Fascismo clerical

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El término "fascismo clerical" es una expresión peyorativa inventada por el italiano Luigi Sturzo para atacar a los católicos que apoyaron al Partido Nacional Fascista mientras estuvo en el poder.

Contexto

Luigi Sturzo, un sacerdote católico y político socialcristiano, inventó el término "clerico-fascista" en 1922 para denominar a los miembros del Partido Popular Italiano que migraron hacia las filas del movimiento encabezado por Benito Mussolini. Con esa expresión Sturzo pretendía acusar a los católicos que apoyaban al Duce de no ser auténticos cristianos, sino sólo meros conservadores que amaban más a la Iglesia que a Dios, y respetaban más la palabra de los obispos que la de los santos y apóstoles.

"Fascismo clerical", originalmente, era sinónimo de "catolicismo pragamatista" o "catolicismo oportunista", pero a medida que las relaciones entre el Estado fascista y la Iglesia Católica mejoraron (v. gr. con la firma de los Pactos de Letrán), el término pasó a denominar a los sacerdotes y laicos que estaban comprometidos con la idea de compatibilizar a las dos doctrinas. Muchos católicos, como por ejemplo el fraile franciscano Agostino Gemelli, apoyaron al régimen mussoliniano convencidos de que sus políticas podían frenar la avanzada comunista en Italia.

La cuestión religiosa en el fascismo

Los primeros teóricos del fascismo sostenían que el movimiento político impulsado por Mussolini era un producto de la secularización y la descristianización de Occidente, es decir el fascismo era un fruto de la "Muerte de Dios" anunciada por Nietzsche. Por tanto el fascismo debía llenar el vacío espiritual con la construcción de nuevos mitos que ayudasen a dar nacimiento al superhombre.

Sin embargo, en un país como Italia donde la gran mayoría de su población era social y culturalmente católica, el fascismo tenía pocas chances de convertirse en la religión nacional. A raíz de ello muchos católicos vieron en el movimiento dirigido por Mussolini un vehículo que serviría para proteger y promover sus propios intereses y objetivos religiosos. Para esa gente el fascismo no llegaba para sepultar a Dios sino más bien para preservarlo en el seno de una sociedad cada vez más secularizada.

Prueba de la armonización entre católicos y fascistas fue el misticismo fascista, una de las propuestas más exaltadas para construir una civilización fascista que lejos estuvo de entrar en guerra contra la Iglesia Católica; muy por el contrario, sus cultores buscaron el modo de unificar a ambas doctrinas.

Por ello a nadie extrañó que al trasladarse en 1938 a los restos mortales de Rino Daus y de otros nueve mártires del fascismo al panteón de la Iglesia de San Domenico en Siena, la ceremonia mezcló ritos católicos tradicionales con otros inventados por los fascistas.

Uso del término posterior a 1945

Después de la Segunda Guerra Mundial, el término "fascista" se convirtió en sinónimo de "totalitario", de "autoritario", de "irracional", de "perverso" y hasta de "maligno". Los marxistas culturales retomaron la expresión "fascismo clerical" para referirse a todos los movimientos religiosos cristianos conservadores y para denominar a todos los líderes políticos nacionalistas que manifestasen un gran respeto por los valores cristianos.

Llamar "fascistas clericales" a António de Oliveira Salazar, Engelbert Dollfuss, Jozef Tiso, Ante Pavelic, Philippe Pétain, Francisco Franco o a Maurice Duplessis es en realidad una forma de agraviar su memoria.

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