Jabón hecho de cadáveres humanos

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Jabón supuestamente elaborado con grasa humana, que fuera presentado como evidencia en los Juicios de Núremberg

El jabón hecho de cadáveres humanos es un mito de dominación histórica que apareció por primera vez en la Primera Guerra Mundial y fue expuesto como una falsedad. Los Aliados volvieron a usarlo en la Segunda Guerra Mundial aduciendo que Alemania habría usado restos humanos para fines industriales, preferentemente jabón.

Como parte de una amplia retirada de los aspectos obviamente más insostenibles del cuento del exterminio, historiadores del Holocausto han concedido de mala gana que el cuento del jabón fue una propaganda de guerra. Pero al mismo tiempo intentan minimizar las repercusiones de la negación histórica de este mito, calificándolo como un mero "rumor" de tiempos de guerra. Para ello, evitan mencionar que organizaciones judías internacionales y los entonces gobiernos Aliados aceptaron y sancionaron esta calumnia difamatoria. De acuerdo con el historiador Mark Weber, la acusación del jabón de judío se consideró "probada" en el Juicio Principal de Núremberg de 1945 a 1946[1]. El mito fue apoyado durante años y "confirmado" arbitrariamente por numerosos historiadores.

Desarrollo

Según la versión de los judíos apoyada por la filmografía hollywoodense, durante la Segunda Guerra Mundial algunos científicos de la Alemania de Hitler realizaron experimentos para producir jabón hecho de cadáveres humanos. Algunos afirmaron que sólo se llevó a cabo una pequeña producción, siendo la participación más notable la del profesor Rudolf Spanner. Otros, siendo conscientes del fraude afirman, en base a una especulación de un testimonio aislado, que si bien no se produjo ningún jabón hecho de grasa humana, sí se intentó dicha producción en el presunto "experimento de Danzig", pero que este experimento habría fracasado.

Sin embargo, hoy en día, este tema apoyado por muchos defensores de la desprestigiada y poco creíble "historia oficial" no tiene base sustentable ya que los, cada vez en número mayor, investigadores revisionistas y hasta respetados investigadores judíos, usan esta historia como un ejemplo del ataque indiscriminado contra los alemanes.~

"El proceso de brutalización no acabó con los asesinatos en masa. Se fabricaron enormes cantidades de jabón de los cadáveres de esos asesinados."[2]

Historia

La acusación original de que los alemanes estaban usando grasa procedente de cadáveres humanos para hacer jabones fue lanzada desde el Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial. El diario The Times aseguró en un reportaje de abril de 1917 que los alemanes estaban hirviendo los cuerpos de sus soldados muertos para hacer jabones y otros productos. Muy posteriormente, en 1925, el secretario de asuntos exteriores del Reino Unido, Sir Austen Chamberlain, admitió que la historia acerca de la "fábrica de cadáveres" había sido mentira.

La acusación, no obstante, resurgió muy temprano en la Segunda Guerra Mundial, de forma que probablemente no fuese cierta en ese primer momento. Sin embargo, las bromas de la época, amenazas, rumores e insultos registrados y, principalmente, la usina de rumores llevada a cabo por los judíos y sus aliados, corroboran que era una afirmación bastante creíble para mucha gente ignorante. El principal sustento para esta creencia se hallaba en las siglas "RIF" que estaban impresas en la gran mayoría de los jabones disponibles en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Las siglas eran interpretadas como "Reines Jüdisches Fett" ("grasa pura de judío") pero, de hecho, las siglas significaban en realidad "Reichsstelle für industrielle Fettversorgung" (Centro Nacional para la Provisión Industrial de Grasa).

La fábula que el judío Simon Wiesenthal contribuyó a difundir, afirma que el profesor Rudolf Spanner fabricó entre 10 y 100 kg de jabón de cadáveres procedentes del hospital psiquiátrico en Konradstein (ahora Kocborowo), una cárcel en Königsberg, y en el campo de trabajo de Stutthof.

Durante los Juicios de Núremberg la fabricación de jabones hechos de cadáveres humanos se consideró probada en base a falsos testimonios. Tanto se fortaleció la creencia que en la última semana de marzo de 1946, la prensa rumana daba una noticia singular: En la pequeña ciudad rumana de Folticeni, con toda solemnidad y ceremonia de entierro regular, fueron sepultados veinte cajones de jabón en el cementerio judío. Sobre los cajones figuraba las siglas RIF, que se creía eran las siglas de "Grasa Pura Judía"[3]

Actualmente se reconoce oficialmente que no existe evidencia de que se haya usado o experimentado con grasa humana, judía o no, durante aquel período de la historia de Alemania. El episodio es presentado ahora como un mito o leyenda urbana, sin reparar en que el hecho se consideró probado ante una corte, con testimonios y supuesta evidencia física que lo demostraba; en concreto los supuestos jabones que ahora se sabe que no contienen grasa humana.

Historiadores judíos como Walter Laqueur, Gitta Sereny y Deborah Lipstadt, también lo han admitido. Su falsedad es también compartida por Yehuda Bauer, de la Universidad Hebrea de Jerusalén en Israel, y por Shmuel Krakowski, director de archivos del centro del Holocausto, Yad Vashem en dicho país.

"El universalmente aceptado cuento de que se usaron cadáveres para hacer jabón y fertilizante es finalmente refutada por la muy fiable Autoridad Central de Ludwigsburg para la Investigación de los Crímenes Nazis."[2]
—Gitta Sereny, historiador judío
"Es un hecho que los Nazis nunca usaron los cuerpos de Judíos, y el de ningún otro, para la producción de jabón."[2]
—Deborah Lipstadt, historiadora judía

El caso del jabón de judío demuestra que ante la presencia de nueva evidencia y un análisis menos sesgado, es completamente factible y aceptable desde el punto de vista histórico, la negación de mitos que alguna vez se consideraron hechos probados. Al mismo tiempo pone en entredicho la credibilidad de los tribunales establecidos por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y la objetividad de los historiadores como base de la actual legislación contra el revisionismo y sustento de otros mitos históricos relacionados con el Holocausto.

Utilización como propaganda de guerra

Imagen que ilustra el entierro de víctimas judías, convertidas en barras de jabón por sus perversos enemigos.

Al igual que otros mitos que surgieron durante la guerra, la leyenda del jabón de judío se "probó" en los Juicios de Núremberg mediante los mismos métodos: eminentemente declaraciones de testigos y ausencia de peritajes e informes científicos sobre la composición del jabón. A pesar de su inherente carácter no creíble este mito llegó a ser un rasgo importante de la propaganda de la guerra Judía y Aliada. El rabino Stephen S. Wise, que durante la guerra encabeza el Congreso Mundial Judío y el Congreso Judío Americano, públicamente declaró en noviembre de 1942, que los cadáveres de judíos eran "procesados en artículos de guerra tales como jabón, grasa y fertilizante" por los alemanes. Más tarde, anunció que los alemanes estaban "exhumanado igualmente a los muertos por el valor de los cadáveres", y pagaban cincuenta marcos por cada cuerpo. A fines de 1942, durante la semana del Congreso Judío Americano publicó editoriales diciendo que los alemanes convertían a los Judíos "por métodos científicos de disolución en fertilizante, jabón y cola". Un artículo en la misma emisión informó también que deportados judíos de Francia y Holanda eran convertidos en "jabón, cola y aceite para trenes" en por lo menos dos fábricas especiales de Alemania. Típico de muchas otras publicaciones periódicas americanas, el influyente New Republic informó a principios de 1943 que los alemanes estaban "usando los cuerpos de sus víctimas Judías hacer jabón y fertilizante en una fábrica de Siedlce". Durante junio y julio de 1943, dos representantes prominentes del Comité Judío Antifascista, con sede en Moscú, recorrió los Estados Unidos y reunió más de dos millónes de dólares para la fuerza soviética en una serie de reuniones en masa. En cada una de estas reuniones, el jefe judío soviético Solomon Mikhoels mostró a la muchedumbre una barra de jabón que dijo hecha de cadáveres Judíos. Después de la guerra, supuestas víctimas del Holocausto fueron solemnemente enterradas, en la forma de barras del jabón, en cementerios Judíos. En 1948 por ejemplo, cuatro barras como aquellas se envolvieron en una mortaja de entierro ceremonial y, según ritual religioso judío, se les sepultó en el cementerio de Haifa, en Israel. Otras barras de "jabón Judío" se ha exhibido como áusteras reliquias del Holocausto en el Instituto Histórico Judío de Warsaw, el Museo Stutthof de Gdansk (Danzig), el Instituto Yivo de Nueva York, el Museo del Holocausto en Filadelfia, el Centro del Holocausto Judío en Melbourne (Australia), y en varias localidades de Israel.

Bibliografía

  • Arthur Ponsonby, Falsehood in Wartime (Nueva York: 1929), pp. 102, 111-112
  • Walter Laqueur, The Terrible Secret (Boston: 1980), pp. 82, 219.
  • Gitta Sereny, Into That Darkness (Londres: A. Deutsch, 1974), p. 141 (nota)
  • Deborah Lipstadt, "Nazi Soap Rumor During World War II" (Los rumores del jabón nazi durante la Segunda Guerra Mundial) en Los Angeles Times, 16 de mayo de 1981, pag. II/2
  • Bill Hutman, "Nazis never made human-fat soap" (Los nazis nunca fabricaron jabón de la grasa humana) en el The Jerusalem Post - International Edition, de la semana del 5 de mayo de 1990.
  • "Holocaust Expert Rejects Charge That Nazis Made Soap from Jews" (Expertos sobre el Holocausto rechazan los cargos contra los nazis sobre la fabricación de jabón hecho de judíos) en el Northern California Jewish Bulletin, abril 27, 1990. (JTA dispatch from Tel Aviv.) Facsimil en Christian News, mayo 21, 1990, pag. 19.
  • "A Holocaust Belief Cleared Up" en el Chicago Tribune, abril 25, 1990. Facsímil en: Ganpac Brief, junio 1990, pag. 8.

Referencias

  1. El "jabón de judío" por Mark Weber (en inglés)
  2. 2,0 2,1 2,2 Vistas revisionistas: el jabón de judío
  3. Der neue Weg (El nuevo camino), N· 17-18, 1946)

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