Guerra Franco-Prusiana

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Guerra Franco-Prusiana
Collage Franco-Prussian War.jpg
Lugar Francia y Alemania.
Fecha 19 de julio de 1870 - 10 de mayo de 1871.
Motivo Declaración de guerra de Francia contra el Reino de Prusia debido al temor de una unión de los Estados alemanes, sumado a los intentos franceses por anexarse territorios alemanes, particularmente el Sarre y la Renania.
Resultado Decisiva victoria alemana.
Consecuencias
Beligerantes
principales
Bandera del Imperio Alemán.png Estados alemanes

Confederación Alemana del Norte (1870-1871)
Reino de Baviera (1870-1871)
Reino de Württemberg (1870-1871)
Gran Ducado de Baden (1870-1871)
Gran Ducado de Hesse-Darmstadt (1870-1871)
Imperio Alemán (1871)

Bandera de Francia.png Francia

Segundo Imperio Francés (1870)
Tercera República Francesa (1870-1871)

La Guerra Franco-Prusiana (en alemán: Deutsch-Französischer Krieg, en francés: Guerre franco-allemande), o Guerra Franco-Alemana, fue un conflicto bélico que se libró entre el 19 de julio de 1870 y el 10 de mayo de 1871 entre el Segundo Imperio Francés (y después de la caída del régimen, por la Tercera República Francesa) y el Reino de Prusia, con el apoyo de la Confederación de Alemania del Norte y los reinos aliados de Baden, Baviera y Württemberg. El conflicto marcó el estallido de la tensión entre las dos potencias, que se acrecentó tras el fracaso del proyecto de Napoleón III de anexar Luxemburgo, un evento que causó el final de una relación relativamente equilibrada con la Prusia de Otto von Bismarck. La tensión se hizo mayor debido a la creciente influencia, no tolerada por Francia, ejercida por los Estados alemanes en el sur del río Meno, y la dirección de Prusia ejercida dentro de la Confederación Alemana del Norte (Estado creado en 1867 tras la victoria de Prusia en la Guerra Austro-Prusiana).

La Guerra Franco-Prusiana fue el conflicto más importante que se libró en Europa después de las Guerras Napoleónicas y previo a la Primera Guerra Mundial y terminó con la completa victoria de Prusia y sus aliados. La consecuencia más importante fue la creación del Imperio Alemán, el cual mantuvo un papel muy influyente en las relaciones políticas internacionales de las décadas siguientes. La debacle francesa también trajo el fin del Segundo Imperio de Napoleón III y, con la caída de este, la subordinación temporal del papel de Francia en comparación con los otros poderes de las familias europeas. El fin de la época imperial de Francia significó el inicio de la Tercera República Francesa, que - en tamaño e influencia - se convirtió en el régimen republicano más importante entre los que entonces existían en el continente.

Causas

La causa fundamental de la guerra es la ruptura del equilibrio de poder que se había establecido en Europa en el Congreso de Viena de 1815, tras el rotundo éxito obtenido por Prusia en la guerra contra Austria. Ocurrió, en efecto, que al final de la guerra, después de la decisiva victoria de Königgrätz, Otto von Bismarck se apresuró a extender el control prusiano a la mayor parte del norte de Alemania, incluyendo el territorio de Schleswig-Holstein, Hannover, Hesse-Kassel, Nassau, y la ciudad de Frankfurt. Berlín estuvo a punto de conseguir el dominio de Sajonia, Hesse-Darmstadt, Mecklemburgo, los ducados de Turingia y las ciudades libres de Hamburgo, Lübeck y Bremen, bajo la influencia de Prusia en la Confederación Alemana del Norte. De hecho, si no estalló inmediatamente la guerra fue únicamente porque Bismarck deseaba hacer crecer el sentimiento nacional alemán y Napoleón III necesitaba tiempo para completar la reforma modernizadora en el ejército.

Durante 1868 hubo una crisis más aguda. Ese año, Bismarck intentó construir una nueva y más fuerte unión aduanera con el sur de Alemania. Esta acción fue interpretada como un nuevo desafío a la autoridad francesa. En 1866, de hecho, durante las negociaciones para un armisticio entre los prusianos y los austriacos, Napoleón III se había opuesto enérgicamente a una unión de Prusia con los Estados alemanes del sur. Este hecho se debía a que los franceses habían buscado por siglos la expansión a costa de los territorios alemanes (y en algunos casos la habían logrado como por ejemplo en Alsacia y Lorena) y que, en caso de producirse una unificación entre los Estados alemanes, esto sería mucho más difícil de lograr sino prácticamente imposible. El Emperador francés entonces ordenó la movilización del Ejército en el verano, amenazando con iniciar una guerra si Bismarck pretendía anexar uno de los tres Estados del sur de Alemania: Baviera, Wurtemberg y Baden.

Francia se prepara

La Francia del Segundo Imperio aspiraba a ocupar una posición de máximo prestigio y poder en Europa. Su máximo gobernante era Napoleón III, quien en los últimos años había perdido considerable prestigio tras la desastrosa intervención en México apoyando a Maximiliano de Habsburgo contra Benito Juárez y tras numerosas protestas con respecto a la administración interna francesa. Por tal motivo, Napoleón III quería recuperar su antiguo prestigio y para eso quería emular a su tío, el Emperador Napoleón Bonaparte, y marchar hacia el Este, a los territorios de Alemania, la eterna enemiga de Francia. Para hacer tal cosa, Napoleón III y los chauvinistas franceses esperaba buscar un pretexto lo más rápido posible.

Aún así, la gestión bonapartista también había tenido sus éxitos. En 1870, París había completado una extensa labor de reestructuración urbana y modernización comenzada en 1852 por Georges Eugène Haussmann. La capital francesa, con una población de dos millones de habitantes, rivalizaba con Londres en términos de tamaño e influencia. El Ejército Francés había logrado una buena victoria entre 1854 y 1856 en la Guerra de Crimea, mientras que en Italia el recuerdo de la intervención francesa en apoyo del Reino de Cerdeña-Piamonte y la clara victoria de la alianza italiana-francesa lograron, gracias a las buenas actuaciones del Ejército (en la Guerra de Independencia italiana), una huella indeleble en el poder militar bonapartista. Sin embargo, la posición de Francia en Europa, se vio socavada por la creciente influencia del Reino de Prusia.

La Francia de 1870 había consolidado su posición militar, reforzada por la realización de un proceso de reforma del Ejército, y es capaz de lidiar con el conflicto con Prusia. Las presiones del nacionalismo, un gobierno formado por ministros antiprusianos, el desastre de la Segunda Intervención Francesa en México y la imposibilidad de lograr a través de la diplomacia el consenso en el país, permitieron acercarse inexorablemente hacia la guerra.

La sucesión al trono de España

El detonante final de la crisis fue la candidatura del príncipe Leopoldo al trono de España, a propuesta del entonces presidente del Consejo de Ministros, el general Juan Prim. Aquello favorecía mucho a Prusia, que adquiría de tal modo una gran ventaja estratégica sobre Francia. Por tal motivo, Napoleón III, presionado por la opinión pública chauvinista francesa, maniobró para impedir que Leopoldo se sentara en el trono español, logrando que el padre de éste, Carlos Antonio de Hohenzollern-Sigmaringen, renunciara públicamente en nombre de su hijo.

A pesar de dicha renuncia, el Estado francés consideró "insuficientes" las garantías verbales dadas por Carlos y ordenó desplazar un embajador a Bad Ems, donde se encontraba veraneando el Rey de Prusia Guillermo I, para lograr una renuncia pública por escrito de Leopoldo a esta candidatura. Este encuentro daría pie al famoso incidente del telegrama de Ems, que Napoleón III tomaría como pretexto para iniciar la guerra. Sucedía que el cada vez más desacreditado Segundo Imperio Francés no desaprobaba la idea de lanzarse a una aventura bélica contra Prusia, considerando que las demandas de reformas políticas en el autocrático Segundo Imperio Francés requerían ser enfrentadas con un evento que "uniera a la nación". Se daba el caso, además, de que la Segunda Intervención Francesa en México había acabado en desastre tres años antes.

Igualmente, Bismarck había logrado impedir que Austria aspirase a la hegemonía de los Estados germánicos, gracias al rotundo triunfo prusiano en la Guerra Austro-Prusiana, pero ahora ansiaba unir bajo dominio prusiano a los Estados del sur de Alemania que aún mantenían su independencia; en tal sentido, necesitaba una unidad nacional en torno a Prusia y Bismarck pensaba que una agresión francesa parecía el remedio más sencillo con el cual Prusia podría asegurarse el rol de "Estado rector" en Alemania. Para ello, Bismarck quería que Francia atacara primero a Prusia y así poder entrar en una guerra contra los atacantes.

Entonces Napoleón III comienza su ataque diplomático: exige al Rey de Prusia Guillermo I, en calidad de cabeza de la Casa Hohenzollern, la humillación de jurar que nunca más un miembro de la Casa Hohenzollern sería pretendiente al trono español. A esto hay que tener en claro dos cosas:

a) La candidatura de Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen no fue presentada por el Rey de Prusia ni por ningún otro Hohenzollern, sino por el General español Juan Prim, por ende el Rey de Prusia no tenía porqué renunciar a nada, dado que él no promovió la candidatura de Leopoldo.

b) La candidatura de Leopoldo ya no estaba en pie, ya que el propio Leopoldo había renunciado al trono español. Por ende, resulta evidente cuál es el objetivo de Napoleón III: humillar a la orgullosa Prusia para que ésta atacara y así tener la posibilidad de la tan ansiada guerra contra dicho Estado.

El incidente del telegrama de Ems

Tras el encuentro entre el Rey Guillermo I y el embajador francés en Bad Ems en el que el primero se negó a las peticiones del segundo de que nunca aprobara la candidatura de un Hohenzollern al trono español, Guillermo I ordenó a su consejero privado Abeken que informara por vía telegráfica al Canciller Otto von Bismarck. Entonces, Bismarck redactó un comunicado de prensa en el que aparentemente resumía el contenido del telegrama pero en realidad lo falseaba para que pareciera que el embajador francés quedara humillado.

El telegrama original decía así:

"Su Majestad el Rey me escribe:

"M. Benedetti me interceptó en el paseo a fin de exigirme, insistiendo en forma inoportuna, que yo le autorizara a telegrafiar de inmediato a París, que me comprometería, de ahora en adelante, a abstenerme de dar mi aprobación para que se renueve la candidatura de los Hohenzollern. Rehusé hacer esto, la última vez con cierta severidad, informándole que no sería posible ni correcto asumir tales obligaciones (para siempre jamás). Naturalmente, le informé que no había recibido ninguna noticia aún y, ya que él había sido informado antes que yo por la vía de París y Madrid, él podía fácilmente entender por qué mi gobierno estaba otra vez fuera de la discusión. Desde entonces, Su Majestad ha recibido noticias del príncipe (padre del candidato Hohenzollern al trono español). Su Majestad ya había informado al conde Benedetti que estaba esperando este mensaje; mas, en vista de la exigencia arriba mencionada y en consonancia con el consejo del conde Eulenburg y mío, decidió no recibir de nuevo al enviado francés, sino informarle a través de un ayudante, que Su Majestad había recibido, ahora, confirmación de las noticias que Benedetti ya había recibido de París y que él no tenía nada más que decir al embajador. Su Majestad deja a juicio de Su Excelencia comunicar o no, de manera inmediata, a nuestros embajadores y a la prensa, la nueva exigencia de Benedetti y el rechazo de la misma".

Bismarck, por su parte, "resumió" así el contenido del telegrama:

"Después de que los informes acerca de la renuncia del príncipe heredero de Hohenzollern fueran oficialmente transmitidos por el Gobierno Real de España al Gobierno Imperial de Francia, el embajador francés presentó ante Su Majestad el Rey, en Ems, la exigencia de autorizarle a telegrafiar a París que Su Majestad el Rey habría de comprometerse a abstenerse de dar su aprobación para que la candidatura de los Hohenzollern se renueve.

Su Majestad el Rey, por lo tanto, rechazó recibir de nuevo al enviado francés y le informó a través de su ayudante que Su Majestad no tenía nada más que decir al embajador".

La treta de Napoleón III había funcionado: los prusianos se habían enfurecido y con el Telegrama de Ems, el Emperador francés había logrado la excusa perfecta para declarar la guerra a Prusia. De esta manera, el 19 de julio de 1870 Napoleón III le declaró la guerra a Prusia. Sin embargo, lo que Napoleón III no sabía es que Bismarck ya tenía un plan preventivo contra un posible ataque francés.

Desarrollo de la guerra

Primeros movimientos

El 24 de julio comenzó el despliegue de las tropas prusianas entre el río Rin y el Mosela, completado con gran velocidad gracias al desarrollo de los medios y vías de ferrocarril. En 18 días fueron movilizados 1 183 000 hombres. Tres cuerpos de ejército se quedaron en Alemania, con el fin de contrarrestar cualquier ataque austro-húngaro o para contener cualquier posible invasión por mar a través del Báltico. Francia, sin embargo, a causa de una mala logística, logró movilizar solo 288 000 hombres.

Plan de guerra francés

De acuerdo con el plan de guerra formulado por el difunto Mariscal Ney, Francia lanzaría una ofensiva desde Thionville (Diedenhofen) y Trier en la Renania. Este plan, que no se convirtió en un proyecto final, fue abandonado en favor del General Charles Auguste Frossard, marcado por una actitud de esperar y observar, tenía previsto desplegar una posición defensiva en el Rin esperando el ataque prusiano. Después de la visita en febrero del Mariscal de Campo austríaco Alberto de Habsburgo-Teschen (un veterano de 1866 y con ganas de venganza contra los prusianos), Napoleón III emprendió modificaciones inusuales en el plan de Frossard. Anticipándose a la entrada en la guerra de Austria-Hungría, los franceses, con sus fuerzas divididas en dos grupos, uno en una posición defensiva en Metz y el otro con la orden de ataque en Estrasburgo, debían proceder basándose en este último grupo en el Palatinado con el fin de separar a Prusia y "liberar" a los Estados alemanes del sur. Este plan, sin embargo, era arriesgado y podría resultar en la separación del Ejército Francés a la izquierda y derecha de los Vosgos. Por lo tanto, Napoleón III decidió organizar sus fuerzas en tres ejércitos: el ejército del Rin sujeto a su control, el de Alsacia en Estrasburgo agrupado y guiado por el Mariscal de Francia Patrice de Mac-Mahon (I Corps) y el ejército de Chalons bajo el mando de François Certain de Canrobert (VI Corps). Más tarde se dio al Mariscal Bazaine el mando temporal de todas las unidades de Lorena. La elección del Emperador de enfocar la estructura de mando en torno a su persona, lo que limitaba drásticamente la posibilidad de iniciativas autónomas de generales individuales, era muy perjudicial para la eficiencia del Ejército, como sucedió en el caso de los eventos que llevaron al asedio de Metz.

Plan prusiano

El Alto Mando Prusiano, bajo la dirección del capaz estratega Helmuth von Moltke elaboró un plan de movilización basado en la descentralización de los trabajos previos, que estarían a cargo de los altos mandos en las distintas comandancias generales. La clave del éxito militar de Moltke se debió a la introducción de dos nuevos elementos básicos en la estrategia bélica: la utilización de la red de ferrocarriles y del telégrafo para asegurar el adecuado movimiento y transporte de las tropas, junto con la introducción del fusil de aguja, que triplicó la velocidad del disparo de la carabina tradicional.

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