Inmigrantes de segunda generación

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Los inmigrantes de segunda generación son aquellos hijos de inmigrantes que han nacido y crecido en un país diferente al de sus padres o que han llegado allí en la infancia y donde han experimentado parte de su socialización.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, los inmigrantes de segunda generación son aquellos que tienen al menos un padre nacido en el extranjero, mientras que los de tercera generación y superiores son aquellos con dos padres nativos de Estados Unidos. Este grupo experimenta una mezcla confusa de identidades culturales y puede enfrentar desafíos únicos relacionados con la integración cultural, el equilibrio entre las tradiciones de sus padres y las costumbres del país en el que han nacido. La segunda generación a menudo juega un papel importante en la adaptación y la asimilación de las comunidades inmigrantes en el país de acogida.

Terrorismo de segunda generación

Dos jóvenes adheridos al Estado Islámico que perpetraron el atentado en una iglesia en Normandía, Francia[1].

La fallida asimilación de inmigrantes ha sido un elemento común con otros atentados como el protagonizado por el refugiado sirio Abdelmasih H. en Francia, que apuñaló a 4 niños y 2 adultos en un parque infantil en 2023[2]. Además, muchos atentados terroristas son cometidos por los denominados "inmigrantes de segunda generación"[3]. Es decir, personas que habiendo nacido en el país de acogida, no se integran. Es el caso de los dos terroristas suicidas identificados en los atentados en Bruselas: los hermanos Brahim y Jalid El Bakraoui que habían nacido en Bélgica y obtenido la nacionalidad. Para el catedrático e investigador español Fernando Reinares: "Existe un terrorismo de segunda generación cada vez más relevante"[3].

La presencia de núcleos radicalizados en Bélgica se hizo patente tras el atentado del museo judío de Bruselas, en mayo de 2014.

A raíz de ese episodio, Bélgica descubrió, con estupefacción, que era el país comunitario más afectado por un fenómeno novedoso: el de los llamados combatientes extranjeros, jóvenes con nacionalidad europea que abandonaban su entorno para unirse a la guerra siria. Con casi 500 personas que en algún momento han viajado a Irak o Siria, el país, de 11,2 millones de habitantes era el que más yihadistas per cápita registraba en Europa[3].
—Lucía Abellán, periodista de El País

Según datos de febrero de 2016, unos 562 jóvenes belgas se habían unido al Estado Islámico, de los que una cuarta parte habían regresado.

Para el periodista Brendan O'Neill, no puede justificarse la violencia de los hijos de inmigrantes musulmanes por el hecho de que muchos sufren discriminación: negros africanos, inmigrantes kurdos y judíos pueden sufrir discriminación pero no acuden al aeropuerto más próximo cargados de explosivos y se hacen estallar[3].

Algunos individuos que viven en nuestras sociedades, muchos de los cuales han nacido aquí, han llegado a detestar tanto nuestras sociedades que no les importa nada destruir a sus ciudadanos[3].
—Brendan O'Neill, escritor y analista político británico.

Los países que menos sufren de este fenómeno, son los que han restringido el ingreso de inmigración islámica, como en el caso de Hungría y Polonia[4].

Referencias

Atículos relacionados