Batalla de Wizna

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La Batalla de Wizna fue librada del 7 al 10 de septiembre de 1939 entre alemanes y polacos a inicios de la Segunda Guerra Mundial en los alrededores del pueblo de Wizna, en Polonia. Durante la batalla, los polacos estaban ampliamente superados en número pero aún así resistieron los ataques alemanes.

Al mando del ejército alemán estaba el general Heinz Guderian.

Dirigiendo a la fuerzas polacas estaba el capitán Wladyslaw Raginis.

La batalla culminó con una victoria alemana.

Antecedentes

Antes de la guerra, el área circundante del pueblo de Wizna fue preparada como línea defensiva fortificada, construyéndose una larga línea de búnkers y trincheras desde las cuáles se defendería la zona.

Al iniciar la invasión alemana el 1 de septiembre de 1939, dicha línea defensiva resultó ser una de las posiciones de mayor importancia estratégica para las fuerzas polacas, pues desde ella podían defenderse los ríos Narew y Biebrza, además de importantes carreteras que conducían hacia la retaguardia de las fuerzas polacas. Sin embargo, a causa del avance alemán y de la necesidad de tropas en los diversos campos de batalla, tan sólo unos 720 hombres al mando del capitán Wladyslaw Raginis fueron asignados a la defensa de la línea fortificada. Las fuerzas de Raginis contaban con apenas 6 piezas de artillería y unas 42 ametralladoras.

El 3 de septiembre, aviones alemanes detectaron posiciones polacas en la zona y procedieron a atacarlas con fuego de sus ametralladoras.

La Batalla

Primeros 2 Días

El 7 de septiembre de 1939, unidades de reconocimiento del general alemán Nikolaus von Falkenhorst tomaron el pueblo de Wizna tras un breve enfrentamiento con caballería de reconocimiento polaca. Posteriormente, tanques alemanes trataron de cruzar el río Narew a través de un puente, pero éste fue volado por ingenieros polacos para frenar a los alemanes.

Caída la noche, patrullas de reconocimiento alemanas cruzaron el río y avanzaron hacia Giełczyn, pero fueron repelidas por los polacos, quienes les ocasionaron varias bajas.

Al día siguiente, el general alemán Heinz Guderian recibió órdenes de proseguir con su avance a través de Wizna.

Tercer Día

En la madrugada del 9 de septiembre, las fuerzas de Guderian llegaron al pueblo, donde se les unió la división panzer "Lötzen". En total, las fuerzas alemanas eran bastante superiores a las de los polacos que enfrentarían posteriormente.

Muy temprano, aviones alemanes soltaron panfletos sobre las posiciones polacas. Los panfletos instaban a los polacos a rendirse, argumentando que era inútil quedarse a resistir y que así habría menos pérdida de vidas.

Mapa de la Batalla de Wizna. En azul aparecen las posiciones defensivas polacas y en rojo el avance alemán.

Para evitar que ésto dañase la moral de sus tropas, el capitán Raginis y el teniente Brykalski juraron que no dejarían sus puestos con vida y ordenaron a sus soldados quedarse a resistir.

Poco después, los alemanes bombardearon a los polacos con artillería y aviones, ocasionando que la débil artillería de los polacos se viese obligada a retroceder hasta Białystok. Posteriormente, los alemanes se dispusieron a atacar por el norte, enviando infantería apoyada por tanques para atacar por 3 direcciones a los búnkers polacos cercanos al Narew, defendidos por 2 pelotones.

Inicialmente, los alemanes sufrieron un elevado número de bajas, por lo que su artillería bombardeó duramente a los polacos. Ésto causó que el teniente primero polaco Kiewlicz recibiera la orden de quemar el puente de madera del Narew y de retirarse hacia Białystok. Kiewlicz y Lo que quedaba de sus fuerzas así lo hicieron, consiguiendo romper el cerco alemán y llegar hasta Białystok, donde se unieron a las fuerzas del general Franciszek Kleeberg.

Soldados polacos defendiendo su posición durante la batalla.

Al mismo tiempo que ésto ocurría en la zona norte, en la zona sur la infantería alemana avanzaba hacia las trincheras polacas, pero estaba siendo diezmada por el fuego de ametralladora. Sin embargo, a las 06:00 a.m., los alemanes comenzaron a ganar terreno, forzando a polacos tuvieron a abandonar sus trincheras e ingresar a los búnkers. Poco después, tanques alemanes lograron avanzar hacia Tykocin y Zambrów.

Mientras tanto, la infantería alemana continuaba luchando en los campos pantanosos frente a los búnkers polacos, donde el fuego era tan intenso que quedaron imposibilitados de avanzar más.

Posteriormente, los alemanes lograron aislar los búnkers polacos, que ahora se defendían individualmente. A pesar de ésto, los polacos consiguieron repeler varios asaltos alemanes durante la noche.

Cuarto Día

En la madrugada del 10 de septiembre, los alemanes lanzaron varios asaltos más pero los polacos lograron repelerlos una vez más.

Soldados polacos desesperados dentro de un búnker.

A las 11:00 a.m., ingenieros alemanes apoyados por tanques y artillería consiguieron destruir todos los búnkers polacos a excepción de dos. Muchos soldados polacos se rindieron y muchos más murieron.

Los únicos dos búnkers polacos que quedaban continuaron resistiendo, a pesar de que algunos de los soldados que los defendían estaban heridos y casi todas sus ametralladoras destruidas. Según la versión polaca, Guderian amenazó con ejecutar a los prisioneros si los polacos no se rendían. Esto es extremadamente dudoso, ya que los polacos continuaron resistiendo y ningún prisionero fue ejecutado por los alemanes. Asimismo, es sabido que Guderian no solía comportarse de esa forma, por lo que lo más probable es que dicha amenaza sea sólo un invento de la propaganda para demonizar a los alemanes.

Una hora más tarde, un enviado alemán que portaba una bandera blanca se aproximó a los búnkers polacos para proponer una tregua, misma que fue aceptada y duró hasta aproximadamente la 01:30 p.m.. El capitán polaco Raginis, al darse cuanta de que todos sus hombres (incluido él mismo) estaban heridos y de que la munición escaseaba, ordenó a los pocos soldados polacos que quedaban rendirse y entregar sus armas a los alemanes. Una vez que sus hombres hubieron abandonado el búnker, Raginis decidió no entregarse a los alemanes y acabó con su vida arrojándose sobre una granada.

Los pocos soldados polacos que quedaban se rindieron y la batalla concluyó así con una victoria alemana.

Bajas

Durante la batalla hubo alrededor de 1.800 bajas por parte de ambos bandos, entre muertos, capturados y retirados. Por cada bando, las cifras serían así:

  • Alemanes: Más de 900 muertos y aproximadamente una decena de tanques destruidos, además de varios vehículos blindados.
  • Polacos: Aproximadamente unos 640 muertos, 40 capturados y 40 que recibieron instrucciones de retirarse.

Se desconoce el número exacto de soldados polacos que participaron el la batalla, pero se cree que eran unos 720, de los cuáles sólo sobrevivieron alrededor de 70.

Legado y Mitificación

Ruinas de uno de los búnkers polacos con placas conmemorativas de la batalla.

El heroísmo mostrado pos los soldados polacos al enfrentarse a una fuerza mayor durante la Batalla de Wizna marcó la historia militar polaca y por ello es importante recordar el evento. Sin embargo, es muy importante recordar también a la valentía de los soldados alemanes, que a pesar de contar con la superioridad numérica, se enfrentaron a su enemigo en un difícil terreno pantanoso, que demás estaba muy bien defendido, y lograron obtener la victoria a pesar de la férrea defensa polaca.

En la actualidad, el campo de batalla puede ser visitado y hay placas conmemorativas de la batalla en los búnkeres polacos.

La batalla ha sido mitificada por la Historia oficial, y durante el período de gobierno comunista en Polonia, la propaganda roja llegó incluso a compararla con la Batalla de las Termópilas, de la misma manera que al capitán Wladyslaw Raginis se le ha llamó "El Leónidas Polaco".

Existe al menos una canción popular que hace referencia a la batalla.