Nacionalismo

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El nacionalismo es la doctrina o filosofía política que propugna como valores fundamentales el bienestar, la preservación de los rasgos identitarios, la independencia en todos los órdenes y la gloria y lealtad a la nación propia.

Introducción

El nacionalismo parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el estado.

  • El principio de la soberanía nacional: que mantendría que la nación es la única base legítima para el estado.
  • El principio de nacionalidad: que mantendría que cada nación debe formar su propio estado, y que las fronteras del estado deberían coincidir con las de la nación.

El término nacionalismo se aplica tanto a una doctrina política como a los movimientos nacionalistas, las acciones colectivas de movimientos sociales y políticos tendentes a lograr las reclamaciones nacionalistas. En ocasiones también se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, aunque la mayoría de las veces no es sólo un sentimiento, sino que tiene cierto contenido doctrinal implícito.

La historiografía también usa el término nacionalismo para referirse al periodo histórico de formación de las naciones y el surgimiento de la ideología y movimientos nacionalistas, lo que ocurrió en torno al siglo XIX, coincidiendo con las revoluciones liberales o revoluciones burguesas.

El nacionalismo ha tenido una enorme influencia en la historia mundial. En la época moderna, el Estado-Nación se ha convertido en la forma dominante de la organización de la sociedad. Los historiadores utilizan el término nacionalismo para referirse a esta transición histórica y de la aparición y predominio de la ideología nacionalista.

Formas de nacionalismo

Nacionalismo centrípeto

Es el que pretende la unificación nacional de las poblaciones con características comunes que habitan en distintos estados, donde pueden ser minorías nacionales y por tanto en esos estados constituyen nacionalismos centrífugos (es el caso del nacionalismo kurdo), o bien ser estados nacionalmente homogéneos pero separados (es el caso de las unificaciones de Italia y Alemania en el siglo XIX, aunque en ambos casos el solapamiento con el Imperio Austrohúngaro complica la definición).

Nacionalismo centrífugo

Es el que pretende la secesión de una parte del territorio de un Estado habitado por una población con características cuyas diferencias con la considerada mayoritaria puedan definirla como minoría nacional. En ocasiones el mismo Estado del que pretenden separarse se define a sí mismo como estado plurinacional, como fue el Imperio Austrohúngaro.

Nacionalismo étnico

Define la nación en términos de etnicidad, basada en una realidad racial, es decir, se toma la raza como elemento fundamental de cohesión nacional. También incluye ideas de una conexión cultural entre los miembros de la nación y sus antepasados, y frecuentemente un lenguaje común. La nacionalidad es hereditaria, es decir se aplica el Ius sanguinis. El Estado deriva la legitimidad política de su estatus como hogar del grupo étnico, y de su función de protección del grupo nacional y la facilitación de una vida social y cultural para el grupo. Las ideas sobre etnicidad son muy antiguas, pero el nacionalismo étnico moderno está fuertemente influido por Johann Gottfried von Herder, quien promovió el concepto de Volk, y Johann Gottlieb Fichte, habiendo sido el caso más representativo de esta doctrina el nacionalsocialismo de Alemania.

Nacionalismo identitario

También llamado "nacionalismo orgánico" o "nacionalismo romántico", es la forma de nacionalismo étnico según la cual el Estado deriva su legitimidad política como consecuencia natural (orgánica) y expresión de la nación o la raza. Refleja los ideales del romanticismo y se opone al racionalismo, al contractualismo y al cosmopolitismo ilustrado, postulando la existencia de una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo (y su existencia) que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla (incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes) sumado a un culto al carácter nacional o Volksgeist o espíritu del pueblo (del cual nace una sensibilidad y un genio creador que lo identifican), resaltando esta expresión en las cualidades étnicas de los pueblos.

El nacionalismo identitario temprano en Europa estuvo fuertemente influenciado por las ideas de Johann Gottfried von Herder, quien en 1784 argumentó que la geografía formaba la economía natural de un pueblo, y que sus costumbres y su sociedad habrán de desarrollarse siguiendo las líneas favorecidas por su medio ambiente.

El nacionalismo identitario enfatiza una cultura étnica histórica que se conecta con el ideal romántico; el folclore se desarrolla como un concepto nacionalista romántico. Los hermanos Grimm se inspiraron en los escritos de Herder para crear una colección idealizada de historias étnicamente alemanas. El historiador Jules Michelet ejemplifica la concepción nacionalista romántica de la historiografía. En 1815 se hablaba de este nacionalismo, y fue el que se usó para las unificaciones tanto alemana como italiana.

Dentro del romanticismo se reconoce una concepción "orgánica", representada por Herder y Fichte (Discursos a la nación alemana, 1808) que identifica a la nación con rasgos que se heredan (lengua, cultura, territorio, tradiciones) y que están por encima del deseo individual.

Nacionalismo religioso

A diferencia del nacionalsocialismo, la mayor parte de los movimientos y regímenes fascistas de la Europa de entreguerras, entre los que puede contarse el nacionalcatolicismo del franquismo español, toman como elemento de cohesión nacional a la religión por lo que responden más a un modelo de nacionalismo religioso o fascismo clerical, como ha sido definido por Hugh Trevor-Roper.

Es la forma de nacionalismo según la que el estado deriva su legitimidad política en consecuencia de una religión común. El sionismo es un ejemplo de esto, pero buena parte de las formas de nacionalismo religioso son también en gran medida formas de nacionalismo étnico. Por ejemplo, el nacionalismo irlandés es generalmente asociado al catolicismo; el nacionalismo indio se asocia con el laicismo, etc. El nacionalismo religioso es generalmente visto como una forma de nacionalismo étnico.

En algunos casos, sin embargo, la componente religiosa es más una etiqueta que la verdadera motivación del nacionalismo de un grupo. Por ejemplo, aunque la mayoría de los líderes nacionalistas irlandeses del último siglo fueron católicos, durante el siglo XIX, y especialmente en el siglo XVIII, muchos líderes nacionalistas fueron protestantes. Los nacionalistas irlandeses no luchan por distinciones teológicas, sino por una ideología que identifica a la isla de Irlanda con una visión particular de la cultura irlandesa, que para muchos nacionalistas incluye al catolicismo aunque no como elemento predominante. Para muchas naciones que se vieron obligadas a luchar contra las consecuencias del imperialismo de otra nación, el nacionalismo fue asociado a la búsqueda de un ideal de libertad.

El nacionalismo católico es una doctrina y un movimiento político nacionalista y católico fundado en la filosofía tomista,​ la Doctrina Social de la Iglesia y el catolicismo social.

Si bien el islam no se opone al nacionalismo, rechaza fuertemente el tribalismo, racismo u otra clasificación de la gente no basada en las creencias propias. Sin embargo, ciertos grupos islámicos pueden ser considerados racistas y nacionalistas (así, para algunos, no pueden considerarse verdaderos islámicos). La creación de Pakistán es un ejemplo de nacionalismo religioso de base islámica en la medida en que tomaba como nación a los estados de la India con mayoría musulmana. sin embargo, muchos de sus creadores -como los del Estado de Israel- eran laicos y consideraban la pertenencia a una misma tradición religiosa como elemento generador de identidad al margen de la práctica religiosa en sí. Un ejemplo similar es el de los musulmanes de Bosnia, considerados como etnia en la antigua Yugoslavia y que en su mayor parte eran no creyentes o no practicantes.

Nacionalismo económico

Véase también: Tercera Posición


Se concentra sobre los mecanismos de dependencia económica o neocolonialismo. Sostiene la necesidad de que sectores y empresas básicas de la economía permanezcan en manos de capitales nacionales, muchas veces estatales, cuando el sector privado no está en condiciones, sin caer en la explotación materialista del liberalismo ni del marxismo.

Los orígenes del nacionalismo económico pueden encontrarse en la creación de empresas estatales para explotar productos estratégicos como la creación de YPF para el petróleo en Argentina en 1922 y luego en las políticas de nacionalizaciones implementadas por gran cantidad de países entre los que se destacan: la nacionalización del petróleo en México en 1938, la nacionalización del petróleo en Irán en 1951, la nacionalización del Canal de Suez en 1956 y la nacionalización del cobre en Chile en 1971.

El nacionalismo económico está también íntimamente relacionado con la Teoría de la Dependencia elaborada por la escuela desarrollista latinoamericana que sostiene que el sistema económico mundial ha establecido una división internacional del trabajo que atribuye a los países centrales la producción industrial, de alto valor agregado, y a los países periféricos la producción de materias primas, de bajo valor agregado. El desarrollismo sostiene que existe una tendencia general al deterioro de los términos de intercambio en perjuicio de la producción agrícola-primaria, y que los países periféricos necesitan impulsar agresivas políticas industriales para romper el círculo vicioso del subdesarrollo.

La política de privatizaciones sugerida por el Consenso de Washington a partir de la década del 90 tuvo como objetivo principal, y lo logró en gran parte, revertir las medidas nacionalistas tomadas por la mayor parte de los países periféricos durante la mayor parte del siglo XX.

A partir de los últimos años de la década del 90 parece haber un importante resurgimiento del nacionalismo económico en varias partes del mundo, ahora en un entorno global, relacionado con acuerdos de integración regional. Una de sus manifestaciones más importantes ha sido la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia en 2006, bajo el gobierno de Evo Morales y los acuerdos de infraestructura y desarrollo subregional tomados en el marco del Mercosur y la Comunidad Sudamericana de Naciones.

Muchas de estas experiencias nacionalistas están estrechamente relacionadas con las reivindicaciones sindicales y otras organizaciones sociales, adoptando la forma de un nacionalismo popular expresado en movimientos políticos con amplio apoyo de la población. Formas de socialismo y de fascismo comparten también el proyecto del nacionalismo económico.

Nacionalismo contractual

El nacionalismo contractual, también conocido como "nacionalismo civil", "cívico" o "liberal", es una forma de nacionalismo artificial basado en un contrato social, es decir, una ficción jurídica. A menudo se consideran Ernest Renan​ y John Stuart Mill nacionalistas liberales tempranos.

En esta visión de origen masónico e iluminista, el Estado deriva la legitimidad política de la participación activa de su ciudadanía, del grado a que representa la "voluntad general". A menudo se considera que se originó con Jean-Jacques Rousseau y especialmente las teorías de contratos sociales que toman su nombre de su libro de 1762 Du Contrat Social (El contrato social). Es una noción "voluntarista"​ que también es compartida por los enfoques de Giuseppe Mazzini, considerando que la nación surge de la voluntad de los individuos.

Se encuentra el nacionalismo contractual en las tradiciones del racionalismo y el liberalismo, y es opuesto al nacionalismo étnico. Se considera voluntaria la afiliación con la nación civil, como en la definición clásica de Ernest Renan de la nación como un "plebiscito diario" caracterizado por la "voluntad de convivir". Los ideales civil-nacionales influenciaron el desarrollo de la democracia representativa en países como los Estados Unidos y Francia.

La visión "liberal" de la identidad nacional, especialmente en el siglo XIX y con el desarrollo de los Estados nacionales, veía al Estado o la institucionalidad como el máximo referente de la nacionalidad (a veces teniendo ambos conceptos como sinónimos), derivando en un nacionalismo jurídico o constitucional, según los enfoques de Dolf Sternberger y Jürgen Habermas, dando lugar a una noción que entronca directamente con la tradición política del republicanismo y, como éste, requiere de una concepción participativa de la ciudadanía, volcada en la promoción del bien común. Por eso, la ciudadanía que hace suyo el patriotismo constitucional no se remite en primera instancia a una historia o a un origen étnico común, sino que se define por la adhesión a unos valores comunes de carácter democrático plasmado en la Constitución, es decir, bajo un orden jurídico expresado en el Estado de derecho.

Nacionalismo banal

Conceptualizado por Michael Billig, es la forma difusa que toma el nacionalismo en las sociedades contemporáneas, convirtiéndose en un mecanismo omnipresente de orientar las percepciones y hacer aparecer como natural la identificación entre una lengua, una cultura y una comunidad política. Ya sea en rituales colectivos como el deporte, o en detalles menores como la utilización de banderas para identificar las lenguas en las que se escriben los ingredientes de una caja de cereales, el nacionalismo banal reproduce cotidianamente los esquemas mentales del nacionalismo.

Nacionalismo cívico

Artículo principal: Nacionalismo cívico

Aquella forma de nacionalismo en la que no se tienen en consideración la etnia ni la raza. Muy vinculada a posturas de derecha liberal.

Artículo de opinión

El Ser Nacionalista

por el Dr. Jorge Enrique Yunes


¿Qué es ser Nacionalista? ¿Es una idea política? ¿Es un proyecto político? ¿Es una filosofía de vida? ¿Es un sentimiento? Pues bien, el ser Nacionalista es todo lo antedicho y mucho más.

Me animo a decir que es un Sentir Irrefrenable que impregna a todo el ser humano. Es una Esencia Espiritual que se traduce en conductas precisas de vida. Es un Mandato no escrito que nos impulsa denodadamente hacia el Bien Común. Es aquella Llama que enciende los corazones de los Patriotas. Es la Mística que embriagó el espíritu del Padre de la Patria, el General Don José de San Martín. Es el Tutor que sostuvo estoicamente al creador de la Enseña Nacional, el General Don Manuel Belgrano. Es la Cuna que arrulló a Próceres de la talla de Juan Facundo Quiroga, Martín Miguel de Güemes, Juan Manuel de Rosas, Manuel Dorrego, Estanislao López, Francisco (Pancho) Ramírez, el “Chacho” Ángel Vicente Peñaloza, y tantos otros Caudillos Federales que regaron con su sangre la tierra que vio germinar nuestra Patria, Libre, Soberana, Integra.

Debemos tratar de que ese mismo espíritu indómito del que hicieron gala nuestros venerables Próceres, sea hoy una realidad viviente y cotidiana que nos embandere a todos los Argentinos para poder así combatir el desaliento popular, la corrupción estructural, la pérdida de una escala de valores éticos, la injusticia en todos sus órdenes.

Solo en la medida que ese Sentir Nacional, ese Ser Nacionalista, vaya sacudiendo el fatal amodorramiento, la bochornosa estupidez y desidia, la falta de participación ciudadana, la ausencia de sentido común, la falta de cohesión patriótica, solo así tendremos un País en serio. Solo así seremos una Nación digna y respetada. Solo así podremos entonar nuestro Himno Nacional y portar la Escarapela sin avergonzarnos, sin temor a caer en el ridículo, plenamente satisfechos y profundamente emocionados de sentirnos verdaderos Argentinos.

“Lo que constituye una Nación no es hablar una misma lengua ni pertenecer a la misma raza, sino poseer en común grandes cosas en el pasado, y la voluntad de hacer otras tantas en el futuro.” (Renan)

Quiera Dios, y los Argentinos, que así sea.-

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