Cosmoteísmo III: Sobre la sociedad
Sobre la sociedad (On Society, 1984) es el tercer y último de los tres ensayos en los que el Dr. William Pierce expone los fundamentos del cosmoteísmo.
I
Las instituciones sociales humanas, como todas las demás cosas, son del Todo, y no pueden ser perfectas mientras la autorrealización del Todo permanezca incompleta. Como hombres y como todas las demás cosas creadas por hombres, solo pueden servir al Propósito Único de manera imperfecta.
Mientras los hombres carezcan de consciencia, su sociedad reflejará su ceguera y sus titubeos; su servicio fracasará; incluso puede convertirse en un instrumento de retroceso, contraviniendo el Propósito del Creador.
Pero cuando los hombres despierten, su sociedad deberá reflejar su consciencia y su verdadera razón; deberá convertirse en un instrumento de progreso; deberá manifestar en su estructura y en sus instituciones el impulso hacia el Propósito Único.
¿Cómo, entonces, deberían los hombres que han despertado constituir su sociedad para que sirva mejor al Propósito del Creador? ¿Cómo deberían gobernar su comunidad, que es la Comunidad Cosmoteísta? ¿Cuáles deberían ser las formas y funciones de sus instituciones?
Sabemos que los hombres que son miembros de la Comunidad deben mantener su linaje puro, aumentar su número y hacer seguro todo lugar donde habitan para estos propósitos; deben esforzarse por el conocimiento, la consciencia, la disciplina y el servicio; deben juzgarse a sí mismos por sus cualidades y ordenarse en consecuencia; y deben elevar el valor de su linaje de generación en generación. (Véase Sobre los Seres Vivos y El Sendero).
Estas cuatro preocupaciones del hombre —supervivencia, esfuerzo recto, orden y progreso— son los determinantes propios de las instituciones sociales humanas. En consecuencia, la sociedad tiene cuatro funciones propias: defensa de la Comunidad y del linaje en el que se basa; guía del esfuerzo de sus miembros; organización de la Comunidad para el mantenimiento del orden y la consecución efectiva de su Propósito; y elevación del valor del linaje de la Comunidad.
II
La Comunidad se defiende a sí misma y al linaje en el que se basa proporcionando medios colectivos para contrarrestar los numerosos peligros que el hombre individual no puede afrontar por sí solo.
La Comunidad debe proteger la pureza y salubridad del aire que respiran y del agua que beben. Debe preocuparse por la calidad de los alimentos que consumen. Debe estar alerta ante cualquier amenaza a la salud y el bienestar físico de los hombres, y debe contar con los medios para evitar que alguien contamine el aire, el agua o la tierra, ya sea por codicia, malicia, negligencia o ignorancia.
La Comunidad también debe contar con los medios para promover aquellos factores en la vida de las personas que conducen a cuerpos más sanos, fuertes y hermosos; fomentar la salud es defenderse de la enfermedad.
La vigilancia contra el hambre y la enfermedad, la conservación de los recursos comunes de los que depende la supervivencia o el bienestar de la Comunidad y su población, y la protección armada de la Comunidad contra quienes la perjudiquen son elementos necesarios de la función defensiva de la sociedad.
Asimismo, son necesarios los elementos relacionados con la defensa contra la corrupción del espíritu humano, pues la supervivencia no depende únicamente del aspecto físico de la vida humana: así como la defensa de la salud y el bienestar físico de la Comunidad es una función social propia, también lo es la defensa de su salud y bienestar espiritual.
Por lo tanto, es apropiado que la Comunidad emplee todos los medios necesarios para excluir a quienes promueven doctrinas que buscan que las personas actúen en contra del Propósito del Creador, y que se oponga diligentemente a todas las influencias que corrompen el espíritu humano y lo desvían del Camino de la Vida.
Si un hombre enseña a otros que la mezcla de cepas es permisible, que todos los hombres tienen el mismo valor o que la vida humana no tiene propósito, la Comunidad lo declarará proscrito y lo expulsará.
Y, independientemente de si un hombre enseña falsedades o no, si su comportamiento o estilo de vida es tal que desvía a otros del camino o debilita el orden de la Comunidad, no podrá permanecer en ella. Pues es función propia de la sociedad proteger a la Comunidad tanto de la indisciplina como de la falsedad.
III
La Comunidad guía a sus miembros en su búsqueda del conocimiento, la consciencia, la disciplina y el servicio, proporcionando un marco social e instituciones dentro de las cuales cada persona aprende, crece y se convierte en un agente eficaz del Propósito del Creador. Estas instituciones lo apoyan y lo guían; le proporcionan tanto la necesidad como los medios.
El conocimiento de los hombres no proviene solo de sus esfuerzos individuales, sino del esfuerzo colectivo de la raza a lo largo de las generaciones. La Comunidad debe preservar el conocimiento adquirido en cada generación y convertirlo en la base para el progreso de la siguiente; debe impartir a sus miembros el conocimiento adquirido por generaciones pasadas; y debe facilitar la adquisición de nuevos conocimientos para legar a las generaciones futuras.
La Comunidad debe proporcionar un marco que fomente y recompense la erudición, y debe proporcionar las instituciones —bibliotecas, escuelas y laboratorios— donde los académicos puedan buscar el conocimiento eficazmente.
La Comunidad debe preocuparse por la difusión del conocimiento tanto fuera como dentro de sus escuelas. Las costumbres y prácticas de la Comunidad, sus celebraciones y festivales, sus canciones y rituales, todo el trabajo y la recreación de sus miembros deben impartir conocimiento de identidad, de misión y de medios.
Por encima de todo, la Comunidad debe orientar la adquisición de conocimiento; pues no es el mero conocimiento en sí lo que sus miembros buscan: es el conocimiento que conduce a la comprensión, el conocimiento que complementa la conciencia, el conocimiento que propicia el servicio al Propósito Único. La Comunidad debe garantizar que los esfuerzos de quienes buscan conocimiento sean intencionados y coordinados; que cada miembro sea consciente de la dirección de la Comunidad y de su objetivo en su búsqueda de conocimiento, para que lo que obtenga sea el beneficio de la Comunidad.
Sin embargo, quienes la Comunidad ha encomendado supervisar la guía de sus miembros deben ser siempre conscientes de que el camino hacia el conocimiento presenta muchos giros inesperados. Por lo tanto, la sabiduría consiste en evitar la estrechez de miras y estar siempre dispuestos a aceptar nuevos caminos hacia la meta, si fueran mejores.
La consciencia y la disciplina, al igual que el conocimiento, se adquieren mejor con guía que sin ella, y la Comunidad también debe brindar esta guía a través de sus instituciones.
Muchas de las mismas instituciones que guían a los miembros de la Comunidad en su búsqueda del conocimiento también guiarán el despertar de su consciencia y el desarrollo de su autocontrol. Las escuelas deben impartir consciencia junto con el conocimiento, y deben impartir ambas de una manera que capacite a los estudiantes que despiertan en el autodominio.
Los festivales y rituales, asimismo, deben despertar la conciencia y exigir autodisciplina a los celebrantes: en la práctica del canto y la recitación; en la demostración de gracia, habilidad y fuerza. La Comunidad debe enorgullecerse del autodominio de sus miembros y de sus logros, valorándolos tanto que todos se esforzarán con ahínco por alcanzarlos.
El servicio, por encima de todo, requiere guía, para que el servicio de cada miembro de la Comunidad complemente y fortalezca el de los demás. La Comunidad misma es un instrumento de servicio; el desempeño del servicio es su razón de ser, y cada institución debe manifestar esa razón.
La Comunidad, por lo tanto, debe tener orden y estructura: cada miembro tiene su lugar en la Comunidad, cada lugar cumple su propósito, y el propósito de cada lugar está comprendido por el Propósito Único. Cada miembro de la Comunidad sirve según sus cualidades: uno a su manera, otro a la suya —y es bueno que haya muchas maneras—. Pero cada manera tiene una guía; cada miembro acepta la guía de la Comunidad en el desempeño de su servicio.
IV
La Comunidad no es simplemente la suma de sus miembros, sus instituciones y sus bienes materiales; es una organización, y su capacidad para prestar sus servicios depende de la coordinación eficaz de sus componentes.
Sin orden, es decir, la distribución de los miembros según sus cualidades, la Comunidad es incoherente y no puede progresar.
Sin estructura, es decir, el conjunto de normas que definen las relaciones entre sus miembros y rigen sus instituciones, la Comunidad carece de fuerza y fracasará.
Las cualidades de los hombres y las mujeres crecen desde dentro; pero el desarrollo de estas cualidades se rige tanto desde dentro como desde fuera. La Comunidad rige el crecimiento desde fuera y juzga las cualidades según sus propios criterios.
Algunas cualidades se manifiestan incluso en un bebé. Estas incluyen la belleza, la fuerza, el vigor y la fidelidad a las normas físicas de la estirpe. Otras cualidades —la inteligencia y la disposición— se manifiestan en el niño en crecimiento; y algunas se hacen visibles solo en la madurez, cuando la mente y el carácter del hombre o la mujer se han desarrollado durante muchos años y se han demostrado en los logros y en el servicio.
La Comunidad debe juzgar todas estas cualidades a lo largo de la vida de cada miembro y actuar conforme a su juicio de tal manera que el orden en la Comunidad sirva mejor al Propósito del Creador. Debe juzgar al infante y decidir si su futuro reside en la Comunidad; debe juzgar al niño y educarlo según su capacidad; y debe juzgar al adulto para que sea apto para su tarea y su posición.
En toda sociedad, los hombres se clasifican, en rangos altos o bajos: algunos por su riqueza, otros por su edad, otros por el favor de la multitud, otros por las cualidades de sus amigos o socios, otros por sus habilidades mentales o físicas. Pero la Comunidad se distingue de otras sociedades: sus miembros alcanzan sus rangos y ascienden de uno a otro únicamente en función de su valor en el desempeño del servicio comunitario.
En cada aspecto del servicio comunitario, quienes ocupan un rango alto guían a quienes tienen un rango inferior, y estos últimos corresponden a la guía. La autoridad para guiar es otorgada por la Comunidad a aquellos cuyas cualidades, manifestadas en sus logros y servicios previos, garantizan que la autoridad servirá eficazmente al propósito de la Comunidad, y se otorga en una medida que corresponde a la garantía otorgada. Con cada concesión de autoridad, se impone un grado correspondiente de responsabilidad.
Y estas son las cuatro instituciones esenciales de la Comunidad: la familia, la academia, el cuerpo de guardianes y la jerarquía.
La familia es la institución mediante la cual la Comunidad se regenera. Para la Comunidad, el nombre de la institución tiene un significado especial. Otros pueden llamar "familia" a un hombre y una mujer que viven juntos y que han superado la edad fértil, o pueden usar el nombre para designar a un grupo más amplio, que incluye a los abuelos y otras personas relacionadas. Pero por "familia" nos referimos a un hombre y una mujer unidos por la Comunidad específicamente con el propósito de engendrar y criar hijos, y a los hijos así engendrados hasta que alcancen la edad adulta.
Sobre cada familia así definida, la Comunidad ejerce su autoridad: juzga a los hijos de cada familia; limita su número cuando esto sirve al propósito de la Comunidad; y establece el modelo para su crianza.
La Comunidad actúa así para asegurar que el valor de su acervo aumente de generación en generación, y exige a cada hombre y a cada mujer unidos en una familia que tengan siempre presente este propósito y se gobiernen en consecuencia.
La Comunidad honra a cada hombre que es padre y a cada mujer que es madre, y a la familia en la que ambos se unen, en una medida que corresponde al valor de los hijos que engendran. Y este valor se mide tanto por las cualidades inherentes a los niños al nacer como por el desarrollo y fortalecimiento de sus cualidades mediante una crianza adecuada.
La academia es la institución mediante la cual la Comunidad educa a sus miembros a lo largo de sus vidas.
En la academia, los niños de la Comunidad reciben una formación uniforme en lengua, historia, música y demás elementos de su herencia cultural; se les concientiza de la base espiritual de su existencia y de la Verdad Cosmoteísta; y comienzan el proceso vitalicio de construir su voluntad y carácter mediante la disciplina.
En la academia, los jóvenes de la Comunidad reciben la formación necesaria para prepararlos para su trabajo en la Comunidad, de acuerdo con sus cualidades.
Y en la academia, los miembros adultos de la Comunidad que sirven como académicos continúan su labor.
El cuerpo de guardianes es la institución mediante la cual la Comunidad se defiende de sus enemigos, tanto internos como externos: de aquellos que quieran dañar cualquiera de los elementos de los que depende la vida de la Comunidad, tanto su vida física como su vida espiritual.
Los hombres de la Comunidad elegidos para convertirse en guardianes serán entrenados y probados. Provendrán únicamente de entre aquellos ordenados a una vida de servicio al Propósito Único, y serán solo de los mejores: de los más disciplinados, los más conscientes y los más capaces. Serán el brazo derecho de la Comunidad, una hermandad jurada de centinelas siempre vigilantes contra los enemigos de la Comunidad.
La jerarquía es la institución mediante la cual la Comunidad se ordena, se gobierna y se mantiene en su curso correcto a lo largo del Sendero de la Vida.
La jerarquía es una comunidad de sacerdotes dentro de la Comunidad; en su estructura, es una serie de escalones que conducen hacia arriba. Cuando un hombre alcanza el primer escalón, es ordenado a una vida de servicio al Propósito Único.
Posteriormente, puede ser padre de familia, erudito en la academia, tutor o trabajador en otro campo de servicio a la Comunidad, pero también sigue siendo un jerarca. A medida que avanza en conocimiento, conciencia, disciplina y servicio, es juzgado por sus superiores; y, según su juicio, puede progresar hacia arriba, paso a paso, a lo largo de su vida.
La jerarquía guía y juzga. Moldea estructuras y crea o cambia reglas cuando es necesario; de lo contrario, preserva lo que ha creado. Mira hacia el futuro, prevé las necesidades de la Comunidad y se esfuerza por satisfacerlas. Sobre todo, impulsa a la Comunidad a progresar constantemente: hacia nuevos conocimientos, niveles más elevados de conciencia, mayor fuerza y disciplina, y un servicio más eficaz al Propósito del Creador.
La Comunidad puede tener otras instituciones que satisfagan sus necesidades, pero debe contar con estas cuatro: la familia, mediante la cual se forma y se construye; la academia, mediante la cual se forma y crece en conocimiento; el cuerpo de guardianes, mediante el cual se defiende; y la jerarquía, mediante la cual se gobierna y guía.
V
La Comunidad progresa ascendiendo por el Sendero de la Vida de generación en generación: se eleva tanto en su aspecto físico como espiritual.
Se esfuerza por alcanzar un ser humano superior podando y seleccionando el linaje en el que se basa. Ordena a sus hombres y mujeres según sus cualidades y, en la familia, combina y propaga aquellas cualidades que mejor sirven a su propósito. Se asegura de que los hijos nacidos en cada generación manifiesten esas cualidades con mayor intensidad que los de la generación anterior.
La Comunidad también se eleva despertando más plenamente en cada miembro la conciencia inmanente del Todo y construyendo en él la disciplina necesaria para prestar un servicio más eficaz; a través de la familia y la academia, logra estas cosas, y se esfuerza siempre por mejorarlas.
Y la Comunidad se eleva refinando y fortaleciendo todas sus instituciones, esforzándose siempre por hacerlas más perfectas: para hacer de la familia una institución capaz de engendrar hijos de mayor calidad y de nutrirlos y educarlos mejor en sus primeros años; Hacer de la academia una institución más eficaz para criar a estos niños hasta una edad adulta consciente, disciplinada y llena de conocimiento; hacer del cuerpo de guardianes una institución más fuerte y vigilante para salvaguardar el bienestar físico y espiritual de la Comunidad; y hacer de la jerarquía una institución más sabia, veraz y eficaz en su guía de la Comunidad, año tras año.
Así, la estructura de la Comunidad, la forma de sus instituciones y las normas que las rigen evolucionan, al igual que el linaje en el que se basa. Pero no evolucionan a ciegas; son guiados con una autoconciencia cada vez mayor, con un sentido de dirección cada vez más firme en el Camino de la Vida, con una visión cada vez más brillante y clara de la Divinidad, que es el destino del linaje cuyos miembros siguen el Camino.
Enlaces externos
- On Society whitebiocentrism.com