Marcel Petiot

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Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito.
Marcel Petiot

Marcel André Henri Félix Petiot, alias Doctor Petiot, alias Capitán Valéry (Auxerre, 17 de enero de 1897 - París, 25 de mayo de 1946), fue un informante de la Resistencia francesa[1][2] que se convirtió en un célebre asesino en serie durante la ocupación alemana de Francia. Solía atraer con engaños a opulentos judíos a su casa, haciéndoles creer que podía enviarlos clandestinamente hacia Argentina. En lugar de eso, los asesinaba mediante una inyencción de cianuro y robaba sus pertenencias. Llego a matar a 63 personas antes de que fuera finalmente atrapado poco después de la Liberación de París.

Biografía

Marcel Petiot no tuvo una infancia normal ya que su padre murió cuando él tenía tan sólo cinco años y su madre murió tres años después, así que el niño quedó al cuidado de unos tíos. A partir de entonces aparecen también los primeros episodios de maltrato y tortura de mascotas, incluyendo mutilaciones, palizas y extracción de ojos en animales vivos. Marcel comienza también a realizar sus primeros robos. Sin embargo y pese a estos problemas, el niño demostraba tener un elevado coeficiente intelectual.

Durante la Primera Guerra Mundial, alistado en el ejército francés, resultó herido en el pie por el estallido de una granada, siendo licenciado del Ejército a principios de 1918 por problemas mentales.

Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito profesional como médico y en una carrera política que inició como concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.

En 1921 finalizó estudios de Medicina, ayudado por becas para los antiguos combatientes de guerra y en 1922 abrió un consultorio médico.

En 1927 logró ser elegido alcalde de su localidad de residencia, Villeneuve-sur-Yonne, pero algunos años mas tarde es acusado de malversación de fondos y de apropiación de fondos públicos. Tuvo que abandonar la alcaldía y la propia localidad, instalándose en París, donde abrió otro consultorio.

En 1936 fue arrestado por robo, escapando a la pena de cárcel al ser considerado como enfermo mental, siendo ingresado un tiempo en una clínica psiquiátrica.

Crímenes

El 11 de marzo de 1944 la policía acude a casa del doctor Petiot, alertada por los atemorizados vecinos que observaban salir de la chimenea una grasienta humareda negra y un hedor insoportable. La chimenea corría el riesgo de incendiarse, pues ya se veían las llamas sobresaliendo amenazadoras. No tardan en acudir los bomberos, quienes logran entrar en la casa a través del sótano. Allí, descubren sin dar crédito a lo que ven, el espantoso combustible que alimentaba las llamas: un montón de cuerpos desmembrados.

Momentos más tarde acude la policía, y el doctor Marcel Petiot les explica con orgullo que aquellos eran "sus" cadáveres, los restos de alemanes y colaboracionistas pro-nazis que habían sido asesinados por la Resistencia francesa y confiados a su custodia para que se deshiciese de ellos. Los agentes aceptan la explicación y lo dejan ir, no sin antes felicitarlo por tener esas dotes de patriotismo.

Petiot, aseguró que era miembro de la Resistencia y que sus víctimas habían sido 63. Al igual que los 27 cadáveres encontrados en el sótano, los agentes dan por hecho que son más soldados alemanes. Pero cuando se constata que aquellas muertes no tenían que ver con la ejecución de colaboradores nazis, Petiot ya había huido en su bicicleta.

Para empeorar las cosas, cuando las autoridades alemanas enviaron un telegrama advirtiendo a los franceses del peligro ("Orden de las autoridades alemanas. Arrestar a Petiot. Lunático peligroso"), esto fue mal interpretado por los resistentes que creyeron que esa orden confirmaba que Petiot era un héroe perseguido por el enemigo por cuestiones políticas[3]. Sin embargo, la policía continuó con sus investigaciones.

A partir de ahí se llevó a cabo un minucioso registro de la casa, hallando además de los cadáveres despedazados, casi 150 kilos de tejido corporal calcinado y otros muchos cuerpos descomponiéndose en un pozo del garaje que contenía cal viva.

Al cabo de un tiempo de anonimato, Petiot inició una serie de correspondencia con el periódico Resistance, bajo otro nombre, pero sin modificar su letra (lo que ayudaría a su identificación), diciendo que la Gestapo había metido en su casa los cadáveres. Gracias a eso fue de nuevo detenido el 2 de noviembre de 1944.

Su juicio comenzó en el Tribunal del Sena el 15 de marzo de 1945, ahí se descubrió la verdadera faceta del doctor. No era un luchador clandestino por la libertad, sino un criminal totalmente degenerado.

Se le acusaba de 27 asesinatos por las evidencias de su sótano. Su hermano Maurice, quien le proporcionaba la cal, alegó que Petiot la utilizaba contra las cucarachas, pero el enorme volumen de 400 Kg suministrados sirvió para inculparlo de complicidad criminal.

Juicio

Mientras se hallaba detenido a la espera del juicio, Petiot en todo momento comentaba jocosamente a los guardianes de su prisión "No dejen de acudir a mi juicio, va a ser maravilloso y se va a reír todo el mundo"... y nada más lejos de la realidad, ese juicio fue uno de los más surrealistas y confusos en la historia de Francia.

A veces, tanto el acusado como el abogado dormitaban plácidamente en sus asientos, e incluso llegó a haber insultos entre la defensa y el acusado cuando el acusado afirmó que era un defensor de traidores y judíos, a lo que éste furioso le amenaza con partirle la boca en la misma sala.

La acusación afirmó que Petiot atraía a ricos judíos a la rue Lesseur con el pretexto que les ayudaría a escapar del acoso de las fuerzas alemanas hacia otros países. Luego, les quitaba la vida por medio de inyecciones letales que les administraba con el pretexto de cumplir con las formalidades sanitarias extranjeras, después los despojaba de todo el dinero y objetos de valor que poseían.

Al final de tres semanas de juicio, el jurado lo declaró culpable de 24 de las 27 acusaciones y en cuanto se dictó el veredicto de culpabilidad se establecieron una serie de indemnizaciones a favor de los familiares de las víctimas.

El 26 de mayo de 1946, el Dr. Muerte fue condenado a la guillotina. Pero el asesino lejos de mostrarse asustado en el momento de su muerte, dijo con más ironía que nunca a los testigos de la ejecución: "Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito."

Referencias

Artículos relacionados

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