Sigmund Freud

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Sigmund Freud

Sigismund Schlomo Freud, mejor conocido como Sigmund Freud (6 de mayo de 1856, en Příbor, Moravia, Imperio austríaco (actualmente República Checa) - 23 de septiembre de 1939, en Londres, Inglaterra, Reino Unido) fue un médico, psicólogo e ideólogo supremacista judío, creador de la pseudociencia conocida como psicoanálisis.

Freud introdujo ideas psicológicas de degradación de la familia y deshumanización de la sexualidad de los no-judíos, postulando al deseo sexual como el principal motor de motivación de toda la conducta humana.

Las ideas de Freud sirvieron de base para la llamada "liberación sexual" impulsada por la "Teoría Crítica" de la Escuela de Frankfurt, en una síntesis teórica de las ideas de Marx y Freud desarrollada principalmente por autores judíos marxistas como Herbert Marcuse, Erich Fromm, Wilhelm Reich y Magnus Hirschfeld.

Toda la vida de Freud, con la excepción de sus tres primeros años, transcurrió en la ciudad de Viena. Sin embargo, en 1938, tras la anexión de Austria por parte de la Alemania nacionalsocialista, Freud fue considerado enemigo del Tercer Reich debido a la naturaleza subversiva de su obra, siendo además judío, por lo que sus libros fueron quemados públicamente. Salió del país y se instaló en Londres. Ya en Inglaterra, debido a un cáncer de mandíbula, Freud murió después de serle suministradas tres inyecciones de morfina por voluntad propia.

Pensamiento

Freud desarrolló por un lado, una teoría de la mente y de la conducta humana, y por otro, una técnica terapéutica para tratar a personas con afecciones psíquicas. Freud no amplió los conocimientos sobre sexualidad (que tenían antecedentes en la psiquiatría y la filosofía de autores como Schopenhauer); sino que Freud "neurotizó" la sexualidad al relacionarla con conceptos como el incesto, la perversión y los trastornos mentales.

Inconsciente y represión

La contribución más significativa, y quizás la más valiosa, que Freud hizo a la psicología es intentar darle al concepto de lo inconsciente (que tomó de Eduard von Hartmann, Schopenhauer y Nietzsche) un estatus científico. Los conceptos de 'inconsciente', 'deseo inconsciente' y 'represión' fueron tomadas por las escuelas psicológicas posteriores y proponían una mente dividida en capas o niveles, dominada en cierta medida por una voluntad primitiva más allá de la esfera consciente y que se manifiesta en producciones tales como 'chistes', 'lapsus', 'actos fallidos', 'sueños' y 'síntomas'.

En su obra más conocida, La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900), Freud explica el argumento para postular el nuevo modelo del inconsciente y desarrolla un método para conseguir el acceso al mismo, tomando elementos de sus experiencias previas. Como parte de su teoría, Freud postula también la existencia de un preconsciente, que describe como la capa entre el consciente y el inconsciente (el término subconsciente es utilizado popularmente, pero no forma parte de la terminología psicoanalítica). La represión, por su parte, tiene gran importancia en el conocimiento de lo inconsciente. De acuerdo con Freud, las personas experimentan a menudo pensamientos y sentimientos que son tan dolorosos que no pueden soportarlos. Freud se refiere a esta idea a lo largo de toda su obra, principalmente en sus Trabajos sobre metapsicología. Estos pensamientos y sentimientos (al igual que los recuerdos asociados a ellos) no pueden, según sostuvo, ser expulsados de la mente, pero sí pueden ser expulsados del consciente para formar parte del inconsciente, manteniendo lo reprimido su efectividad psíquica y retornando en forma de alguna de sus producciones.

Aunque a lo largo de su carrera Freud intentó encontrar patrones de represión entre sus pacientes que derivasen en un modelo general para la mente, observó que sus distintos pacientes reprimían hechos diferentes. Advirtió, además, que el proceso de la represión es en sí mismo un acto no consciente (es decir, no ocurriría a través de la intención de los pensamientos o sentimientos conscientes).

Ello, Yo y Superyó

Freud propuso una estructura de la mente dividida en tres partes: el Ello, el Yo y el Superyó:

  • El 'Ello' representa las pulsiones o impulsos primigenios y constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Contiene nuestros deseos de gratificación más primitivos.
  • El 'Superyó', es la parte que contrarresta al Ello y representa los pensamientos morales y éticos.
  • El 'Yo' permanece entre ambos, y actúa mediando entre nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. No es sinónimo de la consciencia (existen partes del Yo que son inconscientes). Un Yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que represente el mejor compromiso entre los deseos y mociones pulsionales del Ello y las demandas restrictivas o punitivas provenientes del Superyó.

Eros y Tánatos

Freud estaba especialmente interesado en la dinámica de estas tres partes de la mente. Argumentó que esa relación está influenciada por factores o energías innatos, que llamó pulsiones. Describió dos pulsiones antagónicas:

  • Eros o pulsión de vida, una pulsión sexual tendente a la preservación de la vida.
  • Tánatos o pulsión de muerte. Esta última representa una moción agresiva, aunque a veces se resuelve en una pulsión que nos induce a volver a un estado de calma, Principio de nirvana o no existencia, que basó en sus estudios sobre protozoos (Más allá del principio de placer).

Sexualidad infantil perversa polimorfa

Una de las ideas centrales, controvertidas y rechazadas del pensamiento freudiano es la que sostiene que la libido o energía psíquica, es exclusivamente sexual y que madura en los individuos por medio del cambio de su objeto. Argumentó que la sexualidad infantil es "polimórficamente perversa", en el sentido de que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. El término «perversión» dentro del marco teórico freudiano se refiere a cualquier práctica sexual que se "desvíe" o aparte del objetivo de la reproducción. Conforme las personas van desarrollándose, van fijándose sobre diferentes objetos específicos en distintas fases:

  • Fase oral, ejemplificada por el placer de los bebés en la lactancia.
  • Fase anal, ejemplificada por el placer de los niños al controlar sus esfínteres.
  • Fase fálica. Propuso entonces que llega un momento en que los niños pasan a una fase donde se fijan en el progenitor de sexo opuesto (complejo de Edipo) y desarrolló un modelo que explica la forma en que encaja este patrón en el desarrollo de la dinámica de la mente. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte Yo y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones.
  • Período de latencia, período en que se desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección.
  • Fase genital, surge en la adolescencia cuando maduran los órganos genitales. Hay un surgimiento de los deseos sexuales y agresivos.

Subversión contra los valores europeos

Desde la Gran Depresión, la psicología académica comenzó a desestimar la influencia de la herencia genética y a atribuir casi todos los modelos de conducta individual y capacidad mental humanas al condicionamiento del entorno. Pretende que el entorno, más que la herencia, es realmente la fuente de todas las diferencias mentales y de comportamiento entre los individuos así como entre los grupos raciales humanos. Las teorías de Freud y sus discípulos, no sólo atacaron los principios de la raza, sino que llevaron a cabo un ataque frontal contra los valores espirituales y morales de la civilización europea. Freud sugería que la moralidad sexual europea era la causa de enfermedades mentales en gran escala. Incesantemente minó los conceptos de fidelidad sexual y los fundamentos del matrimonio. En 1915 afirmó:

La moralidad sexual -tal como la sociedad, en su forma más extrema, la define- me parece muy despreciable. Yo propongo una vida sexual incomparablemente más libre[1]

Freud contribuyó a la destrucción de la familia con su respaldo a la supuesta liberación de la promiscuidad sexual. Una de las más arraigadas características de Occidente ha sido siempre la importancia dada al parentesco, contrariamente al Tercer Mundo. Freud y sus proveedores judíos de psicoanálisis enfrentaron al sexo con el amor y justificaron la destrucción de la unidad familiar con pretextos tales como una gratificación sexual satisfactoria (Ver: Matriarcado).

Supremacismo judío

En Moisés y el Monoteísmo (1929) Freud promocionaba la supremacía espiritual del pueblo judío:

El pueblo, feliz en su convicción de poseer la verdad, saturado por la consciencia de ser el Elegido, llegó a valorar altamente todos los progresos intelectuales y éticos. La religión cristiana no llegó a las cimas de la espiritualidad que había alcanzado la religión judía.

Así como los comunistas judíos hicieron la guerra contra los zares de Rusia, los freudianos llevaron a cabo una guerra contra la cultura occidental. Kevin McDonald, en su clásico estudio del etnocentrismo judío Un Pueblo que Vivirá Aparte, observa que el Tótem y Tabú de Freud pone de manifiesto su papel en la guerra cultural contra los gentiles:

Las especulaciones de Freud tenían claramente un programa. Más que proporcionar especulaciones que reafirmaran las bases morales e intelectuales de la cultura de su tiempo, sus especulaciones eran una parte integral de su guerra contra la cultura gentil, hasta el punto de que consideraba Tótem y Tabú como una victoria sobre Roma y la Iglesia Católica...

Freud se recreaba en lo que él veía como su guerra contra la Cristiandad, que comparaba con el Imperio Romano, y sugería que él era como su ídolo semita Aníbal y su misión era saquear Roma.

Aníbal... había sido el héroe favorito de mis días escolares... Empecé a comprender por primera vez lo que era pertenecer a una raza ajena... la figura del general semítico llegó al más alto nivel en mi estima. Para mi mentalidad juvenil, Aníbal y Roma simbolizaban el conflicto entre la tenacidad del judaísmo y la organización de la Iglesia Católica.
—Sigmund Freud, The Interpretation of Dreams.

Freud deja muy claro su punto de vista supremacista judío en una carta a una mujer judía que quería concebir un bebé con un gentil para saltar la brecha en psicoanálisis. Sus palabras fueron:

Debo confesar... que su fantasía sobre el nacimiento del Salvador en una unión mixta no me gusta en absoluto. El Señor, en ese período antijudío, le hizo nacer en la superior raza judía. Pero yo sé que eso son prejuicios míos.[2]

Un año más tarde, la misma mujer parió un niño, engendrado por un miembro de la "superior raza judía". Freud respondió:

Yo estoy, como usted sabe, totalmente curado de mi predilección por la causa aria, y me gustaría creer que el bebé llegará a ser un ardiente sionista. En todo caso, que sea moreno, no más pelirrubios. ¡Acabemos con todas esas quimeras!


No felicitaré a Jung en Múnich, como usted sabe perfectamente... Nosotros somos y continuaremos siendo judíos. Los demás sólo nos explotarán y nunca nos comprenderán ni apreciarán.[2]

De esta manera, Freud se muestra como un extremista anti-gentil y supremacista judío, pero ninguna de las biografías y textos populares sobre Freud mencionan estos hechos. En Moisés y Monoteísmo, Freud describe el antisemitismo como una enfermedad mental provocada por la envidia ante la superioridad de los judíos.

En la cubierta de un navío que se dirigía a los Estados Unidos, Freud comentó a sus amigos que "el pueblo estadounidense cree que les estamos llevando una panacea, pero en vez de ello les estamos llevando una plaga".[3]

Referencias

  1. Gay, P. (1988) Freud: A Life For Our Time. Nueva York: W.W. Norton.
  2. 2,0 2,1 Yerushalmi, Y.H. (1991) Freud's Moses: Judaism Terminable and Interminable. New Haven, Yale University Press. p. 45.
  3. Mannonni, O. (1971). Freud. Trad. por K. Jones. Nueva York: Vintage p. 114-117.

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