Recesividad de los caracteres nórdicos

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«La Naturaleza nada hace en vano, y más es en vano cuanto a menos sirve», dice Newton en sus Principia. Si esto es así, la recesividad de los caracteres o rasgos nórdicos no tiene carácter superfluo, sino que posee un sentido. ¿Cuál podría ser éste? ¿Qué “pretende” la naturaleza con esto?

Mecánica de la recesividad de los caracteres nórdicos

Estaremos más cerca de averiguar la “pretensión” de la naturaleza con la recesividad de los rasgos nórdicos si examinamos bien las consecuencias concretas de semejante hecho. Pero, previamente, estudiemos la mecánica de esto. Ante una situación de polimorfismo genético, es decir, cuando un gen presenta distintas formas (alelos), el alelo recesivo queda oculto en el fenotipo del individuo heterocigoto para un gen determinado (aquel individuo diploide que, para este gen, ha recibido una contribución o alelo diferente de su padre respecto de la de su madre), y sólo aparece en el individuo homocigoto (aquel individuo diploide que ha recibido, para un determinado gen, una contribución similar de su padre y de su madre). Esta mecánica básica se aplica a la perfección para los llamados caracteres cualitativos y se hace más compleja con la consideración de los llamados caracteres cuantitativos[1]. Un carácter cualitativo es aquel que es clasificable en categorías fenotípicas discretas (es decir, permite, en función de él, clasificar sin ambigüedad a los individuos de una población en unos pocos grupos), estando controlado por uno o por unos pocos genes, llamados oligogenes. Un carácter cuantitativo es aquel que se presenta como una gama de fenotipos continua (con lo que, en función de él, los individuos sólo pueden agruparse en categorías cuyas fronteras se establecen de manera arbitraria según la unidad de medida), estando codificado por un número elevado de genes, denominados poligenes, siendo el fenotipo resultante el efecto de la pequeña contribución fenotípica de cada uno de ellos, si bien no necesariamente en igual proporción, y actuando los genes de manera independiente, es decir, excluyéndose la interacción intergénica y, particularmente, la epistasis. Si el número de genes implicados en un carácter es alto, la distribución fenotípica de este carácter en la población es normal o gaussiana (comparando la distribución fenotípica obtenida con la distribución fenotípica esperada para distinto número de genes es posible calcular el número de genes implicados). El problema para estudiar los caracteres cuantitativos, dependientes de un número alto de genes, está en que normalmente es complicado especificar la contribución fenotípica de cada uno (salvo pleiotropismo), por lo que tradicionalmente se han tratado con metodología estadística. Hoy se utiliza para esto la detección de los locus de carácter cuantitativo[2], o QTL´s, técnica que logra señalar a los genes con mayor implicación en un carácter (genes mayores), aunque sigue habiendo bastante incertidumbre por lo que hace al número, localización y efecto concreto de cada uno de los genes responsables de un carácter cuantitativo determinado. Algo que viene a hacer más complejo el asunto es el efecto del ambiente, que en los caracteres cuantitativos debe tomarse en consideración; a este efecto se le denomina desviación ambiental y es posible su estudio mediante la comparación de parientes próximos. A pesar de todo esto, es importante señalar que también para los caracteres cuantitativos se aplican las leyes de Mendel y que muchos caracteres cuantitativos están controlados por genes polimórficos con alelos dominantes y recesivos.

Consecuencias de la recesividad de los caracteres nórdicos

Conocida la mecánica básica, extraigamos las consecuencias. La primera consecuencia es que un carácter nórdico tiende a manifestarse exclusivamente en situación de homocigosis, es decir, cuando el padre y la madre han contribuido para ese carácter con alelos nórdicos. Las gradaciones fenotípicas en los caracteres cuantitativos se explican, como es lógico, por la suma del efecto de muchos genes implicados.

La segunda consecuencia, derivada de la primera, es que es un fenotipo nórdico implica un genotipo nórdico, mientras que un fenotipo seminórdico puede “esconder” gran cantidad de genotipo nórdico. Es decir, que ante un fenotipo nórdico, o incluso seminórdico, podemos estar seguros de una base genética esencialmente nórdica.

Esto por lo que hace a las consecuencias concretas de la recesividad. Pero, ¿qué significa exactamente la recesividad aquí? Sabemos que implica que no es posible “estar” nórdico, o seminórdico, sin serlo en grado sumo. La genética nórdica, o seminórdica, no puede ser bastardeada con impunidad fenotípica. También sabemos que del cruzamiento no se obtiene perfeccionamiento, según Darwin: «Generalmente el perfeccionamiento no se debe, en modo alguno, al cruce de diferentes razas; todos los mejores criadores son muy opuestos a esta práctica, excepto, a veces, entre subrazas muy afines»[3]. La recesividad de los rasgos nórdicos tiene un efecto “denunciante” sobre todo cruzamiento de rasgos nórdicos con rasgos no nórdicos, dado que el individuo resultante del cruzamiento no tendrá rasgos nórdicos (para los genes correspondientes cruzados) aunque sí contenga parcialmente un genotipo nórdico.

La naturaleza dispone las cosas de manera tal que la genética nórdica resulta imposible atribuírsela falsamente a alguien.

Referencias

  1. ¿Por qué los caracteres nórdicos son recesivos?
  2. Quantitative Trait Locus (QTL) Analysis
  3. [Charles Darwin. El origen de las especies. Alianza, Madrid, 2003, pág. 82 ]

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