Pío XII

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Papa Pío XII.

"Los judíos eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista se merecían la ruina material y espiritual que se habían echado sobre sí mismos". (Papa Pío XII)

Biografía

Pío XII, de nombre Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli nació en Roma, Italia, el 2 de marzo de 1876, en el seno de una familia aristocrática con una historia familiar que los unía al papado y murió en la villa papal Castel Gandolfo, Italia, el 9 de octubre de 1958. Fue sepultado en las grutas vaticanas. Reinó como el papa número 260, cabeza visible de la Iglesia Católica, y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 2 de marzo de 1939 y hasta su muerte en 1958. En 1965 el papa Pablo VI inició su causa de beatificación.

Antes de su elección al papado, Pacelli se desenvolvió como Secretario de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, nuncio papal y Cardenal Secretario de Estado, desde donde pudo alcanzar la conclusión varios concordatos internacionales con estados europeos y americanos, entre los que destacó el Concordato imperial (en alemán, Reichskonkordat) con el Tercer Reich alemán.

Su liderazgo al frente de la Iglesia Católica durante la Segunda Guerra Mundial permanece como una de las materias históricas más controvertidas de la época moderna, principalmente por su apoyo al gobierno de Adolf Hitler.

Después de la Primera Guerra Mundial

En 1917 a la edad de 41 años, ya arzobispo, Pacelli partió hacia Múnich como nuncio o embajador papal. Recorrió Alemania, destruida por la Primera Guerra Mundial. Estuvo en la revolución marxista en Munich en 1918. En una carta, Pacelli describió así los acontecimientos: "Un ejército de trabajadores corría de un lado a otro, dando órdenes, y en el medio, una pandilla de mujeres jóvenes, de dudosa apariencia, judías como todos los demás, daba vueltas por las salas con sonrisas provocativas, degradantes y sugestivas. La jefa de esa pandilla de mujeres era la amante de Levien (dirigente comunista de Múnich), una joven mujer rusa, judía y divorciada. Este Levien es un hombre jóven, de unos 30 ó 35 años, también ruso y judío. Pálido sucio, con ojos vacíos, voz ronca, vulgar repulsivo, con una cara a la vez inteligente y taimada".

Tercer Reich

Hitler que había logrado su primer gran triunfo en las elecciones de 1930, quería un acuerdo con el Vaticano. Tras su ascenso al poder en enero de 1933, Hitler hizo una prioridad de su negociación con Pacelli. En 1933 Pío XI firmó un concordato con Hitler, que dio al Führer gran prestigio internacional en el preciso momento en que se convertía en el cabeza de Estado.

La Santa Sede aprobaba la política nacionalsocialista. El 14 de julio de 1933, Hitler dijo a su gobierno que el tratado había creado una atmósfera de confianza especialmente significativa en la lucha urgente contra el judaísmo internacional. Aseguraba que la Iglesia Católica le había dado su bendición pública, en el país y afuera, al nacionalsocialismo, incluída su posición antisemita. El Concordato entre Hitler y el Vaticano creó un clima ideal entre los católicos y el Tercer Reich. Cada 20 de abril el cardenal Bertram de Berlín enviaba sus más calurosas felicitaciones al Führer en nombre de los obispos y las diócesis de Alemania.

Pacelli y el Vaticano imputaron de la quema del Reichstag, al búlgaro Dimitrov y a la Tercera Internacional. Reconoció al Tercer Reich que sus políticas antisemitas eran asuntos internos de Alemania. Tras la anexión de Austria (Anschluss, en 1938, Hitler -austríaco de nacimiento- llegó a Viena, se entrevistó con el cardenal Innitzer quien pidió que se acogiera la anexión con buena voluntad, e incluyó, como se lo había pedido el Führer, que las organizaciones juveniles católicas se prepararan para incorporarse a las del Tercer Reich. Pocos días después Innitzer encabezaba una declaración del episcopado austríaco en la que se daba la bienvenida al nacionalsocialismo alemán.

Pese a que mantuvo excelentes relaciones con Alemania durante su período, el a veces apodado "papa de Hitler" estaba muy lejos de ser simpatizante de Hitler. Inclusive, de acuerdo con documentos secretos del Vaticano recientemente liberados, a inicios de la guerra, Pío XII intentó realizar a Hitler uno o varios exorcismos "a larga distancia" ya que afirmó junto con el cardenal Michael von Faulhaber y otros obispos, que Hitler estaba poseído por un demonio.[1]

Peter Gumpel recuerda así las palabras de Eugenio Pacelli cuando concluye su estancia como nuncio apostólico en Alemania en 1929 y que tan sólo refleja el contexto moral del Vaticano opuesto así al de la moral del Tercer Reich:

Hitler está completamente poseído, todo lo que no le sirve lo destruye; todo lo que dice y escribe lleva la marca de su egocentrismo; es capaz de eliminar todo aquello que le resulta un obstáculo. No comprendo cómo en Alemania no se percatan de lo que escribe y dice.

Papado

Una de sus primeras decisiones como Papa fue, en abril de 1939, fue la de levantar la condena del Maurrasianismo, tras la Guerra Civil Española, que supuso la renovación del anticomunismo en el seno de la Iglesia. También volvió a autorizar las obras de Charles Maurras, fundador de la Action Française, grupo antisemita y anticomunista, a cuyos miembros les fue levantada la prohibición de recibir los sacramentos que pesaba sobre ellos desde el pontificado de Pío XI.

En la recién estallada Segunda Guerra Mundial mantuvo, al menos desde un punto de vista formal, la neutralidad entre los beligerantes, tal como había hecho Benedicto XV en la contienda anterior. Su mayor propósito era conservar la presencia católica en los países al margen de su alineamiento en la guerra, y por ello al fin de ésta se sintió fuertemente agraviado por el ateísmo militante en los países que quedaron en la órbita de la Unión Soviética.

Pío XII dijo sí a las leyes raciales del régimen de Vichy del mariscal Petain en Francia, una actitud por la que, más tarde, el general Charles de Gaulle estuvo a punto de expulsar del país a gran parte de los obispos católicos. Y en 1943 en Roma, recibió a Ante Pavelić, el líder del Estado Independiente de Croacia.

Después de la Segunda Guerra Mundial

Las actividades anticomunistas del Papa Pío XII se volvieron más fuertes después de la guerra. En 1948, Pío XII declaró que cualquier italiano católico que apoyara a los candidatos comunistas en las elecciones parlamentarias de ese año sería excomulgado e instó a Azione Cattolica para que apoyara al Partido Demócrata Cristiano Italiano. En 1949, autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe a excomulgar a cualquier católico que militara o apoyara al Partido Comunista.

Le tocó ser el Papa de la Guerra Fría, y en este contexto su opción fue clara: ferviente anticomunismo y aproximación a la nueva potencia emergente, los Estados Unidos de América. En este sentido resultó determinante su amistad personal con Francis J. Spellman, arzobispo de Nueva York y vicario militar de las fuerzas norteamericanas, al cual nombró cardenal del título de Ss. Giovanni e Paolo (1946).

Pío XII también fue el vocero para instar a la clemencia y al perdón de todas las personas que participaron en la guerra, incluyendo a los que eran considerados por los aliados como criminales de guerra. Así también presionó, mediante el nuncio de Estados Unidos, para conmutar las sentencias de los alemanes convictos por las autoridades de ocupación. El Vaticano solicitó el perdón para todos aquellos que estaban condenados a muerte, una vez que se permitió la ejecución de criminales de guerra en 1948.

Reconoció explícitamente el régimen surgido en España de la Guerra Civil Española (1936–1939). En 1953 firmó con el general Franco un concordato que daba base jurídica al llamado Nacionalcatolicismo español.

Dentro de la Italia de posguerra, a pesar de la tutela y el favorecimiento al partido de la Democracia Cristiana, llegó incluso a enfrentarse con su líder Alcide de Gasperi por el rechazo de éste a cualquier pacto con la extrema derecha y en cambio por su interés en colaborar con la izquierda. Pío XII movilizó todas sus fuerzas para impedir el acceso de un socialista a la alcaldía de Roma (1952).

Antijudaísmo

Algunos hechos históricos de las actividades de Pio XII han dado pie, a algunos de sus enemigos, a cuestionar su proceder ante el clímax antisemita contemporáneo. La más aguda critica fue elaborada por el escritor católico británico John Cornwell en su libro El Papa de Hitler, investigación biográfica sobre la vida de Pío XII, basada en archivos extraídos del Vaticano. En dicha biografía Cornwell mostró al papa como un antisemita, concluyendo en la participación directa de la Iglesia en ambas guerras mundiales. Así mismo acusó a Pacelli de dirigir la redacción del texto Humani Generis Unitas (La unión de las razas humanas), texto descubierto años después de su muerte. El texto citaba: "Los judíos eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista se merecían la ruina material y espiritual que se habían echado sobre sí mismos".

Pacelli estaba convencido de que los judíos se habían procurado su suerte: intervenir a su favor sólo podía llevar a la Iglesia hacia alianzas con fuerzas hostiles al catolicismo.

El 10 de mayo del 2007, el judío Abraham Foxman, presidente internacional de la Liga Antidifamación -dedicada a combatir el antisemitismo en todo el mundo, envió un mensaje al papa Benedicto XVI diciendo "Instamos al Papa Benedicto XVI a suspender el proceso de santidad del Papa Pío XII por el bien de la verdad histórica y la profundización de la amistad entre la Iglesia Católica y el pueblo judío.

El 6 de octubre del 2007, el rabino jefe de Haifa, Shear Yesuv Cohen, le dijo a los periodistas: "Pío XII no debería ser beatificado o tomado como modelo, porque no nos salvó ni levantó su voz (...) No estamos contentos con los intentos de la Iglesia por olvidar este triste capítulo en la vida de un gran Papa, y sentimos que no podemos perdonar y que no puede ser perdonado". Por lo visto, el odio de los judíos no tiene límite.

Holocausto

Entre el 15 y el 16 de abril de 2007 Israel realizó sus circenses actos commemorativos de homenaje a las supuestas víctimas del Holocausto. A los actos estaba invitado el nuncio del Vaticano en Israel, monseñor Antonio Franco. Aunque finalmente asistió, anunció el día 12 que no podía asistir en señal de protesta por la foto de Pío XII expuesta en el Yad Vashem -Museo del Holocausto de Jerusalén- donde hay un texto en el que se acusa de silencio ante el mítico Holocasto.

Referencias

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