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Masacre de Tokio
Incursión Doolittle
El primer ataque aéreo sobre Tokio fue la Incursión Doolittle, así llamada por haber sido organizada por el teniente-coronel James H. Doolittle. El 18 de abril de 1942 dieciséis bombarderos B 25 Mitchell despegaron del portaaviones USS Hornet para atacar objetivos en Yokohama, Tokio y otras ciudades japonesas para luego volar hacia campos de aviación en China. La incursión no hizo ningún daño significativo a la capacidad de guerra de Japón, pero supuso una importante victoria propagandística para los Estados Unidos. Lanzado antes de tiempo, ninguno de los aviones alcanzó los campos de aterrizaje designados, estrellándose o realizando amerizajes de emergencia, excepto un avión que aterrizó en la Unión Soviética, donde la tripulación fue hecha prisionera (ya que el gobierno soviético no apoyaba la operación). Dos tripulaciones fueron capturadas por el ejército japonés.
Incursiones de los B-29
La herramienta clave para llevar a cabo el bombardeo de Japón fueron los B-29, que tenían una autonomía de 3.250 millas náuticas (6.019 kilómetros); casi el 90% de las bombas que se utilizaron en el bombardeo de las islas japonesas fue lanzado por este tipo de bombardero. Las incursiones iniciales fueron realizadas desde bases militares estadounidenses en territorio chino por la Vigésima Fuerza Aérea de la USAAF con el nombre en clave de Operación Matterhorn. La base operacional sería trasladada en noviembre de 1944 a las Islas Marianas del Norte y en la primavera de 1945 a la isla de Guam.
En un principio, el objetivo de estas operaciones era realizar bombardeos de precisión para dañar la capacidad militar nipona. El primer ataque aéreo que sufrió Tokio fue de este tipo, el 24 de noviembre de 1944 110 B-29 despegaron del aeródromo de Isley en Saipán con intención de destruir la fábrica de motores de aviación Nakajima; sin embargo, los aviones se vieron arrastrados por la corriente en chorro, un viento subestratosférico muy potente que es generado por las diferencias de temperatura entre los polos y el ecuador, haciendo imposible calcular correctamente la trayectoria de las bombas, de forma que apenas el 10% de éstas alcanzaron su objetivo.
Tras varios fracasos semejantes. el responsable del XXI Mando de Bombardeo fue sustituido a mediados de enero por el General Curtis LeMay, que decidió cambiar completamente el enfoque, pasando a bombardeos nocturnos desde baja altura con napalm con el objetivo de arrasar las ciudades japonesas cuyas casas estaban construidas mayoritariamente con madera. El primer ataque de este tipo se realizó el 24 de febrero de 1945, cuando 174 B-29 lanzaron una gran cantidad de bombas incendiarias destruyendo aproximadamente 3 km2 de la ciudad. El 4 de marzo 159 bombarderos B-29 atacaron de nuevo el área urbana.
Tras estos éxitos, la noche del 9 al 10 de marzo de 1945 334 B-29 despegaron hacia Tokio y 279 de ellos consiguieron lanzar 1.700 toneladas de napalm sobre la ciudad desatando un incendio de tal magnitud que en su epicentro se llegaron a alcanzar los 980 °C.
El ataque destruyó 41 km2 (aproximadamente la cuarta parte de la ciudad) y se calcula que unas 100.000 personas murieron como consecuencia, un número mayor que las muertes inmediatas causadas por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, aunque el número de bajas varía según las fuentes.
El número menor lo dio la Oficina Municipal de Tokio, que reconoció 83.793 muertes y 40.918 personas heridas. Por su parte, el Departamento de Policía Metropolitana de Tokio habla de 124.711 víctimas incluyendo muertos y heridos. Sin embargo, actualmente la mayoría de las fuentes tanto americanas como japonesas estiman que aquella incursión ocasionó aproximadamente 100.000 víctimas mortales, 40.000 heridos y 1.000.000 de personas sin hogar. Aun así, estos datos también podrían ser demasiado bajos, recientemente Mark Selden escribió en Japan Focus:
Estos ataques continuaron en las semanas y meses siguientes; en abril, se realizaron al menos 5 incursiones sobre Tokio, centrando los ataques en la zona del arsenal y las fabricas aeronavales de Nakajima y Koizumi; en julio de 1945 se llegaron a lanzar 42.700 toneladas de napalm. Los últimos ataques aéreos sobre la ciudad se realizaron el 8 y el 10 de agosto, casi coincidiendo con los ataques atómicos. Al final de la guerra, algo más del 50% del territorio de la ciudad había sido destruido como consecuencia de los bombardeos.
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