Para que Él reine

De Metapedia
(Redirigido desde «Pour qu’Il règne»)
Saltar a: navegación, buscar
Portada de la primera edición de Pour qu'Il regne
Para que Él reine es un libro del intelectual francés Jean Ousset publicado por primera vez en 1959. La obra constituye el texto más leído y comentado del autor, y ha sido juzgado por muchos como un convincente alegato a favor de la construcción de un orden social de carácter cristiano.

El libro es extremadamente voluminoso, pues recoge diversos artículos publicados por Ousset en la revista Verbe durante la década de 1950. La idea de su autor era que la obra sea leída por jóvenes y adultos a lo largo de un año lectivo, para que cada texto fuese debidamente meditado y asimilado por los lectores.

Su edición original lleva un prólogo escrito por Monseñor Marcel Lefebvre, a la sazón Arzobispo Titular de la Diócesis de Dakar.

Contenido

Para que Él reine se estructura en cuatro partes tituladas «Cristo Rey», «Las oposiciones hechas a la realeza social de Nuestro Señor Jesucristo», «Nuestras razones para creer en el triunfo del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo» y «Las exigencias del combate por una ciudad católica» –esta última sección, dedicada a la acción, desaparecería de las sucesivas ediciones una vez publicado el libro L'Action en 1968.

El reinado de Cristo

La primera parte se dedica a mostrar que Cristo es principio y fin de todas las cosas y Rey de todas las naciones. Obviamente se trata de un reinado que no es de este mundo sino sobre este mundo. Los hombres tienen como obligación hacer la voluntad de Dios en la sociedad, por lo que los católicos no pueden desatender su deber de restablecer el orden social cristiano, puesto que de éste depende la salvación del mayor número de las almas.

El hecho de que la Iglesia no "haga política" se presta habitualmente a los mayores equívocos, pues si bien es claro que la institución no toma partido por las diversas opciones legítimas que son acordes con la doctrina católica, sin embargo si rechaza explícitamente a las que se le oponen (como por ejemplo el comunismo o el anarquismo). Ousset señala que la Iglesia no enseña las soluciones técnicas que pueden adoptarse políticamente, pero, desde el momento en que se preocupa por defender y transmitir las verdades naturales, la Iglesia posee y enseña unas verdades políticas sin proponérselo en realidad.

Los laicos –los cuales forman parte de la Iglesia– deben comportarse como hijos fieles de ella, defendiendo el orden social cristiano, el cual surge del acto de vivir de acuerdo a las verdades naturales. Para ello es preciso que adquieran la formación doctrinal adecuada, lo que en principio los obligaría a advertir la armonía que debe reinar entre la teoría y la práctica, la doctrina y la acción, el fin y los medios, todo ello dirigido al fin principal, comprendiendo que Doctrina Social de la Iglesia es una posibilidad para la salvación.

Los enemigos de Dios

La segunda parte (la más extensa del libro) está dedicada a exponer la realidad de diversas corrientes de pensamiento cuyo fin es erradicar a Dios del corazón y la inteligencia del individuo, para fabricar un orden social ateo. Satanás es el primer y principal promotor de esa posición.

Ousset sostiene que el error no sólo debe ser combatido, sino que además se debe enfrentar a los agentes del error y a sus secuaces. Nada se consigue con evitar al primero e ignorar los segundos, porque guerrear solamente contra las ideas y las corrientes perversas sin tener en cuenta a quienes los propalan, difunden y aplican sistemáticamente es algo totalmente improductivo.

Los enemigos que reconoce Ousset son, en primer lugar, el naturalismo –enemigo de Dios en el orden las ideas– y la revolución –enemiga de Dios en el orden de las fuerzas humanas. Por "naturalismo" Ousset entiende la negación y el repudio del orden sobrenatural y revelado. Dentro de esa etiqueta caen el ateísmo, el materialismo, el positivismo, el agnosticismo, el laicismo, el racionalismo y el panteísmo. A su vez Ousset llama "revolución" a la actitud de oposición, enfrentamiento y odio a Dios, la Iglesia y el orden social cristiano. El primer revolucionario ha sido Lucifer, y todas las revoluciones que la historia ha atestiguado (por ejemplo las impulsadas por los gnósticos, los maniqueos, los cátaros, los judíos, los rosacruces, los masones, los comunistas, etc.) son meras recreaciones de ese enfrentamiento original entre el ángel rebelde y el Creador.

Ousset no postula la existencia de una conspiración permanente en contra de Dios, sino que sostiene que todos los sectarios que se desvían del recto camino terminan dándole forma a la contra-Iglesia que los ampara.

La revolución (cualquier revolución según Ousset) provoca la corrupción moral e intelectual del hombre. El éxito de la revolución suele estar apoyado por todos los errores y herejías surgidos en el seno del cristianismo, como los jansenitas, los católicos liberales, los modernistas o los democristianos.

Termina Ousset esta segunda parte indicando cuáles son los deberes de los católicos frente a la revolución triunfante, denunciando el fracaso de la tácticas conciliadoras, promoviendo la necesidad del contraataque y sugiriendo la necesidad de una profesión integral de catolicismo con una adecuada e intensa formación en la Doctrina Social de la Iglesia.

La esperanza

Ante el desastre causado por la revolución y la urgencia de finiquitarla, la tercera parte está dedicada a indicar las razones para vivir con esperanza: pese a las más terribles persecuciones, es un hecho que la Iglesia ha triunfado. Cristo le pide al hombre que luche con toda su fuerza contra el mal, sin asegurar la victoria pero dando a entender de que si es posible vencer. Es tarea del hombre recobrar el orden destruido por la revolución, cultivando una actitud comprometida con el mundo, ya que sería un error aislarse y dedicarse a esperar que Dios solucione todo por vía de milagros.

El cristianismo, según Ousset, constituye el único humanismo auténtico. La Iglesia es, por tanto, la única manera de salvar a la sociedad contemporánea. El cristiano debe concebirse como un soldado de la contrarrevolución, cuyas armas son la Caridad, la Fe y la Esperanza. La llamada a la santidad debe ser la norma y no la excepción en el mundo moderno, o de lo contrario el naturalismo terminará por completar su empresa conquistadora.

La acción

La cuarta parte del libro constituye todo un tratado o un manual sobre el combate contrarrevolucionario y los métodos de acción.

Jean Ousset, a lo largo de la obra, no se contenta con describir solamente los males sociales y los errores intelectuales, sino que los confronta permanentemente con la verdad de la doctrina católica, con el orden natural y con el orden sobrenatural. De ahí se supone que debe surgir en el lector, poco a poco, no sólo la reafirmación de su fe, sino el impulso para pasar a la acción del combate por Cristo.

Ousset ha sabido plasmar de modo magistral tanto el diagnóstico de los males sociales como los remedios adecuados para su curación, esforzándose en poner en marcha un cierto estilo de acción que los haga posibles.

Algunos lectores han querido ver en esa última sección del libro un plan de organización y acción de la Cité Catholique, un movimiento metapolítico fundado y dirigido por Ousset.

Traducciones

Para que Él reine fue editado varias veces en Francia y Canadá. Hay versiones en español de la obra publicadas en España (la madrileña Fundación Speiro editó el libro en 1961, 1967 y 1972) y en Argentina (Domine Editorial de Buenos Aires publicó el libro de Ousset en 2011).

Artículos relacionados