Campo de prisioneros de Buchenwald

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Víctimas de tifus yacen en el suelo frente a soldados estadounidenses.
El Campo de prisioneros de Buchenwald fue uno de los más importantes establecidos en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo en funcionamiento desde julio de 1937 hasta abril de 1945 en la colina de Ettersberg, cerca de la ciudad de Weimar. En total se estima que estuvieron presas unas 250.000 personas procedentes de todos los países de Europa. Buchenwald no es considerado un campo de exterminio por los exterminacionistas, pero en él se alega que fallecieron unas 56.000 personas, la mayoría de tifus y otras enfermedades. De éstos apenas 11.000 serían judíos.

Después de la liberación, el campo fue usado para generar propaganda de atrocidad contra el régimen nacionalsocialista.

Liberación

El campo fue liberado por el ejército de Estados Unidos el 11 de abril de 1945. Entre los primeros en ingresar al establecimiento estuvieron elementos del escuadrón de "Guerra psicológica" de los EE. UU. Por aquel entonces hallaron unos 4.000 prisioneros judíos con vida, la mayoría de los cuales habían estado previamente en los así llamados "campos de exterminio" en el Este, desde donde los alemanes les enviaron al "campo de concentración" de Buchenwald.

El general George S. Patton que estaba a las órdenes de Dwight D. Eisenhower le escribió un mensaje el 15 de abril sobre las deplorables condiciones del campo y su alta mortalidad donde afirma que los prisioneros morían a una tasa de 100 por día. Eisenhower no visitó el campo pero le pidió a Patton que escribiera otra página sobre ese tema, para ser usada como evidencia de la "brutalidad de los alemanes".

Sin embargo la horrorosa escena que describe Patton jamás pudo haber tenido lugar según lo declaró el comandante del campo, Hermann Pister. Durante su juicio ante el Tribunal Militar, reveló que al momento de la rendición del campo no habían cuerpos esparcidos por el terreno. Al ser confrontado con las fotografías explicó que esos cuerpos podrían corresponder a personas que fallecieron después de la liberación.

Tour propagandístico forzado

El 15 de abril, unos 1.500 civiles alemanes de la ciudad de Weimar fueron obligados a viajar a pie hasta el campo y presenciar los cuerpos de prisioneros muertos de tifus que por aquel entonces estaban diseminados sobre el terreno. Les esperaba un equipo de periodistas y fotógrafos cuidadosamente seleccionados por los aliados para captar la escena. En una foto del 16 de abril, durante el segundo día de visitas, aparece un vagón cargado de cadáveres frente al crematorio, a tiempo para recibir a los visitantes.

La mesa de artículos de atrocidad

La mesa de artículos de atrocidad

Los aliados utilizaron también a prisioneros políticos del campo para que montaran una mesa de presuntas atrocidades nazis con artículos como "cabezas reducidas de judíos", trozos de piel humana con tatuajes e incluso una "lámpara de piel humana". Aunque estos artículos se aceptaron como evidencia en los Juicios de Núremberg, algunos desaparecieron misteriosamente mas tarde, lo que impidió que fueran analizados.

En cuanto a las cabezas reducidas, las fotografías muestran rasgos claramente no europeos, mientras que por el color de la piel y corte cabello parecen corresponderse mucho mejor con población indígena.

Por otra parte, algunos creen que la "lámpara de piel humana" si sobrevivió. Según una documental de National Geographic, producida en 2011: el objeto que se cree fue elaborado con la piel de prisioneros asesinados, ha sido sometido a pruebas recientemente en diversos laboratorios. Todos los análisis coincidieron en que su origen es animal y no humano; y que se trata muy probablemente de una vaca.

Todo esto no es ninguna sorpresa si se recuerda por ejemplo el caso del jabón de judío que ahora se admite que no era tal. En ese contexto, los esfuerzos por amañar artículos como propaganda de atrocidad son difíciles de explicar si partimos del supuesto de que los aliados poseían algún otro tipo de evidencia real sobre el genocidio judío. En tal caso sería innecesario y poco recomendable arriesgar la propia credibilidad al falsificar evidencia.

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Fuentes