José Camacho Carreño

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José Camacho Carreño

José Camacho Carreño nació en Bucaramanga, Colombia, el 18 de marzo de 1903, y murió en Puerto Colombia, el 2 de junio de 1940. Fue uno de los miembros de Los Leopardos, grupo fascista colombiano.

Biografía

Dio comienzo a sus estudios en el Gimnasio Moderno de Bogotá. Luego los continuó en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en donde recibió el diploma de bachiller. En la Universidad Nacional optó al título de doctor en derecho y ciencias políticas, y fue su presidente de tesis (un ensayo sobre las pasiones y la premeditación) Miguel Abadía Méndez, presidente de la República, quien pidió al jurado calificador la aclamación para el graduando.

Desde muy temprana edad, Camacho Carreño enriqueció su precoz inteligencia con la lectura de los clásicos castellanos. El lenguaje cervantino le fue familiar al rayar las primeras lumbres de su adolescencia y desde entonces hizo gala de un prodigioso don de vocalización. Para asombro de maestros y escolares, las dotes del consumado orador y del castizo escritor se anunciaban con rasgos inconfundibles. En sonado concurso celebrado en el Gimnasio Moderno, con motivo del tercer centenario de la muerte de Cervantes en 1916, ganó el primer premio entre lo alumnos de su clase, con una página que fue calificada de extraordinaria: "De la más estupenda aventura que puso pavor en el corazón de Sancho y aun en el de su amo". El autor apenas había entrado en los trece años de su edad.

Desde 1924 colaboró en El Nuevo Tiempo, al lado de las plumas de Marco Fidel Suárez, Guillermo Valencia, José Restrepo y tantas otras que fueron honra y prez del periodismo colombiano. Más tarde fue asiduo colaborador de El Tiempo. Sus mejores ensayos, escritos polémicos y discursos, ocuparon sus columnas. Don Marco Fidel, con toda su autoridad, no tuvo a menos cruzar sus aceros con Los Leopardos, a quienes amonestó y corrigió pero concedió altísima beligerancia. Entre ellos, el predilecto entre los del grupo fue Camacho Carreño. Quién lo creyera, este inquieto estudiante de jurisprudencia en los claustros de Santa Clara, fue el inspirador de los Sueños de Luciano Pulgar: "El fue quien me animó a que escribiera, a lo cual asentí, movido por las reflexiones que supo hacerme. Aunque no ha terminado sus estudios, noté desde luego en el joven Camacho Carreño precocidad de buen juicio y discreción, pues me habló desde nuestra primera entrevista como hombre hecho y formado..." Así lo reconoce el llamado "presidente paria".

Elegido diputado y representante al Congreso para el bienio de 1929 a 1931, asiste primero a la Asamblea de Santander y luego ingresa a la Cámara de Representantes, de la que fue dos veces presidente. En su seno desplegó una actividad preponderante y terció en duelos oratorios de inolvidable memoria. Famosos entre todos ellos fueron los librados con Antonio José Restrepo y los que tuvieron lugar con motivo de la acusación al ministro de Guerra, general Ignacio Rengifo.

En 1932 fue designado por el presidente Olaya Herrera como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Colombia ante los gobiernos de la Argentina y el Uruguay. Al año siguiente acude a Montevideo como delegado nuestro a la VII Conferencia Internacional Americana, inaugurada por el presidente Roosevelt, de lo Estados Unidos. En aquel histórico acontecimiento, la elocuencia del Leopardo se dejó escuchar, apreciar y admirar. En las postreras deliberaciones, habiéndose erigido a Lima como sede de la próxima conferencia y por razones de los hechos allí ocurridos en ofensa y gravio de Colombia, su figura se irguió ensoberbecida para sentar su protesta. Se refiere que un día Camacho Carreño fue invitado a dictar una conferencia en el paraninfo de la Universidad de Montevideo y que, al terminar su discurso, los estudiantes, fuera de sí, se avalanzaron sobre la tribuna, se apoderaron del orador y lo sacaron en hombros por la populosa avenida 18 de Julio, arteria principal de esa metrópoli.

El primer orador

En fin, todos cuantos conocieron y escucharon a este verdadero coloso de la elocuencia afirman al unísono que fue el primer orador de su tiempo y de muchos otros tiempos. Se ha dicho, así mismo, que Camacho Carreño resumió entre nosotros las más perfectas virtudes del auténtico tribuno; el gesto, la arrogancia, el ímpetu, la idea, la palabra, la voz, la acción, la estampa humana. En fin, todos cuantos han escrito -que no son pocos-, con autoridad y donosura, sobre este iluminado del verbo están acordes en destacarlo como una de las más grandes figuras de la oratoria. Mejor dicho, el príncipe de la elocuencia colombiana.

A raíz de su muerte, ocurrida como una tragedia antigua en el seno del mar, Augusto Ramírez Moreno le dirigió una carta a la madre del infortunado Leopardo, en la que le expresa: "José era una genio, señora. Su cabeza fue un mundo sideral y las hebras de su pelo eran estrellas. Intuía y analizaba con igual empuje y con idéntica eficacia. Como tribuno jamás oí nada semejante: su palabra era líquida llama unas veces y en ocasiones un bastión. La inteligencia en Colombia se estremece porque la muerte de José la sacude como un terremoto".

Bibliografía

Del escritor quedan sus libros El último Leopardo y Bocetos y paisajes. En Buenos Aires, rescató y publicó con un magnífico prólogo las Memorias de Florentino González. Y en Bruselas, donde desempeñó la secretaría de nuestra Legación, para obtener la licenciatura en ciencias económicas, publicó la que fue su tesis de grado: Reflexiones económicas (1929).

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