Antonio Molle Lazo

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Antonio Molle Lazo (2 de abril de 1915, Arcos de la Frontera, España - 10 de agosto de 1936, Peñaflor, España) fue un jóven trabajador español que terminó siendo cruelmente asesinado durante el tramo inicial de la Cruzada de Liberación Nacional. Como murió defendiendo su fe, muchos lo consideran un mártir católico.

Vida

Molle Lazo vivió toda su corta vida en Andalucía. Nació en el pueblo de Arcos de la Frontera pero creció en la ciudad de Jerez de la Frontera, donde asistió al Colegio del Buen Pastor, el cual era administrado por los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Durante esos años no se destacó por su inteligencia, pero si por su devoción a Cristo Rey y a la Virgen María.

Comenzó a trabajar en 1930 para ayudar a la economía familiar. Primero estuvo vinculado a la estación del ferrocarril jerezana, pero el sindicato -dominado por socialistas- lo corrió de allí al notar que era un católico fiel. Consiguientemente tomó un empleo en una bodega, y más tarde otro en la taquillería de un teatro.

Asistió a reuniones de distintas organizaciones de trabajadores, pero no adhirió a ninguna sabiendo que los que movían los hilos eran marxistas. La inquietud que le generaba ver a España degradándose moralmente por culpa de las leyes impulsadas por la Segunda República, lo llevó a unirse a la Juventud Tradicionalista, pues, al igual que su padre, era un simpatizante del carlismo. Militó muy activamente en las filas de esa agrupación, colaborando con la distribución de propaganda en las calles e infiltrándose en reuniones de los izquierdistas para tomar nota de sus planes.

En febrero de 1936 el Frente Popular conquistó el poder en España, acentuando así la persecución religiosa y política. En el mes de abril Molle Lazo fue encarcelado por distribuir panfletos en los que vindicaba la monarquía. Permaneció un mes y medio en cautiverio, entregado a la oración y a la lectura de libros cristianos.

Al producirse el Alzamiento Nacional, el joven asumió el compromiso con su patria y devino requeté. Se unió a otros combatientes, formando la base de lo que sería el Tercio de Nuestra Señora de la Merced. El objetivo del grupo era empuñar las armas para restaurar la catolicidad de España.

Su unidad se trasladó a Sevilla, poniéndose bajo las órdenes de Gonzalo Queipo de Llano. Éste los envió a la localidad de Peñaflor para que la protegieran ante una posible agresión enemiga.

Martirio

El 10 de agosto los rojos lanzaron un ataque sorpresivo sobre Peñaflor, el cual obligó a huir a los requetés. Molle Lazo, al contrario de sus compañeros, optó por quedarse para asistir a la congregación de las Hermanas de la Cruz y a otras mujeres del pueblo que estuviesen en peligro. Ese acto de caballerosidad le costó caro, pues fue capturado por los subversivos.

Las últimas horas que pasó con vida fueron espantosas. Los milicianos izquierdistas le dieron una violenta golpiza, queriendo obligarlo a que dijera blasfemias. Sin embargo Molle Lazo, ante los insistentes puñetazos y puntapiés, sólo atinaba a decir “¡Viva Cristo Rey!” y “¡Viva España!”. Al ver que no cedía en su posición, con un cuchillo le cortaron las orejas, le quitaron una parte de la nariz y le intentaron arrancar los ojos, pero aún así se negó a insultar a Dios como se le exigía. Finalmente decidieron fusilarlo: Molle Lazo se paró con sus últimas fuerzas y extendió los brazos lo más que pudo para que su cuerpo tomase la forma de una cruz, recibiendo el balazo que lo arrojó al suelo. Una vez caído, los izquierdistas siguieron golpéandolo y apuñalándolo hasta que finalmente murió.

Fama póstuma

Las fuerzas nacionales entraron a Peñaflor unas horas después de consumado el asesinato de Molle Lazo, logrando rescatar el cadaver. Los testigos les describieron a los soldados todo el sufrimiento que padeció el joven antes de encontrar la muerte, lo que causó mucha impresión. Sus restos mortales fueron trasladados a Jerez de la Frontera, donde se le dio cristiana sepultura con los honores militares correspondientes.

Como la fama de su martirio se difundió por toda España, pronto recibió la visita de miles de personas que querían rezar ante su tumba. Ello motivó a la familia a pedir el traslado del féretro a la Iglesia del Carmen, para que la gente pudiese organizarse mejor en las oraciones.

Acabada la guerra se publicaron los libros Antonio Molle Lazo. Mártir de Dios y de España de Ramón Sarabia Barbero y Un mártir de Cristo Rey. Antonio Molle Lazo de Hilarión Sánchez Carracedo, dos textos que sirvieron de base para iniciar el proceso de canonización del joven católico.

Los carlistas españoles lo consideran un mártir no sólo del cristianismo, sino también del legitimismo y del tradicionalismo español.

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