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Andrés Saliquet
Sumario
Trayectoria militar
Saliquet nació en una familia con una larga tradición militar, siendo su padre, su abuelo y su bisabuelo oficiales del Ejército de Tierra.
Entre 1893 y 1895 recibió entrenamiento en la Academia de Infantería de Toledo. Sus primeros años de servicio los cumplió entre Puerto Rico, Cuba y Marruecos.
En 1901 ascendió al grado de Capitán y en 1911 al de Comandante.
En 1917, ya reconocido como Teniente Coronel, dirigió al Batallón de Cazadores de Alba de Tormes en la represión contra la huelga revolucionaria que habían convocado los sindicatos socialistas y anarquistas.
Durante la década de 1920 participó de la Guerra del Rif, combatiendo a los rebeldes marroquíes.
Apoyó con entusiasmo al régimen de Miguel Primo de Rivera, quien lo nombró gobernador civil de Santander en 1928, y luego gobernador militar de Cádiz en 1930. Al instaurarse la Segunda República en 1931 se acogió a la Ley de Retiros establecida por Manuel Azaña, pasando así a las fuerzas de reserva con el grado de General de División.
Actuación en la Cruzada de Liberación Nacional
Saliquet, al igual que muchos españoles, entendió que acatar la autoridad de los líderes del régimen republicano equivalía a aceptar el suicidio nacional, por lo que procuró usar las armas para deponerlo. Su oportunidad llegó en 1936, siendo convocado por Emilio Mola para iniciar la Cruzada de Liberación Nacional.
Su primera misión tuvo lugar el 18 de julio y consistió en presionar al General Nicolás Molero Lobo para que le transfiriera el mando de la Capitanía General de Valladolid. Por ello se presentó en el despacho de su colega acompañado por un grupo de militares y civiles, y le ordenó que se declarase en estado de guerra. Molero se negó, desatándose así una violenta discusión. En el fragor del debate, los republicanos comenzaron un tiroteo que culminó con la muerte de Emeterio Estefanía, el primer mártir del Alzamiento Nacional, y de los militares republicanos Ángel Liberal Travieso y Ruperto Rioboo. Molero fue apresado y depuesto de su cargo, pasando Saliquet a sustituirlo.
Tras establecer la ley marcial, se produjeron enfrentamientos entre los patriotas españoles y toda la ralea subversiva. Muchos izquierdistas fueron capturados antes de poder organizar la resistencia. Desde Madrid el gobierno republicano desautorizó a Saliquet en sus acciones y ordenó expulsarlo del Ejército de Tierra, pero el militar desconoció la legitimidad de ese mando sobre él.
Fue nombrado vocal de la Junta de Defensa Nacional, por lo que participó de la elección de Francisco Franco como Jefe de Gobierno.
En junio de 1937 asumió como Comandante en Jefe del recientemente creado Ejército del Centro, el cual estuvo muy activo durante buena parte de la contienda bélica, guarneciendo el frente que se extendía desde el Alto Tajo hasta Cáceres.
Liberada España del peligro rojo para 1939, fue ascendido a Teniente General, siendo designado como Capitán General de la I Región Militar en Madrid. Franco le concedió la Medalla Militar en reconocimiento a su larga trayectoria en defensa de su patria y por su actuación destacada en el triunfo del Bando Nacional. Posteriormente recibiría también la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
Represión de masones y comunistas
El gobierno franquista promulgó el 1 de marzo de 1940 una ley en la que prohibía en territorio español el desarrollo de toda actividad vinculada a la masonería y al comunismo, en un intento por rescatar al país de las garras de la Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional. Para cumplir con esa norma legal era necesario establecer un organismo que se dedicara exclusivamente a atender los asuntos relacionados a las fuerzas subversivas: de esa manera nació el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, el cual dependía directamente de Franco.
Tras el abandono de la presidencia de dicho tribunal por parte de Marcelino Ulibarri Eguilaz en marzo de 1941, Saliquet fue nombrado como su remplazante. Permaneció en ese cargo hasta su muerte en 1959, imponiendo penas justas para quienes hubiesen incurrido en los delitos de intoxicar de odio a los trabajadores y de atentar contra los derechos de Dios. El Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo fue ejemplo mundial del abordaje de un gobierno cristiano ante el peligro rojo que acosaba a la humanidad. Lamentablemente se lo desarticuló cuatro años despúes de la muerte del militar, privándole con ello al Estado de un útil instrumento para dar el buen combate.
Saliquet fue además procurador de las Cortes Franquistas en tres periodos entre 1943 y 1952. Desde 1950 ostentó el título de Marqués de Saliquet.