¿Murieron realmente seis millones?

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Portada del libro de Richard Harwood Did six million really die? (¿Murieron realmente seis millones?)

¿Murieron realmente seis millones? es un libro revisionista del Holocausto judío, escrito por el británico Richard Harwood. Se trata de un completo trabajo de recopilación de documentos, testimonios y análisis, que según el autor, concluyen en la refutación de la versión oficial del Holocausto que defiende el Lobby judío. Desde el comienzo de la obra, Harwood advierte que mas allá de su orientación política y creencias, se ha comprometido a estudiar y analizar este acontecimiento histórico en forma objetiva y en búsqueda de la verdad. Intentando acallar la verdad fue asesinado con un coche bomba en 1978 el escritor revisionista François Duprat, que había publicado y difundido la versión en francés del libro.

Contenido del libro

Las fuentes son generalmente libros y textos producidos por los mismos judíos y publicados antes o durante la guerra. Algunos de estos documentos revelan que los judíos empezaron a denunciar el "exterminio" en forma algo prematura. Ya en 1936 se referían a la emigración como "exterminio", mucho antes del comienzo de la Solución Final y denunciaron un genocidio en "campos de la muerte" de Alemania, como Dachau, que incluso la historia oficial desmiente que hubieran sido usados para ese propósito.

...resulta muy significativo constatar que ciertos judíos comenzaron muy rápidamente a interpretar esta política de discriminación interior como equivalente a un exterminio. Encontramos un típico ejemplo de ello en un libro de propaganda anti-alemana publicado en 1936 por León Feuchtwanger y otros, titulado... "La mancha amarilla: el exterminio de 500.000 judíos alemanes, París, 1936". Se trata allí, desde las primeras páginas, del aniquilamiento de los judíos -aún cuando este presunto aniquilamiento no se base sobre hecho alguno- considerándose a la emigración pura y simple como exterminio físico de los judíos alemanes. También se consideran como instrumentos potenciales de genocidio a los campos de concentración nacionalsocialistas para prisioneros políticos, y se cita especialmente a los 100 judíos que estaban todavía detenidos en Dachau en 1936, de los cuales 60 se encontraban allí desde 1933. Otro ejemplo el libro sensacionalista de Hans Beimler -judío alemán comunista- titulado... "cuatro semanas en manos de los sabuesos satánicos de Hitler, el campo de muerte nazi de Dachau" (publicado en Nueva York desde 1933). Detenido en razón de sus conexiones políticas marxistas Hans Beimler pretendía que Dachau era un campo de muerte al mismo tiempo que reconocía haber sido liberado después de solo un mes de internación. Existe actualmente en la República Democrática Alemana un Premio Hans Beimler, que se otorga por servicios prestados al comunismo. El hecho de que la propaganda anti-nazi imputando genocidio haya sido difundida desde el primer año del régimen Hitlerista por personas que por motivos raciales o políticos eran parciales en sus juicios, debería inclinar a todo observador con independencia de criterio, a una extrema prudencia en el examen de historias semejantes cuando ellas se refieren al período de la guerra.[1]

Lo curioso es que la historia oficial, difundida por los judíos, se basa en unas pocas confesiones de oficiales alemanes torturados, mucho después de 1936, que equiparan emigración con exterminio. Aunque los documentos hablan de emigración, se los sigue utilizando para engañar al público, afirmando que son pruebas de un genocidio encubierto bajo la palabra "emigración" y otros eufemismos.

Para el autor del libro, la política nacionalsocialista en relación a los judíos, era promover su emigración, no el exterminio. Pese a las dificultades, los alemanes preferían enviar a los judíos a Madagascar para evitar un conflicto en Medio Oriente.

Era un punto importante del programa del partido nacional-socialista y como tal se publicó, en folleto, antes de 1933. Se explicaba allí que el renacimiento del Estado de Israel era mucho menos aceptable porque provocaría una guerra interminable y la dislocación perpetua del mundo árabe, que es, por otra parte, lo que se produjo a partir de 1948.[2]

Cuando el gobierno de Polonia usa políticamente el Holocausto para victimizarse, olvida que fueron ellos los primeros en buscar mecanismos para librarse de los judíos.

No eran los alemanes los primeros en proponer la emigración de los judíos a Madagascar; ya el gobierno de Polonia había considerado este plan con relación a los judíos polacos, y en 1937 envió a Madagascar la misión de Miguel Lepecki -acompañado por representantes judíos- para estudiar los problemas correspondientes.[2]

Harwood explica que los judíos tomaron un rol beligerante en el conflicto, por lo cual pasaron a ser considerados una amenaza por el régimen alemán.

Noticia del 24 de marzo de 1933 que titula: "Judea declara la guerra a Alemania". El artículo trata sobre el boicot comercial declarado por el Congreso Mundial Judío contra Alemania, poco después de que Adolf Hitler asumiera el poder.
Pocas personas saben que la judería mundial se declaró parte beligerante en la segunda guerra mundial, y que en consecuencia podía Alemania encontrar en las leyes internacionales justificación completamente suficiente para la internación de los judíos, considerados como ciudadanos de un país en guerra con Alemania. El 5 de septiembre de 1939, Chaim Weizmann, Presidente de la Organización Sionista (1920) y de la Agencia Judía (1929), quien más tarde se convirtió en el primer Presidente de la República de Israel, declaró la guerra a Alemania en nombre de los judíos del mundo entero...[3]

A diferencia de los japoneses en América, los judíos si intervenían en la guerra.

El 11 de octubre de 1942 Himmler hizo saber a Mussolini que la política alemana respecto de los judíos había cambiado durante la guerra únicamente por razones de seguridad militar. Se quejaba de que millares de judíos de los territorios ocupados intervenían en la guerra de partisanos, cometían sabotajes y se dedicaban al espionaje. Afirmación que resulta confirmada por informaciones oficiales soviéticas hechas a Raymond Arthur Davis, según las cuales habían 35.000 judíos europeos que intervenían en Yugoslavia en la guerra de partisanos bajo las ordenes de Tito.[3]

Si bien los alemanes fueron acusados en los Juicios de Núremberg por detener a sus opositores y ubicarlos en campos de concentración, los acusadores habían hecho lo mismo en sus países, incluso antes que los alemanes.

Debe ponerse de manifiesto que antes de que los alemanes aplicaran esas medidas de seguridad a los judíos europeos, ya los Estados Unidos y Canadá, habían internado a todos los ciudadanos japoneses y aún a los americanos de ascendencia japonesa. No había habido, además, de parte de estos americanos de ascendencia japonesa, prueba alguna o declaración de deslealtad como en el caso de Chaim Weizmann..[3]

Acerca de la propaganda de los Aliados basada en exhibir prisioneros muertos por enfermedades como prueba de exterminio, el autor del libro hace la siguiente reflexión.

También los ingleses, durante la guerra con les Bóers, habían internado a todas las mujeres e hijos de los Bóers que combatían, y en esos campos de concentración ingleses hubo millares de muertes, nadie, sin embargo, podría acusar a los ingleses de haber querido exterminar a los Bóers.[3]

El argumento principal del libro gira en torno a la refutación de que murieron seis millones de judíos en el Holocausto. Para demostrarlo el autor cita una basta lista de fuentes estadísticas sobre la población judía y su emigración. Los datos son concluyentes en cuanto a que no habían seis millones de judíos en las regiones ocupadas por los alemanes y no desaparecieron seis millones en la guerra.[4][5][6]

Según la Chambers Encyclopaedia, había un total de 6.500.000 judíos viviendo antes de la guerra en Europa. Así pues, si la historia de los seis millones fuera verdadera, esto significaría que casi todos habrían sido exterminados.[4]

Con lo cual no habrían millones de judíos cobrando reparaciones como presuntos "sobrevivientes".

...la publicación neutral suiza Baseler Nachríchten estableció, basándose sobre los datos estadísticos judíos disponibles, que entre 1933 y 1945 emigraron 1.500.000 judíos a Gran Bretaña, Suiza, España, Portugal, Australia. China, India, Palestina y Estados Unidos. Lo cual es confirmado por el periodista judío Bruno Blau, que cita la misma cifra en el diario judío de Nueva York, Aufbau, del 3-8-1948.[4]

Además, aproximadamente un millón y medio de judíos habría emigrado a la Unión Soviética[7], con lo cual las tasas astronómicas de víctimas que sugieren los exterminacionistas no habrían podido ser alcanzadas. Por ese motivo es que la historia oficial prefiere ignorar las estadísticas y censos de fuentes judías anteriores al Holocausto y paradógicamente citan presuntas estimaciones de sus enemigos alemanes en la Conferencia de Wannsee, en el sentido de que habían en Europa 10 millones de judíos. Aunque los mismos judíos habían registrado cantidades muchísimo menores en sus censos, utilizando métodos estadísticos documentados, nos sugieren ahora que le creamos a sus enemigos para así poder llegar a la conclusión preconcebida de que murieron seis millones.

Por otro lado, en todos los territorios ocupados por los nacionalsocialistas no habían mas de 3 millones de judíos, teniendo en cuenta a los que emigraron.

Tres millones de judíos es el total más preciso posible que se pueda establecer en base a las estadísticas de emigración disponibles. Se obtiene casi el mismo total de otra manera, es decir, estudiando las estadísticas de la población judía que quedaba en los países ocupados por Alemania.[5]

Cuando los propagandistas del Holocausto ven peligrar el mito de la cámara de gas por lo general recurren al recurso de colocar a los 6 millones de judíos víctimas en Rusia, supuestamente fusilados por los Einsatzgruppen.

El número real de perdida de vidas humanas que puede imputarse a los Einsatzgruppen ha sido establecido posteriormente en la docta obra del jurista británico R T Paget Manstein his Campaings and his Trial Londres 1951. Ohlendort había estado bajo la autoridad nominal de Manstein. Paget llega a la conclusión que el tribunal de Núremberg al aceptar las cifras adelantadas por el Ministerio Público soviético exageró en más del un 1000 % el número de victimas y que en mayor medida todavía deformó las situaciones en las cuales se inflingieron a los soviéticos esas perdidas (Estas fantásticas deformaciones de la verdad ocupan seis paginas del libro de William Shirer The Rise and Falí of the Third Reich (pl140- 46) Aquí tenemos pues una reproducción en miniatura del caso de los legendarios seis millones: no ha habido un millón de muertos sino 100000 Naturalmente que entre esos 100000 no puede haber habido más que una pequeña proporción de partisanos judíos y funcionarios comunistas Es necesario repetir que estas perdidas fueron el resultado de una guerra salvaje de los partisanos en el frente del Este y que los terroristas afirman haber matado a su vez cinco veces mas soldados alemanes. Subsiste sin embargo la leyenda según la cual el exterminio de los judíos comenzó con la intervención de los Einsatzgruppen en Rusia.[8]

Criticas

El Lobby judío y los propagandistas del Holocausto en general, suelen citar el veredicto contra Ernst Zündel para desacreditar el libro[9], argumentando que de acuerdo con un fallo de la Suprema Corte de Canadá, el libro "tergiversa el trabajo de historiadores, cita de forma equivocada a testigos, inventa evidencia y cita a autoridades inexistentes"[10]. Quienes utilizan este argumento generalmente omiten mencionar que el fallo de esa corte fue anulado por ilegal y sesgado. La Corte de Apelaciones Provincial dicto sentencia en el sentido de que "el juez, entre otras cosas, dio instrucciones impropias al jurado y excluyó indebidamente evidencia de la defensa". De hecho, Zündel no fue convicto en Canadá, ya que tanto el fallo de 1985 como el de 1988 fueron anulados[11]. Los mismos críticos suelen citar una lista de puntos que aparecen en el libro, y que según la corte, se demostró que eran falsos. No obstante, para esa demostración utilizan documentos de fuentes ya desacreditadas o refutados por el revisionismo, como por ejemplo el El Discurso de Posen. La corte simplemente incluyó una supuesta refutación en el fallo, sin dar la oportunidad de contestar a los revisionistas. Otra de las tácticas suele ser descalificar a Richard Harwood por sus puntos de vista racistas, independientemente de que lo que dice su libro sobre el Holocausto sea cierto o no. Por tanto dicha argumentación constituye una falacia del tipo Argumentum ad hominem.

Referencias

  1. Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 5.
  2. 2,0 2,1 Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 6.
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 7.
  4. 4,0 4,1 4,2 Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 9.
  5. 5,0 5,1 Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 10.
  6. Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 11.
  7. Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 10-11.
  8. Harwood, Richard. ¿Murieron realmente seis millones? AAARGH. 2005. Pg 21.
  9. Wikipedia: Did Six Million Really Die?
  10. Judgments of the Supreme Court of Canada
  11. IHR: Who is Ernst Zundel, and why is he in jail?

Bibliografía

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