Partidocracia

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La partidocracia o partitocracia se trata de un neologismo empleado para definir la burocracia de los partidos políticos. La partidocracia es "aquella forma de Estado en que las oligarquías partidistas asumen la soberanía efectiva"[1].

Es un término que se utiliza para denostar a los sistemas de gobierno democráticos que aplican la democracia representativa. La partitocracia parte del supuesto de que al existir partidos políticos, el sistema no podrá considerarse nunca una forma de democracia, por el simple hecho de que el ciudadano elige representantes en lugar de votar personalmente en todas las cuestiones que se decidan en el gobierno. Los actores principales y únicos del panorama político serían los grandes partidos políticos, los cuales se van turnando el gobierno de forma consecutiva, coartando las posibilidades de que los ciudadanos expresen su voluntad real más allá de los partidos ya existentes. Si bien en la práctica, los ciudadanos son libres en todo momento de dejar de votarles y fundar nuevos partidos que representen mejor la voluntad popular o que prometan implantar un mecanismo de democracia directa. Partiendo de la base de que los partidos son un mal necesario, los ciudadanos se van apartando de ellos.

Concepto

Debido a su falta de rigurosidad, el concepto de partidocracia es muy poco usado por la literatura académica de ciencias políticas. En la literatura en inglés no encontramos uno equivalente al que ocupamos en castellano. Algunos teóricos alemanes han acuñado el término de "Parteienstaat" o "Estado de Partidos" que no puede asimilarse al de partidocracia, aún cuando tengan evidentes connotaciones comunes. Algún autor ha intentado acuñar la expresión "Partyarchy" derivándola de la concepción de poliarquías para caracterizar el fenómeno que estamos analizando.

Por el contrario, en el lenguaje periodístico y en las discusiones de políticos y comentaristas, especialmente en el mundo de habla hispana e italiana, el concepto tiene amplia circulación: partidocrazia en italiano y partidocracia o partitocracia en castellano son vocablos de uso creciente en el lenguaje político, por lo general con una connotación despreciativa y aludiendo a un estado de "enfermedad" del régimen democrático; en esto estriba una de las diferencias fundamentales con la concepción del Estado de partidos, pues para éstos se trata de la evolución del Estado moderno mientras que en el caso de partidocracia se usa para señalar una deformación de la democracia. El concepto surge en el contexto de la discusión de las relaciones entre sociedad civil y sociedad política y alude a una abusiva apropiación de espacios políticos por parte de los partidos políticos en una determinada sociedad.

Características

Tomando la partidocracia como una desviación del papel correspondiente a los partidos políticos dentro de las democracias representativas, se pueden definir cuatro características de este fenómeno.

Monopolio de nominaciones

Parte de la exclusividad, tanto de facto como legamente, de las nominaciones para cargos de elección popular. La electividad para cargos por votación popular en estos casos es considerada como una potestad exclusiva de los partidos políticos, siendo un terreno acotado adjudicado a los partidos por el Estado, condicionando de este modo no sólo la posibilidad de excluir a los ciudadanos del derecho a ser electos, dotando a los partidos de un enorme poder, y dando a los partidos la garantía de conservar sus propios intereses postulando para los cargos públicos a personas afines a sus objetivos.

A todo lo mencionado, hay que añadir en algunos países que el sistema de voto, es el de voto por partido y no por candidato, por lo que el elector únicamente puede optar por el partido y sus candidatos ya elegidos en su lista, y no puede optar por elegir determinados candidatos dentro de los propuestos por el partido según la preferencia que tenga por éstos, como se haría en un sistema de listas abiertas. De este modo lo que se consigue es que el elector no opte por personas, por candidatos individuales, sino por partidos concretos, lo que refuerza el monopolio de nominaciones por parte de éstos, sin garantías de los motivos o méritos de los candidatos para ser electos en representación de los ciudadanos.

Un ejemplo de esta situación es el de El Salvador, donde la Constitución Política de 1983, consagra explícitamente el monopolio partidario de la representación popular.

La disposición en cuestión tiene una trascendencia aún mayor, pues se encuentra ubicada en el único título de la Constitución que, según el Art. 248 inciso último de la misma, no puede reformarse.

Control sobre los representantes electos

Otra característica que indica el nivel de partidocracia de un régimen político es el nivel de disciplina interna dentro de los partidos.

Muchas Constituciones teóricamente garantizan la independencia de los legisladores electos, siguiendo la teoría clásica del mandato libre; pero en la práctica la actividad de los cargos electos se ve muy condicionada por la posición de su partido. Esto muchas veces es debido a la complejidad y diversidad de los temas sobre los cuales tiene que dirimir el electo y sobre los cuales tiene que emitir un voto, haciendo que los parlamentarios se agrupen en facciones o grupos legislativos para garantizar la eficiencia de una postura concreta frente a estos asuntos. Estas agrupaciones, casi invariablemente, suele seguir una base partidaria, y es reforzada por el hecho de que los cargos electos hablan en "nombre del partido".

Estos factores llevan a que le control del partido sobre temas legislativos o de gobierno sea muy fuerte. De este modo los cargos electos (tanto parlamentarios, diputados, concejales...) deben seguir la disciplina de partido, una línea ya marcada por el partido no solo en los asuntos planteados por el partido en su programa electoral durante la consiguiente campaña electoral previa a las elecciones, sino prácticamente en todos las decisiones que se deban tomar en el órgano Legislativo. De este modo, se impone a los cargos electos la obligación de acatar las decisiones de su partido, del partido al cual representa en su cargo público, pudiendo única y excepcionalmente votar según su conciencia y su libre opinión en contadas ocasiones, muchas veces rompiendo la disciplina de partido de este modo.

Un extremo de este comportamiento son los sistemas legislativos en los que los diputados o cargos públicos son expulsados no sólo de su partido, sino también de la Cámara en cuestión, si deciden romper la línea marcada por el partido. Varios ejemplos de este comportamiento sería la República de Panamá en América, y también varios países del Sudeste Asiático y de África, en los que en grado de control de los partidos sobre los cargos electos permite anular la voluntad individual de los electos, y por lo tanto de los electores que les llevaron a ese cargo.

Referencias

  1. Calero, 1982, p.54

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