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Mano invisible
Mano invisible es una metáfora utilizada por Adam Smith en "La riqueza de las naciones" que ilustra el hecho de que en un mercado libre el efecto combinado de que todos busquen su interés, beneficia al conjunto de la sociedad.
Esta mano invisible es el gran motor de la economía. Se basa en el interés de las personas y las empresas por incrementar su riqueza y beneficios. Su herramienta más eficaz es la competencia, ya que solo es posible obtener beneficios sirviendo a la sociedad con bienes y servicios mas baratos o de mejor calidad. Por lo tanto, no hay nada malo con que cada persona busque su interés individual.
Ejemplo
Tomemos el caso de un inventor que desarrolla un prototipo de bombilla que consume menos energía que las demás. El inventor en parte desarrolla su bombilla para comercializarla y ganar dinero, es decir, está buscando su interés propio. Sin embargo el conjunto de la sociedad indirectamente saldrá beneficiada del invento ya que se necesitarán fábricas para construir las nuevas bombillas (dando empleo a trabajadores) y en definitiva mejorando la vida de aquellos que pueden iluminar su casa mejor y de forma más económica.
Del mismo modo, el carnicero no se levanta por puro altruismo a las cuatro de la mañana para ir a buscar la res y despiezarla. Lo hace para conseguir un beneficio personal. Lo mismo ocurre con el panadero, el conductor de autobús, etc. Sin embargo, al final todo el mundo está contento, alimentado y transportado. Como si "una mano invisible", la de las leyes del mercado, de la oferta y la demanda, guiara nuestras decisiones permitiendo llegar a la mejor solución posible para la economía.
Según Smith, está en nuestro interés vivir en un Estado de derecho donde se respetan los derechos de los ciudadanos y la ley.
Democracia de mercado
Una de las nociones importantes que se derivan de la idea de Smith es que los individuos pueden decidir de manera más apropiada que los gobiernos qué se debe producir y consumir y en qué cantidad. Esta noción es uno de los pilares del capitalismo y se contrapone a la economía planificada del socialismo, donde una serie de burócratas toman esas decisiones por el resto. El libre mercado, es decir la libre oferta y demanda de la gente es lo que debe decidir los precios, que se necesita producir y cuanto.
La influencia de Adam Smith perdura en nuestra sociedad actual y se encuentra en los fundamentos ideológicos de las sociedades modernas.
Críticas
El propio Adam Smith reconoció que había instancias en que el concepto de la mano invisible no era apropiado, por ejemplo en dinámicas conocidas como tragedia de los comunes, donde ciertos recursos son limitados y su consumo perjudica al conjunto. Esto también puede ocurrir en un mercado intervenido por el Estado ya que no está gobernado por la libre oferta y demanda. Además Smith cuidadosamente distinguió entre interés propio y avaricia. Es decir, defendía el interés propio entendido en su conjunto y teniendo en cuenta todas las implicaciones.
Por otro lado, algunos economistas creen en la existencia de situaciones en que el mercado produce efectos indeseados. Cinco serían los principales fallos de mercado donde esto ocurre: la inestabilidad de los ciclos económicos, la existencia de bienes públicos, las externalidades, la competencia imperfecta y la distribución desigual de la renta.