Segunda Masacre de Gaza

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Masacre en Gaza

La Segunda Masacre de Gaza, también denominada Operación Margen Protector (en hebreo: מִבְצָע צוּק אֵיתָן, Mivtzah Tzuk Eitan: "Operación Acantilado Sólido") fue una operación militar llevada a cabo por las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en la Franja de Gaza, iniciada el 8 de julio de 2014. Israel afirma que el único objetivo de la operación es atacar Hamás, la organización que gobierna la Franja.

Por su parte, Palestina y diversas organizaciones por los derechos humanos han acusado a Israel de llevar a cabo un ataque indiscriminado contra todos los palestinos. La operación es también la mayor contra la Franja desde 2012. Hasta finales de julio, murieron aproximadamente más de 1.200 palestinos, entre los cuales se suman casi 250 niños.

El dia 26 de agosto Israel desiste de seguir atacando Palestina al anunciar un alto al fuego indefinido desde las 19:00 horas tiempo de Tel-Aviv lo que significaba la victoria del grupo patriótico Hamas.

Eventos

Holocausto palestino a manos de los sionistas

La operación sigue una cadena de eventos que comenzó con el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes ocurridos en un asentamiento israelí de Cisjordania en junio de 2014. Israel culpó a Hamás de los hechos, ya que se cree que los dos sospechosos acusados del secuestro eran miembros de esa agrupación. Por su parte, Hamás negó tener conocimiento del secuestro. Por su parte la policía de Israel ha declarado que Hamás no ha sido la responsable de la muerte de los tres jóvenes israelíes.

A medida que las tensiones se incrementaban, el asesinato de Mohamed Abú Judeir, un adolescente palestino, complicó la situación, generando disturbios, protestas de israelíes y palestinos y lanzamientos de cohetes desde Gaza a territorio israelí, a los que Israel respondió con ataques aéreos.

Desde el inicio de los bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza, han muerto numerosos civiles, y entre ellos gran cantidad de mujeres y niños. Hasta finales del mes de julio la cifra de muertos asciende a más de 1.200 palestinos siendo aproximadeamente más de 250 niños. La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) estimó que hacia el 25 de julio, el 75% de ellos eran civiles.

De acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza, sobre 6.000 palestinos han resultado heridos. Para el 12 de julio, 525 cohetes fueron disparados desde Gaza a ciudades de Israel, y 118 de ellos fueron interceptados por la Cúpula de Hierro de Israel. Entre el 12 y 13 de julio Israel anunció que fueron «atacados» 200 objetivos en Gaza. En la mañana del día 13 fueron interceptados varios misiles provenientes de Gaza en dirección a Tel Aviv.

Ofensiva terrestre de Israel en Gaza

Entre la noche del 12 y la mañana del 13 de julio, unos cuatro soldados israelíes resultaron heridos tras una operación terrestre de la marina israelí. El ataque tenía como objetivo una plataforma de lanzamiento de cohetes en el norte del enclave, cerca de Al-Sudaniye. Miembros de Hamás resistieron la operación y se produjo un intercambio de disparos.

Estados Unidos, a través del portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, pidió a Israel el 14 de julio evitar cualquier tipo de incursión terrestre en la Franja, ya que esto pondría en riesgo a más civiles. El Ejército israelí movilizó durante la operación a decenas de miles de soldados en la frontera con Gaza.

Asesinato de cuatro niños en una playa de Gaza

El 16 de julio, cuatro niños palestinos murieron y otros dos fueron severamente heridos por un proyectil disparado desde una lancha de la Armada de Israel contra una playa de Gaza, mientras jugaban en la arena. Equipos de corresponsales de varios medios de comunicación que se encontraban en un hotel cercano, incluyendo el canal francés TF1 (que filmó la escena), fueron testigos del momento de los bombardeos.

El primero de ellos fue un disparo de advertencia y el segundo ocurrió muy pocos segundos después, cuando los niños intentaban huir de la playa. Los periodistas del hotel fueron los que recogieron a los niños para llevarlos al hospital. Otros dos niños fallecieron más tarde por otro bombardeo en la localidad de Jan Yunis, al sur de Gaza.

El presidente israelí Shimon Peres pidió disculpas por la muerte de los niños de la playa. Declaró que no fue intencional y que el gobierno está muy triste.

Bombardeos de escuelas-refugios

Las escuelas de la UNRWA funcionan como el principal refugio para los habitantes de Gaza que se han quedado sin hogar a causa de los bombardeos, y la ONU estimaba el 30 de julio que de los 1,7 millones de habitantes de la Franja 215.000 están refugiados en instalaciones que llevan sus siglas.

El 24 de julio, 16 personas fallecieron y otras 200 fueron heridas en un ataque de la Fuerza Aérea de Israel contra una escuela de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en Bait Hanun, en el norte de la Franja. El director de la UNRWA, Robert Turner, aseguró a los medios que Israel no hizo ninguna advertencia antes del lanzamiento de los proyectiles y que se trató del cuarto ataque sobre las instalaciones de la agencia en tres días.

El secretario general de las Naciones Unidas dijo que entre los fallecidos hay empleados de la organización, mujeres y niños. Chris Gunness, portavoz de la ONU, dijo que las coordenadas de la escuela fueron dadas al Ejército de Israel como forma de precaución, en un esfuerzo para prevenir que la bombardearan. La ONU, además, intentó dos veces coordinarse con los israelíes para evacuar el refugio antes del ataque. En un comunicado, las Fuerzas de Defensa de Israel dijeron que están revisando la situación.

En la madrugada del 30 de julio, otra escuela de la ONU en Yabalia fue bombardeada en la que murieron al menos 15 personas y 90 resultaron heridas. La ONU había informado al ejército israelí en 17 ocasiones de las coordenadas de la escuela, la última vez horas antes del ataque con obuses.

Ayuda estadounidense a Israel

El 25 de julio, se dieron a conocer documentos filtrados por Wikileaks, citados por el canal estatal sirio Al-Ikhbariya, donde dicen que Obama solicitó al Departamento de Defensa dos mil efectivos navales y terrestres para brindar apoyo a Israel. De acuerdo con el diario estadounidense National Reporter, el Pentágono acordó con la petición. Anteriormente, grupos pro derechos humanos reportaron que más de cien soldados británicos se habían unido al ejército israelí.

Bombardeos en Eid al-Fitr

El 28 de julio, siete niños palestinos murieron por un misil israelí que cayó en un campo de refugiados en Gaza. El misil explotó cuando un grupo de niños jugaba en el centro del campo. Al mismo tiempo, Israel bombardeó el Hospital Al-Shifa, el principal de la Franja, dejando un saldo de tres muertos y decenas de heridos. El ataque afectó un ala externa del complejo de edificios donde son tratados la mayoría de los heridos de los enfrentamientos.

Ataque a la central eléctrica de Gaza, televisión y radio

El 29 de julio, el jefe de las FDI Benny Gantz, comunicó que los ataques del ejército israelí sobre la Franja se habían intensificado alcanzando setenta objetivos símbolos del control del gobierno de Hamas en Gaza, como la casa del líder de Hamas Ismail Haniya, oficinas del gobierno, la mezquita central de Gaza, la planta de electricidad, medios de comunicación y dejando un balance de al menos 120 palestinos muertos en los bombardeos a lo largo del día.

El suministro eléctrico de la Franja, que se encontraba al 20%, se vio afectado tras ser alcanzado uno de los tanques de combustible de la única central eléctrica de Gaza por proyectiles israelíes y desencadenarse un incendio y según la ONG Amnistía Internacional el bombardeo de la planta fue un castigo colectivo a los palestinos, la perdida de la única planta de electricidad de Gaza traerá severos problemas al abastecimiento de agua, tratamiento de aguas residuales y electricidad a los hospitales. El gobierno de Gaza dijo que el daño a la planta detendrá los sistemas de bombeo de agua y llamó a la población a racionar el agua.

Además, tanto la emisora de televisión Al-Aqsa como la estación de radio fueron bombardeadas, aunque la transmisión televisiva no fue interrumpida, la radiodifusión fue cortada.

Hacia las 06:30 am del 30 de julio, obuses israelíes cayeron sobre la escuela de la ONU Al Hussein en el campo de refugiados de Jabalia, matando al menos entre 15 y 20 personas, e hiriendo a 90.125 En ese momento, la escuela albergaba a 3.300 personas que habían tenido que huir de sus hogares.

Crímenes de guerra

El 23 de julio, tras la declaración de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, en la que advirtió que los ataques israelíes sobre Gaza podrían ser constitutivos de crímenes de guerra, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH) acordó lanzar, mediante resolución, una investigación por los hechos acaecidos en la Franja. Fue acordado el envío de una comisión para investigar posibles violaciones de los derechos humanos y crímenes de guerra cometidos por Israel.

La indagación cubrirá los hechos que tuvieron lugar en territorio gazatí desde el 13 de junio de 2014, además de tratar de identificar a los responsables de los crímenes y recomendar medidas para su juicio.

La resolución fue aprobada por el voto favorable de 29 Estados a favor —la mayoría, Estados del mundo árabe y potencias emergentes o países en vías de desarrollo—, un voto en contra —Estados Unidos— y 17 abstenciones —en su mayoría, países desarrollados—. Las reacciones y comentarios sobre la resolución no se hicieron esperar.

EEUU justificó su voto en contra porque considera que el contenido es destructivo y no contribuye a una futura paz. Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó de parodia la decisión de la ONU.

Artículos de opinión

Ocupar a un pueblo tiene sus consecuencias, por Ezequiel Kopel

Los cuerpos de tres adolescentes israelíes, secuestrados 18 días atrás, fueron encontrados sin vida el pasado lunes 30 de junio en la ciudad palestina de Haloul. La búsqueda de los jóvenes había desencadenado en un frenesí sin igual en la sociedad israelí que clamaba por su pronta aparición y la consiguiente venganza. La reacción de las fuerzas de seguridad y de la dirigencia política israelíes ante la confirmación de las muertes no tardó en llegar: durante la madrugada del mismo lunes Israel bombardeó Gaza (Operación Margen Protector) e ingresó a campos de refugiados palestinos en Cisjordania, provocando la muerte de, al menos, un joven de 16 años. Además, en la mañana del martes el cuerpo de un adolescente palestino residente en Jerusalén fue encontrado carbonizado luego de ser secuestrado en lo que se sospecha fue un acto de revancha organizado por extremistas judíos.

El primer ministro de Israel, Benjamín Nethanyahu, acusó durante toda la búsqueda a la cúpula de Hamás por planificar el secuestro pero hasta el día de la fecha el premier israelí no ha mostrado ninguna prueba contundente que incrimine a la conducción de esta organización y sólo ha presentado los nombres de dos de sus militantes, Marwan Qawasmeh y Amar Abu Aisha. Según el periodista israelí Shlomi Eldar, especialista en el manejo de poder dentro del movimiento Hamás, la culpa del secuestro sí recae, en cambio, en el clan Qawasmeh, de la ciudad de Hebrón, quienes simpatizan con el movimiento islámico pero asegura que los acusados han actuado independientemente de las órdenes de la conducción de la organización. El mencionado clan ha sufrido la muerte de quince integrantes desde el comienzo de la Segunda Intifada (nueve de ellos al cometer atentados suicidas contra Israel) y tiene un comprobado historial de acciones violentas posterior a cualquier esfuerzo de Hamás por intentar alcanzar una tregua con Israel, o cualquier otro acuerdo que lo obligue a moderarse. El clan Qawasmeh ya saboteó los ceses al fuego o tahadiyeh (periodo de calma) acordados en 2003 y 2004 por los líderes máximos de Hamás e Israel.

Durante la búsqueda de los secuestrados, Nethanyahu también apuntó al presidente palestino Mahmmoud Abbas como el responsable máximo del secuestro de los tres adolescentes debido a que éste formó un gobierno de unidad nacional con el movimiento Hamás. La acusación parece ser una suerte de "culpable por asociación". Lo único cierto hasta ahora es que el secuestro fue realizado en el Área C de Cisjordania, zona que Israel controla civil y militarmente y son los israelíes los que han fallado en proteger a sus colonos. Lo cual, a la vez, es una tarea imposible porque cuidar a una población extremista, implantada en el medio de una metrópoli y poblados árabes mientras se les permite armarse hasta los dientes, es una invitación al desastre, al igual que la propuesta del ministro de Defensa israelí, Moshe Ya'alon, quien instó a su gobierno a aumentar la construcción en los asentamientos y propuso la creación de una nueva gran colonia como respuesta al homicidio de los adolescentes.

Dicho todo lo anterior, es necesario destacar que los tres jóvenes no fueron asesinados por hacer dedo en Tel Aviv o en Haifa: fueron muertos en Cisjordania, donde hacían dedo para trasladarse de una colonia a otra porque son vistos por los palestinos como colonos que ocupan su tierra ilegalmente desde hace más de 40 años. HASTA EL DÍA DE HOY LOS ISRAELÍES NO HAN COMPRENDIDO QUE OCUPAR UN PUEBLO TIENE SUS CONSECUENCIAS, las cuales no son placenteras ni humanas, simplemente porque es imposible naturalizar una ocupación o los miles de presos que existen en cárceles israelíes, no sólo por actividades terroristas, sino tan sólo por su militancia política. Moverse por Cisjordania como patrón de estancia tiene sus consecuencias y muchas son terribles; no tienen justificación humana y son repudiables pero sí tienen una explicación histórica. Es tiempo de que la sociedad israelí admita que la ocupación tiene sus consecuencias. Es hora de dejar de ser una Nación que siempre apunta con el dedo a las demás mientras se lamenta por las tragedias ocurridas sin reconocer sus causas sino será imposible encontrar alguna solución al conflicto israelí. Y hay que decirlo, porque callar es mentir: los tres jóvenes asesinados estudiaban religión en los territorios palestinos colonizados; dos de ellos vivían en el territorio palestino ocupado de Tamon y estudiaban en la yeshiva del también territorio palestino ocupado Makor Chaim; el tercero estudiaba en Shavey Hevron, territorio palestino ocupado y con una de las yeshivas más extremistas que existen. También es necesario tener en cuenta que cuando se habla de niños y secuestros, Israel detiene ilegalmente a más de 700 niños palestinos por año, según fuentes de UNICEF, y ha asesinado a más de 1500 desde el comienzo de la Segunda Intifada.

La responsabilidad de estar en una situación de riesgo constante no fue, por supuesto, de los jóvenes: la culpa de poner en riesgo sus vidas, viviendo en el medio de Palestina, es del conjunto de la sociedad israelí, que ha votado mayoritariamente a un gobierno que otorga incentivos económicos por vivir en casas estilo country, con piscinas y aires acondicionados frente a poblaciones que carecen hasta de agua corriente; que transfiere nuevos inmigrantes hacia esas zonas sin explicarles dónde y rodeado de quiénes y en qué situación van a vivir; una sociedad que desde hace más de 14 años ha votado a gobiernos de derecha que prefieren colonizar y destruir antes que ocuparse de cosas más pertinentes como el real cuidado de sus ciudadanos. No es cierto que todo sea culpa del odio, que por supuesto existe en una región en conflicto, pero más de 40 años de ocupación ponen en jaque esa simplificadora explicación. A los israelíes les gusta repetir: "lo único que los árabes entienden es la fuerza". Este axioma pareciera ser al revés puesto que por medio de la fuerza Israel se retiró del Sinaí, del Líbano y, parcialmente, de Gaza. El Estado de Israel nunca retribuyó las conversaciones de paz: cuando una de ellas se firmó en Oslo, triplicó la población de colonos en los territorios ocupados; cuando Nethanyahu negoció recientemente con Abbas, aumentó la construcción en las colonias. Israel insiste públicamente en “querer la paz" pero una paz como construcción abstracta pues ¿qué tipo de paz alega? ¿Una paz donde quien la declama secuestra, detiene ilegalmente, asesina, destruye fábricas, ocupa tierras cultivables, limita la libre circulación, expropia el agua, no permite reunirse a familias enteras y confisca viviendas? Los hechos, entonces, indican que la única paz preferida por Israel es la de los cementerios.

Sé que estas opiniones serán calificadas de antisemitas por quienes no quieren oír, ni ver, ni hablar, como los tres monos de la India. La táctica de confundir las críticas al Estado de Israel con el antisemitismo YA NO ENGAÑA A NADIE. Sólo me explico la tristeza particular que las políticas genocidas del Estado de Israel me causan porque soy verdaderamente judio.


La doble moral de Israel. Quien quiera oir que oiga, por Ezequiel Kopel

El ex jefe de la fuerza de inteligencia interna de Israel y un reconocido escritor e intelectual –también israelí- hicieron oír su voz frente a una sociedad que ha construido un muro de silencio acerca del histórico conflicto con Palestina.

Los dos son judíos; el primero pasó casi cuarenta años en las fuerzas de seguridad israelíes, el segundo es hijo de un prestigioso político que pertenece al laborismo, el mismo partido que creó los asentamientos israelíes en Cisjordania, el Sinaí y Gaza. Uno, fue reclutado desde 1978 por el servicio secreto del Estado de Israel para estudiar y combatir a las organizaciones palestinas. El otro, inició una fructífera carrera en el mundo de las letras y en 2010 recibió, de manos del primer Ministro, el Premio Nacional a la Literatura Hebrea. Uno fue nombrado jefe del Shin Bet en 2005, una suerte de Mossad "interno" para actuar dentro del Estado israelí y los territorios ocupados; el otro fue líder de un grupo de poetas y escritores que le exigió a su país un cese al fuego en la guerra del Líbano de 2006. Uno decidió quién vivía y moría en los territorios palestinos, quién era detenido y liberado; el otro provocó que el Festival Internacional de Literatura en Jerusalén introdujera un nuevo e INSOLITO requisito a todos sus oradores: una copia escrita de sus palabras para someter a revisión, luego de que en 2010 pronunciara un histórico discurso donde sentenció que "bajo el amparo de colocarnos como las mayores víctimas de la historia, justificamos la violación sistemática de los derechos de los no-judíos en el Estado de Israel y los territorios ocupados".

Las siguientes no son las palabras de dos militantes palestinos ni de dos ciudadanos árabes, mucho menos de dos extremistas judíos; éstas son las voces de dos ciudadanos israelíes: uno que ha dedicado su vida entera a cuidar la seguridad del Estado de Israel y el otro ha puesto su inteligencia al servicio del enriquecimiento de las letras y la cultura hebreas. Son dos personas a las que a muchos propagandistas sin información les gustaría catalogar como anti-israelíes; son dos voces -muy potentes por la estatura política, social e intelectual de sus figuras- de las muchas más que vendrán a romper el muro de negación y silencio que recubre a la sociedad israelí y a las comunidades judías de todo el mundo, en donde, para no convertirse en un traidor a Israel, se debe aplaudir y aceptar las matanzas, las detenciones ilegales, la superioridad moral y la mentira. Un muro de silencio que sólo se abre para afirmar que los israelíes son las únicas e incriticables víctimas; que cataloga el odio de los palestinos como irracional y se los acusa de ser "nacidos para matar"; que sostiene que "los palestinos no son seres humanos como nosotros". Un muro de silencio creado por un sociedad sin ningún tipo de dudas morales, sin ningún tipo de signos de interrogación, con apenas un mínimo debate público y que le permite hablar de "alcanzar la paz" mientras mantiene una dictadura militar de mas de cuarenta años en Cisjordania.

Quién quiera oír que oiga.

Esto dijo días atrás Yuval Diskin, jefe del Shin Bet entre 2005 y 2011 y uno de los responsables máximos de terminar con la segunda Intifada palestina:

"Queridos amigos: Tómense unos minutos para leer estas palabras y compartirlas con otros. Veo el deterioro grave y rápido de la situación de seguridad en los territorios ocupados, Jerusalén y las ciudades árabes, y no me sorprende. No se dejen confundir por un momento. Este es el resultado de la política llevada a cabo por el actual Gobierno Israelí cuya esencia es: “Vamos a asustar al pueblo sobre todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor en el Medio Oriente, vamos a demostrar que no hay interlocutor palestino, vamos a construir más y más asentamientos y crear una realidad que no se puede cambiar, vamos a continuar no tratando con los graves problemas del sector árabe en Israel, vamos a continuar sin resolver las carencias sociales graves en la sociedad israelí.” Esta ilusión funcionó de maravilla, siempre y cuando el sistema de seguridad fuera capaz de proporcionar una impresionante calma en los últimos años como resultado de la alta calidad y la dedicación de la gente del Shin Bet, el ejército israelí y la Policía de Israel, así como de los palestinos, cuya significativa contribución a la relativa tranquilidad en Cisjordania no se debe tomar a la ligera.

Sin embargo, el rápido deterioro que estamos experimentando en la situación de seguridad no vino por el asesinato vil de Naftalí, Eyal y Gil-Ad (los tres jóvenes israelíes secuestrados) cuyas memoria sean bendecidas. El deterioro es, ante todo, el resultado de la ilusión de que la inacción del gobierno en todos los frentes puede congelar la situación con los palestinos, la ilusión de que las "etiqueta de precio"(ataques racistas israelíes) no son más que un par de consignas en la pared y no racismo puro. LA ILUSIÓN DE QUE TODO SE PUEDE RESOLVER CON UN POCO MAS DE FUERZA. LA ILUSIÓN DE QUE LOS PALESTINOS VAN A ACEPTAR TODO LO QUE SE HACE EN CISJORDANIA Y QUE NO RESPONDERÁN A PESAR DE LA RABIA, DE LA FRUSTRACIÓN Y DEL DETERIORO DE LA SITUACIÓN ECONÓMICA; la ilusión de que la comunidad internacional no va a imponer sanciones contra nosotros, que los ciudadanos árabes de Israel no saldrán a las calles al final del día debido a la falta de atención a sus problemas, y que el pueblo israelí continuará, sumiso, aceptando la impotencia de su gobierno para hacer frente las brechas sociales que sus políticas han creado y continúan empeorando la situación mientras que la corrupción continúa envenenando todo lo bueno. Y así sucesivamente."

Y esto escribió el escritor Nir Baram luego de contemplar la ofensiva israelí en Gaza:

"Mientras hacemos el duelo por el horrible asesinato de los tres niños israelíes en manos de asesinos despreciables, una vez más se escuchan las pronunciaciones en Israel de que “en momentos así no hay izquierda y derecha. Estamos todos juntos”. Si bien no hay 'izquierda y derecha', el parlamentario Yariv Levin llama a hacer frente a los musulmanes israelíes y hacerles entender que “lo que fue ya no volvera a ser”, el ministro Ysrael Katz llama a hacer temblar las casas en Gaza; el también ministro Naftalí Bennett, como siempre, quiere sangre mientras turbas inflamadas están persiguiendo y golpeando a árabes (algo que siempre sucede en circunstancias similares, incluso en la década de 1980 en Jerusalén); un niño palestino es brutalmente asesinado y su primo es duramente golpeado por la policía israelí; el canciller Liberman sostiene que el castigo de la diputada árabe Haneen Zoabi debe ser el mismo que el de los secuestradores palestinos, y en los asentamientos israelíes están convocando a más construcción como una reacción a los asesinatos cuando en realidad siguen construyendo, como si nada, todos los días.

Y esto es sólo el comienzo. Siempre hay derecha e izquierda. ESTÁN LOS QUE GRITAN Y LOS QUE SE QUEDAN EN SILENCIO. La mayoría de la opinión pública israelí esta convencida de que siempre es la víctima y ha creado un MECANISMO DE NEGACIÓN QUE SE INTERPONE ENTRE ELLOS Y LA REALIDAD: “nuestros hijos son asesinados brutalmente y cada niño palestino que muere viene con una automática justificación”, recitada como una repetición robótica de las noticias de la televisión israelí. Sin embargo, niños que no han hecho nada están siendo asesinados por el fuego directo de soldados isralíes, como en Beitunia (ciudad palestina de Cisjordania), como el bombardeo de una casa de familia en Gaza (borrada por entero), como otros incontables casos de disparos contra niños inocentes. A los ojos de los palestinos, y con toda razón, son todos niños masacrados. Más de 1.300 niños palestinos fueron asesinados en los últimos 14 años. Pero el mantra perezoso continúa: el ejército israelí no mata en vano, nosotros no matamos niños a propósito, nosotros hacemos las cosas bien. SOMOS MORALMENTE SUPERIORES. La recitación robótica y moral de superioridad oculta la realidad y crea un sentimiento falso y peligroso de ser las eternas víctimas del pasado y del presente. UNA SOCIEDAD VIOLENTA Y OCUPADORA SE HA FORMADO EN ISRAEL, UNA SOCIEDAD VIOLENTA QUE ESTÁ EN UNA CONSTANTE POSICIÓN DE VICTIMIZACIÓN: VEMOS LOS RESULTADOS AHORA Y LOS VEREMOS EN LOS TIEMPOS POR VENIR".

Palabras de dos judíos israelíes.


La guerra de la desinformación israelí, por Ezequiel Kopel

En el actual conflicto armado de Gaza, la mayoría de los ciudadanos israelíes, alentados por su gobierno, sus medios periodísticos y el departamento de información de su ejército trataron de ganar la opinión pública mundial como nunca antes lo habían hecho. Sin embargo, el esfuerzo es en vano: a millones de ciudadanos del mundo les cuesta comprender cómo el estado mas poderoso de la región puede seguir afirmando que defiende a un pueblo al que ocupa y somete militar y económicamente desde hace 47 años. Se usaron todas las tácticas y lugares comunes, los golpes bajos y la manipulación de datos; se acusó de antisemita a cualquier persona que no acordara con el proceder de un gobierno violento; se apuntó con el dedo a todo aquel que no hablara de la matanza siria, se descalificó a cualquier judío (dentro y fuera de Israel) que no defendiera las acciones más agresivas de un estado que exige alineamiento ciego a sus políticas militares bajo parámetros de solidaridad racial y se empleó, hasta el hartazgo, la teoría de que si no se apoyan los actos del gobierno de Israel se está en contra de sus ciudadanos o se es anti-israelí.

Tanto civiles israelíes como palestinos son los principales damnificados. Pero hay pequeñas “grandes” diferencias: desde diciembre de 2008 hasta el 30 de junio de 2014 hubo, en Gaza, 1872 palestinos muertos, 993 de ellos civiles, mientras que en el mismo periodo 19 israelíes perdieron su vida por agresiones provenientes de la Franja de Gaza; ninguno de ellos era civil.

Otra pequeña diferencia que puede esgrimir Hamas al atacar los centros de población israelíes es que "técnicamente" casi todos los israelíes son o fueron soldados. En Israel, cualquier persona de entre 18 años y 21 años de ambos sexos pertenece al ejército (y todos los hombres son reservistas del mismo hasta pasados los 40). Los soldados están en todos lados: en autobuses, shoppings, calles, terminales, playas, mercados, restaurantes, etcétera. La misma excusa que utiliza Israel para justificar los ataques a las poblaciones urbanas palestinas pueden ser esgrimidas por los militantes palestinos para golpear los centros civiles israelíes: atacamos soldados que se "camuflan" dentro de la población civil.

Vale aclarar que, dentro de la lógica y códigos bélicos en los que están insertos este conflicto, la mayor base militar y, además, sede del Ministerio de Defensa israelí, la Kyria (lugar donde se decide la mayoría de los ataques contra suelo palestino) se encuentra en el centro de Tel Aviv, en una de sus calles más transitadas, al lado de un shopping, junto a decenas de paradas de ómnibus. De este modo, cuando los palestinos lanzan un misil hacia Tel Aviv, pueden alegar que lo hacen contra un objetivo militar que está rodeado de objetivos civiles. Asimismo, acusar a los palestinos por los ataques desde los centros urbanos para luego esconderse dentro de la población civil es el colmo de la ignorancia de la propia historia de Israel. Durante la guerra de guerrillas urbana que los israelíes llevaron adelante antes de 1948 contra los ingleses (especialmente el caso del movimiento pre-estatal Lehi), se realizaron ataques a objetivos civiles junto a un posterior ocultamiento de sus militantes y armas en casas y sinagogas (por ejemplo, a modo de conmemoración, un pilote frente a la gran sinagoga de Tel Aviv ubicada en la calle Allenby 117 recuerda que allí se guardaron armas de la resistencia). Y esto no es una verdad oculta, pues por toda la ciudad pueden verse símbolos evocativos de estas características en muchas de sus calles.

Mientras el mundo conoce a la región como Cisjordania o la Ribera Occidental, los israelíes prefieren llamar a la zona por su nombre bíblico, Judea y Samaria, territorios conquistados, ocupados y colonizados por Israel desde 1967, por lo que los palestinos de Cisjordania argumentan que realizan ataques legítimos contra una población y su ejército que ocupa ilegítimamente sus tierras y que los oprime día a día de forma violenta. Lo que fue reconocido mundialmente como un acto válido de autodefensa en el caso de los argelinos contra los franceses, la lucha de los afganos contra los soviéticos o la independencia israelí contra los británicos parece no ser medido por la misma vara por muchos apologistas de las acciones del estado de Israel. Es importante destacar que Israel, desde 1967, ha desconocido más de 60 resoluciones de la ONU que condenaron sus acciones violentas en los territorios palestinos y nada ocurrió. Irak desconoció dos y fue invadido por una coalición mundial.

Uno de los afiches más “tramposos” e ignorantes de todos: su motivo es silenciar la disidencia fuera de Israel y mirar con suficiencia al que opina distinto, descalificando su opinión al acusar de reducir un conflicto de "proporciones bíblicas" en un simple juego de manipulación de la información. Según la lógica de esta propaganda, el conflicto israelí -palestino, al que se denomina no inocentemente como "árabe -israelí", es una pugna de base religiosa, económica y antisemita. Nada dice de la ocupación de los territorios palestinos, su posterior colonización, su drenaje de recursos económicos y territoriales y la consiguiente discriminación racial. La cuestión es más simple de lo que parece: el conflicto israelí-palestino es una disputa territorial (un pueblo ocupa a otro y lo coloniza) junto a un problema de derechos humanos y civiles. Una disputa donde las variables económicas, sociales y religiosas, por supuesto, tienen importancia pero el que no quiera ver que en Tierra Santa (zona de culto religioso de extrema delicadez para las tres creencias monoteístas más importantes del mundo) estas cuestiones se advierten como de relevancia plena debe cambiar enfoque para intentar comprender el contexto.

Los palestinos pagan por los medicamentos que reciben, así como por la comida, la luz y el transporte de mercancías. Sólo en 2012, los habitantes de Gaza le pagaron un total 380 milllones de dólares a las autoridades israelíes por la compra de sus productos. Y debido a que Israel controla el único cruce comercial que tiene Gaza y, además, bloquea por aire, tierra y mar a la Franja, la responsabilidad civil, de acuerdo al derecho internacional, de que Gaza no sufra una crisis humanitaria es enteramente de Israel. Por lo tanto, la única salida que la población palestina tiene en Gaza con el exterior es un paso fronterizo con Egipto que, sin embargo, y de acuerdo al tratado de paz firmado entre Israel y Egipto de 1979, sólo permite la entrada y salida de personas, no de mercancías. Precisamente en 2012, el ministerio de Defensa israelí fue forzado por la Corte Suprema a publicar un informe gubernamental donde se relataba que Israel debía transferir 106 camiones de comida por día (incluidas medicinas y elementos de higiene) para evitar la desnutrición de los habitantes de Gaza pero, según un informe de la Asociación Israelí para el Libre Movimiento de los Palestinos (GISHA), la cantidad de cargamento transferida por día era de 67 camiones.

Lo cierto es que a pesar del arsenal propagandístico llevado adelante por el Estado de Israel y por quienes justifican la ocupación del pueblo palestino (y la posterior condena de las reacciones de ese mismo pueblo ocupado) les falta comprender que no es posible escuchar los lamentos y las vicisitudes de los ciudadanos israelíes mientras se mantenga una férrea dictadura militar y ocupación de los territorios palestinos desde hace ya más de cuatro décadas. Más de 40 años donde las víctimas son culpadas por sus propias desgracias; donde el pensamiento dominante determina que todos los palestinos son terroristas que rechazan la convivencia con el Estado israelí; donde su nacionalismo es nada más que antisemitismo "camuflado" y donde Hamás es sólo un grupo de fanáticos religiosos. Pero la realidad de este conflicto histórico presenta otra lectura posible: el palestino es un pueblo normal, con aspiraciones normales. Los palestinos llevan a cabo una lucha de liberación nacional, que, como muchos otros procesos de estas características, contiene aspectos nobles y heroicos.

Ruth Resnik, pionera de la igualdad de la mujer y ganadora del Premio Israel, el galardón más prestigioso de ese país, publicó, el 14 de julio pasado, un editorial en el diario "Haaretz" titulado "Yo también fui una terrorista". En ese pasional texto afirma que "los habitantes de Gaza no son diferentes a nosotros, y es nuestra opresión lo que los lleva al terrorismo, así como la opresión británica de Palestina nos condujo a nosotros a poner bombas". Y para aquellos que se sorprenden por cómo las organizaciones terroristas palestinas reclutan niños o utilizan viviendas civiles, Resnik recuerda que el Irgun (guerrilla judía previa a la conformación del Estado de Israel) la enroló a ella misma a los 14 años y que los entrenamientos de campo y armas tuvieron lugar en un jardín de infantes en el bohemio barrio de Florentin, en Tel Aviv.

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