Diario de la Cárcel

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"Diario de la Cárcel"

Diario de la Cárcel es un libro que contiene las notas escritas en la cárcel de Jilava por Cornelio Codreanu, líder de la Guardia de Hierro rumana en 1938. La obra fue escrita durante los meses que precedieron a su muerte y constituyen el mensaje póstumo de Codreanu.

Descristianización

Que nos cristianizamos en forma, pero nos descristianizamos en contenido. Que la humanidad ha sufrido este proceso de descristianización a lo largo de los siglos hasta nosostros, con pequeños saltos hacia las profundidades de la fe... La cristianización de superficie parece que ha preocupado sobre todo a la humanidad.

La característica de nuestros tiempo es que nos ocupamos de la lucha entre nosotros y otros hombres, no de la lucha entre los mandatos del Espíritu y los apetitos de nuestra naturaleza terrena.

Codreanu anhelaba la vuelta del hombre cristiano al que el llamaba "hombre nuevo" frente al hombre corrompido por la concupiscencia y el relativismo moral que había olvidado a Dios. En su obra muestra un buen número de veces la gran admiración que tenía por San Pablo:

Acabo de leer ahora las Epístolas del apóstol San Pablo, de donde he sacado pruebas decisivas sobre la existencia de la resurrección y el poder del Redentor Jesucristo.

Me han impresionado:

  1. la sinceridad y la pureza espiritual del santo apóstol;
  2. su vida íntegramente cristiana, sin mancha;
  3. los peligros y sufrimientos que ha pasado por el Señor;
  4. la serenidad e incluso alegría con que aceptaba estos sufrimientos;
  5. su fuerza de animar aún a otros para que no vacilasen ante los sufrimientos y persecuciones;
  6. un amor santo, de una altura conmovedora, para todos los hermanos cristianos, hijos suyos espirituales;
  7. un ardor invicto y raramente conocido entre los apóstoles de una fe por predicar incesantemente al Redentor Jesús a todas las gentes.
  8. su gran ciencia y sabiduría.

Adicionalmente, se lamentaba de que grandes hombres de Occidente se centraran demasiado en los triunfos mundanos, que son temporales, y no en los espirituales, que son eternos. A su vez se jactaba de que en cambio, el movimiento legionario luchaba en ambos campos de batalla.

Todos los grandes hombres del mundo de ayer y de hoy: Napoleón, Mussolini, Hitler, etc., se han afanado especialmente por las luchas y triunfos exteriores. El movimiento legionario forma excepción, ocupándose también, aunque insuficientemente, de la victoria cristiana en el hombre, con vistas a su salvación. La responsabilidad de un jefe es muy grande.

Él no debe deleitar a los ojos de sus ejércitos con victorias terrenales, dejándolos al mismo tiempo impreparados para la lucha decisiva, de la cual el alma de cada uno se puede coronar con la victoria de la eternidad, o con la derrota eterna.

Contra el diablo

La característica de nuestro tiempo es que nos ocupamos de la lucha entre nosotros y otros hombres, no de la lucha entre los mandatos del Espíritu Santo y los apetitos de nuestra naturaleza terrena. Nos preocupan y nos complacen las victorias sobre los hombres, no la victoria contra el diablo y el pecado.

La eternidad

Él no debe deleitar los ojos de sus ejércitos con victorias terrenales, dejandolos al mismo tiempo impreparados para la lucha decisiva, de la cual el alma de cada uno se puede coronar con la victoria de la eternidad o con la derrota eterna.

Finalmente, falta -por lo menos entre nosotros, una elite sacerdotal que haya conservado el fuego sacro de los antiguos cristianos. Falta de una escuela de gran altura y gran moralidad cristiana".

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