Protestantismo

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Se denominó Protestantismo al conjunto de iglesias cristianas y doctrinas que se identificaron con las teologías desarrolladas en el siglo XVI en Europa Occidental, a propósito del intento de Reforma de la Iglesia Católica, por parte de un importante grupo de teólogos y clérigos, siendo el más reconocido de ellos el monje católico agustino Martín Lutero, de quien las iglesias luteranas tomaron su nombre. No obstante, la mayor parte de los cristianos europeos (especialmente en Europa meridional) no compartieron los intentos de reforma y se produjo una separación entre las emergentes iglesias reformadas (la mayoría de carácter nacional) y una reformulada Iglesia Católica Romana, que reafirmó explícitamente todas aquellas doctrinas rechazadas por el protestantismo (Concilio de Trento).

Origen del término

El disfemismo o palabra protestante surgió como el apodo peyorativo para aquel grupo de cinco príncipes electores y 14 ciudades imperiales alemanas que se arriesgaron a expresar su protesta, o testimonio público de objeción, en la Dieta de Espira de 1529, contra el Edicto de Worms que proscribía creer y enseñar las doctrinas luteranas en aquellas localidades del Sacro Imperio Romano Germánico donde aún no eran conocidas, pero que entregaba completa libertad al clero romano para rebatirlas y perseguirlas en aquellas localidades del imperio germánico en que ya se habían implantado.

Al despedirse la Dieta de Espira, se siguió haciendo caso omiso de la reclamación de los protestantes (que preferían autodenominarse estados cristianos, o bien afines al evangelio y, más tarde, estados evangélicos).

Variantes

En la Suiza de habla alemana, Ulrico Zuinglio, Ecolampadio y otros comenzaron también un intento de reforma de la Iglesia Católica, de carácter más urbano y enriquecido por el humanismo de Erasmo.

Juan Calvino fue el dirigente de esta "segunda generación" de la Reforma Protestante, que se llegó a llamar popularmente calvinista. Esta corriente fue la más dinámica e internacional del protestantismo entre los siglos XVI y XVII.

La Iglesia de Inglaterra no se dejó influir en un primer momento por el protestantismo, pero tras su ruptura con la Iglesia de Roma, comenzó un paulatino y vacilante acercamiento hacia los ideales reformados. Actualmente las iglesias de la Comunión Anglicana se declaran claramente reformadas.

Fuera de ese protestantismo, que muchos estudiosos denominan "magisterial", se dio otra vertiente, que se distinguió tanto del catolicismo romano como de las iglesias protestantes de carácter nacional. Esta vertiente recibe el nombre de Reforma Radical. El historiador George Williams diferencia a su vez las siguientes corrientes dentro de esta Reforma: Espiritualistas, Racionalistas y Anabautistas. Los anabautistas rechazaron la unión de la iglesia cristiana con el Estado y repudiaron el bautismo infantil, constituyéndose en iglesias independientes o segregadas. El mayor aporte a la modernidad descansaría en su persistente promoción de la separación entre la iglesia cristiana y el estado, la libertad religiosa personal y el ejercicio de un gobierno plenamente democrático en sus congregaciones.

Algunos integrantes y representantes de las iglesias bautistas no se consideran a sí mismos como integrantes del protestantismo, pues aseguran que no surgieron de una separación o reforma de la Iglesia Católica, sino del desarrollo de grupos cristianos "primitivos".

Paradojicamente Lutero se dio cuenta de estas variantes: "Este no escuchará del bautismo, aquél niega el sacramento, el otro pone un mundo de diferencia entre éste y el último día: Algunos enseñan que Cristo no es Dios, otros enseñan esto y aquellos lo otro: existen tantas sectas y credos como hay cabezas. Ningún patán es tan rudo como cuando tiene sueños y fantasías, cree haber sido inspirado por el Espíritu Santo y ser un profeta." (De Wette III, 61. Citado en O’Hare, Los hechos de Lutero, 208.)

"Hombres de alcurnia, ciudadanas, campesinas, todas las clases entienden el Evangelio mejor que yo o San Pablo; ahora son sabios y se piensan más educados que todos los ministros." (Walch XIV, 1360. Dicho en O’Hare, Ibíd., 209.)

Doctrinas

El protestantismo presenta elementos en común a pesar de su diversidad. No reconoce la autoridad del Sumo Pontífice Romano, el Papa como símbolo de Cristo en la Tierra. La Biblia es la fuente única de autoridad doctrinal, que debe ser interpretada según los cánones del estudio histórico y lingüístico, ateniéndose a su significado total. Las decisiones de los concilios son autoridades subsidiarias. La salvación se entiende como un don gratuito de Dios, cuyo Espíritu transforma al creyente, y sostiene que solo la fe salva. Las buenas obras son un resultado del corazón redimido, no una causa de la salvación. El culto es en el idioma vernáculo, y se tiende a simplificar, avalándose sólo lo que tiene base escritural (los cambios instaurados por el Vaticano II en la Iglesia Católica Romana hacen menos notorio este elemento esencial).

El protestantismo magisterial, también llamado histórico, no se apartó en lo esencial de los consensos teológicos de la antigüedad, como la doctrina trinitaria o la cristología de las dos naturalezas. Por ello, resultaba difícil catalogarlo por la Iglesia Catolica como herético en el siglo XVI.

Los protestantes (que en algunos casos prefirieron denominarse a sí mismos evangélicos o reformados) expresaron sus posiciones doctrinales por medio de Confesiones de Fe, breves documentos apologéticos. Las Confesiones de Augsburgo expresaron la doctrina luterana. Las confesiones reformadas incluyen también la Confesión Escocesa (1560), La Segunda Confesión Helvética (1531) y la Confesión de Fe de Westminster (1647). Los Treinta y Nueve Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra también suelen ser considerados reformados.

La enseñanza religiosa se fundamentó en catecismos, antigua tradición católica reintroducida por Lutero. El Catecismo de Heidelberg y el Mayor y Menor de Westminster son reformados.

Algunas de las doctrinas de la Iglesia Católica medieval rechazadas por el protestantismo son: el Purgatorio, la supremacía papal, las oraciones por los muertos, la intercesión de los santos, la asunción de María y su virginidad perpetua, como asimismo la veneración de estos últimos, por tratarse de humanos pecadores, tal como el resto de los hombres, y porque contradecía al primer mandamiento "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Ex. 20:3). Se enfatizó la doctrina agustiniana de la elección, que establece que la salvación es pura gracia (favor inmerecido) de Dios. La autoridad de la iglesia cristiana se entendió como obediencia a la Palabra de Dios, y no como una transmisión mecánica de los poderes de los apóstoles a sus sucesores. La iglesia cristiana existe ahí donde se escucha y obedece la Palabra de Dios, que en esencia es Cristo como Redentor; ella tiene libertad para establecer su forma de gobierno, con tal de que ofrezca libremente el evangelio a todos.

Dirigentes

John Wyclif y Jan Hus (siglo XIV-XV) representan figuras que prepararon el camino para la Reforma. Los dirigentes del movimiento fueron, entre otros, Ulrico Zuinglio, Juan Calvino, John Knox y Martín Lutero.

Programa reformador

Los reformadores no se consideraban rebeldes ni herejes, sino fieles cristianos que aspiraban a regresar a las doctrinas apostólicas y a renovar la iglesia cristiana en la práctica y doctrina. Por tanto, hicieron esfuerzos ecuménicos y unitivos desde el principio, antes de que las fronteras doctrinales estuviesen endurecidas.

Los principales reformadores eran personas de vasta cultura, tanto teológica como humanista: Juan Calvino estudió en la Sorbona y su padre trabajaba con un obispo, Lutero era monje y profesor universitario de Biblia; Zuinglio era sacerdote y humanista. De acuerdo al programa de los humanistas, buscaron en las fuentes de la antigüedad cristiana las bases para una renovación. Releyeron las Sagradas Escrituras; al releer a los Padres de la Iglesia, (especialmente a San Agustín), descubrieron una visión de la fe y una doctrina más bíblica y cristocéntrica.

Difusión

El protestantismo se extendió principalmente entre las clases urbanas y la nobleza, que podían leer y tenían sed de entender mejor la fe. De unas ochenta ciudades imperiales libres, sesenta y cinco adoptaron la Reforma Protestante o la toleraron. También hubo movimientos revolucionarios entre los campesinos, que entendieron que la doctrina de Lutero los liberaba de la servidumbre; el reformador rechazó tal interpretación y estos fueron sometidos violentamente.

La diseminación de las ideas protestantes fue facilitada por la invención de la imprenta, que hizo posible difundir una amplia literatura apologética, bíblica y devocional y fomentó la edición de nuevas traducciones de la Biblia en lenguas vernáculas. Estas revisiones del texto hicieron patente la débil base de algunas doctrinas medievales. La nueva forma de fundamentar la autoridad, junto con el rechazo de la formulación escolástica ahora sustituida por lenguaje bíblico, hacía difícil a los teólogos católicos romanos rebatirla. En el Concilio de Trento, los obispos catolicos partidarios de Roma optarían por limitar el acceso laico a las escrituras, estableciendo que la Vulgata Latina era la única Biblia autorizada y redactando un índice de libros prohibidos.

Como resultado del apoyo de los gobiernos nacionales y locales, la Reforma Protestante logró éxito en amplias áreas de Europa. Se hizo predominante en el norte de Alemania y en Escandinavia, en su forma luterana. En Escocia prosperó la Iglesia Presbiteriana. También las iglesias reformadas fructificaron en los Países Bajos, en las ciudades suizas y en el oriente de Hungría. Durante la Contrarreforma Católica fueron rescatadas para la Roma papal Francia, Polonia, Bohemia, Bélgica, Hungría y amplias regiones de Alemania (sobre todo en el sur y el oeste). No obstante, con el desarrollo de los imperios europeos, particularmente el británico, el protestantismo continuó su expansión. Los siglos XIX y XX presenciaron una fuerte labor misionera que le dio alcance mundial al movimiento. Hoy en día, cálculos estimativos señalan que más de 600 millones de personas profesarían alguna de las diversas formas del protestantismo moderno.

Situación presente

El protestantismo derivado de la reforma magisterial (la reforma apoyada por el gobierno civil) asumió tres formas: la luterana, la reformada y la anglicana. En el siglo XVIII surgió el llamado movimiento evangélico y en el siglo XX, el movimiento pentecostal ha desarrollado un alcance mundial.

El protestantismo no tiene una organización unitaria, pero las comunidades de tradición común se organizan en iglesias nacionales y en concilios internacionales, tales como la Alianza Mundial Reformada o la Federación Luterana Mundial. El trabajo misionero del siglo XIX llevó a la cooperación interdenominacional y, consecuentemente, al movimiento ecuménico, del cual es heredero el Consejo Mundial de Iglesias.

En los países desarrollados, la secularización ha afectado grandemente la adhesión y la práctica religiosa; en los llamados países en vías de desarrollo y subdesarrollados, el movimiento evangélico crece vigorosamente en la actualidad (sobre todo en América Latina). Los diez países con más protestantes suman más del 50 % en todo el mundo.

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