Maximiliano de Habsburgo

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Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg-Lothringen. Segundo emperador de México

Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena (Viena, 1832 - Santiago de Querétaro, 1867) fue el segundo Emperador de México, y único monarca del denominado Segundo Imperio Mexicano. Maximiliano era un archiduque de la Casa de Habsburgo, hermano del emperador austriaco Francisco José y yerno del rey belga Leopoldo I.

En 1857 Maximiliano fue nombrado gobernador de las provincias italianas de Lombardía y el Véneto, pertenecientes al Imperio Austriaco; y, como tal, sufrió el ataque del Piamonte que, con el apoyo militar del Segundo Imperio francés, le arrebató la Lombardía y puso en marcha la unificación de Italia en 1859. Desde entonces se retiró de la vida pública, dedicándose a viajar y estudiar.

Una asamblea de notables conservadores mexicanos le ofrecieron la Corona del país a Maximiliano. Éste aceptó en 1864 y se convirtió en emperador de México, apoyándose en la opinión católica y conservadora frente a los liberales de Juárez.

Las fuerzas liberales provocaron una guerra civil obteniéndo ayuda de los Estados Unidos de América. La emperatriz Carlota viajó a Francia y Roma para pedir ayuda pero no logró decidido apoyo en Europa y sufrió de problemas mentales, por lo que quedó recluida en Tervueren, Bélgica. Las fuerzas liberales ayudadas con armamento y dinero estdunidense avanzaron hasta Querétaro en donde los enfrentó el mismo emperador y los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, su derrota sólo fue posible debido a la traición. Fuerom aprehendidos y sentenciados a muerte, cosa que se ejecutó en el Cerro de las Campanas el 19 de junio de 1867. Sus restos fueron enviados a Austria.

Primeros años

Maximiliano nació en el Palacio de Schönbrunn de Viena (Austria), fruto del matrimonio del archiduque Francisco Carlos de Austria y Sofía de Baviera.

En el Puerto Austriaco de Trieste (ahora Italia) fue marino muchos años y vivió mucho tiempo en alta mar, y colaboró en el triunfo de su país en la guerra con Italia.

Conoció a la princesa brasileña María Amelia de Braganza, hija de Pedro I. Ambos tenían planeado casarse, pero ella enfermó de gravedad y murió en la isla de Madeira, dónde pasó sus últimos años. Maximiliano quedó muy dolido por esta pérdida y vivió con el recuerdo de María Amelia, llevando consigo, hasta el día de su muerte, un anillo que contenía un rizo de la princesa fallecida.

El 27 de julio de 1857 contrajo matrimonio con la princesa Carlota Amalia de Bélgica, hija de Leopoldo I de Bélgica. El matrimonio fue provechoso a la Casa de Habsburgo por los enormes beneficios económicos, así como a la monarquía belga, pues el prestigio y la posición de un Habsburgo en la familia legitimarían el linaje dinástico de los Sajonia-Coburgo-Gotha.

Francisco José I dio al archiduque Maximiliano el nombramiento de virrey del Reino Lombardo-Véneto. Maximiliano y Carlota vivieron entonces en la ciudad de Milán hasta el año de 1859, fecha en que el emperador del Imperio austríaco le desposeyó de su rango, porque los planes de guerra no entraban en los ideales de Maximiliano, quien tenía ideas demasiado liberales para Francisco José. Al poco tiempo de la renuncia de Maximiliano, Austria perdió sus posesiones en Italia y el archiduque decidió retirarse de la vida pública en su castillo de Miramar.

La Corona de México

En 1859 Maximiliano fue contactado por primera ocasión por los conservadores mexicanos, los cuales buscaban un príncipe europeo para ocupar la corona del Segundo Imperio Mexicano, con el apoyo militar de Francia y de la iglesia católica.[1] El 3 de octubre de 1863 finalmente, en el Castillo de Miramar, situado en lo que entonces era la provincia austriaca del Litoral, (actualmente Trieste, Italia), la delegación mexicana encabezada por José María Gutiérrez de Estrada, Juan Nepomuceno Almonte y Miguel Miramón, se presentó ante el archiduque de la Casa de los Habsburgo a fin de que el primero de ellos leyera la petición oficial de los monarquistas mexicanos para que éste se ciñera la corona mexicana y ocupara el trono de México.[2] El plebiscito mostrado a Maximiliano se había realizado en la Ciudad de México. Adicionalmente, hacía apenas cuarenta años que el primer emperador mexicano Agustín I había sido derrocado, desterrado y posteriormente fusilado. En todo ese tiempo los intentos españoles de reconquista de México, la Guerra de Texas, los conflictos entre liberales y conservadores, la invasión estadounidense y la segunda intervención francesa habían vaciado las arcas de la hacienda pública.

El Segundo Imperio Mexicano

Maximiliano llegó al puerto de Veracruz en la famosa fragata Novara el 28 de mayo de 1864 entre el júbilo y algarabía de los conservadores, que se expresó especialmente en Puebla y en la Ciudad de México. La travesía a la Ciudad de México le ofreció un panorama distinto: un país herido por la guerra y profundamente dividido en sus convicciones. En un corto período de tiempo, Maximiliano se enamoró de los hermosos paisajes de su nuevo país y de su gente. Mientras, las tropas francesas continuaban peleando en territorio mexicano. Maximiliano comenzó a construir museos y trató de conservar la cultura mexicana, lo cual queda como una de sus grandes contribuciones como emperador. La emperatriz Carlota comenzó a organizar fiestas para la beneficencia mexicana a fin de obtener fondos para las casas pobres.

El Emperador expresa en una carta:
El valle de México es como un inmenso manto de oro rodeado de enormes montañas matizadas con todos los colores desde el rosa pálido hasta el violeta o el más profundo azul cielo, unas rocosas y quebradas y oscuras como las costas de Sicilia, las otras, cubiertas de bosques como las verdes montañas de Suiza, y entre todas ellas las más hermosas eran el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

Al llegar a la ciudad se instaló en el Castillo de Chapultepec para utilizarlo como residencia y mandó trazar un camino que le conectase a la ciudad: el Paseo de la Emperatriz (actualmente el Paseo de la Reforma). Como el matrimonio no podía tener hijos, ambos decidieron adoptar a Agustín y Salvador, dos nietos de Agustín de Iturbide, el primer emperador mexicano.

El Imperio Mexicano usó la frase Equidad en la Justicia. Contaba con el apoyo del partido conservador, y de la población de tradición católica (religión profesada por casi la totalidad de los habitantes), aunque tuvo una oposición férrea por parte de los liberales. Durante su gobierno, Maximiliano I de México trató de desarrollar económica y socialmente a los territorios mexicanos bajo su custodia, aplicando los conocimientos aprendidos de sus estudios en Europa, y de su familia, los Habsburgo, una de las casas monárquicas más antiguas de Europa, de tradición abiertamente católica.

Pero la política de Maximiliano resultó ser más liberal que lo que sus partidarios conservadores pudieron tolerar. Ello es así en parte por la propia estrategia de Napoleón III, que el 3 de julio de 1862 había dirigido al mariscal Forey instrucciones secretas que requerían evitar el dominio conservador del régimen, instaurando en cambio un gobierno moderado en el que estuvieran representadas todas las tendencias. Y también por el talante liberal de Maximiliano, que ya había manifestado al gobernar el Reino de Lombardía-Venecia en los años 1858 y 1859.[3] Un hecho que puso de manifiesto esa tendencia incompatible con los conservadores locales fue la negativa de Maximiliano a suprimir la tolerancia de cultos y a devolver los bienes nacionalizados de la iglesia, cuando el nuncio papal le requirió ambas decisiones.

Lejos de gobernar con los intereses de Francia, Maximiliano se veía a sí mismo como una figura de integración nacional. La justicia y el bienestar de todos, fueron sus objetivos más importantes. Uno de sus primeros actos, como emperador, fue el restringir las horas de trabajo y abolir el trabajo de los menores. Canceló todas las deudas de los campesinos que excedían los 10 pesos, restauró la propiedad común y prohibió todas las formas de castigo corporal. También rompió con el monopolio de las "tiendas de raya" y decretó que la fuerza obrera no podía ser comprada o vendida por el precio de su decreto.

Traído como cabeza de los intereses de Francia, demostró ser todo menos eso. Sus intereses se volvieron hacía México y hacía su gente. Cuando los franceses se dieron cuenta que se habían equivocado y en muchas formas habían subestimado qué tan lejos podría llegar, se retiraron. Maximiliano no lo hizo.

Los liberales buscaron por todos los medios la derrota del imperio. Encabezados por Benito Juárez, permanecían firmes en su objetivo. Juárez gozaba del apoyo de los Estados Unidos, a quienes no convenía la presencia en América de un régimen apoyado por las monarquías europeas (una posición inspirada en la Doctrina Monroe), e hicieron cuanto pudieron por evitar que los conservadores mexicanos tuvieran éxito.

Al final, los cambios políticos a nivel internacional repercutieron en el Imperio Mexicano. Estados Unidos, que durante la mayor parte de esta época estaba enfrascado en su propia guerra civil entre los estados del norte y los del sur, había conseguido finalmente la paz, y estaba listo para apoyar al gobierno republicano de Juárez.

Napoleón III, por su parte, se enfrentaba a serias amenazas en Europa y requería que sus tropas regresaran al país galo. Con el apoyo económico de los estadounidenses a la facción republicana, y sin el apoyo francés ni conservador en el país, poco le quedaba por hacer a Maximiliano. Decidió enfrentarse a las consecuencias, desoyendo los consejos que le sugerían abdicar y regresar a Austria. Fue sitiado con los restos de su ejército y finalmente capturado en Querétaro por soldados del general Mariano Escobedo, El 15 de mayo uno de sus más cercanos aliados, el coronel López, lo traicionó entregándolo a los republicanos. Maximiliano y sus leales generales Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron llevados ante un tribunal militar y condenados a muerte. Todas las cortes de Europa pidieron a Juárez que perdonara la vida del emperador, pero no haría nada de eso. [4]

Fusilamiento

Tras un juicio ante tribunales militares de carácter sumario, celebrado en el Teatro Iturbide (después Teatro de la República (Querétaro)) por un coronel y seis capitanes, sin derecho a apelaciones y con base en un interrogatorio que en su mayor parte el emperador se negó a contestar, alegando que eran cuestiones meramente políticas, los revolucionarios lo condenaron a muerte. Fue fusilado en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro el 19 de junio de 1867, junto con los generales conservadores Miramón y Mejía.

Las últimas palabras del emperador fueron que le entregasen a su muy querida esposa el reloj que contenía su retrato diciendo
"Mande este recuerdo a Europa a mi muy querida mujer, si ella vive, y dígale que mis ojos se cierran con su imagen que llevaré al más allá. Lleven esto a mi madre y díganle que mi último pensamiento ha sido para ella.
El Emperador de México, segundos antes de recibir las descargas del pelotón de fusilamiento, entregó una moneda de oro a los siete soldados del pelotón. Después proclamó:
"Perdono a todos y pido a todos que me perdonen y que mi sangre, que esta apunto de ser vertida, se derrame para el bien de este país; voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. ¡Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México!

Los dos generales mexicanos fueron muertos después de él gritando "Viva el emperador”. Su esposa, ya en Europa, padeció un trastorno psicológico y tuvo que ser internada, primero en el Pabellón del Jardín (el Gartenhaus) del Castillo de Miramar, luego en el Castillo de Tervuren y finalmente en el Château de Bouchout en Meise, Bélgica, donde finalmente fallecería en 1927.

Legado

Desde la derrota del Segundo Imperio Mexicano y hasta la actualidad, los gobiernos liberales sucesores del Juarismo y de la Revolución Mexicana, han defendido enérgicamente la legitimidad de la república. Sin embargo, aún hoy, grupos nacionalistas como el Frente Nacional Mexicanista y algunas vertientes del sinarquismo se reunen anualmente en Querétaro para conmemorar la ejecución de Maximiliano y sus generales, reivindicando al Imperio y repudiando abiertamente la tradición liberal y republicana.[5]

Maximiliano como tema para obras de arte

Óperas

  • Maximilien, ópera histórica en tres actos y 9 escenas; libreto de R.S. Hoffman basado en el drama Juárez und Maximilian de Franz Werfel; música de Darius Milhaud. Estreno: 1932.
  • Carlota, ópera en un acto. Libreto de Francisco Zendejas; música de Luis Sandi. Estreno: 1948.
  • Carlota, ópera. Libreto de autor desconocido; música de Robert Avalon. Inédita.

Dramas

  • Juárez und Maximilian (1925), drama de Franz Werfel
  • Corona de sombras (1947), drama de Luis G. Basurto

Novelas

  • El último príncipe del Imperio Mexicano (2010) de C.M. Mayo
  • El cerro de las campanas (1868) de Juan A. Mateos
  • Noticias del Imperio (1987) de Fernando del Paso

Artículos relacionados

Referencias y Notas

  1. Martín Quiriarte. "Visión panorámica de la historia de México". Librería Porrúa Hnos y Cia, S. A. 27a. edición 1995. México, D. F. Pág. 170-171.
  2. Casares G. Cantón, Raúl; Duch Colell, Juan; Zavala Vallado, Silvio et ál (1998). Yucatán en el tiempo, Mérida, Yucatán. ISBN 970 9071 04 1.
  3. Tanto las instrucciones secretas de Napoleón III como el talante no del todo conservador de Maximiliano se citan en la Historia de México de Brian Hammett, pag. 187-188. La "Nueva Historia mínima de México" de El Colegio de México llega a afirmar que Maximiliano era un "liberal convencido"
  4. Mariano Escobedo (8 de julio de 1887). «Informe del general de división Mariano Escobedo, dirigido al Presidente de la República.». Consultado el 22 de octubre de 2009.
  5. [1] Nazis Cristeros