Mauro Viale

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Mauro Viale

Mauricio Goldfarb (nacido en Buenos Aires el 28 de agosto de 1947 - fallecido en Buenos Aires el 11 de abril de 2021),[1] más conocido por su seudónimo Mauro Viale, fue un periodista y conductor argentino. Ha desarrollado su actividad en diferentes medios, adquiriendo celebridad en la televisión. Comenzó en la especialidad deportiva y más tarde se volcó al periodismo general y de espectáculos.

Televisión

Mauro Viale comenzó en la década de 1970 en el periodismo deportivo, como reportero y comentarista de los partidos del Campeonato Argentino de Fútbol de primera división para Canal 7, luego llamado ATC.

El tratamiento dado por Viale a ciertos temas, como los casos policiales -que incluía dramatizaciones de los mismos- y los relacionados con gente marginal, era vista por la mayoría del público como sensacionalista y morboso, acusando al conductor de fomentar la llamada telebasura, aunque las críticas fueron aún más fuertes para con su siguiente producto.

En agosto de 1996 inauguró Mediodía con Mauro, primero por ATC y al año siguiente (1997) por América TV. Si bien nació como un periodístico, enseguida cambió a un formato de talk show, donde los invitados casi a diario discutían y peleaban en el aire, recurso ciertamente popular por esa época en el medio, como una forma de atraer espectadores.

En los primeros meses -fines de 1996- eran habitués diarias las conocidas prostitutas Samantha Farjat, Natalia Denegri y Julieta Lavalle, testigos de una causa de narcotráfico que involucró a Guillermo Coppola, por entonces mánager del futbolista Diego Maradonna. En algunas emisiones compartían el estudio desde artistas, políticos y abogados, hasta travestis o personajes vergonzantes de la noche porteña como Jacobo Winograd.

Con el ocaso del menemismo, Mauro Viale fue perdiendo audiencia y espacios. A fines de 1999 y luego de tres décadas en ATC, fue despedido por el nuevo interventor Juan Carlos Abarca, nombrado por el flamante gobierno de Fernando de la Rúa, por lo que entabló un juicio laboral por despido contra la emisora, aunque no lo ganó.

Escándalos

Mauro Viale vs Alberto Samid en una escandalosa escaramuza en vivo.

En el año 1992, un periodista con más de 30 años de profesión como el Sr. Hugo Guerrero Marthineitz, vio truncado de hecho su desenvolvimiento en la Argentina, pues cometió el "delito" de llamarlo a Mauro Viale por su verdadero apellido: Goldfarb. Inmediatamente, un comunicado de la DAIA defenestró a Marthineitz de los medios principales de difusión, lo que fue acatado con la docilidad habitual por la prensa "libre". Durante esos 30 años el Sr. Guerrero Marthinitz jamás se sintió ofendido porque todo el mundo lo llamara el "negro" Guerrero Marthinitz, incluido el proprio Goldfarb, quien, sin embargo, no toleró el sonido público de su propio apellido.

El 10 de enero de 2002, mientras conducía Impacto a las 12, Goldfarb agredió verbalmente -acusándolo de antisemita- al empresario de la carne, Alberto Samid, quien insistía en que el conductor dijese su nombre original. Viale le achacó haber avalado la Explosión en la AMIA y le acarició la mejilla. Samid negó la acusación y ambos se trabaron en lucha. Samid derribó a Viale (cayó sobre un escritorio ocupado por dos panelistas).

Artículo de opinión

Mauro Viale: el periodista chupasangre, por Carlos Forte


Hace muchos años, mientras su madre todavía soñaba para él un futuro de contador, Mauricio Goldfarb supuso que su apellido de origen judío era, en el mejor de los casos, “poco artístico” para un periodista y, en el peor, peligroso. Optó entonces por rebautizarse Mauro Viale, en módico homenaje a Luis Viale, una –por entonces– tranquila callecita de Villa Crespo donde vivía su abuela.

La historia de su vida ya es harto conocida y se sabe que es amigo del escándalo y el conventillo. Su consigna favorita parece ser "el fin justifica los medios".

Los años le mostrarían que eso a veces tiene un alto costo. Hace poco, un ocasional contrincante, Hugo El Turco Samid, le hizo conocer la peor cara del sensacionalismo, derribándolo de una trompada en vivo y en directo. Pero Viale, astuto, absorbió esa caída con un aumento del rating, y el golpe dejó de doler.

Dijo una vez a cámara, en tiempos de ATC y euforia menemista: “No tengo dilemas morales, yo soy periodista”. El entonces incipiente Caso Coppola le había dado herramientas para llevar la primera parte de ese enunciado (“no tengo dilemas morales”) hasta las últimas consecuencias, en progresivo desmedro de la segunda (“yo soy periodista”). Poco después, en Canal 2, terminó de comprobar que era posible instalar en la Argentina un espacio de ficción virtual, que desplazara de la pantalla a las telenovelas rosas y a los policiales enlatados. Un teatro del absurdo, que combinara política y farándula, historias de bajos fondos y trivialidad de jet-set. Una postal televisada de su época. La proverbial tilinguería argentina lo proveyó de los “actores” adecuados, voluntarios de un ejército efímero, sin intereses comunes, movilizado por la luz roja de la cámara.

La saga de Sammantha y Natalia se reproduciría luego en otros personajes mediáticos, del mismo modo que la “vida real” escupía en la pantalla casos de actualidad que se superponían como capas geológicas descartables. Así, en el planeta Mauro, el Turco Julián y Jacobo Winograd podían discutir de política, y un “debate” sobre la pena de muerte, enriquecido por los aportes teóricos de “La momia” (que encima era falsa) era breve y naturalmente interrumpido para publicitar las bondades de una crema antihongos.

La carrera periodística de Viale admite un pasado de llamativa sobriedad, encerrado en su rol de periodista deportivo. Todavía se recuerdan sus frugales relatos de fútbol (al menos si se los compara con la posterior incontinencia de Marcelo Araujo) y su voz grabada a fuego en la televisación de los mundiales. “Durante la dictadura yo estaba en el limbo” le confesó a Nueva Sion el 18 de abril de 1991. Para escapar de ese limbo no escatimó esfuerzos ni desperdició contactos. Su amistad con Menem lo llevó a la gerencia de noticias de ATC.

Allí, uno de sus ciclos (“Anochecer”) exhibía en vivo a víctimas de violaciones que dramatizaban su tragedia. Años después (1997) y en Canal 2 mezcló la truculencia con la política, una de sus combinaciones favoritas: se teatralizó una declaración bajo tortura a una periodista desaparecida. No le importaba tanto la implicancia ideológica del caso como su impacto visual.

El 6 de julio de 1998, Viale pasó el límite que no debe pasarse: tuvo que retractarse ante las cámaras del canal América de las afirmaciones injuriosas y calumniosas vertidas contra la periodista Lila Pastoriza como parte de una campaña sucia contra el Frepaso. Pocos días después del anuncio de la fórmula presidencial a dirimir entre José Octavio Bordón y Chacho Alvarez, en septiembre de 1994, Viale emitió por el canal de gobierno, ATC, una teatralización en la que Pastoriza -quien durante la última dictadura militar estuvo secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada- era presentada como delatora de sus compañeros de militancia. Viale también afirmó que la periodista, casada en aquel momento con el dirigente frepasista Eduardo Jozami, era ñoqui del Concejo Deliberante. Pastoriza querelló a Viale por calumnias e injurias y El juez Eduardo Etcharrán lo obligó a hacer pública la retractación que el conductor leyó con cara de odio en el programa Impacto a las siete.

Debe decirse que, más allá de todo, su personaje se ganó el favor de muchos bien pensantes, que veían sus grotescas puestas en escena como capítulos imperdibles de una miniserie kitsch. La brevísima primavera aliancista amagó con arrojar definitivamente su figura a los márgenes de la tv por cable. Pero la realidad (complotada con Daniel Hadad y Carlos Avila) lo devolvió al aire. Argentina no había cambiado.

O sí: estaba peor. Primero en Canal 2, después en Canal 9, Viale intentó –breve y vanamente– bajar los decibeles de su monstruo mediático, para desilusión de sus admiradores freaks.

Pero su naturaleza, embravecida por un rating que estira diariamente los alcances del país bizarro, decidió traicionarlo.

Fallecimiento

El conductor de A24 y América había recibido la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 el jueves 8 de abril de 2021. Dos días después (10 de abril), en la mañana del sábado, se conoció la noticia de que después de haber experimentado algunos síntomas compatibles con el virus se hizo un hisopado, que le dio positivo. Luego había sido trasladado a la terapia intensiva de la clínica por un cuadro de neumonía bilateral, aunque a las pocas horas sus allegados informaron que ya se encontraba en una sala común.[1]

Falleció en la Ciudad de Buenos Aires el 11 de abril de 2021, a los 73 años, tras sufrir un paro cardíaco en el Sanatorio Los Arcos, donde se encontraba internado desde el sábado por un cuadro severo de coronavirus.[1]

Referencias

  1. 1,0 1,1 1,2 «Murió Mauro Viale» - Infobae, 11 de abril de 2021.

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Enlaces externos

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