Nacionalismo criollo

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La bandera del Imperio Español y el Virreinato de la Nueva España (Cruz de Borgoña) ha sido adoptada por el nacionalismo criollo como símbolo nacional.

El nacionalismo criollo o criollismo (a veces también referido como nacionalismo iberoamericano) es un movimiento nacionalista y separatista blanco adoptado inicialmente por euroamericanos nacidos en México que decidieron asumirse como una nación independiente de la mexicana, respondiendo al derecho a la libre autodeterminación de los pueblos, y luego adoptado por euroamericanos de otros países de Iberoamérica. El movimiento propugna la defensa y preservación de la población criolla.

Existen semejanzas muy puntuales entre el nacionalismo bóer y el nacionalismo criollo.

Puntos básicos

Definición de criollo

Aunque concretamente el término criollo fue aplicado en el sistema de castas de la Nueva España para referirse a todo aquél descendiente de españoles nacido en el nuevo mundo, en sentido amplio, se refiere a toda aquella persona de raza blanca nacida fuera de Europa.

En sentido estricto, el criollo es aquél eurodescendiente que habita Iberoamérica y que denota un contexto cultural ibérico o hispánico.

Orgullo criollo

El Orgullo Criollo es el sentimiento de pertenencia e identidad inherente a todo criollo, es la grandeza que evocan las obras y hazañas llevadas a cabo por sus antepasados Ibéricos. Debido a que los principales promotores del nacionalismo criollo radican en México, el concepto de "Nación criolla" se circunscribe, por el momento, a los eurodescendientes nacidos en aquel país, mientras que el orgullo criollo se refiere al sentimiento general de identidad inherente en el criollo nacido en cualquier parte del mundo, por lo que este movimiento nacionalista tiene posibilidades de extenderse fuera del territorio mexicano.

Iberoamérica

Iberoamérica es la patria de obra de nuestros antepasados criollos, es la extensión territorial que mediante la lucha armada y el trabajo arduo fue conquistada por nuestros heroicos antepasados. Iberoamérica comprende una extensión que va desde el norte de la actual República Mexicana hasta el cono sur del Continente Americano. Sin embargo, nosotros consideramos dos zonas de influencia dentro de las cuales es más susceptible que actualmente se establezcan y desarrollen a su máxima expresión comunidades blancas, la zona de influencia norte y la zona de influencia sur. La zona de influencia norte se integra por algunos Estados norteños de la actual República Mexicana, mientras que la zona de influencia sur se integra por el sur de Brasil, Uruguay, Chile y Argentina.

Nación criolla

En su acepción más estricta y objetiva, la nación es un ente orgánico colectivo, contrariamente a la visión estática y mecanicista del contractualismo (establecido por la judeomasonería y la "Ilustración" durante la "Revolución Francesa", mantenida después de la "Independencia de México" y fervientemente defendida por el Sistema político actual), que percibe a la nación anclada a una extensión territorial. Por lo tanto, la nación es el conjunto de individuos racial y culturalmente homogéneos que pueden contenerse dentro de un Estado. La homogeneidad racial y cultural es una condición fundamental que permite una identidad propia y la unión solidaria entre los miembros de la nación. La nación es una realidad racial y no un contrato social. La nación no debe ser percibida como una ficción jurídica o contrato social (es decir, que se es nacional de un Estado, por el simple hecho de haber nacido en él), sino como una cuestión étnica, una cuestión de derecho de sangre.

La mayoría de los países de Iberoamérica, como México, son multiculturales y multirraciales dentro de los cuales, por definición, cohabitan varias naciones (realidades raciales) unificadas en torno a un Estado y una nacionalidad contractual, sintética, antinatura y etnocida. Además, en la gran mayoría de los países de Iberoamérica la realidad racial predominante es la del mestizo o mulato, el blanco por regla general representa una minoría; minoría que a pesar de haber fundado históricamente dichos Estados, actualmente no es libre de autodeterminar su propio Destino, se enfrenta a un reemplazo demográfico (genocidio), carece de representación oficial y encima es tratada con hostilidad por parte de los demás pueblos.

Ante esta situación y la contundencia de la realidad en la cual estamos inmersos, al ser imposible para nosotros identificarnos con la realidad racial del país donde radicamos, nos hemos visto en la imperante necesidad de encontrar nuestra propia identidad.

Nosotros somos eurodescendientes que hemos nacido en México y vivimos bajo la nacionalidad contractual de este Estado, pero dicho país está compuesto por tres principales grupos étnico-raciales diferentes: la del criollo ó eurodescendiente (10%), el indígena o amerindio (30%) y el mestizo (60%). La realidad racial de este país, es que es mestizo ya que representa la mayoría. Dicho Estado asume una identidad mestiza y aboga por los intereses de la mayoría mestiza, tratando de asimilar a las minorías mediante el mestizaje. Los eurodescendientes que habitamos en México somos una comunidad étnica minoritaria que está amenazada de ser absorbida por este mestizaje promovido por el propio Estado mexicano mediante la consigna oficial que considera a todos sus habitantes como "mestizos", lo sean o no. Nuestra realidad racial y cultural es muy diferente a la de la nación mexicana, y por lo tanto, somos una nación completamente diferente a la nación mexicana. Hay dos caminos posibles: mezclarse y perecer como realidad étnica, o asumirse como una realidad étnica diferente y defender nuestra herencia ancestral genética y cultural. Ya que elegimos lo segundo, nosotros nos identificamos como criollos. Criollo es todo aquél eurodescendiente o persona de raza blanca que vive en Iberoamérica, y que posee una cultura hispánica.

Por lo tanto, los eurodescendientes nacidos en México, no podemos considerarnos factualmente como "mexicanos", pues no compartimos el sustrato étnico (racial y cultural) mayoritario de la nación mexicana, es decir, el mestizo. En ese sentido, no somos "mexicanos blancos" o "mexicanos criollos", ya que esos términos contradictorios atentan contra el principio del concepto natural de nación que defendemos y favorece el concepto artificial de la nacionalidad masónica, y por ende, el mestizaje. Cabe añadir que sólo utilizamos la nacionalidad contractual mexicana por mera necesidad y por razones prácticas, por ejemplo en nuestros documentos legales, pero lo que para nosotros importa realmente son nuestras verdaderas raíces europeas. Asimismo, tampoco podemos considerarnos "españoles", "franceses", "ingleses", (como si se tratase de un "mercado" de nacionalidades, eligiendo la que más convenga o dependiendo de la ascendencia de cada quien), debido a la distancia territorial y generacional.

Nuestra nación, la Nación Criolla, no representa una realidad jurídica, es decir, no es reconocida oficialmente, pero si es una realidad fáctica, por el simple hecho de que existimos y poseemos una identidad nacional. Es nuestro deber actuar como nación por nuestros derechos, por un espacio vital, un territorio exclusivo para el desarrollo y conservación de nuestra raza y cultura en base al derecho a la libre determinación de los pueblos. Y aunque todavía no gozamos de un Estado soberano con el cual podamos autogobernarnos y dirigir nuestro propio Destino, el ideal de la Nación Criolla tiene plena vigencia, pues una nación no necesariamente se constriñe a un Estado. Y a pesar de que somos minoría, la realidad racial que representamos en este país es un hecho indiscutible.

El separatismo criollo no implica necesariamente una separación material de facto, sino simplemente el sentimiento de pertenencia a la Nación Criolla, si bien el fin último de este sentimiento es la consecución, a largo plazo, de un Espacio Vital exclusivo para que nuestra nación se autogobierne, sin someter a otras naciones, ni ser sometida por ellas.

En México, la población total en 2010 es de 112.336.538 de personas, de las cuales aproximadamente el 10% son criollos. A pesar de ser minoría, dicho porcentaje corresponde a 11.233.453 de criollos, una cantidad incluso mayor de criollos que la que existe en un país de mayoría blanca como lo es Uruguay, el cual consta de 3.203.792 de habitantes. Esta sencilla razón estadística es una de las que hacen posible y necesaria la creación de un Estado criollo independiente de México en un futuro.

La Nación Criolla, por lo tanto es la nación a la que pertenecen los criollos o individuos de raza blanca (eurodescendientes) que habitan en Iberoamérica, que hayan sido educados en un contexto ibérico o hispánico. Por lo tanto, criollo es el gentilicio de la Nación Criolla aplicable a sus naturales.

No pretendemos transformar la realidad racial de ningún país de mayoría mestiza o indígena, pues creemos que eso es imposible, pero exigimos que dichas realidades nos reconozcan a los criollos como una nación con exactamente los mismos derechos.

Lo que no es el Nacionalismo Criollo

Este apartado propone desmentir los mitos que algunos malintencionados intentan difundir respecto al Nacionalismo Criollo y el Orgullo Criollo, sobre todo debido a un oprobioso texto redactado en Wikipedia (un verdadero discurso de odio contra los criollos) y basado en otros artículos igualmente parcializados y tendenciosos. (Texto de Wikipedia)

  1. El Nacionalismo Criollo no establece ni estableció nunca que los criollos debían regresar a Europa y vivir como europeos.
  2. El Nacionalismo Criollo no establece ni estableció nunca que los criollos deben gobernar y controlar México "porque fueron ellos quienes liberaron al país de España y también fueron los forjadores de la nación desde su origen". Al contrario, el Nacionalismo Criollo reconoce que México fue fundado como país mestizo y que desde sus orígenes adoptó una identidad mestiza, gracias a la agenda masónica que lideró la independencia de las colonias españolas para debilitar al Imperio Español. Asimismo, el ideal del Nacionalismo Criollo es crear una Nación Criolla que pueda desarrollarse independientemente del Estado masónico y mestizo Mexicano.
  3. El Nacionalismo Criollo no tiene como íconos más destacados a Miguel Hidalgo, ni a Agustín de Iturbide. Estos personajes, aunque fueron criollos, representan en realidad a la Ilustración masónica que propició la independencia de las colonias españolas, y a la concepción masónica de la nación contractualista que el Nacionalismo Criollo combate.
  4. El Nacionalismo Criollo no establece ni estableció nunca que la lengua española es o debiera ser la lengua oficial de México. Como hemos referido antes, los criollos no sentimos identificación con México ya que es un país mestizo y multicultural, y en cambio buscamos la creación de nuestra propia nación criolla separada de este Estado.
  5. Ni el Nacionalismo Criollo, ni el Orgullo Criollo son expresiones "racistas", ni "supremacistas" o "de odio", por lo tanto, jamás se ha considerado que los mestizos e indígenas sean "inferiores a los criollos pero necesarios para el proyecto de la nación". Nosotros concebimos un proyecto de nación en el cual las castas sociales son cosa del pasado, pues defendemos un concepto de nación basado en una homogeneidad racial. Hemos reiterado nuestro respeto por todos los mestizos e indígenas, que al igual que nosotros, buscan defender y conservar su raza, su cultura, costumbres y tradiciones bajo los ideales del separatismo étnico.
  6. El Nacionalismo Criollo jamás ha establecido que la religión oficial "debe ser el catolicismo como lo marca los Sentimientos de la Nación sin el reconocimiento de otra alguna". Decir esto es una contradicción ignorante, puesto que "Los Sentimientos de la Nación" es una proyección contractualista escrita además por el mestizo José María Morelos y Pavón, en la que criollos, mestizos e indígenas coexisten en un mismo territorio y comparten un mismo gobierno y la misma nacionalidad. Nuestro programa prevé la libertad de culto hacia toda religiosidad positiva. Por lo tanto, la religión no debe ser un elemento de división, todos los blancos debemos estar unidos, sea cual sea nuestra religión o postura religiosa.

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