Budismo

El budismo es una religión y doctrina filosófica y espiritual no teísta, universalista y mística perteneciente a la familia dhármica, derivada del brahmanismo. Comprende una variedad de tradiciones, creencias religiosas y prácticas espirituales iniciadas por Siddharta Gautama llamado Buda. El budismo se originó en la India entre los siglos VI y IV AEC, desde donde se extendió a gran parte del este de Asia y declinó su práctica en el país de origen durante la Edad Media. Existen dos ramas principales del budismo: Theravada (Escuela de los Ancianos) y Mahāyāna (El Gran Camino). El budismo es la cuarta religión más importante del mundo con más de 500 millones de adeptos, es decir el 7 % de la población mundial.
Escuelas del budismo
Derivado del movimiento Sramana, el budismo fue fundado en la India en el siglo VI a. C. por Buda Gautama y ha ido evolucionando hasta adquirir gran diversidad en escuelas y prácticas actuales. Se encontraron ciertas dificultades para definir el budismo en Occidente.
El budismo no está sistematizado en una organización jerárquica vertical. La autoridad religiosa descansa en los textos sagrados: los Sutras, que son discursos del Buda Gautama y sus discípulos. Además de eso, hay un numeroso material de interpretación en el que contribuyen maestros y personajes a través de la historia que los han comentado y analizado.
Existen tres ramas principales del budismo:
- Theravāda ("escuela de los ancianos") o Hinayana (despectivo: "Vehículo pequeño o inferior"). Se refiere a una forma de budismo original y previa al Mahayana, popularizada en el sur de Asia. Es dominante en Sri Lanka y el sudeste asiático, como en Camboya, Laos, Birmania y Tailandia. En el Theravada el objetivo final es lograr la cesación de las kleshas (estados destructivos mentales, incluyendo la ignorancia, la adhesión a lo material y la aversión) para lograr el sublime estado de Nirvana (espiritualidad) mediante la práctica de las Ocho Nobles Verdades (también conocido como el Camino del Medio), liberándose de esta forma del ciclo de sufrimiento y renacimiento.
- Mahāyāna ("Gran Vehiculo") o bodhisattvayāna ("vehículo del bodhisattva"). A esta rama pertenece la subescuela del budismo zen fundada por Bodhidharma. También incluye las tradiciones de la tierra pura, el budismo nichiren, el shingon y la escuela tiantai (tendai), se encuentra en todo el este de Asia. En lugar del Nirvana, las enseñanzas de Mahāyāna se dirigen a lograr el estado de Buda siguiendo el camino Bodhisattva, un estado donde se permanece en el ciclo de reencarnaciones para ayudar a otros a lograr su despertar al camino budista.
- Vajrayāna. Puede verse como una tercera rama separada o como una subrama del budismo mahayana. Se considera una rama esotérica del budismo e incluye las subescuelas del budismo tibetano, que conserva las enseñanzas de la India del siglo VIII, se practica en los países de la región del Himalaya, Mongolia y Kalmukia. La Vajrayana cubre enseñanzas atribuidas a los indios Siddha y aspira al estado de Buda o el llamado Cuerpo del Arco Iris ('ja' lus).
La comunidad monástica se organiza históricamente por líneas de transmisión en el tiempo y en algunas escuelas las cadenas de relaciones entre maestros y discípulos son centrales. Los laicos tienen distinto papel dependiendo de las dos grandes ramas: En el budismo Mahayana, la vida laica se considera tan útil para alcanzar el Nirvana como la vida monástica, mientras que en el Theravada se da un énfasis a la vida monástica.
Esta organización descentralizada ha permitido una enorme flexibilidad de puntos de vista, variaciones y enfoques. Las variantes de budismo se dieron por divisiones en el tiempo de puntos de discusión doctrinales, como a su vez, por distintos contextos sociales y geográficos, como un árbol ramificado.
Las diferentes ramas del budismo difieren acerca de la exacta naturaleza del camino a la liberación; la importancia y el valor canónico de varias escrituras y enseñanzas, auto conocimiento y, especialmente, en las respectivas prácticas del budismo. Estas prácticas incluyen el Refugio Espiritual, la Samatha, Vipassana, Bodhicitta y las prácticas de la Vajrayāna del Estado de Generación y el Estado de Terminación. Fundamentalmente, el budismo contempla el estudio de las Escrituras budistas, observar los principios morales, renunciar a lo material, la práctica de la Meditación, cultivar la sabiduría, la bondad y la compasión, la práctica Mahāyāna de la Bodhicitta y las prácticas Vajrayāna del Estado de Generación y el Estado de Terminación.
Rupturas con la tradición indoeuropea
Aunque nacido en el seno de una cultura profundamente indoeuropea, marcada por la tradición védica y por una concepción heroica y afirmativa de la existencia, el budismo introduce una transformación radical en los fundamentos espirituales heredados, lo que genera una serie de rupturas filosóficas respecto a la tradición espiritual indoeuropea.
En primer lugar, niega la existencia de un alma fija e inmortal o ātman (आत्मन्), concepción alineada a las religiones y filosofías indoeuropeas, especialmente central en la védica, donde el alma era vista como la portadora de la identidad, la dignidad y el destino personal del ser humano. En su lugar, enseña el concepto de anātman o anattā (en pali), que significa "no-yo" o "ausencia de un yo permanente".
En segundo lugar, el budismo rechaza la afirmación del deseo y la voluntad de ser, que en la tradición heroica indoeuropea eran motores legítimos de crecimiento, conquista y perfeccionamiento espiritual. La vida, para el pensamiento tradicional europeo, era un campo de acción donde el individuo debía desplegar su virtud, luchar por su gloria y dejar una huella; el budismo, en cambio, enseña que toda afirmación de la individualidad está condenada a la insatisfacción y al sufrimiento. Además, el budismo desmantela la idea de un proyecto personal como una meta noble o trascendente, proponiendo en su lugar la disolución del "yo" en la comprensión de la impermanencia universal. Finalmente, el impulso prometeico de transformación y dominio, tan característico de la tradición indoeuropea, es visto en el budismo como una forma de ignorancia que debe ser superada mediante el desapego y la renuncia al deseo de cambiar el orden de las cosas.
El budismo podría interpretarse así, como un culto a la "muerte espiritual". Al enseñar que todo deseo de afirmación es fuente de sufrimiento, y que la salvación consiste en apagar completamente la voluntad de ser, el budismo invita al hombre a renunciar a la dinámica vital que, en otras tradiciones, era considerada la expresión más elevada de su ser. En lugar de impulsar al individuo a lograr, construir o trascender, el budismo propone alcanzar la iluminación a través de la extinción del anhelo y la aceptación de la nulidad de toda identidad. Bajo esta óptica, puede decirse que el budismo no busca la realización del espíritu, sino su neutralización definitiva en el reconocimiento del vacío esencial de todas las cosas. Por ello, Nietzsche justamente vio en el budismo una forma de decadencia nihilista, aunque mucho más honesta que el cristianismo, porque acepta la muerte del impulso vital sin disfrazarlo de moralismos.
A estas rupturas de orden metafísico se añaden otras de carácter social y religioso.
Aunque reconoce devas (dioses), el budismo rompe con la noción de un Dios creador supremo, rechazando la idea de que el mundo tenga un principio absoluto y personal que lo haya generado. En su lugar, postula un universo regido por leyes impersonales como la causalidad y el karma, negando cualquier fundamento último que sirviera como garantía de orden y sentido trascendente.
El budismo se opone al rígido sistema de castas heredado de la tradición védica, afirmando que la liberación espiritual no depende del nacimiento ni de la posición social, sino del esfuerzo personal y de la práctica interior, es decir, enseña que el nacimiento no define la calidad espiritual. Esta negación de la posición social heredada por linaje supone un golpe directo a una estructura esencialmente aristocrática y jerárquica, profundamente enraizada en la cosmovisión indoeuropea, no obstante, en muchas sociedades indoeuropeas, la nobleza no era solo de sangre, sino también de virtud, de valor y de cualidades personales. Incluso en los himnos del Rig Veda ya se insinúa que la grandeza espiritual puede depender del tapas (तपस्) (esfuerzo espiritual, ardor interno) más que del mero nacimiento. Hay elogios a hombres que alcanzan grandeza por mérito, no solo por linaje. En Grecia, aunque existía la aristocracia, los grandes pensadores y los héroes eran admirados por su excelencia y virtud (ἀρετή; areté) personal, no simplemente por su origen, y en Roma, con el tiempo, surgió el principio de que uno podía llegar a ser un "hombre nuevo" (homo novus) mediante su virtud cívica y militar. También en los pueblos germánicos y celtas, el destino heroico no se limitaba a la sangre sino al coraje y los logros.
El budismo rechaza también el ritualismo y rigidez sacrificial de la religión védica, considerando que los ritos externos no tienen poder alguno para conducir a la liberación si no están acompañados de una comprensión interior auténtica. Esta actitud implica una desvalorización del culto tradicional como medio de comunicación entre el hombre y lo sagrado. Sin embargo, la exhortación del Buda a no aceptar ninguna enseñanza por autoridad, tradición o fe ciega, sino a someterla a la propia indagación y reflexión crítica, refleja un impulso típicamente indoeuropeo, donde el acceso a la verdad es visto como una conquista individual y no como una simple recepción pasiva de dogmas. Esta exigencia de investigación personal ya se vislumbra también en los propios himnos védicos, que pese a su carácter rígido, a menudo expresan una búsqueda inquieta del fundamento último de la existencia, y donde la aceptación ciega de las afirmaciones tradicionales es, en ocasiones, objeto de una actitud crítica y meditativa.