Corporativismo

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El corporativismo es una doctrina que defiende un sistema económico basado en la unificación, mediante corporaciones dentro del Estado, de todas las organizaciones sindicales, empresariales, laborales, profesionales, etc. Es una forma peculiar y fascista de Tercera Vía que se aplicó como forma de organización socioeconómica por parte de regímenes nacionalistas, y que hizo énfasis en el sindicato y la economía planificada.

Principales características económicas del corporativismo

El corporativismo se caracteriza por la rígida intervención del Estado conformado por los representantes de los gremios en las relaciones productivas. Los representantes de los gremios, son quienes asumen la actividad política en la sociedad y dictan las leyes específicas que atañen a cada sector.

Para la participación a todos los niveles económicos, se plantea la creación de sindicatos verticales que permitan el control. Implica un profundo rechazo a toda política económica de corte marxista. Es central también en ella la búsqueda del Bien Común y del interés nacional, poniendo bajo el control del Estado las regulaciones de las relaciones laborales.

Características políticas

En el sistema corporativo no hay partidos políticos, ni un partido único, sino que todos los ciudadanos tienen una participación política desde la actividad económica que desarrollan en la sociedad. Desde tal condición, votan a sus pares, para designar a los mejores como representantes.

Así, el Estado es conducido por los dirigentes gremiales, que se articulan en una pirámide jerárquica. El valor de lo tradicional es muy importante para este tipo de regímenes. Conlleva una reivindicación de las virtudes y los valores cristianos (o tradicionales en los países de tradición no cristiana), frente a la sociedad liberal o marxista.

Esta propuesta nada tiene que ver con el socialismo utópico, y tiene una clara oposición al Marxismo y a las revoluciones anarcosindicalistas. Estos regímenes buscan la continuidad del Estado basado en la Verdad y la Patria, concebida como la Historia misma de la Patria basada en la Verdad.

Principales corrientes ideológicas que utilizaron el corporativismo

El corporativismo fue propuesto por primera vez en la encíclica Rerum novarum por el Papa León XIII (1891) como respuesta ideológica a los sindicatos socialdemocratas y se hizo popular durante el gobierno de Getúlio Vargas en Brasil, en los años 20 y 30, cuando asuntos de bienestar social se hicieron importantes.

La Reggenza italiana del Carnaro la Constitución de la Carta del Carnaro de 1920 -escrita por Gabriele D'Annunzio- resulta ser la primera constitución corporativista en el mundo.

El fascismo con Benito Mussolini actualizó en parte la base ideológica para el sistema corporativista. Mussolini introdujo en la economía de la Italia fascista multitud de elementos de intervención que sentaron las bases del corporativismo.

El régimen nacionalsocialista jamás aplicó el corporativismo[cita requerida]. Robert Ley intentó, a imitación del fascismo, organizar corporativamente el Frente del Trabajo, pero ante las protestas de Alfred Rosenberg, se optó por el Führerprinzip.[1]

El corporativismo de la segunda mitad del siglo XX

Cada vez más organizaciones políticas defienden abiertamente el corporativismo, mientras las encuestas de opinión señalan las preferencias reales de la ciudadanía por este tipo de sistema con una fuerte intervención del Estado Corporativo para asegurar lo que se ha llamado el Bien Común o el interés general.

Referencias

  1. Jaqcues Pirenne, Historia Universal: VIII: Segunda Guerra Mundial.

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