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Solución Final
La Solución Final, también conocida como solución final al problema judío o solución final de la cuestión judía (Endlösung der Judenfrage, en alemán), es el nombre que recibió el plan del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial para llevar a cabo el desplazamiento y reubicación de la población judía hacia el este de Europa para establecer un hogar nacional judío, tal como fue acordado en la Conferencia de Wannsee el 20 de enero de 1942.
Según la versión oficial de posguerra, refutada por el revisionismo, era el supuesto plan de la Alemania de Hitler para llevar a cabo un genocidio sistemático de la población judía en Europa. Su puesta en práctica, conocida posteriormente como Holocausto o Shoah, habría supuesto la deportación sistemática y posterior exterminio de toda persona clasificada como étnicamente judía. Sin embargo los documentos en si mismos no hablan de ningún exterminio sino de migraciones forzadas y deportaciones. Es por ello que los historiadores oficiales suponen, sin aportar pruebas de ello, que cuando los nacionalsocialistas hablan de migraciones, se refieren eufemísticamente a exterminios y que todo esto era parte de un plan secreto. Así pues, la versión oficial se basa en una teoría de la conspiración que no posee ningún documento oficial o material historiográfico fiable que la avale hasta día de hoy.
El término Solución Final fue adoptado por Adolf Eichmann, un funcionario alemán que había dirigido la planificación de un proyecto precedente del mismo carácter conocido como Plan Madagascar. Posteriormente supervisó en primera instancia la campaña de la Solución Final, a la que se denominaba, correctamente, como de reinstalación.
Sumario
Origen del término
El término "Solución final de la cuestión judía" no fue usado por primera vez por los alemanes sino por los propios judíos desde 1897 por la National Jewish Association - Cologne[1], e incluso los sionistas lo continuaron utilizando después de la Segunda Guerra Mundial. Theodor Herzl, el padre del sionismo, usó el término en una carta de 1899 dirigida al Zar.[2]
También el sionista Nahum Sokolow lo utilizó en su obra de 1919, Historia del Sionismo:
Desarrollo
Hasta 1941, cuando se prohibió la emigración (aunque esta prohibición no fue de cumplimiento estricto), dos tercios de la población judía ya había emigrado, y los que quedaron en el país eran mayoritariamente de edad avanzada. También los judíos de Austria emigraron en gran medida después de la anexión, al igual que gran parte de los judíos de Checoslovaquia después de su desintegración en 1939.
Luego del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, parecía poder concretarse el llamado Plan Madagascar[4], que preveía la creación de un Estado judío en la isla de Madagascar que era territorio en dominio de Francia y poco poblado en esos momentos. Pero Pétain no quiso ceder la isla y los británicos controlaban las rutas marítimas. Viendo la inviabilidad de este plan, se optó por el asentamiento de dicho Estado judío en el Este de Europa.
En 1941 comenzaron las deportaciones en masa de judíos hacia el Este. Miles de judíos fueron llevados a campos de trabajo o enviados a la URSS (para ello se instalaron campos en Polonia para permanencia temporaria). Las razones para llevar a cabo esta política fueron las siguientes:
- Los alemanes necesitaban urgentemente mano de obra para la guerra, ya que casi todos los hombres aptos para el servicio militar estaban en el frente.
- Los judíos, que lógicamente respaldaban a los aliados, eran considerados un factor de riesgo.
- La guerra le brindaba a los alemanes una buena oportunidad de lograr la buscada expulsión definitiva de los judíos de Alemania.
Todo este plan de traslado de judíos hacia el Este, se confirma en documentos tales como la carta del 31 de julio de 1941 donde Hermann Goering escribe a Reinhard Heydrich lo siguiente:
Martin Luther del Ministerio de Asuntos Exteriores, y uno de los participantes de la Conferencia de Wannsee, escribía en un memorándum el 21 de agosto de 1942:
Sin embargo, de acuerdo a la versión oficial establecida al final de la Segunda Guerra Mundial y apoyada por la inmensa maquinaria de desinformación con respecto al Holocausto, los términos "evacuación", "desplazamiento", "emigración", "reinstalación", etc. eran palabras en clave para ocultar la masacre, aunque no se aportan pruebas de esto.
Falsificación de la Historia
Investigadores revisionistas de todo el mundo sostienen con numerosas pruebas que la "Solución Final" no suponía el exterminio de los judíos, sino que era un plan que pretendía deportar a los judíos de Alemania y de los países aliados de Alemania y que a largo plazo suponía la posible creación de un Estado judío al Este de Europa. Los alemanes pretendían también aprovechar este traslado hacia el Este para ocupar a los prisioneros como mano de obra en la guerra.
El vacío documental
A pesar de una incesante búsqueda a lo largo de décadas, nunca se ha hallado una orden de Hitler para el exterminio de los judíos.
El historiador judío León Poliakov, lo reconoció desde 1951:
Por su parte, en 1960, el Dr. Kubovy, del Centro de Documentación de Tel Aviv admitió la inexistencia de orden alguna dictada por Hitler.
En 1968, Olga Wormser-Migot declaró lo siguiente:
En 1981, el historiador Walter Laqueur escribió en uno de sus libros:
En 1992, el sociólogo judío Raymond Aron y el historiador francés François Furet declararon que a pesar de las investigaciones de los más eruditos no se ha podido jamás encontrar una orden de Hitler mandando exterminar a los judíos, después de participar en un coloquio en la Sorbone, que tenía como objetivo rebatir los argumentos del revisionismo.
La versión oficial es una teoría de conspiración
Los detractores del revisionismo del Holocausto afirman, de manera simplista, que éste ha postulado que la cuestión sobre el Holocausto es sólo una conspiración tramada entre judíos, por lo que algunos, errónea o maliciosamente, han catalogado al revisionismo del Holocausto como una "teoría de conspiración antisemita". Ellos argumentan que el revisionismo habla de una conspiración que supuestamente habría coordinado miles de testimonios sobre las cámaras de exterminio.
Postular una conspiración global de esta índole, sin evidencias que la respalden, es prácticamente insostenible dentro del análisis histórico, de acuerdo al principio de parsimonia o navaja de Ockham, misma que establece que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es probablemente la correcta, o en otras palabras, que no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias.
Es por ello que, al estilo de la falacia del hombre de paja, los exterministas presentan esta tesis como parte de las afirmaciones revisionistas, lo cual es falso. Por eso creen que les resulta tan fácil "refutar" al revisionismo utilizando la navaja de Ockham, cuando no es aplicable porque están distorsionando la tesis.
La verdadera tesis revisionista afirma que la propaganda de guerra de las potencias aliadas terminó por integrar algunas afirmaciones difundidas entre la comunidad judía, en forma de rumores y denuncias escandalosas surgidas antes de terminada la guerra, y cuyo conjunto fue posteriormente aprovechado por sionistas en beneficio de sus propósitos.
De hecho, no hay muchos revisionistas que apoyen la existencia de una conspiración, y otros, como Robert Faurisson, simplemente la niegan:
Incluso el sitio antirrevisionista, Nizkor, admite que los revisionistas no mencionan ninguna conspiración, pero persiste en intentar asociarles con ella, pese a no poder aportar referencias que apoyen sus acusaciones.
La razón principal de esto es que no existe coordinación entre las declaraciones de los testigos en infinidad de puntos, ni tampoco entre las confesiones de los nacionalsocialistas torturados como Rudolf Höss; casi nada en esos testimonios es consistente, lo cual no es congruente con una "gran conspiración global". Aquellos puntos en común, como la cifra de "seis millones de judíos muertos" o las "cámaras de exterminio", era información pública antes del fin de la guerra, en forma de rumores o denuncias, de modo que cualquiera de los 3.573 torturados en la Jaula de Londres[11], o por los soviéticos en Alemania o Polonia, podían incluir cualquiera de estos elementos en sus confesiones o ser obligados a hacerlo, todo ello sin necesidad de una conspiración.
En cambio, lo que supuestamente realizaron los nacionalsocialistas según la versión oficial de la Solución Final, es decir, el asesinato de millones de personas, sí que habría requerido una gran coordinación: dar órdenes, asignar un presupuesto, diseñar cámaras de gas y otros mecanismos de exterminio, asignar personal para construirlos y operarlos: ingenieros, técnicos, especialistas, etc. y además de esto, tener después la laboriosa tarea de ocultarlo todo mediante palabras en clave y con la presunta política de destruir documentos y pruebas físicas. En ese escenario, la conspiración es imprescidible. En este punto, el autor de La destrucción de los judíos europeos, el judío Raul Hilberg, enfrentó muchos problemas para explicar la organización y la intención de la Solución Final, y pronto acabó proponiendo teorías bizarras y extravagantes. De hecho, Hilberg acabó retractándose de sus extrañas teorías[12].
En 1961, Raul Hilberg llegó a escribir que Hitler dio dos órdenes de exterminio. Sin embargo, al declarar bajo juramento, como testigo experto de la acusación en el caso de Zündel en Canadá, no fue capaz de indicar dónde se encuentran esas órdenes. Según el profesor Faurisson, fue por ello que en la siguiente edición de su libro, Hilberg optó por quitar toda referencia a las supuestas órdenes. Como tampoco parece gustarle demasiado la teoría conspiratoria del tribunal de Núremberg, ahora para Hilberg, el exterminio de los judíos se llevó adelante sin orden de Hitler o de ningún otro, sino gracias a la aventura de incontables emprendedores dentro de la "burocrática maquinaria" nazi, los cuales, más que conspirar, tomaron parte de ello en virtud de un "mecanismo" (no definido y casi mágico), sin un "plan básico" .[13] Estos burócratas habrían creado "una atmósfera en la que el lenguaje escrito formal fue gradualmente abandonado como modus operandi"[14], siendo sustituído por un "básico entendimiento de funcionarios, resultando en decisiones que no requerían órdenes ni explicaciones", "fue un asunto espiritual, de compresión compartida, de consonancia y sincronización", "no hubo una agencia a cargo de toda la operación".[15] En palabras de Faurisson, la teoría de Hilberg, prescindiendo de pruebas de la supuesta conspiración nazi, nos adentra en los misterios de la "telepatía" y lo "paranormal", convirtiendo a la ciencia de la historia en un arte "cabalístico o religioso".[12]
De esta manera, la historia oficial de la Solución Final establece una serie de postulados aún más complicados que los que propone el revisionismo. El hecho mismo de afirmar que en la Solución Final las palabras "evacuación" o "emigración" significaban "asesinato", sin evidencia alguna que respalde esto, es invocar una teoría de conspiración.
Lo cual es confirmado nada menos que por el Tribunal Militar Internacional, cuando presenta su informe que titula "Nazi Conspiracy and Aggression". En dicho informe se acusa a los nacionalsocialistas de una conspiración para causar la Segunda Guerra Mundial y perpetrar crímenes contra la humanidad, incluyendo el exterminio en masa de aproximadamente 6 millones de judíos.
Además, cuando los historiadores exterministas afirman que palabras como "evacuación" o "emigración" significaban "asesinato" (porque, según ellos, los alemanes querían ocultar, a toda costa, este crimen ante el mundo), tropiezan con una contradicción demasiado evidente, ya que también según ellos, los nazis ya antes habrían pregonado con numerosos discursos, ante el mundo entero y sin ninguna clase de secretos ni ocultamientos, sus claras intenciones de genocidio.
Referencias
- ↑ Germany, Turkey, and Zionism 1897-1918
- ↑ The Zionist Plan For The Final Solution Of The Jewish Question
- ↑ The complete diaries of Theodor Herzl: Volume 3
- ↑ Brechtken, Magnus (1997), Madagaskar für die Juden. Antisemitische Idee und politische Praxis 1885-1945, Munich: Oldenbourg. ISBN 3-486-56240-1
- ↑ León Poliakov, Bréviaire de la haine (Edición completa, edición de bolsillo de 1986, p. 124)
- ↑ Lucy Dawidowicz. The War against the jews, 1975. p.121.
- ↑ Olga Wormser-Migot. Le Système concentrationnaire nazi. P. U. F. 1968, p. 544 y p. 13
- ↑ Walter Laqueur, The terrible secret, Francfort de Main, Berlín, Viena 1981, p. 190.
- ↑ Conferencia de Robert Faurisson (video, minuto 3:43)
- ↑ 66 preguntas y respuestas sobre el Holocausto: Nizkor responde a la pregunta 1
- ↑ The secrets of the London Cage
- ↑ 12,0 12,1 The secular religion of "the Holocaust"
- ↑ Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, 1985, Pg 53
- ↑ Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, 1985, Pg 54
- ↑ Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, 1985, Pg 55
- ↑ International Military Tribunal, Nüremberg: Nazi Conspiracy and Aggression, Cap IV,D,3(d)
Fuentes
- Richard Harwood, Did six million really die?
- Paul Rassinier, Le Mensonge d’Ulysse (La mentira de Ulises)
- Jürgen Graf, Der Holocaust Auf Dem Prüfstand, Editorial Revisión, 1997, Buenos Aires, Argentina, ISBN 9509923423.
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