Martiniano Chilavert

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Martiniano Chilavert (1798-1852)

Sus comienzos

Martiniano Chilavert nació en Buenos Aires el 16 de octubre de 1798. Educado en España, vuelve al país en 1812 en el mismo barco que trae de vuelta a San Martín y Alvear entre otros. Interesándose por la artillería es dado de alta como subteniente en el Regimiento de Granaderos de Infantería.

Diversas convulsiones políticas en que se ve envuelto al lado de Alvear lo llevan a darse de baja del ejército en 1821, continuando sus estudios y recibiéndose de ingeniero en 1824.

Estallada la guerra contra el Brasil, se reincorpora al ejército siendo ascendido a capitán en 1826. Asistió a la batalla de Ituzaingó a las órdenes del coronel de artillería Tomás de Iriarte. Por su desempeño es promovido a sargento mayor.

Las guerras civiles lo encuentran junto a Lavalle del lado unitario, debiendo marchar al exilio en la Banda Oriental luego de la derrota. Volverá junto a Lavalle en la última campaña de este, debiendo regresar al Uruguay nuevamente derrotado.

El llamado de la Patria

Al llegarle las noticias sobre lo sucedido en la Vuelta de Obligado parece darse cuenta de que lado se encuentra la Patria, en carta a Oribe (carta del 11 de mayo de 1846) expresa cosas como estas:

"En todas las posiciones en que el destino me ha colocado, el amor a mi país ha sido siempre el sentimiento más enérgico de mi corazón. Su honor y su dignidad me merecen un religioso respeto. Considero el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio recogerá el que así proceda; y en su conciencia llevará eternamente un acusador implacable que sin cesar le repetirá; ¡traidor! ¡traidor! ¡traidor!".

"El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella".

Abandonó su exilio montevideano y cruzó el río para ponerse a las órdenes del Restaurador, quien sabiendo de sus quilates de militar valiente y avezado, puso la artillería a su mando. En la Batalla de Caseros disparó hasta el último proyectil, haciendo blanco sobre el ejército imperial que ocupaba el centro del dispositivo enemigo. Cuando ya no le quedaban balas hizo cargar con piedras sus cañones. Luego, derrotado el ejército de la Confederación, recostado displicentemente sobre uno de los hirvientes cañones, pitando un cigarrillo, esperó a que vinieran a hacerlo prisionero. No se estaba rindiendo. Solamente aceptaba el resultado de la contienda.

Fusilamiento

Enterado Urquiza, ordena que sea conducido a su presencia. Ante su ademán, sus colaboradores se retiran dejándolos a solas.

Puede reconstruirse lo que ocurrió. El vencedor de Caseros habrá reprochado a Chilavert su deserción del bando antirrosista. Don Martiniano le habrá respondido que allí había un solo traidor: quien se había aliado al extranjero para atacar a su patria. Pero algo más habrá dicho Chilavert. Quizá referido a la fortuna de don Justo., de la que tanto se murmuraba. El Entrerriano abre entonces la puerta con violencia, desencajado, y ordena que lo fusilen de inmediato (El Aguila Guerrera; Pacho O´Donnell). A los pocos días fusiló al regimiento completo de Aquino, desde oficiales hasta el último soldado y los colgó de los árboles de Palermo. El representante inglés que visita a Urquiza en Palermo vuelve impresionado del espectáculo de cadáveres colgando varios días de los árboles de Palermo.

De la fortuna de Urquiza, y de los patacones recibidos por la traición, también hablará Sarmiento: "Yo he permanecido dos meses en la corte de Brasil, en el comercio casi íntimo de los hombres de estado de aquella nación, y conozco todos los detalles, general, y los pactos y transacciones por los cuales entró S. E. en la liga contra Rosas. Todo esto, no conocido hoy del público, es ya del dominio de la Historia y está archivado en los ministerios de Relaciones Exteriores del Brasil y del Uruguay" [...] "Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado [Honorio Hermeto Carneiro Leão, o Indobregavel] referir la irritante escena, y los comentarios: "¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo para derrocar a Rosas! Todavía después de entrar a Buenos Aires quería que le diese los cien mil duros mensuales, mientras oscurecía el brillo de nuestras armas en Monte Caseros para atribuirse él solo los honores de la victoria". (Domingo Faustino Sarmiento, Carta de Yungay, 13.10.1852)

Urquiza se instaló en la casa de Juan Manuel de Rosas en Palermo. Como Lavalle, para asegurarse el apoyo político repartió dineros públicos entre un numeroso grupo de oficiales y allegados. El reparto fue mayor que en 1829, también lo era el tesoro en 1852. Las órdenes de pago más modestas eran por veinte mil pesos. Don Vicente López y Planes cobró 200 mil pesos y aceptó asumir como gobernador de Buenos Aires. He aquí una pequeña parte de la lista de los que recibieron los "incentivos de Urquiza", claro que con dineros públicos:

Tte. Cnel. Hilario Ascasubi, 10 mil

Cnl. Manuel Escalada, 100 mil

Grl. Gregorio Aráoz de La Madrid, 50 mil

Gobernador de Corrientes, Benjamín Virasoro, 224 mil

Grl. José M. Galán , 250 mil

Cnl. Bartolomé Mitre, 16 mil

¿Qué legado nos deja el coronel Chilavert?

Sin dudarlo debemos coincidir en que su mayor ejemplo es el colocar el amor a la Patria por sobre todo otro interés. Aun teniendo diferencias políticas de larga data con respecto al conductor de la Confederación Argentina, Chilavert deja de lado dichos reparos al comprender que lo que estaba en juego no era una mera disputa político partidaria sino los destinos mismos de nuestra nacionalidad.

Ya a más de siglo y medio de distancia su figura parece agrandarse constantemente, más aun al comparársele con ciertos personajes del hoy que practican la actitud inversa a la del gran coronel, es decir, colocan sus más mezquinos intereses por sobre el interés nacional.

Chilavert juega la carta de la Patria aun cuando todo parecía indicar que el triunfo le sería esquivo. No por una romántica atracción por las causas perdidas, sino por un cristiano compromiso con las causas justas, y ¿Qué causa más justa que la causa nacional?, Si como definiera tan simple como magistralmente el padre Leonardo Castellani: "La Patria es Dios en la tierra y Dios es la Patria en el cielo".

¿Cuál es el estado del país hoy?, para entenderlo baste señalar que muchos de los que aquel 3 de febrero de 1852 empuñaron sus armas unidos al Brasil tienen hoy varios monumentos y periódicos homenajes en su honor, mientras que quien dejó de lado todo para morir defendiendo su suelo natal ni siquiera descansa en una tumba propia.

Nos queda por delante una tarea ardua y extensa, pero creemos que vale la pena intentarlo.

Fuentes

  • HT (Hijo ‘e Tigre) – "Chilavert".
  • O´Donnell, Pacho – El Aguila Guerrera – Buenos Aires (1998).
  • Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.
  • Reggi, Luciano – "3 de Febrero – Derrota nacional de Caseros y el Cnl. Martiniano Chilavert".

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