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Helmut Kentler
Sumario
Biografía
Juventud
Kentler fue miembro de la Iglesia Evangélica Alemana desde su niñez, por lo que creció con el deseo de ser un pastor protestante. Sin embargo, por insistencia de su padre, se convirtió en cerrajero. Posteriormente asistió a la Rheinisch-Westfälische Technische Hochschule Aachen para formarse como ingeniero eléctrico.
Con el fallecimiento de su progenitor en 1953 se sintió liberado del mandato paterno, por lo que decidió cambiar el rumbo de su vida: así primero estudió idiomas en Aachen, antes de mudarse a Zürich y luego a Friburgo para estudiar psicología, pedagogía y filosofía. Obtuvo su diploma de pedagogo y psicólogo en 1959. La obra de Wilhelm Reich sería muy influyente en su formación intelectual.
Durante ese periodo participó de una investigación sobre el desempeño de los obreros jóvenes en el ámbito industrial alemán.
Trabajo como psicólogo de la educación
Su defensa de la tesis de que el trabajo tiene una facultad emancipadora en los jóvenes, estaba en consonancia con la corriente de pensamiento de la época que sostenía que la juventud debía asumir un papel más activo en la construcción política, social y económica; por ese motivo ganó fama a nivel nacional.
Inicialmente trabajó para la Evangelische Akademie Arnoldshain de Frankfurt, pasando luego al Studienzentrum Josefstal a orillas del lago Schlier. Ambas instituciones -asociadas a la Iglesia Evangélica Alemana- estaban orientadas a capacitar a jóvenes y adultos para el mundo laboral, buscando además inculcarles una visión cristiana que los alejase de la seducción comunista.
En 1965 se instaló en Berlín Occidental para trabajar como docente en la Pädagogische Hochschule Berlin. Su enfoque centrado en el aprendizaje grupal y el trabajo en equipo, sumado a su interés por la intersección de lo social y lo psicológico, le sirvió para ser contratado en 1967 por el Pädagogisches Zentrum, una entidad estrechamente vinculada al gobierno berlinés que se destacaba por su tarea de promover el desarrollo de nueva teoría y la comprobación de la misma a través de la práctica. Kentler tuvo a su cargo el área de pedagogía social y educación de adultos.
Durante el periodo en que los comunistas desencadenaron las revueltas estudiantiles, Kentler obró como consultor de la policía y mediador ante los jóvenes subversivos.
Trabajo como sexólogo
Sus años en el Pädagogisches Zentrum inclinaron su interés hacia el campo de la educación sexual, por lo que hacia 1975 terminó por posicionarse como experto en sexología con la publicación de su tesis doctoral Eltern lernen Sexualerziehung.
En 1976 se instaló en Hannover, donde ingresó como docente e investigador en la Gottfried Wilhelm Leibniz Universität (la cual previamente le había otorgado el doctorado). Allí trabajaría hasta su jubilación en 1996. En ese periodo, además de sus actividades académicas, Kentler se desempeñó como perito judicial en casos de abuso infantil, logrando que una treintena de acusados de ese delito fuesen absueltos. Asimismo también colaboró con las autoridades municipales de Hannover en materia de diseño de políticas públicas dirigidas a la niñez y la adolescencia, pero tuvo un papel mucho menos relevante que el que tuvo en Berlín.
Fue miembro de la Deutsche Gesellschaft für Sexualforschung, llegando a presidir a la entidad entre 1979 y 1982. Del mismo modo formó parte de la Humanistische Union, una asociación civil vinculada al Lobby Gay y a otras organizaciones dedicadas a relativizar el concepto de libertad individual para facilitar la degeneración social. Colaboró con el Deutsche Studien- und Arbeitsgemeinschaft Pädophilie y el Arbeitsgemeinschaft Humane Sexualität, dos grupos de presión de aberrosexuales.
Últimos años
Su defensa de la pedofilia se volvió incómoda para la academia alemana recién hacia comienzos de la década de 1990. Tras jubilarse, Kentler se retractó sólo parcialmente de sus afirmaciones favorables a la existencia de vínculos sexoafectivos entre adultos y niños.
Por culpa de su homosexualidad jamás se casó, pero aun así adoptó legalmente a tres niños y crío a varios otros en sus hogares de Berlín y Hannover. Gunter Schmidt, un colega suyo, afirma que Kentler abusó de al menos uno de esos jóvenes a su cargo durante su juventud y adultez, el cual se suicidaría en 1991.
De acuerdo al politólogo Franz Walter, el psicopedagogo tuvo un rol muy activo en la promoción de la pedofilia entre los partidos políticos y las usinas de pensamiento de los liberales y los verdes de Alemania Occidental.
Obra
Adoptando el paradigma de que es más productivo introducir primero la práctica para darle sentido después a la teoría, Kentler proponía que fuesen los padres los primeros encargados de la educación sexual de sus hijos. Para ello recomendaba que, en lugar de obstaculizar los deseos sexuales de infantes, niños y adolescentes, los adultos se ocuparan de introducirlos en ellos, ya que, de no hacerlo, se corría el riesgo de producir personas discapacitadas en materia sexual. Argumentaba a favor de ello sosteniendo que la sexualidad es una necesidad más del ser humano, y si los padres se ocupan de satisfacer las necesidades básicas de sus hijos, sería entonces irresponsable de su parte no abordar esa área puntual del mismo modo en que se abordan el resto de la áreas.
Entre las acciones que promovía estaba la de evitar reprimir el goce sexual -como al tratar a la masturbación como algo avergonzante- y la de permitirle a los niños y a las niñas desde muy temprana edad que expongan sus cuerpos de manera seductora. También veía como positivo la iniciación en el coito durante el comienzo de la pubertad, ya que suponía que eso le permitiría al adolescente una mayor seguridad y libertad para crear su propia experiencia de vida autónoma, simplificándole así el proceso de asumir una personalidad adulta responsable de si misma.
Kentler -probablemente influido por Reich- llegó a afirmar que la falta de libertad sexual desde la infancia afectaba seriamente el desarrollo humano posterior, lo que volvía a los individuos afines a la represión, algo que hasta podía derivar en el resurgimiento del nacionalsocialismo.
De todos modos Kentler hacía la distinción entre la relación sexual pedófila sana y el abuso, ya que una involucraba el consenso y el goce de ambas partes mientras que en la otra el niño se veía afectado en alguno de esos aspectos. Por ese motivo solía recomendarle a los padres que tenían un hijo víctima de un degenerado que, antes de escandalizarse y llamar a la policía, le preguntaran sobre sus sentimientos acerca de la cuestión, ya que allí el niño podía manifestar su conformidad con la actividad sexual asimétrica y, por ende, no sería algo traumático ni nocivo para él.
Un resumen de sus apologías de la pedofilia se encuentra publicado como prólogo del libro Zeig mal! del fotógrafo Will McBride, el cual, por la imágenes explícitas que usa de niños y niñas desnudas, fue criticado en 1974 por ser pornografía infantil encubierta como una obra educativa.
Proyecto Kentler
Durante el periodo en que trabajó para el Pädagogisches Zentrum, Kentler tuvo la tarea de contactar a los menores de edad de Berlín Occidental que no recibiesen educación formal -i. e. que no estuviesen escolarizados- para conocer su situación y proponerles un plan educativo que los ayudase a desarrollarse como ciudadanos.
En ese contexto conoció a un joven en situación vulnerable, que le comentó que había un hombre que le otorgaba dinero y otros bienes a cambio de sexo. A partir de ese dato, Kentler pensó que sería útil tanto para los pedófilos y pederastas que solicitaban prostitución como para los jóvenes prostituidos que la relación entre ambos fuese permanente, ya que de ese modo el adulto obtendría afecto y sexo de modo constante y, a cambio, se haría responsable de que los menores no cayeran en conductas destructivas como el alcoholismo y la drogadicción. Por ese motivo rastreó y entrevistó a todos los pedófilos homosexuales de la ciudad y les propuso inscribirse como parte de un programa que recibió pleno apoyo gubernamental, para ser así conectados con jóvenes que no gozaban de una residencia fija o que vivían en hogares con padres irresponsables.
Desde 1969 hasta 1974, es decir durante el periodo que duró el experimento, decenas de niños y adolescentes -que en su mayoría tenían entre 11 y 15 años de edad- fueron entregados a padres adoptivos homosexuales y pedófilos. En todos los casos hubo actos de abuso sexual y violaciones, pero sólo un pequeño porcentaje de ellos fueron denunciados. Quien recogía las denuncias era el mismo Kentler, que, en lugar de informar a las autoridades, lo que hacía era separar al joven de su abusador y enviarlo a una vivienda colectiva situada en la Maxdorfer Steig, donde eran acogidos aquellos jóvenes berlineses que hubiesen huido de sus casas y que también era supervisada por Kentler. El caso más grave que Kentler omitió denunciar fue el homicidio de un joven huérfano que sufría una discapacidad física y mental.
El psicopedagogo comenzó a hablar abiertamente de su proyecto a partir de 1980, año en que el delito de violación había prescrito. Desde su perspectiva lo consideraba un éxito, ya que, descontando esos casos en que los jóvenes se quejaron de sus guardianes, en el resto de los casos los pedófilos y pederastas habían terminado profundamente satisfechos con la posibilidad de satisfacer sus desviaciones sexuales de manera legal y sus víctimas habrían recibido una alimentación, un esparcimiento y una educación esmerada que de otra manera no hubiesen recibido.
Desde la revista feminista EMMA comenzaron a atacarlo a partir de 1993 y fueron ellos los que organizaron una campaña de desprestigio en su contra durante 1997, la cual terminó en que lo privaran del Premio Magnus Hirschfeld que, se suponía, iba a recibir ese año.