011, pp. 100-102.
  17. Wiktionary: Shit test
  18. EcoDiario.es: Acoso, robos y violación en Nochevieja: así hostigaron mil hombres a decenas de mujeres en Colonia

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