Holocausto

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Artículo destacado


El cuestionamiento de las verdades oficiales impuestas por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, la sagrada alianza de capitalistas y comunistas, ha sido demonizado, criminalizado y penalizado en muchos países, sobre todo europeos; y sobre esa demonización, criminalización y penalización, ha sido construida toda una industria de la victimalización y de la exacción de dineros que han permitido financiar tanto al "Estado de Israel" como al movimiento sionista de "La Diáspora", con operaciones financieras acaparadas por los grandes bancos de propiedad de la alta oligarquía judía. Este entramado ideológico-represivo-financiero tiembla por la simple pregunta del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad: "¿si el holocausto es un hecho histórico, por qué no puede ser estudiado?". Esa simple y obvia pregunta es demoledora.
Entrada al campo de Auschwitz donde se lee: "Arbeit macht frei" (El trabajo los hará libres). Según la falsificación histórica, éste habría sido el mayor de todos los supuestos campos de exterminio.

Se ha denominado Holocausto (del griego holókauston, de holon ‘completamente’ y kauston ‘quemado’, referido a un antiguo ritual judío), también conocido como ha-Shoah (en hebreo השואה 'La Catástrofe') a lo que fue la mayor propaganda de guerra y teoría de conspiración contra Alemania durante y después de la Segunda Guerra Mundial, la cual acusó al régimen nacionalsocialista de cometer genocidio contra el pueblo judío y otras minorías étnicas, religiosas y políticas. La historia del supuesto "Holocausto" surgió de la magnificación y tergiversación de los hechos en torno a los campos de concentración alemanes y la llamada Solución Final al problema judío. El Holocausto fue ideado y fabricado como un concepto religioso y como símbolo culminante del sufrimiento del pueblo judío y el medio de purificación por el cual recibiría la "Tierra de Israel".

Terminología

Noé ofreciendo un sacrificio de fuego.
Véase también: Holocausto (sacrificio)


La palabra «holocausto», proviene de la traducción griega del texto masorético conocida como la Septuaginta, donde se usó la palabra griega olokaustos (ὁλόκαυστος: de ὁλον, 'completamente', y καυστος, 'quemado'), para traducir la palabra hebrea עֹלָה, olah, que significa 'lo que asciende en humo' y que se refiere a una ofrenda o sacrificio consumido completamente por el fuego, que era uno de los sacrificios judíos especificados por la Torá. Actualmente algunas traducciones de la Biblia recogen aquella palabra como «holocausto»; otras la traducen como «ofrenda ígnea».

Los primeros en usar el término «Holocausto» fueron los historiadores judíos de finales de la década de 1950; la generalización de dicho término se produjo a finales de los años sesenta.

Definición

De acuerdo con la historiografía nacida en los Juicios de Núremberg y mantenida por los historiadores conformistas, tres son los puntos básicos que dan forma al Holocausto:

Las corrientes historiográficas


Existen dos escuelas o líneas de interpretación, a saber, la exterminacionista (también conocida como oficialista o conformista, dividida a su vez en intencionalistas y funcionalistas), que no discute los hechos que dan base al supuesto Holocausto, y la revisionista que cuestiona la mayoría de los aspectos relacionados con el Holocausto. También es posible identificar una tercera, la activista, denunciada por el profesor Norman Finkelstein[1], que se ocupa de difundir y propagar el concepto del Holocausto con fines políticos. Finkelstein ha dicho al respecto del Holocausto:

Una gran parte de la literatura sobre la Solución Final de Hitler no tiene ningún valor para un erudito. Ciertamente, los estudios sobre el Holocausto están llenos de absurdos, si no, de puros fraudes… Viendo las tonterías que se profieren a diario sobre el Holocausto, lo raro es que existan tan pocos escépticos.
Dr. Norman Finkelstein, investigador judío y autor de La industria del Holocausto.

Surgimiento y orígenes del Holocausto como propaganda de guerra

Los historiadores revisionistas han demostrado que lo que hoy entendemos por Holocausto, es decir, el asesinato sistemático de aproximadamente seis millones de judíos y otras minorías, fue en realidad el producto de la propaganda de guerra fomentada por las potencias aliadas y que fue posteriormente aprovechada con premeditación por los sionistas, quienes realizaron escandalosas denuncias en los medios, todo esto con el propósito de obtener beneficios políticos a costa de otros pueblos, principalmente Palestina y Alemania y poder reclamar la creación de un Estado judío soberano en la región de Palestina.[2]

Antecedentes

La sofisticada propaganda de los tiempos de guerra sobre las supuestas atrocidades cometidas por el enemigo no es objeto de controversia. Ha sido utilizada como un arma psicológica eficaz y empleada desde tiempos muy antiguos. El enemigo es satanizado por medio de historias de atrocidad sistemática y los medios de comunicación repiten constantemente lo cruel y demoníaco que es para incitar a los soldados a luchar por una causa virtuosa y patriótica.

En la antigüedad, un ejemplo destacado de este tipo de propaganda, es la que se llevó a cabo por los romanos en contra de los cartagineses tras las guerras púnicas. La Eneida, poema épico del gran poeta Virgilio, fungió en cierta medida como medio de difusión de las diversas atrocidades que supuestamente cometieron sus enemigos. Cabe mencionar que después de estas guerras, los romanos se apropiaron de varias tecnologías desarrolladas por los cartagineses quienes quedaron ante la vista de Roma como un pueblo incivilizado incapaz de crear tecnología. Un caso similar sucedió con la Alemania de posguerra, de la que mucha de su tecnología fue a formar parte de la tecnología estadounidense e israelí.

Primera Guerra Mundial

En la Primera Guerra Mundial se difundieron varias afirmaciones macabras provenientes de la propaganda aliada contra los alemanes, como por ejemplo la de las "manos amputadas de los bebés belgas" o el "soldado canadiense crucificado", todas ellas falsas y por las que incluso algunos de los estadistas aliados de la Primera Guerra Mundial se disculparon con los alemanes.

En marzo de 1916, el Daily Telegraph informaba que los austriacos y búlgaros gasearon a 700.000 serbios. Se ignora si los lectores del diario británico llegaron a creer en esa información, pero después de la guerra, ya nadie creía en el caso de los 700.000 serbios gaseados.

Además ya desde entonces el diario The Times aseguró en un reportaje de abril de 1917 que los alemanes estaban hirviendo los cuerpos de sus soldados muertos para hacer jabones y otros productos, es decir, que tenían "fábricas de jabón hecho de cadáveres humanos". Muy posteriormente, en 1925, el secretario de asuntos exteriores del Reino Unido, Sir Austen Chamberlain, admitió que la historia acerca de la "fábrica de cadáveres" había sido mentira.

Aparece la cifra de los seis millones de judíos

Artículo principal: Seis millones


No sólo la fantasía de los jabones hechos de cadáveres surgió antes de la Segunda Guerra Mundial y del supuesto Holocausto, también apareció entonces la cifra mítica de los seis millones de judíos. Incluso antes de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución bolchevique, existen diversas menciones de esta cifra, siempre provenientes de fuentes judías como propaganda de atrocidad, primero contra los rusos y posteriormente contra los alemanes:

En 1906 un publicista judío se dirige a una audiencia en Alemania en el que afirmaba que el Gobierno ruso tenía una "solución de la cuestión judía", y que esta solución implica el "exterminio" de "6.000.000 de judíos".

En 1910, en el informe anual de la American Jewish Committee se afirma que desde 1890 Rusia ha tenido una política de "expulsar o exterminar" a seis millones de judios.[3]

En 1911, Max Nordau, co-fundador de la Organización Sionista Mundial, junto con Theodor Herzl, declaró en el décimo Congreso Sionista en Basilea, Suiza, que seis millones de judíos serían aniquilados.[4]

Esta cifra es de cierta importancia en el misticismo judío ya que está basado en fuentes cabalísticas[5], y se origina en una interpretación numérica forzada de un versículo de la Torá (Levítico 25:10), vista como una supuesta "profecía bíblica" según la cual seis millones de judíos deben "desaparecer" para que el pueblo judío pueda "regresar" a Israel. Los judíos creían que debían expiar sus pecados mediante un "Holocausto" (sacrificio de fuego) de "seis millones de almas" para poner fin a la Diáspora y poder retornar finalmente a Israel[6]. De este modo, para poder simbolizar que su deuda con su Dios, Yahvé, estaba pagada, las primeras alegaciones de "Holocaustos de seis millones" se intentaron imponer desde fines del siglo XIX con el fin crear una justificación teológica para establecer un Estado judío soberano y dar por cumplida la supuesta "profecía", hecho que no sucedió sino hasta tres años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial cuando la cifra ya había sido históricamente impuesta por los Juicios de Núremberg.

Período entre guerras

Martin H. Glynn, The Crucifixion of Jews Must Stop!, The American Hebrew, 31 de octubre de 1919.
Persecuted Jews Seen On Increase, New York Times, 9 de enero de 1938.

El 31 de octubre de 1919 el ex-gobernador del Estado de Nueva York Martin H. Glynn publicó un artículo titulado ¡La crucifixión de los judíos debe detenerse! (The Crucifixion of Jews Must Stop!) en el periódico The American Hebrew (El hebreo americano) donde aparecía ya la cifra de los seis millones de judíos y describió las condiciones de los judíos en Europa como un "Holocausto" potencial.[7]:

Al otro lado del Atlántico seis millones de hombres y mujeres reclaman nuestra ayuda... seis millones de seres humanos... están muriendo. En el posible Holocausto de la vida, seis millones de famélicos... (etc.).

El 20 de mayo de 1920, el Congreso Judío Americano escribía:

Fondo para víctimas judías de la guerra en Europa Central, donde seis millones enfrentan horrorosas condiciones de hambre, enfermedad y muerte.

Incluso artículos del New York Times anteriores a 1927 ya hablan también de conceptos tales como "seis millones de judíos" y "holocausto"[8]

Segunda Guerra Mundial

La cifra de los seis millones persiste

El 9 de mayo de 1942, Nahum Goldmann quien fuese posteriormente presidente del Congreso Mundial Judío, estimaba con mucha anticipación que de los ocho millones supuestamente al alcance de Hitler, sólo dos o tres millones sobrevivirían a la guerra (aún si ésta durara seis años o muchos más), lo que haría un total de cinco o seis millones de judíos muertos, pero según los datos aportados por la historia oficial habrían sobrevivido cinco millones, lo que indica que la cifra de los seis millones, previamente concebida, sólo se estaba ajustando a cualquier dato posterior que fuese presentado. Después de la guerra todas las estadísticas demográficas fueron adulteradas con el fin de ajustarlas para no contradecir las cifras oficiales de fallecidos.

En su edición de febrero de 1943, el Reader's Digest ya mencionaba el número de seis millones como el total de las víctimas judías. Esta mención se le debe a un guionista judío de Hollywood llamado Ben Hecht.

En 1944 el Rabino Michael Dov Weissmandel escribió varias cartas pidiendo ayuda para salvar a los judíos en Europa. Nótese nuevamente que ya desde entonces se cita el número de las víctimas, mucho antes de que terminara el conflicto, y por lo tanto, antes de realizar los Juicios de Nüremberg, antes de que se hicieran públicas las estadísticas demográficas del régimen nacionalsocialista y antes de las primeras menciones públicas sobre las cámaras de gas.[9]

¿Cómo mantenéis silencio frente a este gran crimen... mientras miles de miles, alcanzando ahora los seis millones de judíos han sido asesinados?
Rabino Michael Dov Weismandel, Carta del 15 de mayo de 1944.
Hasta la fecha, seis veces un millón de judíos de Europa y de Rusia han sido aniquilados
Rabino Michael Dov Weissmandel, Carta al Vaticano del 31 de mayo de 1944.

Luego, en diciembre de 1944, el propagandista judío soviético Ilya Ehrenburg incorpora la cifra de los seis millones a la propaganda soviética, conociendo así la cifra de las supuestas víctimas antes de la liberación de Auschwitz[10] y por lo tanto, antes de que fuera posible cualquier investigación cuidadosa o detallada sobre el asunto.

La mejor distracción es la propaganda de atrocidades contra el enemigo

Por otra parte, este tipo de tácticas acusatorias sobre atrocidades fue ampliamente utilizada también por los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial en forma extensiva y una parte de la evidencia de este hecho se observa en la siguiente nota del 29 de febrero de 1944, que el Ministerio Británico de Información envió al más alto clero británico y a la BBC:

Señor,

Dirigido por el Ministerio, le envió a Ud. la siguiente carta circular:

Es a menudo el deber de los buenos ciudadanos y de los cristianos píos cerrar los ojos frente a las peculiaridades de aquéllos que se asociaron con nosotros. Pero llegará el tiempo en el cual tales peculiaridades, que aún se niegan en público, deberán tenerse en cuenta cuando llamemos a la acción.

Nosotros conocemos los métodos de gobierno empleados por el dictador bolchevique en la misma Rusia mediante, por ejemplo, los escritos y discursos del Primer Ministro durante los últimos veinte años. Sabemos cómo se comportó el Ejército Rojo en Polonia en 1920 y sólo recientemente, en Finlandia, Estonia, Letonia, Galicia y Besarabia.

Por consiguiente, ciertamente debemos tener en cuenta cómo se comportará el Ejército Rojo cuando desborde Europa Central. A menos de que se tomen precauciones, los horrores inevitables que obviamente sucederán, generarán una tensión indebida en la opinión pública de este país.

No podemos reformar a los bolcheviques pero podemos hacer nuestro mejor esfuerzo para salvarlos - así como a nosotros - de las consecuencias de sus actos. Los descubrimientos del pasado cuarto de siglo generarán meras negaciones poco convincentes. La única alternativa a la negación es distraer la atención pública del asunto entero.

La experiencia ha demostrado que la mejor distracción es la propaganda de atrocidad dirigida contra el enemigo. Desgraciadamente el público ya no es tan susceptible como en los días de "la Fábrica de Cadáveres", "los Bebés Belgas Mutilados", y "los Canadienses Crucificados".

Por consiguiente se busca seriamente su cooperación para distraer la atención pública de lo realizado por el Ejército Rojo mediante su apoyo sincero en varios cargos contra los alemanes y japoneses que han sido y serán puestos en circulación por el Ministerio. El expresar sus creencias en cosas así puede convencer a otros.

Soy, Señor, Su obediente sirviente,

H. Hewet, Secretario Asistente,

P.S: El Ministerio no puede entrar en correspondencia de cualquier clase con respecto a la presente comunicación, la cuál sólo debe revelarse a personas responsables.[11]

Según los documentos de los archivos del departamento inglés responsable de la guerra psicológica, el Political Warfare Executive (PWE), en agosto de 1942 llegaron rumores por canales judíos de que los alemanes los estaban matando por millones.

El Foreign Office enseguida se daría cuenta de que se trataba de una mentira, no obstante, el PWE decidió emplear esta historia como base contra los alemanes. Se arrojó sobre Alemania millones de papeles hablando de las ejecuciones en cámaras de gas. Fue una mentira de la que empezaron a oír el eco a los pocos meses. En agosto de 1943 los primeros ministros de Checoslovaquia y Polonia, entonces en el exilio de Inglaterra, pidieron a Churchill y a Roosevelt difundir la acusación de que Alemania estaba exterminando a millones de judíos y polacos en cámaras de gas en el Este de Polonia.

Posteriormente, el jefe de la propaganda inglesa envió un mensaje a Winston Churchill en el que desaconsejaba firmar la acusación contra Alemania sobre un genocidio de judíos:

He descubierto que se trata de una mentira que puede poner en peligro a nuestra propaganda.

Declarando pocos meses después:

No sé cuánto tiempo más podremos mantener que los alemanes están matando judíos en cámaras de gas. Es una mentira grotesca, como la de que los alemanes en la I Guerra Mundial fabricaban mantequilla con los cadáveres de sus enemigos, y aquello hizo perder la credibilidad a nuestra propaganda.

Al acabar el conflicto Churchill escribiría 6 volúmenes sobre todos los detalles de la Segunda Guerra Mundial. En esas 4.448 páginas, no hace mención alguna a las supuestas "cámaras de gas" o un genocidio de los judíos. Churchill omitió escribir sobre esas dos mentiras porque simplemente al ser datos falsos no les dio importancia, o bien, porque de llegar a descubrirse en el futuro podrían desacreditar completamente su trabajo literario[12].

Campos de concentración nacionalsocialistas

La Alemania nacionalsocialista creó campos de concentración o campos de trabajo al igual que las demás potencias que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Su propósito era el de alojar opositores políticos, grupos étnicos o religiosos hostiles al régimen, prisioneros de guerra o en general cualquier tipo de personas consideradas peligrosas en tiempo de guerra. Ejemplo de ello fue la reclusión de ciudadanos japoneses y sus descendientes en campos de concentración estadounidenses durante la guerra. En el caso de los descendientes, no se reparó si quiera en la ciudadanía que ostentaran sino que el encarcelamiento obedecía estrictamente a criterios raciales que a juicio del gobierno estadounidense convertían a esos individuos en potenciales amenazas.

Esta fue una práctica generalizada, que además también se había usado en guerras anteriores: Hace aproximadamente 150 años los bóers fueron internados en campos por los británicos, los aristócratas por los republicanos, los cosacos por los comunistas en la guerra civil rusa, los chechenos por los estalinistas al acabar la guerra, etc. Por lo tanto, la orden de recluir en campos de trabajo y de concentración a los grupos considerados como un riesgo para la Alemania en guerra, no fue una medida particular o especial de los nacionalsocialistas.

Estos campos fueron establecidos dentro de Alemania poco después de la ascensión al poder del NSDAP en 1933. Posteriormente se crearían otros campos en aquellos países anexionados por Alemania antes y durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, como Holanda y Polonia.

Según la historia oficial algunos campos de concentración habrían sido campos de exterminio donde se habrían utilizado cámaras de gas y otros dispositivos de ejecución para la eliminación física de los detenidos. Los más conocidos de este tipo son seis:

Documento de la Cruz Roja

La Cruz Roja Internacional, que tuvo acceso a los campos y los supervisó durante la guerra, informó que habían muerto alrededor de 271.304 y que entre las causas principales de muerte estaban las epidemias de tifus causado por el piojo, la vejez y la muerte natural. De todos ellos apenas la mitad eran judíos (unos 150.000). La mayoría de ellos fallecieron a causa de las epidemias de tifus desatadas con la destrucción de las infraestructuras alemanas (vías férreas y autopistas) a causa de los bombardeos aliados, que causaron muchas víctimas, incluyendo no sólo las de muchos presos, sino también las de enfermeras, médicos y el personal de administración de los campos. Este hecho fue descrito por Paul Rassinier en sus obras, y confirmado también por la Cruz Roja en un informe de 1948 en el que explicó que los bombardeos sistemáticos de los aliados paralizaron los transportes y las comunicaciones; "no se podía ya realizar el aprovisionamiento regular de los campos y la falta de alimentos provocó la muerte de un número creciente de personas, no solamente en los campos, sino también entre la población civil".

Los trabajadores eran necesarios en época de guerra y hubiese sido contraproducente ejecutarlos, por esta razón el 8 de diciembre de 1942, Heinrich Himmler, responsable máximo de todas las instalaciones de prisioneros, hizo llegar a todos los centros de internamiento una orden taxativa, conminando a las autoridades responsables a que "el índice de defunciones en los campos debe ser reducido a cualquier costo".

Según cifras oficiales del Holocausto, el número mínimo de muertos en trece campos de concentración alemanes fue de 1.548.491:

KZ (Campo de concentración) Número mínimo de fallecidos según la historia oficial
Auschwitz* 960.000
Bergen-Belsen 70.000
Buchenwald* 56.000
Dachau 31.591
Flossenbürg 30.000
Gross-Rosen 40.000
Neuengamme 42.900
Mauthausen 95.000
Majdanek* 78.000
Mittelbau* 20.000
Natzweiler 25.000
Sachsenhausen 100.000
Abteilung I ?
1.548.491

De acuerdo con la información de un documento oficial de la Cruz Roja, la suma total de muertes fue de 271.304:

Registro oficial de la Cruz Roja Internacional respecto a las muertes en trece campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
KZ (Campo de concentración) Stand (Up-dated) Número total de fallecidos
Auschwitz* 31.12.1972 52.389
Bergen-Belsen 30.09.1973 6.507
Buchenwald* 30.09.1973 20.501
Dachau 30.09.1973 17.842
Flossenbürg 30.09.1973 18.259
Gross-Rosen 30.09.1973 7.925
Hmb.-Neuengamme 30.09.1973 5.570
Mauthausen 30.09.1973 77.727
Majdanek* 30.09.1973 6.920
Mittelbau* 30.09.1973 7.187
Natzweiler 30.09.1973 3.944
Sachsenhausen 30.09.1973 4.785
Abteilung I 31.12.1978 41.748
GESAMT 31.12.1978 271.304

Como lo explica el profesor Arthur R. Butz posteriormente se utilizaron dudosos métodos, para alcanzar las exageradas cifras oficiales de "exterminados".

Es sabido que, poco después del cese de hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, todo judío que no pudo ser inmediatamente localizado, o que no se registró ante las autoridades aliadas, fue automáticamente considerado muerto por exterminio. Debido a este procedimiento absolutamente arbitrario, se llegaron a producir casos bastante ridículos. Uno de ellos es el de Simone Veil, quien fuera Ministra de Salud Pública del gobierno francés de postguerra y hasta llegó a ser presidenta del Parlamento Europeo. Se puede ver su nombre en la página 519 de la "Memoria de la Deportación de los Judíos de Francia", en dónde esta buena señora figura como persona ejecutada en la cámara de gas. Su resurrección sigue siendo un misterio.
Arthur R. Butz
Registro oficial del Registro Civil Especial Sonderstandesamt

Documento de Sonderstandesamt

Otro documento revelador es el producido por el Registro Civil Especial (Sonderstandesamt) para los campos de concentración alemanes que registra, hasta diciembre de 1983, el total de 282.077 certificados de defunción emitidos por los campos de concentración y lo eleva a 373.468 considerando otros certificados de defunción emitidos fuera de ellos.

El documento es de 1984 y, por supuesto, termina con una advertencia sospechadamente alineada con la versión oficial:

Los números de muertes certificadas en el Sonderstandesamt no permiten una conclusión sobre el número real de muertes.”.

De alguna manera el documento nos da las victimas contabilizadas pero nos advierte de que no se pueden sacar conclusiones, un eufemismo de: "Estos cadáveres hemos contado, pero debemos poner por ley y dogma este aviso"

KZ (Campo de concentración) Stand (Up-dated) Número total de fallecidos
Auschwitz* 31.12.1983 53.633
Bergen-Belsen 31.12.1983 6.851
Buchenwald* 31.12.1983 20.671
Dachau 31.12.1983 18.451
Flossenbürg 31.12.1983 18.330
Gross-Rosen 31.12.1983 8.355
Lublin/Majdanek* 31.12.1983 7.671
Mauthausen 31.12.1983 78.824
Mittelbau* 31.12.1983 7.463
Natzweiler 31.12.1983 4.431
Hmb.-Neuengamme 31.12.1983 5.706
Ravensbrück 31.12.1983 2.130
Sachsenhausen 31.12.1983 5.012
Stutthof 31.12.1983 12.303
Theresienstadt 31.12.1983 27.604
Verschiedene 31.12.1983 4.643
GESAMT 31.12.1983 282.077

Peritajes sobre la cámara de gas

Artículo principal: Informe Rudolf


En 1993, el químico alemán Germar Rudolf publicó un estudio conocido como el Informe Rudolf, que determinó la imposibilidad química y física de que las cámaras de gas de Auschwitz fueran usadas para el exterminio en masa, de la forma en que fue declarada por los testigos. Este análisis confirmaba otros estudios anteriores como el Informe Leuchter, realizado en 1988 por el experto en sistemas de ejecución, Fred A. Leuchter. Hasta la fecha, el trabajo de Rudolf no ha podido ser refutado científicamente, al contrario, ha sido elogiado por historiadores, químicos y expertos de todo el mundo.

Las cifras

Artículo principal: Seis millones


La técnica más común utilizada por los historiadores del Holocausto para calcular cifras de entre cinco y seis millones de víctimas judías es comparar las cifras de población judía estimadas antes y después de la guerra para varios países y áreas europeos, y luego dar por hecho que las diferencias entre las cifras corresponden a asesinados. Este fue el método utilizado, por ejemplo, por el judío Jacob Lestchinsky para producir una cifra de 5.957.000 muertes judías en el Holocausto, en su importante informe del Congreso Judío Mundial de 1946. También es la técnica utilizada por Lucy Dawidowicz, otra destacada "historiadora" judía del Holocausto, que estimó un total de 5,9 millones de víctimas judías.[13]

Sin embargo, este método no tiene en cuenta un número considerable de judíos que emigraron o huyeron a países aliados o neutrales durante los años de la guerra. También ignora el hecho de que muchos judíos, particularmente en Europa del Este, no regresaron a sus países de origen al final de la guerra, sino que emigraron a Palestina, Estados Unidos y otros países más allá de Europa.

Además, asume de forma preconcebida que todas las muertes judías durante la guerra se debieron a la política alemana o del Eje. Por lo tanto, todos los judíos en áreas bajo control alemán o del Eje que murieron durante los años de la guerra son contados de manera rutinaria y engañosa como "víctimas del Holocausto", independientemente de la causa de la muerte. Esto incluye a los judíos que murieron por causas naturales, que perecieron en los bombardeos aliados de ciudades y campos de concentración, que murieron como soldados aliados, particularmente en el ejército soviético, o que, como cientos de miles de civiles alemanes, sucumbieron al agotamiento, la enfermedad, la y exposición en los meses finales particularmente catastróficos de la guerra. Raul Hilberg, probablemente el "historiador del Holocausto" más destacado, reconoce que se debe hacer una distinción entre "pérdidas judías" y "víctimas del Holocausto". Señala, por ejemplo, que la edad promedio de los judíos en Alemania al estallar la guerra era anormalmente alta de todos modos.[14]

Estadísticas de población judía

Uno de los principales escollos con los que tropieza la historia oficial del Holocausto son los censos y estadísticas oficiales. En la posguerra toda estimación o censo que no reflejara la cifra de seis millones podía ser denunciada demandando una "corrección" o retractación. Pero el problema persiste en las cifras anteriores a la guerra, las cuales aún hoy exponen el fraude.

La estimación oficial

La historia oficial cita una estimación de número de judíos en Europa que aparece en la Conferencia de Wannsee. En este caso se ha preferido tomar como cierta esta fuente que habla de 11 millones, en lugar de dar por buenos los censos que realizaban los propios judíos y que van de los 8 a 9 millones aproximadamente. El abarcar a la mayor cantidad posible de judíos en Europa antes del Holocausto es vital para dar credibilidad a la teoría de que los nazis pudieron dar muerte a 6 millones. Sin embargo, para el historiador alemán Ernst Nolte las minutas son una falsificación de pos guerra mientras que por otro lado el criterio para determinar quién es judío difiere notoriamente entre el aplicado por el nacionalsocialismo y el que utilizan los judíos mismos, produciendo cifras mayores a las reales y con un margen de error difícil de estimar.

Población judía mundial

En 1959, el profesor sueco Einar Aberg publicó una lista de cifras estadísticas de la población judía mundial antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Entre los años 1939 y 1947 las cifras de judíos a escala mundial son constantes y no muestran un descenso abrupto significativo. Sin embargo algunos de sus datos estaban basados en estimaciones oficiales en lugar de censos. El World Almanac al ser acusado de antisemitismo y de negación del Holocausto se vio obligado a retractarse. A partir de entonces las estadísticas difundidas por el Lobby judío asumen de facto que desaparecieron seis millones de judíos en el Holocausto. Por lo tanto y sin basarse en censo alguno, establecen un aproximado de 11 millones al final de la guerra. De este modo asumen que murieron aproximadamente seis millones en lugar de demostrarlo.

Cantidad de judíos bajo control alemán

Es poco probable que hubiera seis millones de judíos bajo control alemán durante la guerra. El representante durante la guerra del Congreso Mundial Judío en Suiza, Gerhard Riegner, informó confidencialmente a Londres y Washington en agosto de 1942 que el número total de judíos en los países ocupados o controlados por Alemania era de tres millones y medio a cuatro millones.[15] Esta cifra presumiblemente se refería a los judíos en el Gran Reich alemán (incluida Polonia), así como en Francia, Holanda, Bélgica, Eslovaquia y los territorios soviéticos ocupados. Si se agregan los aproximadamente 1,2 millones de judíos que se estima viven en Hungría y Rumania, el número total de judíos que estuvo bajo la influencia directa o indirecta del control alemán durante los años de guerra no podría haber sido más de 5,2 millones.

El carácter poco fiable del legendario cálculo de los seis millones también se muestra en la manipulación de las estadísticas del Holocausto en los casos de países específicos. En este sentido, es mucho más fructífero examinar las pérdidas judías en los países de Europa occidental, donde se dispone de estadísticas y otros datos mucho más fiables, que intentar estimar las pérdidas judías en territorios orientales como Polonia, donde no se dispone de datos fiables. En el caso de Polonia, incluso las fronteras del país cambiaron drásticamente durante y justo después de la guerra. Una característica importante de estas manipulaciones es que, aunque las cifras de supuestas pérdidas judías durante la guerra en países individuales pueden inflarse y desinflarse a lo largo de los años, no es un esfuerzo obvio hacer malabares con las cifras para que el total general se mantenga lo más alto posible.

El caso de Dinamarca

En 1946, el Comité de Investigación Anglo-Americano anunció en su ampliamente citado informe que, de un total de 5,7 millones de judíos europeos que perecieron durante los años de la guerra, 1.500 eran judíos daneses.[16] Raul Hilberg, en su muy respetado estudio de tres volúmenes de 1985, dio una cifra similar de 1.000 judíos daneses “perdidos” durante los años de la guerra.[17]

De hecho, menos de 500 judíos fueron deportados alguna vez de Dinamarca. (La mayoría de los judíos daneses huyeron a Suecia en 1943). Todos estos deportados de Dinamarca fueron enviados al campo del gueto de Theresienstadt (o Terezin) donde murieron precisamente 51 judíos daneses (en su mayoría ancianos), todos por causas naturales.[18] Por lo tanto, incluso si estas 51 se cuentan como "víctimas del Holocausto", las "pérdidas" judías para Dinamarca fueron exageradas aproximadamente 30 veces por el "Comité Angloamericano" supuestamente autorizado, y 19 veces por Hilberg.

La incontestable abundancia de "sobrevivientes" del Holocausto

Uno de los aspectos menos creíbles de la leyenda del exterminio masivo es el contraste entre la gran cantidad de "sobrevivientes" por un lado, y las astronómicas cifras oficiales de exterminados por el otro. El demógrafo italiano Sergio DellaPergola es uno de los que demostró la imposibilidad de tales cifras. De los aproximadamente 10 millones de judíos que ahora se alega que había en Europa antes de la guerra, seis millones habrían sido exterminados. Pero DellaPergola, comisionado por la Universidad Hebrea de Jerusalén fue capaz de localizar a al menos 1.092.000 sobrevivientes vivos en 2003, es decir 55 años después[19]. Tal como lo alegó la defensa de Ernst Zündel en su proceso en Canadá:

  • ¿Si realmente ocurrió un exterminio masivo de judíos, como es que hay tantos sobrevivientes en primer lugar?
  • Cada sobreviviente del Holocausto es una prueba viviente de que el Holocausto no ocurrió realmente.

Reclamos de restitución

Las estimaciones de "sobrevivientes del Holocausto" proporcionadas en los últimos años por fuentes judías autorizadas no pueden conciliarse con la historia generalmente aceptada del "Holocausto" o la cifra de seis millones. Otra indicación de que las cifras oficiales es errónea es el gran número de "sobrevivientes del Holocausto" judíos que han recibido pagos de restitución (Wiedergutmachung) del gobierno alemán en Bonn y, más recientemente, en Berlín. Las personas que fueron “perseguidas por motivos políticos, raciales, religiosos o ideológicos” por el régimen alemán durante la guerra han sido elegibles para recibir dinero del gobierno de Bonn y Berlín según los términos de la Ley Federal de Compensación (BEG) de 1953 y 1956. Esto incluye a los judíos que estaban internados en campos o guetos, obligados a llevar la insignia de la estrella, o que vivían en la clandestinidad.

En enero de 1984, hubo 4,39 millones de solicitudes de restitución BEG individuales exitosas. La gran mayoría de estos eran de judíos. Raul Hilberg ha dicho que “alrededor de dos tercios” de las afirmaciones permitidas han sido de judíos.[20] Esta es una estimación realista pero posiblemente conservadora. Aproximadamente el 40% de los que recibieron pagos vivían en Israel, el 20% en Alemania Occidental y el 40% en los Estados Unidos y otros países.[21]

El periódico Atlanta Journal and Constitution informó en 1985 que aproximadamente el 50 por ciento de los "sobrevivientes judíos en todo el mundo están en pensiones de Alemania Occidental".[22] Pero esta estimación es muy probablemente demasiado alta. Por ejemplo, los judíos de Polonia, la Unión Soviética, Hungría, Rumania y Checoslovaquia no eran elegibles para la restitución, al menos no en ese momento.[23] En los Estados Unidos, sólo alrededor del 66% de los “sobrevivientes del Holocausto” judíos en el área de Atlanta (Georgia) en 1985 habían recibido dinero de restitución alemán.[24]

Si se estima de manera conservadora que dos tercios de los 4,39 millones de reclamos individuales de restitución alemana provienen de judíos, eso significaría unos 2,9 millones de reclamos judíos. Y si la mitad de los "sobrevivientes del Holocausto" judíos en todo el mundo no han recibido ninguna restitución (lo que probablemente sea una cifra baja), y se concede que el número de reclamantes puede ser algo mayor que el número de reclamos, parecería que unos seis millones de judíos europeos “sobrevivieron” a la Segunda Guerra Mundial. (Por supuesto, algunos judíos europeos que vivieron los años de la guerra murieron antes de que se promulgara la ley alemana de restitución BEG en 1953). Y dado que no había más de unos ocho millones de judíos europeos bajo el control alemán durante la guerra[25] el número de judíos los que murieron en Europa durante la Segunda Guerra Mundial deben ser menos de tres millones. Como veremos, la cifra real de judíos muertos en tiempos de guerra es sustancialmente menor.

Antes de ir más lejos, es un hecho destacable que, en los últimos años, el número de “sobrevivientes del Holocausto” efectivamente ha ido en aumento. Esto se debe a que, como subraya Norman Finkelstein en su importante libro, La industria del Holocausto, Israel, el Congreso Judío Mundial y otras organizaciones judías importantes, todas las cuales exigen y recaudan miles de millones en nombre de los "sobrevivientes del Holocausto", tienen un interés en inflar las cifras tanto de las víctimas de la guerra como de los supervivientes de la posguerra.

Un informe publicado en julio de 1997, es decir, cincuenta y tres años después del final de la guerra, por un comité organizado por la oficina del primer ministro israelí estimó el número de "sobrevivientes del Holocausto" (ciertamente definido bastante ampliamente) en entre 834.000 y 960.000. Un informe autorizado similar publicado en junio de 2000, es decir, cincuenta y cinco años después del final de la guerra en Europa, estimó el número de judíos sobrevivientes del “Holocausto” entre 832.000 y 935.000. [26] Estas cifras, ha escrito Robert Faurisson, sugieren que había un poco más de tres millones de “sobrevivientes” judíos en Europa al final de la guerra de 1939-1945.[27]

Norman Finkelstein ha comentado que, sobre la base de estas cifras israelíes o judías, habría ocho millones de "sobrevivientes del Holocausto" judíos en Europa al final de la guerra en mayo de 1945. Al comentar sobre esto, Finkelstein ha dicho: “Había menos de ocho millones de judíos en toda la Europa ocupada por los nazis. En otras palabras, si estos números son correctos, el Holocausto no ocurrió. Como solía decir mi madre, si todos los que dicen ser sobrevivientes del Holocausto en realidad lo son, ¿a quién mató Hitler?" [28]

Población judía en Europa

En el libro ¿Murieron realmente seis millones? de Richard Harwood se confrontan las cifras oficiales de fallecidos con censos realizados por organizaciones judías y publicados antes de la guerra. El mismo destaca que según la Chambers Encyclopaedia el número total de judíos en el continente era de 6.500.000, lo que significa que de haber ocurrido el Holocausto los alemanes además de combatir a los aliados en tres frentes se las habrían arreglado para exterminar secretamente a la casi totalidad de los judíos del continente[29].

La información aportada por un análisis suizo aparecido en junio de 1946 en el respetado diario Baseler Nachrichten de la Suiza neutral[30] concluyó que "no más de 1.500.000 millones de judíos europeos podrían haber perecido (por todas las causas) bajo el dominio alemán durante la guerra". Las cifras ampliamente citadas de entre cinco y seis millones de judíos muertos, señaló el análisis, no se basaron en fuentes oficiales, sino en estimaciones privadas y semioficiales que exageraron enormemente la cantidad de judíos que alguna vez estuvieron bajo control alemán.

El periodista Bruno Blau citó esta misma cifra en el periódico judío Aufbau, del 13 de agosto de 1948, estableciendo que entre 1933 y 1945, 1.500.000 de judíos emigraron a Reino Unido, Suecia, Portugal, Australia, China, India, Palestina y los Estados Unidos. De esos inmigrantes, aproximadamente 400.000 emigraron desde Alemania a las islas británicas antes de septiembre de 1939. Este dato también es confirmado por el Congreso Judío Mundial en su publicación Unity in Dispersion (p. 377) que establece que:

"La mayoría de los [judíos] alemanes consiguieron abandonar Alemania antes del estallido de la guerra."

Además de los judíos alemanes, 220.000 de los 280.000 judíos austríacos habían emigrado para septiembre de 1939. Para marzo del mismo año en adelante, el Instituto de Emigración Judía de Praga puso a resguardo a otros 260.000 judíos de Checoslovaquia. En total, unos 360.000 judíos quedaron en Alemania, Austria y Checoslovaquia después de septiembre de 1939. De Polonia, un estimado de 500.000 emigraron antes del estallido de la guerra. Estas cifras significan que el número de judíos que emigraron desde otros países europeos (Francia, Holanda, Italia, países del Este, etc) fue de aproximadamente 120.000. Por lo tanto, este éxodo de judíos antes y durante las hostilidades redujo el número total de judíos en Europa a aproximadamente 5 millones. Además a esos inmigrantes debemos agregarles el número de judíos que huyeron a la Unión Soviética después de 1939 así como aquellos que fueron posteriormente evacuados desde Polonia por los soviéticos y los evacuados luego de la invasión alemana. La mayoría de estos provenían de Polonia, pero el historiador exterminacionista Reitlinger admite que 300.000 judíos de otras nacionalidades se las arreglaron también para escapar hacia la URSS entre 1939 y 1941. Eso eleva el número total de judíos que lograron escapar del territorio controlado por Alemania a 1.500.000.

En la revista Colliers del 9 de junio de 1945, Freiling Foster escribe sobre los judíos de Rusia "2.200.000 han emigrado a la Unión Soviética desde 1939, para escapar de los nazis", aunque probablemente la estimación de un millón y medio sería más exacta. La emigración judía a territorio soviético reduce por tanto el número de judíos en territorios ocupados por los alemanes a alrededor de 3 millones y medio (aproximadamente 3.450.000). De estos deben ser excluidos aquellos que vivían en países neutrales. Según el Almanaque Mundial de 1942 (p. 594) el número de judíos viviendo en las islas británicas, Portugal, España, Suecia, Suiza, Irlanda y Turquía era de 413.128[29].

Según estas cifras el genocidio de seis millones de judíos no habría sido posible ya que si tenemos en cuenta los que emigraron, quedaban mucho menos de seis millones de judíos en la Europa ocupada por el Tercer Reich.

El elefante invisible

Muchos historiadores oficialistas afirman que algunas instituciones como los servicios de inteligencia aliados, el Vaticano y la Cruz Roja Internacional, pudieron denunciar o incluso evitar el genocidio, pero lo callaron, cometiendo alguna especie de complicidad (véase por ejemplo la obra del judío Daniel Goldhagen). A partir de esta idea, otros historiadores quieren imputar algún grado de responsabilidad a estas instituciones por el presunto Holocausto.

El profesor Arthur R. Butz explica que los aliados disponían de una red de información que funcionaba de forma efectiva, tanto en los países ocupados por Alemania como en la propia Alemania[31], por lo que un crimen de una magnitud tan monstruosa como lo sería el asesinato de millones de personas en cámaras de gas, no podría de ninguna manera quedar oculto ante ellos durante años, más aún con organizaciones judías que a partir de 1942 reportaban atrocidades constantemente.

Pero Washington, Londres y Moscú no hacían nada para salvar a los judíos, pudiendo destruir los campos de exterminio y salvar así a millones. Tampoco los prevenían del exterminio que los amenazaba, pues los judíos no oponían ninguna resistencia a los traslados hacia los campos de trabajo. Los aliados tampoco llamaron la atención del pueblo alemán sobre el genocidio perpetrado por su gobierno. Asimismo, tanto el Papa Pío XII, como la Cruz Roja, habrían permanecido con los brazos cruzados hasta terminar la guerra, callando el genocidio. Durante la guerra nadie, excepto la propaganda judía, se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo.

Ya en 1942, el servicio de inteligencia británico consiguió captar y descifrar el código secreto de las comunicaciones radiales entre el cuartel general de las SS en Berlín y los supuestos campos de exterminio. En los informes diarios se daba cuenta de todos los casos de muerte. Según estos informes, la mayoría de las muertes se debía a enfermedades, pero también se comunicaron algunos casos de ejecuciones por fusilamiento o ahorcamiento. Pero de asesinatos en cámaras de gas no hubo nada, ni siquiera desde Auschwitz.

Esto lo confirma el profesor Hinsley, actualmente docente en Cambridge, quien durante la guerra era especialista para el desciframiento de códigos secretos enemigos. En su libro explica: "Las comunicaciones radiales alemanas no contenían ninguna referencia a gaseos (no references to gassings)."[32]

Desde diciembre de 1943, los aviones de reconocimiento aliados fotografiaban regularmente Auschwitz. Hasta la liberación del campamento por el ejército rojo en enero de 1945 confeccionaron centenares de fotografías en el curso de un total de 32 misiones. Por su tamaño, por su importancia bélica y por su constante vigilancia aliada, en Auschwitz, habría sido prácticamente imposible disimular un asesinato en masa perpetrado industrialmente. No obstante, durante dos años enteros, de 1942 a 1944, parecía que nadie notaba dicho asesinato. Sólo hasta el verano de 1944 aparecieron en la prensa internacional los primeros reportajes sobre las masacres.

A los historiadores oficialistas se les dificulta explicar la razón de este "misterioso silencio" sobre el Holocausto. Todos están dispuestos a imputar responsabilidades a múltiples entidades de diferentes intereses entre sí y de los supuestos criminales, presumiendo así, más cosas de las absolutamente necesarias, pero nadie quiere ver la explicación más sencilla: si durante la guerra nadie se comportaba como si dicho genocidio estuviese ocurriendo, entonces, o bien se ignoraba de su existencia, o bien simplemente no estaba ocurriendo. (Ver: navaja de Ockham). Pero como un genocidio de tal magnitud no habría podido ser escondido ante la actividad aliada, entonces, la explicación más sencilla que resta es que tal genocidio no estaba ocurriendo. De hecho, el Vaticano y la Cruz Roja se enteraron de la presunta existencia del Holocausto sólo después de la guerra.

Cuando los alemanes abandonan Auschwitz ante el avance soviético, la historia oficial dice que los prisioneros prefirieron irse junto con quienes "les estaban exterminando", rechazando la opción de quedarse y ser liberados. En otras palabras, los judíos presos en un "campo de exterminio", no lo creyeron. Y también ellos, actuaron como si el genocidio no estuviera ocurriendo.

Tres de los principales actores en la "liberación" de Europa, el británico Winston Churchill, el general francés Charles de Gaulle y el estadounidense Dwight Eisenhower, no dicen una sola palabra sobre las supuestas cámaras de gas en sus memorias. Entre las más de 7000 páginas que escribieron relatando todos los detalles de la Segunda Guerra Mundial, no hay ninguna mención de "cámaras de gas", "genocidio" de los judíos o "seis millones" de víctimas. El profesor Robert Faurisson sugiere que estos personajes sabían o sospechaban que la propaganda de sus propios gobiernos sobre cámaras de gas no era cierta[12].

El revisionista Arthur Butz explica:

No veo ningún elefante en mi sótano. Si hubiese un elefante en mi sótano, con toda seguridad lo vería. Por lo tanto, de dos cosas, una: o no hay ningún elefante en mi sótano, o bien el elefante es invisible.

Presuntas evidencias del Holocausto

La urgencia de procesar a los presuntos responsables de crímenes de guerra y genocidio influyó fuertemente en la manera en que se obtuvieron evidencias, y se ha planteado la preocupación de que las circunstancias de ciertos interrogatorios pudieran haber llevado a confesiones falsas o a la manipulación y fabricación de pruebas. La presión por obtener resultados rápidos contra el enemigo sin duda afectó la integridad de las investigaciones. Estos desafíos han llevado a una reflexión constante sobre la validez de las pruebas presentadas en diversos juicios y procesos legales posteriores a la guerra.

Las principales y supuestas evidencias que establecieron de forma oficial el Holocausto en los Juicios de Núremberg fueron el Informe Gerstein y la confesión de Rudolf Höss, ambas confesiones extraídas mediante tortura. Estos supuestos testimonios constituyen el pilar más importante del mito del Holocausto puesto que provienen directamente del bando nacionalsocialista.[33]

El Informe Gerstein

Artículo principal: Informe Gerstein


Un análisis sencillo y detallado al Informe Gerstein[34] demuestra que sus cálculos son completamente incorrectos y sus datos son en extremo exagerados. A pesar de su confirmada autenticidad, es un testimonio atestado de inverosimilitudes y contradicciones por lo que no es de ningún modo fiable, además de contener el absurdo de que, en esta versión, elegida dentro de ocho distintas que se contemplaban para explicar las muertes en Belzec, los judíos habían sido asesinados con gases de escape de motores Diesel, una imposibilidad explicada a detalle por el revisionista Friedrich Paul Berg[35].

La confesión de Rudolf Höss

Artículo principal: Rudolf Höss


La confesión de Rudolf Höss, fue extraída después de tres días de tortura, efectuada por la Policía Militar británica, tal y como admitió posteriormente uno de sus interrogadores. Se emplearon con él métodos tradicionales para hacer que dijera lo que sus captores querían oír, hecho que por sí mismo invalida por completo su fiabilidad. El testimonio fue admitido sin una verificación previa. El propio Höss explicó más tarde que estas primeras declaraciones fueron escritas bajo el control de las autoridades polacas que fueron las que le arrestaron.

Informe Korherr

Artículo principal: Informe Korherr


A principios de 1943, el jefe de las SS, Heinrich Himmler, ordenó a su "Inspector de Estadística", Richard Korherr, que preparara un informe sobre la "Solución final de la cuestión judía". Basándose en su mayor parte en la información y las cifras proporcionadas por la Oficina Central de Seguridad del Reich, Korherr escribió un estudio estadístico de dieciséis páginas que envió a Himmler el 23 de marzo de 1943. Unas semanas más tarde produjo una versión complementaria más breve con el mismo título.[36] Los dos informes a veces se denominan juntos como "el informe Korherr".

Los exterministas suelen citar estos informes para sostener las cifras oficiales de prisioneros exterminados por los alemanes, alegando que contiene información estadística sobre las víctimas de los pretendidos campos de exterminio. Aunque, como Raul Hilberg ha señalado, gran parte de estos informes, incluido su origen y propósito, "sigue siendo oscuro", son los registros estadísticos más autorizados disponibles en tiempos de guerra sobre el destino de los judíos de Europa.[37] Estos documentos alemanes secretos de alto nivel no contienen ninguna mención de un programa de exterminio o asesinatos masivos de judíos, un hecho que parece difícilmente posible si tal programa hubiera existido. En su texto, el informe habla, en cambio, de prisioneros deportados al este, tal como lo confirmó su autor después de la guerra declarando que no era consciente sus informes tuvieran algún significado siniestro o asesino.[38] y en una carta a Der Spiegel[39], Korherr declaró específicamente que el término “tratamiento especial” en el primer borrador del informe no se refería a matar.

Por lo tanto, para poder concluir que dicho informe se refiere a exterminados, la historia oficial, sin aportar evidencia de ningún tipo, asume previamente que la Solución Final consistía en el plan de exterminio de los judíos, en lugar de su expulsión, tal como se había discutido en la Conferencia de Wannsee, y siendo congruente con otros documentos disponibles, como el programa del partido y con la reiterada intención que, desde el principio, el régimen nacionalsocialista tuvo al respecto. Esto constituye una explicación que, al contrario de la versión oficial, prescinde de la existencia de elementos que van más allá de lo absolutamente necesario. Además, como señaló el historiador judío Gerald Reitlinger, incluso asumiendo las interpretaciones más siniestras de los datos, seis millones de judíos no podrían haber sido asesinados, .[40]

Testimonios

Artículo principal: Falsos testigos del Holocausto


En segundo orden se encuentran los testimonios, tanto de los demás oficiales nacionalsocialistas capturados (como Wilhelm Pfannenstiel que presuntamente confirma a Gerstein), como de los supuestos supervivientes (principalmente los judíos Filip Müller y Rudolf Vrba - que supuestamente confirman a Höss -, Elie Wiesel, Rudolf Reder, etc.). Estos testimonios carecen de validez si no pueden ser verificados o contrastados con algún indicio material, y de hecho, todos presentan significativas inconsistencias y contradicciones.

En el tiempo en que se llevaron a cabo las acusaciones contra los nacionalsocialistas, jamás se realizó un dictamen pericial sobre los instrumentos con los que se habrían llevado a cabo los supuestos crímenes, principalmente las cámaras de gas y los crematorios; en ninguno de los juicios contra los jerarcas del Tercer Reich se ordenó elaborar tal peritaje, necesario para cualquier proceso por homicidio. Ningún informe de autopsia evidenciando que los cuerpos fueron asesinados con gas, fue presentado o realizado. Ninguna de las tantas e innumerables maravillas de la tecnología alemana para asesinar personas, descritas detalladamente en los Juicios de Núremberg, fueron presentadas ante el tribunal como cuerpo del delito.

A falta de estas pruebas materiales y de documentos, el Tribunal de Núremberg tuvo que fundamentarse sólo mediante testimonios. Fue así que durante el proceso, había una gran abundancia de declaraciones escritas de presuntos testigos oculares bajo juramento. El problema con este tipo de declaraciones en ausencia, fue que no era posible interrogar a los testigos a fin de corroborar la veracidad de sus declaraciones[41]. Y finalmente, para confeccionar dichas declaraciones, sólo se habrían necesitado algunas máquinas de escribir y papel en grandes cantidades.

De hecho, el desarrollo de los Juicios de Núremberg y su uso indiscriminado de "testimonios", no fue tan diferente al de los que se realizaron en la época de la cacería de brujas.

Si la verdad de un hecho debe consagrarse por el número de testigos que la corroboran, la existencia del diablo en la Edad Media estaría mejor fundada que la de cualquier personaje histórico.
Charles Seignobos (1854-1942), historiador

Testimonio de Wilhelm Höttl

Artículo principal: Wilhelm Höttl


En el Tribunal de Núremberg fue presentado el testimonio de oídas del ex oficial de las SS Wilhelm Höttl, quien dijo que lo recordaba de un comentario de Adolf Eichmann, jefe de la sección de asuntos judíos de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA). Höttl, quien también sirvió en la RSHA durante la guerra, testificó en una declaración jurada fechada el 26 de noviembre de 1945 y proporcionada a los fiscales estadounidenses en Núremberg, que Eichmann le confió en agosto de 1944 que unos cuatro millones de judíos habían sido asesinados en los "diversos campos de exterminio", y otros dos millones habían sido asesinados de otras formas, principalmente en tiroteos por las fuerzas de Einsatzgruppen en el curso de la campaña militar en Rusia.

El propio Eichmann, cabe señalar, más tarde calificó la historia de Höttl de "tontería", negó enérgicamente haber hecho el supuesto comentario y especuló que Höttl pudo haber recogido la cifra total de seis millones de un informe de radio o periódico, ya que la misma circulaba en la propaganda antes de que terminara la guerra.

En abril de 2001, un informe detallado sobre Höttl basado en los archivos de la CIA recientemente desclasificados, titulado "Análisis del archivo de nombres de Wilhelm Hoettl"[42], reveló que Höttl era un informante completamente poco confiable que fabricaba información de manera rutinaria para complacer a quienes estaban dispuestos a pagarle. Los informes vinculan a Hoettl con doce servicios de inteligencia diferentes, incluidos el estadounidense, yugoslavo, austriaco, israelí, rumano, vaticano, suizo, francés, alemán occidental, ruso, húngaro y británico.

Poco después de su arresto por parte de los estadounidenses en mayo de 1945, Höttl comenzó a trabajar para la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) de EE. UU., predecesora de la Agencia Central de Inteligencia, y luego para el Cuerpo de Contrainteligencia (CIC) del Ejército de EE. UU. Como lo expresaron los dos investigadores del gobierno de EE. UU.: “Después de su arresto, Hoettl aprovechó los intereses de sus captores...” Fue durante este período, mientras trabajaba en secreto para la inteligencia estadounidense, que Höttl proporcionó su declaración jurada para que fuera presentada por parte de la acusación estadounidense en el tribunal de Núremberg.

En junio de 1949, un funcionario de inteligencia de EE. UU. advirtió contra el uso de Höttl por cualquier motivo, llamándolo “un hombre de tan bajo carácter y tan pobre historial político que su uso para actividades de inteligencia, independientemente de cuán rentables puedan ser, es una política miope de los Estados Unidos." En agosto de 1950, los mensajes de la CIA se refirieron a Höttl como un “notorio fabricante [de] inteligencia”. Un informe del CIC del Ejército de EE. UU. a principios de 1952 consideró que su información era inútil y señaló que Höttl "está involucrado en amplias actividades de inteligencia para casi cualquier persona que esté dispuesta a comprar sus hallazgos". En abril de 1952, sus informes fueron llamados "sin valor y posiblemente inflados o fabricados".

Numerosos informes de inteligencia identifican conexiones entre Höttl y Simon Wiesenthal, el conocido "cazador de nazis". Un documento del CIC describía a Wiesenthal como el "Agente principal austriaco de la Oficina de Inteligencia de Israel". Un informe del CIC del Ejército, en enero de 1950, señaló que durante los últimos tres o cuatro meses, Wiesenthal había "reclutado los servicios de Wilhelm Höttl" y lo había contratado para recopilar información para los informes del "cazador de nazis".

En julio de 1952, cuando la inteligencia del ejército finalmente rompió por completo con Höttl, una carta del Ejército advertía:

El Dr. Höttl ha sido conocido durante mucho tiempo en este cuartel general y otras organizaciones militares aliadas en Austria como un fabricante de información de inteligencia. Sus informes normalmente consisten en una fina telaraña de hechos, llena de mentiras, engaños, conjeturas y otros tipos de información falsa. Esta organización no tendrá absolutamente nada que ver con el Dr. Höttl o cualquier miembro de su séquito actual. Es una persona non grata para los elementos estadounidenses, franceses y británicos en Austria.[43]

Falsos testimonios

También existieron muchos testigos y algunas confesiones que describieron el proceso de exterminio con cámaras de gas en los campos de Dachau, Buchenwald[44], Ravensbrück[45] y Mauthausen[46], "hecho" que fue "establecido" durante los Juicios de Nüremberg, pero desde 1960 todos los historiadores "serios" de la versión oficial, admiten que todo esto era producto de la propaganda antialemana, que los testimonios eran fraudulentos, y que las confesiones fueron obtenidas bajo coacción. Paul Rassinier participó de manera importante en la refutación de estos testimonios.

El historiador exterminacionista alemán Martin Broszat fue uno de los expertos designados por el gobierno alemán que demostró que no había cámaras de gas dentro del territorio alemán, aunque pensaba que sólo existían en Polonia. Incluso una vez demostrada la no existencia de cámaras de gas por las autoridades alemanas, continuaban apareciendo "supervivientes" que afirmaban haber visto gaseamientos en los campos de Alemania.

Por otro lado, el denominado Documento Lauchout o Documento Müller fue emitido por el Tribunal Militar Internacional de Nüremberg en 1948 y sacado a la luz por el profesor Emil Lachout, lo que le hizo blanco del acoso de los medios y la policía austríaca por mas de una década.

Servicio de Policía Militar.

Viena, 1 de Octubre de 1948.

Circular número 31/48: ‘La Comisión Investigadora Aliada’ ha constatado hasta la fecha, que en los campos de concentración siguientes, no tuvo lugar la muerte de ningún ser humano mediante gas venenoso: Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau, Flossenburg, Gross-Rosen, Mauthausen y anexos, Natzweiler, Neuengamma, Niedahagen (Wewelsburg), Rravensbrück, Sachsenhausen, Stutthof, Theresienstadt. En estos (trece) casos, se ha podido comprobar que se obtuvieron confesiones mediante tortura y prestaron falsos testimonios. Ello debe tenerse en cuenta durante las pesquisas e interrogatorios de criminales de guerra. Este resultado de las investigaciones deberá ponerse en conocimiento de los antiguos internados en campos de concentración que, al ser interrogados, hagan declaraciones sobre el asesinato en estos campos de personas, especialmente judías, mediante gas venenoso. En caso de que persistan en sus afirmaciones, deberán ser denunciados por falso testimonio.

Testimonios basados en rumores

Los testigos "supervivientes" que han afirmado la existencia de cámaras de gas, lo han hecho no según lo que ellos habían visto, sino según lo que habían oído decir.

Un ejemplo típico e ilustrativo es el del Dr. Benedict Kautzsky, quien sucedió a su padre en la dirección del Partido Social-demócrata austríaco.

Después de haber declarado que en Auschwitz el tiempo máximo de supervivencia era de tres meses (aunque él permaneciera internado allí durante tres años), escribió un libro titulado: Teufel und Verdammt ("El diablo y el condenado") publicado en Suiza en 1946, a propósito de las cámaras de gas dice: "No las vi con mis propios ojos, pero su existencia me fue confirmada por varias personas dignas de crédito".

Otro de este tipo de testigos es Rudolf Vrba, uno de los más famosos supuestos supervivientes de Auschwitz. Su libro I cannot forgive ("No puedo perdonar") se ha considerado experiencia directa de los gaseamientos. Sin embargo, sometido a un interrogatorio en enero de 1985, bajo juramento, en el proceso de Ernst Zündel en Canadá, Vrba admitió que no presenció muchas escenas que describió en su libro, y que sólo las sabía 'de oídos'.

En este mismo proceso, otro supuesto superviviente llamado Arnold Friedman, reconoció que él personalmente no vio nada, sino que lo sabía de oídas y "se lo había oído contar a personas que le parecían dignas de crédito".

Fotografías

Artículo principal: Fotografías del Holocausto


Wikipedia en español muestra esta fotografía afirmando que las muertes de las personas en la imagen se debieron a inanición y disparos de la Gestapo.[47] Sin embargo, se ven claramente los edificios destruidos y los muertos sacados al exterior y agrupados en filas para su conteo. Como se explica en la versión inglesa de Wikipedia, en realidad fueron víctimas de un bombardeo de la Royal Air Force.[48]

Entre otras falsas evidencias, se presentan generalmente las fotografías que fueron tomadas a los prisioneros famélicos por la falta de los suministros causada por el bombardeo aliado, fotografías de cientos de cadáveres, tanto de judíos como de alemanes, víctimas de las epidemias como el tifus, víctimas de inanición, sin contar las víctimas de muerte natural.

A pesar de que la mayor parte de las fotografías son auténticas, algunas han resultado ser montajes propagandísticos y otras se han presentado fuera de todo contexto.

En su libro Faked Atrocities, Udo Walendy[49] describe algunas de las formas en las que la nación alemana es satanizada mediante el uso de fotografías falsificadas. Ahí trata con este problema y muestra:

  1. Fotografías que son mostradas con diferentes pies de foto para adaptarse a la circunstancia o contexto. El pie de foto puede describir una circunstancia, tiempo y lugar totalmente diferentes a otro pie de foto de la misma foto publicada en otra parte.
  2. Fotografías que son alteradas; a veces sin razón aparente; por ejemplo, con respecto a la ropa, peinados, expresiones faciales. Estas alteraciones lanzan severas dudas sobre el origen de la foto en sí misma.
  3. Fotografías imposibles, en las que las sombras están mal, se contradicen entre sí, o incluso no existen. O bien, que la anatomía de las personas retratadas es imposible, en comparación con los esqueletos. Este tipo de imágenes de atrocidades son generalmente pinturas o dibujos.
  4. Fotografías de atrocidades que en realidad son de origen soviético.
  5. Imágenes que en realidad no prueban nada. Por ejemplo, imágenes de cadáveres cuya causa de muerte no es conocida y que puede atribuirse a las epidemias. Pilas de ropa, zapatos y anteojos que fueron retirados a los prisioneros para uniformarlos, así como cúmulos de latas vacías del insecticida Zyklon B usado para la prevención de plagas.

Citas de Hitler y otros oficiales

A falta de otras pruebas del asesinato de millones de judíos, los exterministas citan con frecuencia palabras que Hitler y otros oficiales nazis habían pronunciado en agresivos discursos ideológicos o de guerra que bien podrían ser vistos o interpretados como claras amenazas de exterminio si no se conoce de antemano el contexto real de los mismos. En el último capítulo del tomo II de Mein Kampf (Mi Lucha), por ejemplo, se lee lo siguiente:

Si al principio de la guerra (la Primera Guerra Mundial) y durante la misma se hubiera expuesto a los gases venenosos a unos 12.000 o 15.000 de estos hebreos perversores del pueblo, tal como soportaron cientos de miles de nuestros mejores trabajadores alemanes de todas las clases y profesiones en el campo de guerra, entonces el sacrificio de millones no hubiera sido en vano
Adolf Hitler, Mein Kampf.

Recordemos que los gases venenosos fueron utilizados como arma química contra civiles y militares alemanes en el campo de batalla, pero Hitler, a pesar de poseer esta arma, no la utilizó contra sus enemigos durante la Batalla de Inglaterra. El contexto en el cual se encuentra esta frase, así como las cifras que maneja, no expresa que Hitler deseaba la ejecución de todos los judíos, sino sólo la liquidación de los cabecillas marxistas que generalmente eran de origen judío, y que se consideraban desde entonces los causantes de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial (véase el "Dolchstoss" o "apuñalamiento por la espalda").

Asimismo, se ha citado, como una supuesta prueba de sus intenciones genocidas, el discurso que pronunciara el dictador el 30 de enero de 1939:

Wenn es dem internationalen Finanzjudentum in und außerhalb Europas gelingen sollte, die Völker noch einmal in einen Weltkrieg zu stürzen, dann wird das Ergebnis nicht die Bolschewisierung der Erde und damit der Sieg des Judentums sein, sondern die Vernichtung der jüdischen Rasse in Europa.     Si el judaísmo financiero internacional, dentro y fuera de Europa, lograra una vez más precipitar los pueblos a una guerra mundial, entonces el resultado no sería la bolchevización del mundo, y con ello, la victoria de la judería, sino la aniquilación de la raza judía en Europa

Hitler no había terminado con este tema. En el Sportpalast de Berlín, el 30 de enero de 1942, tenía más que decir:

Wir sind uns dabei im klaren darüber, daß der Krieg nur damit enden kann, daß entweder die germanische Völker ausgerottet werden, oder daß das Judentum aus Europa verschwindet. Ich habe am 3. September im Deutschen Reichstag es schon ausgesprochen -- und ich hüte mich vor voreiligen Prophezeiungen -, daß dieser Krieg nicht so ausgehen wird, wie es sich die Juden vorstellen, nämlich daß die europäisch-arischen Völker ausgerottet werden, sondern daß das Ergebnis dieses Krieges die Vernichtung des Judentums ist.     Somos muy conscientes de que la guerra solo puede terminar con el exterminio de los pueblos germánicos o con la desaparición de los judíos de Europa. El 3 de septiembre, en el Reichstag alemán, dije -y me cuido de hacer profecías apresuradas- que esta guerra no terminará como los judíos imaginan, es decir, que los pueblos europeo-arios serán exterminados, sino que el resultado de esta guerra será la aniquilación de los judíos.

Hitler dice en ambos discursos que si la judería financiera internacional tiene éxito una vez más en iniciar una guerra mundial, entonces terminará con la "aniquilación" de los judíos de Europa, pero esto no significa que esté diciendo que van a ser asesinados; significa más bien que será el fin de esta influencia judía en Europa. Asimismo, menciona la posibilidad del exterminio de los alemanes en caso de la derrota, en referencia a las intenciones genocidas del Plan Kaufman, por lo que este discurso fue una respuesta a ese plan.

Otra de las citas proviene del Dr. Joseph Goebbels quien en un artículo para la publicación Das Reich dijo que los judíos "pagarían con el "exterminio" de su raza en Europa", "y quizá más allá de Europa". Sin embargo, al igual que ocurre con el discurso de Posen, la palabra alemana Ausrottung que es traducida muchas veces como "exterminio", tiene otras acepciones como "erradicar" "expulsar" o "desarraigar".

La declaración de Goebbels fue una reacción en represalia a los duros ataques aéreos e iba dirigida contra la prensa bajo control judío que era, según él, muy responsable del clima propagandístico que posibilitó los bombardeos terroristas. Lo que dijo en Das Reich fue:

En esta guerra los judíos están haciendo su juego más criminal y tendrán que pagar por ello con el Ausrottung de su raza en Europa y quizá incluso más lejos. No se les va a tomar en serio en esta guerra ya que no representan ni los intereses británicos ni los americanos, sino exclusivamente los judíos.
Noticia del 24 de marzo de 1933 sobre el boicot comercial declarado por el Congreso Mundial Judío contra Alemania, poco después de que Adolf Hitler asumiera el poder. Los historiadores generalmente omiten este tipo de información, con el fin de presentar al régimen nazi como el causante de los conflictos.
El Ministro de Propaganda Joseph Goebbels insta a Berlín a iniciar un boicot comercial contra los negocios judíos en abril de 1933, como reacción al boicot comenzado por la comunidad judía en marzo del mismo año. Discursos como este fueron posteriormente aprovechados por la propaganda aliada para apoyar la tesis del exterminio, omitiendo las causas que motivaron los discursos.

Algunos de estos discursos eran parte de una serie de tácticas intimidatorias que tenían el propósito de hacer cumplir una política de emigración masiva de acuerdo a lo estipulado en el programa nacionalsocialista. Puesto que esta emigración era también del interés de los sionistas, quienes consideraban que todos los judíos debían vivir en su patria original y no en territorios extranjeros, hubo una especie de colaboración, generalmente omitida, entre nacionalsocialismo y sionismo por lo que también los sionistas fomentaron la emigración de la mayor cantidad de judíos posible hacia la región de Palestina a través del Acuerdo Haavara o Acuerdo de transferencia[50][51].

De hecho el fundador del sionismo había recomendado esta vía como método para promover la emigración a Palestina y usurpar más territorio a los árabes. Theodor Herzl se refirió a esto como una bienvenida "Solución Final a la cuestión judía"[52][53]. Lo que indica que por aquel entonces estaba claro que la "solución final" se refería a la emigración de los judíos. Herzl escribió:

Los antisemitas se convertirán en nuestros más seguros amigos; mientras que los países antisemitas, nuestros aliados.
Theodor Herzl, página 19 de su diario personal[53].

Esta estrategia resultó tan eficaz que se ha seguido utilizando hasta nuestros días por parte del sionismo. En 2003, el primer ministro israelí volvió a utilizar la palabra "solución" para referirse a la "emigración" como respuesta a presuntas amenazas antisemitas.

La mejor solución para el antisemitismo es la emigración a Israel. Es el único lugar del planeta donde los judíos pueden vivir como judíos.

Al año siguiente una ola de inmigrantes judíos arribó desde Francia. Sharon les recibió con beneplácito e insto a los judíos de América y del mundo a seguir sus pasos y aseguró que mudarse a Israel es "imprescindible" ante una supuesta escalada del antisemitismo a nivel mundial.

Pero aún antes de que Hitler hubiese promulgado su primera ley "antijudía", las organizaciones judías del mundo desencadenaron en marzo de 1933 una campaña de boicot comercial que causó un gran daño económico a Alemania. En abril de 1933, en respuesta a este boicot contra la economía alemana, los funcionarios alemanes tomaron medidas similares e iniciaron un boicot contra los negocios judíos. La intención de los sionistas era de provocar a Hitler para que éste intensificara cada vez más las medidas "antijudías" y así acelerar la emigración de los judíos hacia Palestina.

Otras de estas citas son una respuesta al Plan Kaufman y Plan Morgenthau, ambos judíos, que recomendaban abiertamente la desintegración de Alemania, la esterilización forzada de los alemanes con el objeto de asegurar la desaparición de su raza y su uso como mano de obra esclava[54]. Todo esto antes de que los vencedores de la guerra, junto a historiadores judíos, comenzaran a propugnar la teoría de que los nacionalsocialistas elaboraron un plan de exterminio.

...ciertamente la esterilización del pueblo alemán no puede ser considerada sino como una gran medida sanitaria promovida por la humanidad para inmunizarse contra el virus del Germanismo. La población de Alemania, excluyendo los territorios conquistados y anexados, es de aproximadamente 70 millones, de los cuales aproximadamente la mitad son hombres y la mitad mujeres. Para lograr el propósito de la extinción de los alemanes solo sería necesario esterilizar a 48 millones - una cifra que excluye a varones de mas de 60 años y mujeres de mas de 45, por su limitada capacidad procreativa-.[55]
Theodore N. Kaufman, periodista judío, autor del Plan que lleva su nombre

El plan Kaufman se hizo público en 1941, recibió el apoyo de los líderes de las tres principales potencias aliadas y dio lugar a varios discursos de Goebbels que todavía hoy se exponen como prueba de un presunto exterminio de los judíos. Ese año se imprimió la propaganda alemana que difundía las amenazas de Kaufman respondidas mediante otras amenazas. La táctica utilizada aquí ha sido omitir el discurso de los adversarios de los nazis y presentar sólo las respuestas de éstos últimos como prueba de un supuesto plan.

Todas estas citas pueden ser interpretadas por los inexpertos o por los activistas difusores del Holocausto como una predicción sobre el supuesto destino de los judíos en Europa, que la historia oficial ha manejado como dogma inamovible, pero no hay que olvidar que para el movimiento nacionalsocialista debió imponerse un rígido lenguaje combativo, lo cual siempre había sido típico en el ejército y durante la guerra desde mucho tiempo antes de la aparición del nacionalsocialismo. Palabras como "destruir" o "aniquilar" eran de uso común en la retórica y oratoria, no sólo de los nacionalsocialistas, sino también de los aliados: Existe abundancia de citas extremistas y provocativas análogas de parte de los aliados que no se llegan a exponer en los libros con la misma recurrencia que poseen las citas de los nazis, por ejemplo cuando el día de la declaración de guerra de Gran Bretaña, Winston Churchill dijo que "el objetivo de la guerra es la aniquilación de Alemania". Si se respetan estas cuestiones de neutralidad no se podría interpretar tampoco que Churchill tenía la clara intención de exterminar físicamente a todos los alemanes.

De todo esto se pueden desglosar tres puntos básicos sobre estas citas, a saber:

  • Que algunas fueron reacciones a las iniciativas sionistas o a los ataques aliados, como en el caso de Goebbels quien reaccionó furioso ante aquel bombardeo aéreo.
  • Que la gente puede llegar a decir cosas extremas durante la guerra y que frases violentas fueron pronunciadas indistintamente por los representantes de ambos bandos del conflicto.
  • Que suele ser necesaria una profunda comprensión del contexto histórico y de las circunstancias específicas para poder interpretar el significado exacto de estos comentarios.

Cuando los historiadores exterministas interpretan citas como éstas como pruebas del Holocausto, tropiezan con una contradicción demasiado evidente, pues si se les pregunta porqué no existen documentos donde se haya decretado el supuesto genocidio, ni fosas comunes con víctimas del Holocausto, generalmente contestarán que los alemanes querían ocultar, a toda costa, este crimen ante el mundo, por lo que no se realizaron estos documentos, o bien, los destruyeron, así como también se tuvo la escrupulosa diligencia de eliminar cualquier rastro de todos los cadáveres de sus víctimas, pero esto a pesar de que, también según la historia oficial, los nazis ya antes habrían pregonado con todas aquellas citas, ante el mundo entero y sin ninguna clase de secretos ni ocultamientos, sus claras intenciones de genocidio. (Ver también: Solución Final)

Por este motivo los revisionistas sugieren una explicación más sencilla: los Aliados encontraron en este intercambio de amenazas entre nacionalsocialistas y grupos judíos, el material y la oportunidad de acusar a Alemania de llevar adelante un genocidio, independientemente de que el mismo haya tenido lugar o no.

Un ejemplo moderno de esta táctica puede verse con claridad en la manipulación de las declaraciones de Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán, donde Israel planea un ataque que podría justificar posteriormente sobre la frase "Israel será borrado del mapa". Al dejar de lado el marco, el contexto y hacer una traducción conveniente, este tipo de frases se utilizan posteriormente como "prueba" de un supuesto plan.

El Discurso de Posen

Artículo principal: Discurso de Posen


Se ha presentado también el supuesto discurso de Heinrich Himmler en Posen (Poznan), del cual se dispone de una audiograbación de una pequeña parte del mismo donde se oye pronunciar claramente la palabra "Ausrottung" que actualmente se traduce como "exterminio". Sin embargo las investigaciones de los revisionistas (David Irving entre otros) han demostrado que en la época de la Alemania nazi, la palabra también se traducía como "desarraigar" o "erradicar" una plaga o un mal, en este caso refiriéndose por ejemplo a la influencia judía. Existen varios diccionarios impresos en la época que apoyan ese argumento. No obstante es cierto que en la actualidad el término se traduce como exterminar.

Himmler hace alusión en su discurso a que el supuesto exterminio está en el programa del partido nazi y por tanto se lo llevará a cabo: "Está claro, la eliminación (Ausscheltung) de los judíos está en nuestro programa y lo estamos haciendo; el "exterminio" (Ausrottung) es lo que estamos haciendo". La pregunta que deberíamos hacernos para clarificar la cita es: ¿Qué dice el programa?. El programa del partido habla claramente de expulsar del país a los no ciudadanos en caso de que no fuera posible proporcionar sustento a los alemanes[56]. Los 25 puntos del programa podrían entrar fácilmente en una carilla, no tienen ambigüedad alguna y no hacen uso de la palabra "Ausrottung" en su versión en alemán[57]. En el punto 4 del programa, se establece claramente que ningún judío es ciudadano alemán y en el punto 7 afirma que si no fuera posible proporcionar sustento a toda la población, los extranjeros "no ciudadanos" serán expulsados del Reich, que es exactamente lo que ocurría en 1943. Por tanto podría argumentarse que en la cita anterior no es coherente traducir "Ausrottung" como exterminio, porque el programa ni siquiera usa la palabra "Ausrottung".

A menudo se argumenta que esa palabra aplicada a personas siempre significa exterminar pero hay varios discursos nazis donde se utiliza en referencia a los cristianos o desempleados, detalle que no ha sido explicado, por lo cual no deja de ser un tema polémico. Sin embargo al afirmar que el discurso es prueba de un exterminio ordenado por Hitler, caemos en las siguientes suposiciones y especulaciones que mantiene la versión oficial, las cuales todas deberían ser ciertas:

  • El discurso realmente se refiere a exterminar a los judíos: tema polémico ya comentado.
  • Himmler lo pronunció: el testigo Gottlob Berger dijo que la voz en la grabación no era la de Himmler, pero luego se retractó afirmando que "pudiera ser", por tanto no es seguro, y por algún motivo a los fiscales no les interesó demostrarlo por otros medios. Así que la prueba de que Himmler realmente pronunciara este discurso es muy débil.
  • El discurso, tal cual se presentó en el juicio, fue pronunciado en Possen frente a los jerarcas nazis: En este punto el juez Powers, designado por los Aliados y presidente del tribunal senteció que "no hay pruebas de que fuera pronunciado ni en Poznan ni en otro lugar en concreto.". Además Gottlob Berger declaró que la transcripción no coincidía exactamente con lo dicho en Possen, ya que recordaba varios pasajes del discurso: "Esto no figura en la transcripción. Puedo decir con certeza que no se habló del "Ausrottung" de los judíos" Por tanto, ni siquiera un juez designado por los Aliados se atrevió a respaldar esta especulación.
  • Himmler transmitía una orden de Hitler: Se trata de otra completa especulación sin base de ningún tipo, ni testigos, ni documentos ni ninguna otra prueba, donde además, el juez Powers describe el discurso como una "actitud personal" de Himmler[58].

Como prueba de que Hitler ordenó el exterminio judío (que contradice a los revisionistas) es realmente pobre, ya que estas suposiciones, una sobre otra, basadas en pocas o ninguna prueba, deberían ser todas ciertas según la historia oficial.

Esta supuesta "prueba" cae también en la misma contradicción antes mencionada, pues según la historia oficial los nazis ocultaron todo y no generaron documentos que los incriminaran, o bien, los destruyeron. Es decir, la cuestión sobre el exterminio de los judíos habría sido un secreto de Estado, por lo que la reunión en Posen habría sido también ultra secreta, resultando inconveniente y poco inteligente audiograbarla.

El texto del presunto discurso de Posen forma parte del documento 1919-PS y ocupa 63 páginas en los volúmenes del IMT.

El Diario de Ana Frank

Artículo principal: Diario de Ana Frank


El Diario de Ana Frank suele ser considerado como una pieza clave en la fabricación del Holocausto. Éste fue escrito con bolígrafo por Otto Frank, padre de Ana. El bolígrafo no fue inventado sino hasta 1949, es decir, cuatro años después de la muerte de Ana Frank, y comenzó a ser comercializado recién en 1951. Por otra parte, Ana Frank y su hermana fueron internadas en Auschwitz y en lugar de gasearlas, las enviaron a Bergen-Belsen, donde se reconoce que murieron de tifus. Algo parecido ocurre con su padre Otto, que llega herido a Auschwitz y en lugar de llevarle a la cámara de gas, es trasladado a la enfermería y sobrevive a la guerra. Sin embargo para algunos, el Diario es evidencia que apoya la versión oficial sobre el Holocausto, porque se dice que otros familiares y amigos de la familia sí murieron gaseados, aunque no se aportan pruebas de ello.

Uso político del Holocausto

El Holocausto es un concepto pseudohistórico surgido de la propaganda de guerra que ha sido impuesto académicamente por la constante presión política de organizaciones judías radicales como la Liga Antidifamación, el Centro Simon Wiesenthal o la American Jewish Committee, y que desde sus inicios ha sido explotado con el propósito de obtener beneficios económicos para financiar la creación de un hogar judío en Palestina, y actualmente para obtener el apoyo político de la mayoría de los Estados occidentales. Estos beneficios se han conseguido por medio del cobro en concepto de grandes indemnizaciones a Alemania, mismas que para el año 1952, ascendieron a 85.000. millones de marcos[59]. Alemania ha pagado más de 90.000 millones de marcos (56.000 millones de dólares aproximadamente) a Israel y a organizaciones sionistas desde 1949. De ahí radica la razón de la constante censura y desprestigio hacia el revisionismo del Holocausto, puesto que su validez histórica representa un peligro para los intereses del sionismo y del Estado de Israel.

Este uso político de la Historia es descrito por Roger Garaudy, en Los mitos fundacionales del Estado de Israel[60] así como por el profesor judío Norman Finkelstein, cuyos padres estuvieron internados en campos de trabajo y quien es conocido por expresar en sus obras, críticas a la política exterior israelí y que el "Holocausto está siendo explotado con fines políticos pro-israelíes y para financiar a los actores políticos en perjuicio de los actuales supervivientes". Por expresar esta opinión, la presión de la comunidad judía le obligó a abandonar su puesto como profesor de ciencias políticas en la Universidad DePaul en diciembre de 2007.[61]

Incluso el rabino Arnold Jacob Wolf, director de la Fundación Académica Hillel, de la Universidad de Yale, dijo públicamente: "Me da la impresión de que en lugar de dar clases sobre el Holocausto, lo que se hace es venderlo".

El Holocausto también ha servido como arma política para generar, entre los alemanes en particular y los europeos en general, un sentimiento de culpa, y para desmoralizar cualquier intento de restaurar un sentimiento nacionalista entre ellos, así como para promover entre el resto del mundo, la germanofobia y la eurofobia.

Asimismo, el Holocausto confiere al judaísmo una protección especial contra cualquier tipo de crítica o denuncia sobre racismo o supremacismo judío (que son invariablemente tildadas de antisemitismo), ya que al considerarse víctimas históricas de un supuesto supremacismo alemán y genocidio, se vuelve difícil que la opinión pública conciba el hecho de que los judíos asuman muchas actitudes y creencias similares contra los gentiles, y que de hecho, la pseudohistoria del Holocausto se puede reducir a una mera proyección de estás creencias supremacistas y genocidas del judaísmo. En otras palabras, el judaísmo tuvo que inventarse el Holocausto para evitar ser acusado de un crimen similar en el futuro.

Mon Holocauste

En París fue publicado el libro Mon Holocauste, ed. Le Cherce-Midi, 2015, 358 pp. La autora es Tova Reich, la ex mujer del director del Museo del Holocausto de Washington. Se trata de una novela en donde la autora cuenta con un desparpajo increíble para lo políticamente correcto el universo de hipocresía y chantaje moral en que se mueve el personaje principal Maurice Messer (que es su marido en la vida real) que se construyó una leyenda antinazi y su hijo Norman que dirige una empresa llamada Holocaust Connextions Inc, cuyo eslogan es "Haga de su causa un Holocausto" y repite siempre "Nosotros los judíos somos más humanos que los otros, a causa que nuestros antepasados sufrieron". El clan Messer hizo una fortuna con la Shoah.

(Ver también: Activismo exterminista)

Referencias

  1. Finkelstein, Norman,The Holocaust Industry: Reflections on the Exploitation of Jewish Suffering, 2000, ISBN 1-85984-488-X.
  2. Entrevista de Robert Faurisson al periódico argelino Daily Echorouk ("Alba"), 17 de enero de 2009
  3. The American Jewish Year Book, pg 15.
  4. Ben Hecht.
  5. Ben Weintraub, El Dogma del Holocausto: La Clave del Nuevo Orden Mundial, Publicaciones Cosmos, 1994
  6. Benjamin Blech, Los secretos de las palabras hebreas. J Aronson Inc., 1991, p. 241
  7. Imagen del texto
  8. Heddesheimer, Don, The First Holocaust
  9. Cartas de Rabbi Weissmandel
  10. Hoffmann, Joachim, Stalin's War of Extermination (1941-1945), 1995
  11. Rozek, Edward J., Allied Wartime Diplomacy: A Pattern in Poland , John Wiley and Sons, NY. página 209-210
  12. 12,0 12,1 The Detail By Dr. Robert Faurisson 12-5-5
  13. Lucy Dawidowicz, A Holocaust Reader (New York: Behrman, 1976), p. 381; L. Dawidowicz, The War Against the Jews, 1933- 1945 (New York: Bantam [pb. ed.], 1976), p. 544.
  14. Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews (New York: 1985), p. 1206.
  15. Walter Laqueur, The Terrible Secret (Boston: Little Brown, 1980; New York: Henry Holt, 1998), p. 77.
  16. Nora Levin, The Holocaust (1968), p. 715; Gerald Reitlinger, The Final Solution (Jason Aronson, 1987), p. 501. [(London: Sphere Books [pb., 2nd ed.], 1971), p. 546.]; Wolfgang Scheffler, Judenverfolgung im Dritten Reich (Berlin: Colloquium, 1960), p. 114.
  17. R. Hilberg, The Destruction of the European Jews (1985), p. 1048.
  18. Leni Yahil, The Rescue of Danish Jewry (Philadelphia: JPS, 1969) p. 318; L. Dawidowicz, The War Against the Jews (Bantam [pb. ed.], 1976), p. 505.
  19. Weber's use of Goebbels for partial holocaust
  20. Testimonio de Hilberg en el caso Zundel, tribunal de distrito de Toronto, 18 de enero de 1985. Transcripción, página 1229.
  21. “Restitution in Germany” (Centro Alemán de Información), mayo de 1985, p. 3.
  22. Jim Galloway, For victims of Holocaust, an unending toll, The Atlanta Journal/The Atlanta Constitution, Domingo, 31 de marzo de 1985, p. 15A.
  23. Raul Hilberg, La destrucción de los judíos europeos (1985), p. 1170; D. Margolick, “Soviet Emigre Lawyer...”, The New York Times, 10 de marzo de 1983, pág. B2.
  24. J. Galloway, For victims of Holocaust, an unending toll, The Atlanta Journal / The Atlanta Constitution, 31 de marzo de 1985, pp. 15A, 17A.
  25. Jacob Lestchinsky, estadístico del Congreso Judío Estadounidense, estimó que en 1939 había 8,25 millones de judíos en las tierras que quedaron bajo control alemán o del Eje. “Balance de exterminio”, en N. Levin, The Holocaust (1968), pág. 718. Lucy Dawidowicz estimó que la “población anterior a la Solución Final” de las tierras que quedaron bajo el control del Eje era de 8,86 millones. L. Dawidowicz, La guerra contra los judíos (1975 pb. ed.), p. 544.
  26. "Número de Sobrevivientes Vivos del Holocausto", 27 de julio de 1997, informe del “Comité Spanic”, organizado por la Oficina del Primer Ministro israelí (con estimaciones ligeramente revisadas en mayo de 1998), y el informe “Ukeles”, 28 de junio de 2000, encargado por la “Conferencia sobre reclamos materiales judíos contra Alemania”, una agencia judía semioficial. Ambos citados en: “Special Master's Proposed Plan of Allocation and Distribution of Settlement Proceeds” (septiembre de 2000, también conocido como el “Plan Gribetz”), Volumen I, Anexo C, “Demografía”, págs. C-2, C -8, C-9.
  27. R. Faurisson, “Impact and Future of Holocaust Revisionism,” The Journal of Historical Review, Jan.-Feb. 2000 (Vol. 19, No. 1), pp. 9, 28 (n. 24).
  28. Entrevista con Norman Finkelstein, por Viktor Frölke, en Salon.com, “Shoah Business”, 30 de agosto de 2000. Véase también: N. Finkelstein, “How the Holocaust Industry Stole the Swiss Money”, junio de 2001.
  29. 29,0 29,1 ¿Murieron realmente seis millones?
  30. Wie hoch ist die Zahl der jüdischen Opfer? ("¿Qué tan alto es el número de víctimas judías?, Baseler Nachrichten (Abend-Blatt), 13 de junio de 1946, p. 2. (Este periódico, fundado en 1845, ya no se publica.)
  31. Walter Laqueur, The Terrible Secret, 1980.
  32. Hinsley, British Intelligence During the Second World War (Cambridge University Press, New York, 1981, p. 673.
  33. Manfred Köhler, The Value of Testimony and Confessions Concerning the Holocaust.
  34. Informe Gerstein
  35. Friedrich Paul Berg, Cámaras de Gas Diesel: Mito dentro del Mito.
  36. Documentos NO-5193 al NO-5198. Textos completos en alemán e inglés en: Serge Klarsfeld, ed., The Holocaust and the Neo-Nazi Mythomania (Nueva York: B. Klarsfeld Foundation, 1978), pp. 165-211 (apéndices). También publicado en: John Mendelsohn, ed., The Holocaust: Selected Documents in Eighteen Volumes (Nueva York: Garland, 1982), vol. 12, págs. 210 y ss. Véase también: R. Hilberg, The Destruction of the European Jews (1985), págs. 1204-1206; G. Fleming, Hitler y la solución final, pág. 136, 138; Jv Lang, ed., Eichmann Interrogated (Nueva York: 1983), págs. 112-115.
  37. Hilberg, The Statistic, in: Francois Furet, ed., Unanswered Questions: Nazi Germany and the Genocide of the Jews (New York: Schocken, 1989), p. 158.
  38. Gerald Reitlinger, The SS: Alibi of a Nation, 1922-1945 (Nueva York: Viking/Compass [pub.], 1968), págs. 221-223; R. Hilberg, La destrucción de los judíos europeos (1985), págs. 1205-1206.
  39. Nr. 31, 25 de julio de 1977, p. 12
  40. G. Reitlinger, The Final Solution (Jason Aronson, 1987), pp. 490- 491 [(London: Sphere Books [pb., 2nd ed.], 1971), pp. 534-535.]
  41. Faurisson, Robert, Escritos revisionistas, Pg 10, AAAGH, marzo 2008
  42. Análisis del archivo de nombres de Wilhelm Hoettl. Miriam Kleiman y Robert Skwirot, investigadores del Grupo de trabajo interinstitucional (IWG). Registros de la Agencia Central de Inteligencia / Dirección de Operaciones. Archivos Nacionales. Record Group 263. (En un momento, este informe se publicó en el sitio web de los Archivos Nacionales de EE. UU.).
  43. Mark Weber, Wilhelm Höttl and the Elusive ‘Six Million’ Institute for Historical Review
  44. Abbé Georges Hénocque, Les antres de la bete, G. Durassie et Cie., París, 1947.
  45. Confesiones de Suhren, comandante de Ravensbrück, de su suplente Schwarzhuber y del médico del campamento Treite
  46. Confesión de Franz Ziereis, comandante de Mauthausen.
  47. Wikipedia: Holocausto
  48. Concentration Camp Memorial
  49. Udo Walendy, Do Photographs Prove the NS Extermination of the Jews?
  50. Heinz Höhne, Der Orden unter dem Totenkopf (La cofradía bajo el símbolo de la calavera).
  51. Rainer Zitelmann, Hitler. Eine politische Biographie.
  52. Palestina y Theodor Herzl (en inglés)
  53. 53,0 53,1 Judíos contra el sionismo: El sionismo promueve el antisemitismo (en inglés)
  54. Kaufman, Theodore, Germany Must Perish!
  55. Kaufman, Theodore, Germany Must Perish!, cap. 7
  56. Programa de los 25 puntos del NSDAP
  57. Programm der NSDAP (alemán)
  58. Butz, Arthur (2003), La fábula del Holocausto, AAAGH, p.151
  59. Revista Spiegel, Nº18, 1992
  60. Garaudy, Roger, Los mitos fundacionales del Estado de Israel
  61. Noticia sobre Norman Finkelstein, publicada el 10 de diciembre de 2007.

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